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Vol. 9. Núm. 1.
Páginas 9-31 (enero - junio 2014)
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Esencialización y espectacularización de lo maya. Turismo voluntario y étnico en una comunidad yucateca
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Francisco Fernández Repetto1, Iser Estrada Burgos2
1 Universidad Autónoma de Yucatán
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Resumen

La esencialización y la espectacularización son estrategias sobre las cuales se sostienen muchos proyectos de turismo voluntario y étnico. En este trabajo hacemos un análisis de cómo estas estrategias han sido empleadas en el proyecto turístico que Conservación y Desarrollo A. C. ha desarrollado para paliar la situación socioeconómica de la población de Ya’axnaj, Yucatán. Este tipo de proyectos también pretenden contribuir al fortalecimiento de la identidad maya de la población, al involucramiento de turistas voluntarios en sus proyectos productivos de desarrollo y al empleo de sus bienes y prácticas culturales como recursos turísticos para la generación ingresos económicos. Chaksiinikché es la cooperativa encargada de recibir y proporcionar la atención a los turistas mientras que Advocating for a Better World es la agencia que envía a los turistas.

Palabras Clave:
especialización
espectacularización turismo voluntario
turismo étnico y comunidad maya
Abstract

Essentialization and spectacularization are strategies which sustain many ethnic and volunteer tourism projects. In this article, we analyze how these strategies are employed by the group Conservación y desarrollo A. C. with the objective to improve the impoverished socioeconomic conditions of the Mayan village of Ya’axnaj, Yucatán. This type of project additionally aims to strengthen the Mayan identity, through the involvement of volunteer tourists in their development projects as well as the use of customs and cultural practices for income generation. Chaksiinikché is the local cooperative in charge of all the logistics with the volunteers, while Advocating for a Better World is the agency that sends the tourists.

Keywords:
essentialization
spectacularization
volunteer tourism
ethnic tourism
Mayan community
Texto completo
Introducción

El turismo es una de las actividades de más rápido crecimiento en el mundo, y a pesar de las recientes crisis económicas a nivel global se mantiene como parte de las estrategias de desarrollo de muchos gobiernos nacionales. En el Plan de Nacional de Desarrollo 2013-2018 de México (Secretaría de Gobernación 2013), propuesto por la actual administración federal (2012-2018), el turismo es concebido como una de las palancas del desarrollo nacional. Su papel como agente de transformación social y económica, y como alternativa para mejorar las condiciones de vida de las poblaciones económicamente vulnerables es destacado tanto por los sectores público y privado como por el social.

Los proyectos turísticos en México se han desarrollado sobre numerosas bases: algunas veces plantean los recursos naturales como la principal fuente de atracción turística, como sería el caso del llamado turismo de playa; en otros, son los bienes culturales los que se promueven y para definirlos, el amplísimo término de turismo cultural pretende cubrirlos todos. Sin embargo, sin considerar la naturaleza del bien, tanto naturaleza como cultura se materializan en lo que se conoce como patrimonio. En algunos casos buscan la legitimidad del mismo a través de reconocimientos internacionales como ser considerado, por ejemplo, patrimonio de la Humanidad, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco por sus siglas en inglés), y en otras se hace a través de recursos más modestos como serían los reconocimientos como patrimonios nacionales o estatales, lo que implica agregar valor al bien cultural.3

En el estado de Yucatán, la centralidad de los sitios arqueológicos en el panorama turístico queda reflejada de muchas maneras, desde las más reconocidas a nivel internacional como la promoción del reconocimiento de Chichén Itzá en 1988 y de Uxmal, en 1996, como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, hasta las más triviales, como los conciertos de Luciano Pavarotti en 1997; Plácido Domingo, en 2008; Elton John y Sarah Brighton, en 2010, y el más reciente, de Paul McCartney, en 2012, sin olvidar la gran inversión que el gobierno del estado hizo en 2007 para promover el voto que llevaría a Chichén Itzá a ser nombrada una de las siete nuevas maravillas del mundo moderno (Fernández Repetto 2010).

En otra dirección, se han desarrollado proyectos de turismo alternativo en zonas indígenas por parte de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. Para el caso de Yucatán se han concentrado hasta el momento en tres proyectos: Senderos Ecoarqueológicos Oxwatz, Centro Ecoturístico Cabañas Ecológicas Uh Nayil Ek Balam A.C. y Cenote Ecoturístico X-Canche S.C de R. L.4

Los aspectos culturales del pueblo indígena maya que destacan en estos proyectos son: las fiestas patronales y los gremios, el hanalpixan o celebración de día de muertos, las ceremonias de la milpa, la comida y las cervezas yucatecas. Organizaciones de la sociedad civil, como la Red Indígena de Turismo de México, han desarrollado un área de turismo indígena y un programa denominado rutas mayas, en los que se incluyen a los tres estados de la península yucateca. El que se desarrolla en el estado de Yucatán se denomina “Epicentro del Gran Misterio del Caribe. Vivencia Maya Yucatán”.5

En este contexto nos ocupamos aquí de analizar las estrategias desarrolladas por una organización de la sociedad civil denominada Conservación y Desarrollo, A. C. para llevar a cabo un proyecto de desarrollo turístico en Ya’axnaj,6 una localidad7 maya milpera del oriente del estado de Yucatán, en la cual han estado llevado a cabo proyectos productivos agrícolas con financiamiento de Advocating for a Better World, agencia internacional que promueve los derechos humanos y el combate a la pobreza en países del mundo en desarrollo mediante el financiamiento de proyectos productivos en conjunto con programas de voluntariado. Para llevar a cabo el proyecto turístico, Conservación y Desarrollo A. C. propuso y consiguió la ampliación del financiamiento a la agencia internacional tanto para la construcción de la infraestructura necesaria para el proyecto como para que fuera considerado como destino de sus programas de voluntariado.

En la localidad, contribuyó a la creación de una cooperativa, Chaksiinikché, a la que se integraron, de tiempo parcial, cincuenta y siete hombres y mujeres de la misma comunidad. Las autoridades locales cedieron un terreno para la construcción de un centro turístico y de casas mayas o tradicionales, con la finalidad de que sirvieran a los turistas voluntarios durante su estancia.

El proyecto turístico incluyó dos aspectos, el primero estaba relacionado con la capacitación de los miembros de la cooperativa para brindar servicios turísticos adecuados y de buena calidad y el segundo, con la revaloración de la cultura maya, a fin de que, a través de este proceso, pudieran desarrollar una visión positiva de su propia cultura para después ponerla en valor y compartirla con los turistas voluntarios.

