La COVID-19 se caracteriza principalmente por síntomas respiratorios con diversos grados de severidad, desde enfermedad leve de las vías respiratorias superiores hasta neumonía intersticial grave y síndrome de dificultad respiratoria aguda, agravado por trombosis en la microcirculación pulmonar1. Sin embargo, cada vez es más evidente que la enfermedad producida por el SARS-CoV-2 es multisistémica; así, dicho virus ingresaría al sistema nervioso central (SNC) por diseminación retrógrada neuronal a través de los nervios olfativos y/o del sistema nervioso entérico; además, se propone que leucocitos infectados cruzarían la barrera hematoencefálica ingresando el virus al cerebro donde alterarían la función de las células endoteliales microvasculares cerebrales que, como se sabe, expresan el receptor de la enzima convertidora de la angiotensina 2 (ACE2)2,3. La signos y síntomas neurológicos en los pacientes con SARS-CoV-2, asociada al receptor ACE2 en el cerebro, se produciría por una respuesta proinflamatoria en el SNC que promovería: la activación microglial, la tormenta de citocinas proinflamatorias, la disminución de células T CD4 y T reguladoras y, en consecuencia, la propagación de la neuroinflamación4,5. Aunque ciertamente, el mecanismo exacto de los efectos directos del SARS-CoV-2 y la posterior respuesta inmunológica de los pacientes sobre el sistema nervioso central aún es desconocido6.
La vía neuroinmune funciona bidireccionalmente; así, las neuronas aferentes responden a las señales inmunes en la periferia, y las neuronas eferentes promueven la interacción entre el cerebro y las estructuras periféricas7. El receptor de potencial transitorio vaniloide 1 (TRPV1) es un canal catiónico no selectivo, dependiente de ligando y ubicado en células neuronales, células inmunitarias, fibras nerviosas sensoriales respiratorias tipo C (tracto respiratorio superior e inferior y parénquima pulmonar) entre otras células, con alta permeabilidad al Ca+2 y que se ha visto aumentado en pacientes con tos crónica; además, la hipersecreción de moco y la inflamación están asociadas con la sensibilización a TRPV18,9.
En la interrelación entre los sistemas inmune, endocrino y nervioso intervienen los neuropéptidos, que son pequeñas moléculas de aminoácidos capaces de afectar las respuestas inflamatorias y la sensibilidad al dolor al modular la actividad de las células gliales10. Se ha observado que los eventos fisiopatológicos en la gravedad de la COVID-19 estarían relacionados con altos niveles de expresión del TRPV1 en el sistema neuronal, el cual interviene en el incremento de moléculas proinflamatorias como la sustancia P y la interleucina 6 (IL-6)11.
La SP, y su receptor selectivo de neuroquinina 1, se expresa abundantemente en las fibras nerviosas sensoriales que inervan las vías aéreas y los órganos linfoides, células gliales como microglías y astrocitos, y células del sistema inmunitario como linfocitos T, monocitos/macrófagos, células dendríticas y eosinófilos, actuando como un neurotransmisor y mediador en la comunicación entre los sistemas nervioso e inmunitario12; exacerbando la inflamación en sitios periféricos como los pulmones. Estos mecanismos en conjunto ocasionan la alteración de la funcionalidad inmune de la microglía y los astrocitos, los cuales se ven activados en procesos inflamatorios en el SNC13,14.
La estimulación de los TRPV1, provocada por patógenos de vías aéreas como el virus sincitial respiratorio, promueve la liberación de diversas moléculas como la SP y la IL-69,11. Se ha encontrado que dichas moléculas están incrementadas en pacientes con COVID-19, y estarían relacionadas con estados severos de la enfermedad11. Todo ello sugiere que se activa un mecanismo patológico de retroalimentación positiva donde el aumento del estímulo nocivo activaría a los TRPV1 produciéndose un incremento en la liberación de SP y citocinas proinflamatorias, agravando la condición de los pacientes infectados con SARS-CoV-2.
A pesar del incremento explosivo de información científica respecto a la COVID-19, no existen estudios que relacionen la función neuroinmune entre citocinas inflamatorias, neuropéptidos y el papel que juega el TRPV1 en esta reciente enfermedad; por lo que cabe plantear esta pregunta: ¿Está directamente relacionada la tormenta de citocinas con el incremento de la sustancia P en procesos inflamatorios producidos en pacientes infectados con el SARS-CoV-2?
Resaltando que en la secreción de las citocinas implicadas en la tormenta como de la SP intervienen los canales iónicos TRPV1, los cuales pueden ser activados por agresores externos como una infección viral, es de esperar que se establezca una comunicación neuroinmune con la finalidad de proteger al individuo y que, de manera paradójica, estaría incrementado la severidad en los pacientes con COVID-19.
FinanciaciónEl presente trabajo no recibió ninguna fuente de financiación.