Sin duda, dada su innegable visibilidad, uno de los logros más importantes del cephcis ha sido su programa editorial, y en él destaca Península; si se me permite la expresión: “la joya de la corona”. Ello ha sido posible, desde luego, gracias a los objetivos institucionales de Nuestra Máxima Casa de Estudios, la cual no escatima recursos para vigorizar los proyectos colectivos que dan visibilidad al quehacer científico, y en especial, en nuestro subsistema, a la producción de textos en humanidades y ciencias sociales.
En estas líneas me he de permitir hablar preponderantemente en primera persona, no por otra cosa, si no por lo que Península ha significado en mi vida profesional. En ella publiqué mi primer artículo arbitrado, coordiné un número temático, y durante dos años, tuve la fortuna de ser editor, esto último gracias a la confianza que depositó en mí el entonces director de este Centro, el doctor Miguel Lisbona Guillén. Él creyó en mi capacidad y compromiso con la unam para relanzar una revista que había pasado por ciertas vicisitudes y varios imponderables.
El primer gran desafío al que me enfrenté fue a la falta de materiales y al retraso en su publicación. Para lograr la anhelada periodicidad, la situación obligó a una convocatoria masiva para hacernos llegar artículos y reseñas, al tiempo que actualizábamos las normas editoriales y los procesos de edición.
Península siempre fue una revista bonita, de un gusto esquicito, diría yo, pero había que modernizarla, darle cientificidad y proyección, incluso desde nuestra propia página web, por lo que hubo que desarrollar procesos ad hoc. Paulatinamente se fue logrando y acto seguido, se apostó por inserción en varias plataformas electrónicas (scielo, el Portal de Revistas Científicas y Arbitradas de la unam y Redalyc), donde de un tiempo a la fecha ya se encuentran consultables los artículos, desde los primeros ejemplares, hasta el volumen actual.
Todo esto fue, claro está, un esfuerzo colectivo. En todo momento conté con el apoyo de la Dirección, de la Coordinación de Humanidades, de la Red de Editores de Revistas de la unam y, más de cerca, con el siempre pertinente consejo del jefe de publicaciones de nuestro Centro, Salvador Tovar Mendoza.
Debemos felicitarnos todos en el cephcis luego de diez años de revista Península, por haber robustecido una revista científica que hoy en día se cuenta entre las más destacadas del Sur y Sureste del País.
Mis mejores deseos al equipo editorial, dirigido actualmente por el doctor Rubén Torres Martínez. Les espera un desafío harto importante: integrar a la revista a los padrones de excelencia de Conacyt, además de lograr mayor visibilidad internacional.
¡Larga vida a Península!