El trabajo se concentra más que en el turismo voluntario, en el proyecto turístico que Conservación y Desarrollo ha fomentado en Ya’axnaj. Consideramos que, desde nuestro punto de vista, la estrategia fundamental de Conservación y Desarrollo A. C. en relación con el proyecto turístico consiste en presentar y fomentar una visión “esencializadora”, exotizada y estetizada de la cultura maya tanto entre los locales como en los turistas voluntarios, recurriendo a estrategias de espectacularización del patrimonio cultural de la comunidad, realizadas durante las visitas de los turistas voluntarios. como parte de estas estrategias, se recurre a la recomposición y reorientación ciertas prácticas culturales con la finalidad de ajustarse a las demandas de los turistas voluntarios y de la agencia de desarrollo internacional que promueve el proyecto, situación que los miembros de la cooperativa enfrentan creativamente.8

Los Turismos del proyecto

Tal como ha sido brevemente planteado en la introducción, el proyecto turístico en Ya’axnaj sitúa su atención en dos nichos turísticos: el voluntario y el étnico. En este trabajo pretendemos enfocarnos más que en los turistas voluntarios, en el proyecto turístico y el papel de la comunidad en él, por tanto, más que discutir sobre las propuestas teóricas en torno a ambos turismos, interesa caracterizarlo para destacar algunos puntos en común y entender mejor cómo el proyecto busca ajustarse a las demandas de esos nichos según la perspectiva de conservación y Desarrollo A. C. a pesar de que explícitamente esta organización no lo señale así.

Turismo voluntario

El turismo voluntario es hoy día uno de los nichos de turismo de más rápido crecimiento (Mostafahanezhad 2013; Wearing y McGehee 2013). El estudio del mismo se ha incrementado desde hace más de veinte años (Wearing y McGehee 2013). Una primera aproximación lo situó como una expresión de turismo alternativo, Wearing, sin embargo, señala que:

El término genérico de “turismo voluntario” se aplica a aquellos turistas que por varios motivos, participan manera organizada como voluntarios durante sus vacaciones que pueden involucrar ayudar o aliviar la pobreza material de algunos grupos de la sociedad, la restauración de algunos ambientes o la investigación sobre algunos aspectos de la sociedad o el ambiente (Wearing 2001, 1).9

Mostafahanezhad (2013) encuentra que el turismo voluntario es una práctica neoliberal que justifica y legitima la participación de los individuos y de las organizaciones no gubernamentales en el desarrollo económico y social del Sur Global. En la misma dirección, advierte que las prácticas que genera pocas veces conducen al cuestionamiento de las desigualdades sociales estructurales y, por el contrario, tienden a “estetizar” la pobreza como algo auténtico y cultural.

Otros autores como Simpson (2004) coinciden en esta perspectiva acrítica generada en el turista voluntario, quien interpreta en muchos casos su situación de privilegio en relación con las sociedades pauperizadas como resultado del azar o de la suerte.

Conran encuentra que el volunturism, como también se le conoce al turismo voluntario, favorece relaciones de intimidad que obscurecen las condiciones de desigualdad estructural en la que se sitúan los turistas voluntarios y los anfitriones, pero arguye que tiene el potencial para constituirse “como una plataforma desde la cual es posible desarrollar el cambio estructural” (2011, 1467).

De manera reiterada, uno de los momentos centrales para la práctica de turismo voluntario, promovido por los gobiernos y las industrias turísticas de los llamados países desarrollados, lo constituye el llamado Gap Year (año entre la preparatoria y la universidad), año clave para la formación de la ciudadanía global (Lyons et al. 2012).

Relacionadas directamente con el turismo voluntario, también encontramos otras formas de manifestación de este mismo interés en programas tales como los Alternative Spring Breaks, en los cuales se emplean las vacaciones de primavera para desarrollar acciones de voluntariado en poblaciones en condiciones de marginalidad y pobreza.

La síntesis temática sobre los estudios de turismo voluntario que presentan Wearing y McGehee (2013) y Mostafanezhad (2013) nos permiten ver que mucha de la literatura que ha estudiado este fenómeno se encamina a reflexiones sobre los turistas voluntarios haciendo poco énfasis en las comunidades anfitrionas y en los proyectos de desarrollo y turísticos a la vez.

Turismo étnico

El proyecto turístico en Ya’axnaj también manifiesta una dimensión étnica, en otras palabras, se apuntala en el llamado turismo étnico. En un sentido demasiado amplio, Chambers señala que “En la mayoría de los casos, el turismo étnico se ha empleado para referirse a las actividades que involucran a los turistas en eventos y situaciones culturales distintas de las propias” (2010, 102).10 Esto, sin embargo, pudiera aplicarse prácticamente a cualquier situación de contacto entre turistas y anfitriones.

Smith caracteriza al turismo étnico por ofrecer a los turistas, 1) las costumbres pintorescas de los pueblos exóticos; 2) visitas a las casas de los nativos; 3) la observación de ceremonias y rituales; 4) la compra de curiosidades o artesanías y 5) actividades generalmente fuera de los senderos o rutas previamente establecidas (1989, 4), y por supuesto involucra necesariamente un importante contacto con la población local.

Por su parte, para van den Berghe (1994), el turista étnico es el que activamente busca lo étnicamente exótico, busca la forma más prístina y auténtica que pueda encontrar. El nativo se convierte en actor de un espectáculo cultural y la escena turística puede entonces ser vista como la intersección entre el mundo extraordinario del turista con la vida ordinaria del anfitrión.

Esta concepción de turismo étnico tiende a ver a los grupos étnicos en una situación de subordinación, opresión y dominio tanto por parte de los turistas como de las empresas o intermediarios que organizan las visitas a comunidades indígenas o que promueven actividades culturales étnicas para entretenimiento de los visitantes. El turista y las empresas se convierten en una especie árbitro sobre lo que se debe de conservar o no, sobre lo que se debe presentar o no (Vargas-Cetina 2009). De esta manera se genera una oferta cultural étnica que se configura por la oferta y la demanda turística y la autenticidad empieza a transformarse en el sentido de la misma demanda.

Sin embargo, Stronza plantea que “los encuentros entre turistas y locales son como ventanas y espejos: cada parte usa a la otra para mirar un mundo nuevo y al mismo tiempo devuelve impresiones y reflejos sobre sí mismos a través de los ojos del otro” (2010, 279). Con ello se perfila una relación más dinámica y de sentido dual donde ambas partes pueden resultar afectadas tanto en la mirada que tienen sobre sí mismos como en la mirada que producen en el otro. Esto también abre la posibilidad de un mayor control de las imágenes y de imaginar su comunidad local a través de la interacción con los turistas (Stronza 2010, 283).

Esta reflexión nos lleva a otro tipo de turismo relacionado directamente con los grupos étnicos, el denominado turismo indígena, en el que según Swain (1989) el grupo étnico tiene el control sobre sus recursos territoriales, culturales y la capacidad de formular, manejar y manipular su identidad en sus relaciones tanto al interior de las propias comunidades como con el exterior. El análisis de Swain (1989) sobre los kuna de Panamá revela un caso exitoso de turismo indígena.

En otro sentido, también podemos apreciar por igual la capacidad de las poblaciones indígenas para negociar sus imágenes, representaciones e identidad en diferentes contextos. Así, tomando en cuenta la tríada señalada por van den Berghe (1994) en relación con el turismo étnico —a saber, el turista, el intermediario y el touree (nativo)—, deberíamos considerar que detrás de las puestas en escena o performances de etnicidad que se muestran a los turistas, está la presencia de un negociador nativo o indígena que puede por lo menos sugerir actividades culturales diferentes a las que el intermediario quiere imponer. Little (2004) ya ha enfatizado la capacidad de los mayas de Guatemala de negociar y usar su identidad para distintos propósitos y en distintos contextos, entre ellos el turístico.

De estas síntesis comentadas brevemente destacamos dos aspectos importantes que interesan de manera particular en estos nichos turísticos, el primero tiene que ver con la autenticidad del encuentro con los anfitriones y sus prácticas y bienes culturales; se trata de que los turistas se encuentren e interactúen en el contexto “real” donde se produce y consume la cultura de los anfitriones. El segundo tiene que ver con la idea de intimidad que se alcanza a partir de la relación directa con los anfitriones. Esto pretende lograrse no solamente con la convivencia con ellos sino también y más importante quizás, con la generación de proyectos comunes que contribuyan al bienestar de los anfitriones.

Si bien, como ya dijimos, conservación y Desarrollo A. C. no plantea explícitamente su foco de atención en estos tipos de turismo, tanto por la características de la comunidad como por la propuesta concreta del proyecto, podemos confirmar esta orientación, de ahí que en principio sea importante caracterizar a la comunidad para determinar en qué medida y por qué sirve adecuadamente a los propósitos del proyecto.

Ya'axnaj y el proyecto turístico

Ya’axnaj es una pequeña comisaría ejidal de 318 habitantes (Inegi 2010) dentro del municipio de Chaklu’um. A pesar de encontrarse relativamente cerca de una de las vías carreteras más importantes del estado de Yucatán, no cuenta con un acceso eficiente y confiable, pues no existe transporte público con ruta y horario fijo, y por supuesto, está excluida de todos los mapas y rutas turísticas (Brown 1999).

Se encuentra ubicada al oriente del estado de Yucatán, en la zona que ha sido denominada “maicero tradicional”, y que se caracteriza por el cultivo de milpas para el autoconsumo. A la par, sus habitantes complementan su economía familiar con trabajo en la industria de la construcción de Cancún y la Riviera Maya, o en los ranchos ganaderos del nororiente del estado de Yucatán. Esta región es posiblemente la más tradicional en cuanto a la práctica de ceremoniales y rituales maya (Quintal et al. 2003, 296).

En un sentido más amplio, podemos señalar que la principal fuente de subsistencia de la comunidad es el trabajo en “el monte” entendiendo éste como el cultivo de la milpa, la apicultura, la ganadería en pequeña escala, la cacería y, recientemente, la elaboración de huertos.

Algunas personas se dedican al pequeño comercio, en particular a la venta de refrescos embotellados. Otras emplean sus vehículos para el transporte de pasajeros, y algunas más se dedican a la confección de hamacas, hipiles y artesanías de madera.

Es una comisaría relativamente aislada, de difícil acceso, que no cuenta con señal de telefonía móvil ni tiene acceso a otros medios de comunicación como internet. Aunque cuenta con servicios básicos como electricidad y agua potable entubada, no tiene calles pavimentadas. predomina la casa maya como casa-habitación. Entre los edificios que destacan se encuentran el que alberga la casa ejidal, un salón de clases y el molino municipal.

Lo servicios educativos y de salud solamente cubren las necesidades de preescolar y de consulta externa de sus habitantes, cualquier otra necesidad tiene que ser solventada en la cabecera municipal o en la capital del estado.

La mayor parte de la población habla maya, tanto en la casa como fuera de ella. Las conversaciones habituales y cotidianas, pero también muchos actos oficiales donde intervienen exclusivamente las autoridades locales, se llevan a cabo en maya.

La población católica de la comunidad es de 160 individuos y la no católica, de 153 personas (Inegi 2010). Estas cifras, sin embargo, son cuestionables debido a que durante el trabajo de campo pudimos percatarnos que la asistencia a eventos religiosos no católicos es aplastante y a que la penetración de iglesias no católicas en el municipio y en la comisaría inició con éxito hace ya casi cien años. Esta situación ha provocado que algunas prácticas culturales como el uso del hipil, la celebración del hanal pixan y la fiesta patronal, así como algunas ceremonias agrícolas mayas, tengan poca presencia en la comunidad.

Entre los factores que intervinieron para elección de la comunidad encontramos los siguientes: 1) las autoridades, los comisarios ejidal y municipal, cooperaron con permisos y un terreno para construir las instalaciones turísticas; 2) las personas de la comunidad no abandonaron el proyecto durante la construcción del centro; 3) se constituyeron de manera legal como cooperativa en 2004; 4) las ideas previas que existían sobre el aprovechamiento turístico de un sistema cavernoso en la comunidad y 5) una aparente mayor responsabilidad de los partícipes del proyecto debida, en parte por lo menos, a los bajos índices de alcoholismo reportados en la comunidad, atribuidos a las sobrias prácticas comunes entre los protestantes.

El proyecto turístico se basa en una oferta que cubre cuatro atractivos fundamentales: 1) voluntariado en los proyectos de desarrollo agrícola; 2) oportunidad para conocer y comprar artesanías directamente de sus productores, especialmente hamacas y productos de madera; 3) conocimiento y convivencia con el paisaje natural y cultural de la comunidad, y 4) oportunidad para una reflexión religiosa en un ambiente propicio y adecuado. De estos cuatro puntos destacamos el tercero, que desde nuestro punto de vista es el que genera la imagen de la comunidad que se constituye en el eje de la propuesta, y porque concentra el mayor número de horas durante la visita. De hecho, ni el voluntariado ni la venta de artesanías tienen un significado importante para la comunidad pues en su concepción del proyecto, no forma parte del mismo ni tiene repercusiones importantes en él, son accesorios, desde el punto de vista de la comunidad, como los señala uno de los integrantes chaksiinikché “pues vienen a ver la naturaleza, a escuchar los pájaros, a ver los árboles, los cenotes. En las ciudades no hay monte y aquí vienen a conocerlo”, o bien, “dicen que vienen a ver cómo vivimos y nuestras tradiciones, además vienen a conocer nuestro trabajo y nuestras casas”.

Los turistas voluntarios, siempre en pequeños grupos (entre 10 y 12 personas) y acompañados de un guía espiritual, llegan a Cancún de donde se trasladan a Ya’axnaj para pasar una semana en la comunidad, las visitas se realizan solamente durante los primeros tres meses del año. Los turistas son alojados en las casas mayas o palapas donde duermen en hamacas y consumen los alimentos especialmente preparados para ellos. conservación y Desarrollo A. C. hace un esfuerzo continuo por adjetivar como maya todos los bienes y prácticas culturales en las que se ven involucrados los turistas.

Durante la semana, los turistas voluntarios se involucran en actividades relacionadas con la producción agrícola de la comunidad y con la construcción o reparación de pequeñas obras de infraestructura, como las piletas para almacenar y abastecer de agua a los huertos. Estas actividades, efectuadas por la mañana, son acompañadas por refrigerios preparados especialmente para ellos que se definen como mayas independientemente de que no sea la misma comida que consumen los habitantes de Ya’axnaj.

Un día de la semana se dedica a la venta de artesanías: los artesanos miembros de la cooperativa son convocados por las autoridades de la misma para ofrecer sus productos a los turistas en las instalaciones de la cooperativa. Y de nuevo son las manos mayas y la creatividad de esta etnia lo que se ofrece.

Los recorridos y demostraciones sobre la cultura intangible son los que ocupan más tiempo, pues no solamente se les dedica un espacio particular e independiente, sino que están imbricados con otras actividades como las productivas. Miembros de la Chaksiinikché, se encargan de organizar demostraciones relacionadas con la producción de artesanías y comida, además de que muestran la manera como se ejecutan bailes tradicionales y juegos infantiles. organizan también recorridos por diversos puntos de la localidad y del “monte” con la finalidad de que conozcan la historia y las relaciones con el ambiente natural en las que se desenvuelve la comunidad. La sabiduría maya también se expresa en el conocimiento y manejo del mismo, más allá de la milpa y en cuentos, leyendas y mitos que los ancianos transmiten a los visitantes.

Los guías espirituales que acompañan a los voluntarios opinan que las condiciones de la comunidad se asemejan a las que se tenían en el momento del surgimiento de su religión y por tanto, la visita representa un excelente momento de reflexión sobre las bases originales de su fe. De manera aislada de la comunidad celebran reuniones de reflexión religiosa y confirmación de su fe. Con ello se cumple el cuarto aspecto de las visitas.

Conservación y Desarrollo A. C. consideró esta localidad para el desarrollo de su proyecto turístico tanto por las razones que mencionábamos anteriormente, pero más importante aún, porque manifiesta algunos de los rasgos de mayor interés para el tipo de turismo que atienden, a saber: aislamiento, reducido número de habitantes, escasa infraestructura y servicios, ocupaciones laborales tradicionales, producción artesanal, lengua indígena y tradiciones culturales como la comida y los bailes. Esta visión también es confirmada y reproducida por los visitantes voluntarios quienes la definen como un pueblo “desolado”, “pobre”, “maya”, “situado en el bosque” y de “elegancia simple”.

Para comprender el interés de esta organización en el desarrollo de este tipo de proyectos es necesario considerar su trayectoria y los principios que la caracterizan por lo que presentamos críticamente, en el siguiente apartado, algunos de sus rasgos más importantes.

Conservación y desarrollo A. C.

Fundada en 1994 por una pareja de europeos, conservación y Desarrollo A. C. ha venido desarrollado diversos proyectos productivos en la entidad, entre ellos encontramos, un taller de costura para la producción de prendas de vestir, tanto típicas como informales, y el fomento de unidades de riego y de huertos de traspatio. Estos proyectos se sitúan en el marco de las ideas de soberanía alimentaria, la negativa a los alimentos transgénicos y enlatados y de la preservación y cuidado de las semillas endémicas.

El activismo político de la pareja en contra de los detentadores del poder político y económico en Europa, así como la búsqueda de un ambiente similar al de la zona rural en la que uno de los dos vivió, provocó que decidieran venir a radicar a Yucatán después de haber realizado muchos viajes a distintas partes del mundo. Instalados en Yucatán, y después de comerciar artesanías yucatecas en Europa, especialmente hamacas, decidieron que apoyar a sus “amigos mayas” con proyectos de desarrollo que mejoraran las condiciones de vida de la población autóctona.

La misión de conservación y Desarrollo A. C. se centra en mejorar las condiciones de vida de las comunidades indígenas marginadas, mediante proyectos de desarrollo que consideren tanto los aspectos de desarrollo sostenible como el fortalecimiento de la identidad sociocultural. Definen su trabajo como colaborativo e inclusivo, buscando la participación de los sectores público y privado así como la sociedad civil en proyectos que contribuyan al desarrollo de las comunidades indígenas. Más específicamente, definen su interés por las condiciones de vida de los mayas y por la necesidad de atender su desarrollo desde una perspectiva integral e interdisciplinaria, que posteriormente conduzca a la autogestión. Se definen también como facilitadores del cambio. conservación y Desarrollo A. C., concibe el desarrollo de proyectos turísticos como paliativo a las precarias condiciones de vida que de la mayoría de la población mundial y en particular de la población indígena de América Latina y México. En la misma dirección mantiene silenciada a la población pues ésta interviene poco o nada en la definición de los bienes y prácticas culturales patrimonializadas, todo ello a pesar de que se quiera generar una conciencia positiva sobre la identidad étnica de los pobladores de la localidad.

Con ello establecen claramente tanto sus actividades como la población a la que van dirigidas sus acciones y los resultados esperados que serán producto de las acciones compartidas entre la asociación y la población maya campesina. Desde nuestro punto de vista, sus acciones deben ser entendidas desde un enfoque dual, en el que no solamente se consideren los proyectos productivos relacionados directamente con la supervivencia de la población, sino que, en el mismo sentido de recuperación del control de sus medios de vida, fortalezcan su identidad, maya y campesina.

En la manera como se describen a sí mismos podemos apreciar que se centran en algunos aspectos clave para tener cabida en los discursos más recientes sobre las poblaciones vulnerables, por ello destacan su atención hacia la población campesina, indígena y marginada; igualmente parece que inscriben su discurso en la tónica del desarrollo, concebido éste como calidad de vida, es decir, de ir más allá de las necesidades materiales y atender la situación sociocultural de las poblaciones.

El discurso de conservación y Desarrollo A. C. rescata la historia particular de la etnia maya para destacar las luchas que ha tenido que enfrentar a lo largo de cinco siglos, durante los cuales ha desplegado sus recursos para defender su identidad cultural y sus recursos naturales; se trata de una historia marcada por intensas rebeliones llenas de sangre pero que permitieron sacar a los mayas de sus condiciones de marginación territorial y social. Pero también destacan la riqueza de sus conocimientos y sabiduría ancestral, así como su concepción del mundo, profunda e inalcanzable.

Desde nuestro punto de vista, la concepción de la etnia maya que se presenta, obvia las dinámicas de transformación sociocultural de la población yucateca, en particular sobre su identidad étnica; dramatiza las condiciones pasadas y actuales de esta misma etnia sumergida en una halo de misterio y se inscribe en la misma retórica generalizada y contemporánea por parte tanto de las disciplinas sociales, como de las políticas públicas y de las acciones de los organismos de la sociedad civil sobre la población maya (Hervik 1999a y 1999b; Arden 2004; Magnon, Arden y Hutson 2007). Pero el propio discurso deja ver debilidades y contradicciones: uno de ellos señala por un lado que “los habitantes de esta región viven en condiciones de marginalidad, en casas hechas de materiales perecederos, con suelo de tierra, paredes de palos y techos con hoja de palma”, pero esa misma condición es a la vez un atractivo turístico cuando se plantea de la siguiente manera: “[en] el centro Turístico comunitario, los visitantes pueden dormir en hamacas dentro de frescas palapas, construidas con las técnicas tradicionales mayas”, de tal manera que la casa maya cambia de nombre y se convierte en palapa y con ello ingresa abiertamente al discurso del turismo de playa y confort para los visitantes a la par que representa un regreso a lo natural.

Además de la página de internet, la organización ha impreso folletería para la promoción de la comunidad. En ella se mantiene la misma idea de esencialización, de continuación del pasado prehispánico en el mundo contemporáneo. Esencialización que se produce no solamente desde un enfoque cultural, en el sentido de la permanencia de ciertos atributos y bienes culturales, sino también en un sentido alocrónico (Fabian 2002), es decir, se trata de sostener la idea de que la población mantiene, en gran medida por su continuidad espaciotempo- ral, los mismos atributos que podían esperarse encontrar tiempo atrás, es una comunidad donde el tiempo no ha hecho más que reforzar su esencia y mantener su distancia cultural con otras poblaciones, especialmente las del mundo desarrollado. En este sentido se explotan dos tipos de nostalgia, aquella que se tiene por el pasado, por la pérdida y la nostalgia por el futuro que puede ser cambiado (Trollinger 2012).

Sin embargo la labor de la asociación tiene que ajustar a la comunidad para el recibimiento de los visitantes, pues a pesar de que se conciba que el principal atractivo es la prístina situación cultural maya en la que se vive en la comunidad, es preciso que los habitantes reconozcan ciertos bienes culturales como su patrimonio y que es precisamente ese patrimonio el interés de los visitantes.

La puesta en valor de bienes culturales y naturales que conservación y Desarrollo A. C. promueve en Ya’axnaj se concentra, como señalan sus principios, en el fortalecimiento de la identidad sociocultural para su incursión en el mercado turístico como atractivo, promoviendo el consumo esencializado de un pueblo (Graburn 1989; Maccannell 1999; Prats 1996 y 1997; Santana Talavera 2003; Toselli 2006; Martín de la Rosa 2003). La asociación también es consciente de que —debido a las características de la localidad, pero también a sus concepciones de lo que debe ser un tipo de turismo, cultural, de bajo impacto, étnico, solidario y de servicio a la comunidad— no cualquier persona está dispuesta ni puede ser un potencial cliente del mismo, es por esto que conservación y Desarrollo A. C. estableció una “alianza estratégica”: expandió sus relaciones con Advocating for a Better World, agencia de dimensión internacional y de filiación religiosa, que pretende con una visión altruista capacitar a las personas, especialmente a las poblaciones pauperizadas y vulnerables mediante acciones de promoción de derechos humanos, educación, justicia, desarrollo económico y agricultura sostenible para la justicia y la autosuficiencia. Esta agencia tiene programas de voluntariado a nivel mundial y conservación y Desarrollo A. C. consiguió que Ya’axnaj se constituyera en uno de sus destinos.

Advocating for a better world

Esta agencia de desarrollo se presenta a sí misma con la misión de llevar a cabo acciones que promuevan los derechos humanos, la justicia y el fin de la pobreza. Para estos fines dispone de varios programas alrededor del mundo, especialmente en países con altas tasas de marginación social y económica como El Salvador, Honduras y México, en América Latina; Costa de Marfil, Kenya y Liberia, en África; India, Filipinas y Tailandia, en Asia.

La orientación religiosa de su perspectiva lleva aparejado el servicio, el voluntariado, pero también la idea de “aprender sirviendo”. Con ello en mente, ha diseñado programas por casi tres décadas para que estudiantes-voluntarios-turistas, participen en distintos proyectos en variadas geografías. En particular el organismo busca llevar a cabo sus proyectos en poblaciones indígenas, con personas con Vih, personas refugiadas y desplazadas por guerra y violencia, minorías étnicas, minorías sexuales, mujeres, trabajadores y jóvenes.

El organismo religioso ofrece variados programas, tanto en propósitos como en destinos, duración de la estancia y participantes, pues no atienden únicamente a estudiantes. Así, en programas largos, que pueden durar hasta siete semanas, el organismo cuenta con instalaciones que le permiten albergar a los visitantes cómodamente por ese periodo. No obstante, la idea de servicio atraviesa todos los programas, razón por la cual se procura un contacto con las poblaciones locales vulnerables.

El programa que han establecido en Yucatán está dirigido a estudiantes de universidades que cuenten con convenios vacacionales que estén relacionados con alguna organización de la religión en cuestión y que realice los trámites para el viaje. Los estudiantes que participen en el programa trabajarán “codo con codo con las comunidades locales”. Además de que durante el viaje “...podrán explorar la relación entre (su religión) el voluntariado y la justicia social”.

Además de los costos que los estudiantes deben cubrir, se les advierte que esta labor de servicio implica ciertos sacrificios, como no tener acceso a servicios sanitarios, electricidad o internet, y su disposición para trabajar durante jornadas de hasta seis horas por día.

Por el tipo de imágenes que se asocian a los proyectos de las Américas presentes en sus páginas electrónicas, los proyectos están relacionados con la población indígena, por lo que podemos señalar que se establece una relación indisoluble entre pobreza e indígenas. No cuestiona estructuralmente las relaciones de desigualdad y desequilibrios económicos y sociales presentes en el mundo. La buena voluntad como aproximación de asistencia es la que permea sus propuestas y acciones. En las declaraciones de uno de los guías espirituales esa aseveración se confirma, pues define a Ya’axnaj como una “comunidad maya desolada”, “en necesidad de ayuda”, con una “historia de pobreza”, “no tienen nada”, están “descalzos pero con sonrisas”, pero el trabajo “lado a lado” y la intimidad con su amigo Florentino lo “volvieron gelatina” (extractos de video testimonial de un guía espiritual).

Por las características de este tipo de visitas y sus implicaciones religiosas, todos los turistas voluntarios deben de cumplir cabalmente un conjunto de reglas sobre las cuales les informan con anterioridad al viaje, pero la fundamental es que deben obedecer a los guías en cualquier situación. Los guías son los únicos que llevan un teléfono satelital y un botiquín de primeros auxilios para cualquier emergencia. Por otro lado, son los guías —aunque no todos— los que pueden comunicarse en español.

Los guías también funcionan como una suerte de mentores espirituales y acompañan a los estudiantes en sus actividades de reflexión religiosa. A pesar de la distancia cultural, económica, política y religiosa que separa a la localidad yucateca de los lugares de origen de los turistas voluntarios, es un excelente lugar para encontrarse y renovar sus tradiciones religiosas, como si la tradición se ubicara necesariamente en ciertos puntos geográfico culturales, premodernos y sin obstáculos para el ejercicio libre de la misma, independientemente de su origen. Así, parecieran decir que todas las tradiciones se mantienen en lugares con las mismas características.

Chaksiinikché, la cooperativa

Poner en valor el patrimonio en una comunidad maya y ofrecerlo como atractivo turístico es una tarea que tiene que materializarse en formas organizativas reconocidas legalmente. Las cooperativas han sido una de las formas más comúnmente utilizadas a través de las cuales se han canalizado recursos económicos. En el ámbito de los gobiernos estatales, por ejemplo, abundan los casos: las cooperativas pesqueras han tenido una larga y controvertida historia trayectoria en el estado (vargas cetina 2005). Sin embargo, lo importante aquí es que estas formas de organización no son desconocidas para los habitantes del estado, independientemente de experiencias previas por parte de sus miembros y por tanto pueden formar la base de un proyecto productivo.

Para la operación de la cooperativa se requería realizar un conjunto de actividades de capacitación tanto administrativo-operativas, como de formulación y realización del atractivo turístico. conservación y Desarrollo A. C. organizó reuniones en las que se presentaron las bondades del trabajo cooperativo, definiéndolo como un trabajo equitativo e igualitario, donde las obligaciones se reparten con base en las capacidades de cada uno de sus miembros pero los derechos son fundamentalmente igualitarios así como la toma de decisiones y la distribución de las ganancias. Más significativas para nuestro propósito fueron las estrategias que se relacionaron con la conceptualización del bien turístico cultural, objeto de las miradas turística (Urry 1990), la comunidad indígena maya, la construcción del otro y, con ello, lo exótico y lo auténtico como fuente de atracción (Maccannell 1999). Para ello se pretendió desarrollar una estrategia que considerara la concientización étnica de la comunidad, se organizó su capacitación a través de conferencias y pláticas en las que se revaloraba el pueblo maya prehispánico y contemporáneo; éste último debía de verse con los mismos ojos con que se percibe desde el exterior, pero también desde el interior se admira la grandeza de la civilización maya prehispánica. La conexión con ese glorioso pasado maya y la reconceptualización de ellos mismos como herederos de ese pasado fue una constante en la capacitación que se delegó a un profesor de primaria de una comunidad maya del oriente de Yucatán, quien además de las conferencias y pláticas concibió una visita a Chichén Itzá para enfatizar las conexiones entre el pasado y el presente indígena maya.

El nulo conocimiento y orgullo que los mayas tienen de su propia cultura, está relacionado, según conservación y Desarrollo A. C., con la represión histórico-cultural de occidente sobre las culturas indígenas, a las cuales ha reducido a sus formas de vida actual, marginada y vulnerable. En términos generales, podemos afirmar que el propósito era y es rescatar lo maya que —muy reprimido— habitaba los corazones y el sentir de los lugareños, sacar a la luz esa comunidad indígena maya que vive en ellos, pero que todavía no logran asimilar. con ello en mente —y debido a la imposibilidad de generar para sí una imagen positiva de su realidad e identidad debido al resultado de sus condiciones socio-históricas—, el proceso de activación del patrimonio no queda en manos de la cooperativa, no son sus miembros quienes deciden que se presentará o representará, es Conservación y Desarrollo A. C. quien establece esos parámetros, pues es quien se mueve como mediadora entre la cooperativa y Advocating for a Better World, su principal —y prácticamente su único— cliente, perpetuando, reproduciendo y, en ocasiones, ocultando y disfrazando los bienes culturales que hoy son parte de la vida cotidiana de los mayas de la comunidad. Sin embargo, los socios de la cooperativa no vinculan ninguna de las características culturales a una consciencia maya o a su pertenencia a un grupo étnico, más bien lo relacionan a una antigua idea de la pureza de la lengua y la cultura maya del pasado en comparación con la que tienen ahora (Hervik 1999) y abren sus ojos a la perspectiva económica que el proyecto traerá. Esto se puede apreciar en el siguiente extracto:

Pues yo creo que está muy bien, cuando venía don Fabio [a proponer el proyecto a la comunidad] nadie creía que podría ser [un proyecto así], todos pensábamos que iba a ser imposible, pero había que intentar. Él y otras personas nos enseñaron a estar orgullosos de nuestros abuelos, que eran los mayas, hach mayas. Yo pienso que los turistas vienen a ver nuestras tradiciones, como vivimos, hasta a veces preguntan cosas que no es muy fácil platicar [se refiere a cuestiones de intimidad de pareja y reproducción sexual] pero tenemos que contestarles, porque aquí es diferente a donde ellos son y eso vienen a ver. También les gusta mucho ayudarnos, trabajar con nosotros, ir a la milpa, al monte y siempre están preguntando. Yo creo que está muy bien que vengan los turistas a la comunidad, porque así pues hay trabajo y ese trabajo [su plaza en la cooperativa] se lo puedo heredar a mis hijos (Braulio Cepeda, extracto de entrevista). Y en relación a los propósitos de los visitantes expresan lo siguiente:

Pues vienen a ver la naturaleza, a escuchar los pájaros, a ver los árboles, los cenotes. En las ciudades no hay monte y aquí vienen a conocerlo. [...] Cuando empezamos a hacer las palapas, la gente del pueblo nos decía que estábamos locos, que nadie va a venir a dormir al monte y pues ahí está, ya han venido varios grupos (Juventino May, extracto de entrevista).

Los turistas no consumen la cultura material tal y como existe en el presente: hay que montar el espectáculo de lo étnico, organizar los tiempos y los espacios para hacerlo, pero también se tienen que tomar medidas para brindar una atención adecuada para los turistas, hay que proveerles de servicios básicos, techo y comida. La articulación a la que nos referimos pretende avanzar en una única dirección, el consumo del patrimonio cultural de la población maya a través de varias acciones que consisten en preparar la escena para la mirada turística (Urry 1990), para su espectacularización (Prats 1997) y para legitimar la autenticidad cultural (MacCannell 1999 [1976]) y, con ello, añadir valor a la experiencia turística pero dejando suficiente espacio para que todos los intereses de la visita puedan lograrse.

Chaksiinikché y sus cincuenta y siete miembros (23 mujeres y 24 hombres), más familiares sin membresía, participan por turnos en la atención de las vistas programas de los turistas. Como mencionamos anteriormente, la comunidad donó un terreno donde se construyó una parador turístico y las “palapas”, a semejanza de las casas mayas tradicionales que sirven de alojamiento a los turistas. La cooperativa también proporciona hamacas a los visitantes para hacer más real la experiencia del sueño, del sueño maya; diseña y prepara los alimentos que consumen y organiza recorridos y paseos informativos para los visitantes.

La comida que los turistas consumen durante su estancia pretende llenarse de cualidades mayas, pues es preparada por mujeres mayas, con ingredientes locales de la cocina maya, tomados en gran parte de los huertos mayas, con técnicas de cocción maya, preparados en las cocinas de las casas mayas, aunque curiosamente se trate de una nueva versión de la cocina maya, pues se les presenta como “comida maya vegetariana” y tiene que ser así, pues debido a la religión que profesan los turistas voluntarios, les es imposible comer carne de cerdo, ingrediente fundamental en la gastronomía local, por ello la población local le da un nombre completamente diferente: es, sin lugar a dudas, “comida de los gringos”.

De esta manera observamos la elasticidad del patrimonio para atraer, comprometer y ligar las experiencias de los anfitriones con los huéspedes, en particular de aquella precepción del patrimonio que Castañeda ha denominado patrimonio como recurso, entendido como “recursos con múltiples valores de uso, económicos y socioculturales” (2009, 280).11

Además de estos servicios relacionados con una parte importante, de las actividades que realizan los turistas en la comunidad, no tanto por el tiempo sino por el significado de las mismas, tiene que ver con el trabajo voluntario que tienen que realizar durante su estancia. Como veremos más adelante, el tipo de turismo que recibe la comunidad implica que la relación con la misma deje algo más que ingresos económicos para la población. Se trata de que los turistas voluntarios participen en actividades que redunden en beneficios colectivos y de impacto positivo para la comunidad, por ello participan en actividades agrícolas y en pequeñas obras de construcción y mantenimiento relacionadas con la producción agrícola.

No obstante, estas actividades se mantienen en la misma tónica de compromiso e involucramiento con la población maya. Así, trabajar en el huerto de don Ponciano Pech, socio de la cooperativa, se traduce en una experiencia de trabajo “hombro con hombro” con un campesino maya y beber pozole (bebida endulzada elaborada con maíz de ingesta usual durante los trabajos agrícolas), en los ratos de descanso autentifica la experiencia cultural. poco importa que el huerto haya sido financiado con recursos exteriores, que se encuentre fuera del solar de la casa maya, que no sea el momento idóneo para realizar la actividad y, mucho menos, que los visitantes no hablen maya ni español. Nada de eso limita la experiencia ni por ello es menos significativa.

A la par del trabajo agrícola o cercanamente relacionado con él (como la construcción de piletas para el riego de los huertos), los turistas voluntarios son expuestos a otras escenas de la vida de los mayas: los demostradores, miembros de la cooperativa con facilidad de palabra, se encargan de presentar los productos y a los trabajadores del bordado de hipiles, del urdido de hamacas, del tallado de madera y participaran en clases de jarana (baile típico de la región) y de cocina.

Un guía, un anciano generalmente, les conducirá a través de estas escenas y otras más, relacionadas con el ambiente natural y cultural, contándoles diversas historias en lengua maya, historias que serán traducidas al español y posteriormente al inglés para la comprensión del significado de esas palabras.

La elección sobre lo que es tradicional y por tanto maya, no pasa por una definición local: es impuesta por conservación y Desarrollo A. C. toda vez que, como señalamos antes, los pobladores de la localidad están, por sus condiciones de pobreza, vulnerabilidad e historia de opresión imposibilitados para re-conceptualizar, revalorar su identidad y las creencias y prácticas culturales ligadas a ella. una situación similar la encontramos en las páginas electrónicas en las que se observa como la presentación de la población y sus habitantes por parte de la asociación civil no corresponde con las concepciones locales, toda vez que según los miembros de la cooperativa los “verdaderos mayas” no eran ellos sino sus antepasados inmediatos, en particular sus abuelos. curiosamente, uno de los criterios locales para determinar la pureza de la población maya de antaño es el mismo que conservación y Desarrollo A. C. utiliza para resaltar sus condiciones de pobreza, vulnerabilidad y silencio cultural: el aislamiento. Así, son los abuelos quienes estaban en esa situación, no la población contemporánea que reconoce sus vínculos con el exterior a pesar de las dificultades que pueda presentar su comunicación y traslado.

En el proceso selección de lo que debe o no formar parte del patrimonio del pueblo maya se omiten prácticas que han sido fundamentales para caracterizar a la población maya contemporánea, la religión católica y sus concomitantes ceremonias y rituales, y las ceremonias agrícolas tradicionales relacionadas con el cultivo de la milpa. No hay posibilidades —por la religión que practican los miembros de la cooperativa— de llevar a cabo estas ceremonias y por tanto no pueden formar parte del espectáculo cultural montado para los turistas voluntarios.

En otros dos casos, los bienes intangibles han sido manejados de tal manera que parece que mantienen su vigencia, como el uso del hipil o prenda femenina tradicional de la región y el baile de jarana. En el primer caso, las mujeres que interactúan con los visitantes abandonan sus prendas de vestir cotidianas (europeas) y visten de hipil en la mayoría de las ocasiones. En el segundo caso, dado que por su religión no se estimula el baile, son los niños y las niñas quienes se encargan de hacer las demostraciones de este baile dándose una especie de licencia en relación con esta situación.

Enfatizando algunas ideas

Las voces silenciadas, la opresión social y cultural y la explotación económica que ocasiona niveles profundos de pobreza de los pueblos originarios son el marco de acción de muchas de las organizaciones no gubernamentales o de la sociedad civil en México y en Yucatán. La generación de proyectos económicos que conlleven a la mejora de las condiciones socioeconómicas pero también y a la par su revaloración cultural han sido vistas por este tipo de organizaciones como la razón de su existencia.

No obstante, como hemos presentado, en la medida en que actúa como intermediario cultural entre la Chaksiniikché y Advocaiting for a Better World, conservación y Desarrollo A. C. desempeña un papel fundamental, de control y dominio sobre las dimensiones turísticas del patrimonio de la localidad donde se asienta el proyecto turístico. La revaloración pretende despertar la conciencia en los habitantes para que reconozcan como suyos y se enorgullezcan de ciertos bienes y prácticas culturales, pero ni todas ni con la misma fuerza, sino solamente las que la asociación civil propone. De esta manera, el proyecto turístico no tiene otra alternativa que la de poner en escena y espectacularizar bienes y prácticas culturales que desde fuera se demandan, y esconde bajo la idea de revaloración cultural lo que no es otra cosa que la mercantilización de estos bienes y prácticas. Y en este mismo proceso en oposición a sus propias ideas de revaloración, genera nuevos bienes culturales que atienden a las necesidades del turismo y que no se hallan ni se fundamentan en la cultura local como la comida maya vegetariana.

Esta concepción se fortalece con una visión romántica y estetizada de la etnia maya y de la región en que ésta se ubica, es la idea que disemina en la página electrónica de conservación y Desarrollo A. C. y en los folletos de promoción turística que difunde. Adicionalmente, por la forma en que el patrimonio de los mayas actuales es exhibido, los turistas se visualizan en el entorno en el que se hospedan como parte del paisaje cotidiano de los mayas por su participación activa en distintos momentos de la producción agrícola, en la elaboración de los alimentos, en las maneras de dormir, en las clases de jarana y en el conocimiento que de la región tienen los locales, aunque para ello se tengan que alterar los ritmos cotidianos de la vida en la localidad y se tengan que cubrir necesidades particulares de atención que como turistas los visitantes demandan.

Los turistas voluntarios de Advocating for a Better World encuentran en Ya’axnaj, un estadio evolutivo anterior a su propia sociedad dado que el progreso aún debe ser construido por la ayuda internacional, lo que al mismo tiempo le permite encontrar sus raíces religiosas a pasar de la distancia temporal y espacial de su religión; construyen de esta manera un símil entre el remoto pasado del origen de su religión con las condiciones actuales de la comunidad maya que visitan. De esta manera se esencializa tanto a la población maya en el sentido de vincular indisolublemente bienes y prácticas culturales concretas con ella, pero también en cuanto a su posición en torno a distintas etapas evolutivas de la sociedad y la cultura ubicándola en un estadio cultural anterior.

La construcción del patrimonio cultural de la comunidad maya en cuestión se somete al menos a dos tipos de demandas y atención a nivel global, que se entrecruzan y se materializan en el proyecto turístico y en la comunidad: por un lado, la demanda de un turismo voluntario y étnico y, por el otro, la atención a las necesidades materiales de los pueblos originarios. En el primer caso se activa, como hemos visto, el patrimonio cultural alrededor de un proyecto turístico y en el segundo, este proyecto turístico se conjuga con el financiamiento y promoción de ciertas actividades que favorezcan la economía de las familias locales, como la construcción de piletas para el fomento de la horticultura. En ninguno de los dos casos estas actividades ocuparán el cien por ciento de las actividades económicas de las familias que participan en los proyectos.

En este marco, la creación de espacios de convivencia entre turistas y locales pretende generar un mayor entendimiento y diálogo entre ambos grupos. El fomento del contacto entre ellos en espacios “reales” procura esta situación, sin embargo, el tiempo de estancia y la actitud de servicio de los locales no permite avanzar en este propósito. Para los socios de la cooperativa, la convivencia con los turistas no tiene un carácter prioritario a menos de que forme parte de las actividades de la visita. por consiguiente, limitan sus actividades a la vigilancia del centro turístico, la verificación de existencias de los insumos necesarios en las cocinas donde comerán los visitantes y el acompañamiento de los turistas voluntarios en las jornadas de trabajo. De las necesidades afectivas de los locales para con el otro poco se sabe y tampoco se quiere saber.

Así, a pesar del carácter sin fines de lucro y del compromiso con las poblaciones indígenas y vulnerables del globo, tanto conservación y Desarrollo A. C. como Advocating for a Better World no logran proponer alternativas de desarrollo turístico que alteren las relaciones de control, decisión y organización entre ellas, y la cooperativa, reproduciendo esquemas similares a los que cualquier empresa turística privada, se propone en materia de turismo cultural, queriendo evitar eso sí, la explotación económica de los locales.

Pues yo lo veo bien Iser, porque así hay aunque sea un poco de dinero. Pues hay muchas cosas que ver en la comunidad, pero el problema es que nadie quiere trabajar más: nadie quiere limpiar los caminos, los cenotes, las aguadas, nadie lo quiere hacer. Si vienen los gabachos aquí es porque Fabio los trae, si no, no sería así. Dicen que vienen a ver cómo vivimos y nuestras tradiciones, además vienen a conocer nuestro trabajo y nuestras casas (José Oxté, extracto de entrevista).

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Un ejemplo de estos últimos es la reciente declaración (12 de junio de 2013) por parte del Congreso local, de la comida tradicional yucateca como patrimonio intangible del estado de Yucatán.

Por razones de confidencialidad hemos utilizado seudónimos para los nombres de las organizaciones, la comunidad y los sujetos de estudio.

Empleamos de manera indistinta los términos localidad y comunidad para referirnos al lugar donde realizamos en trabajo de campo.

Este trabajo se basa en información de primera mano recolectada en Ya’axnaj. Dicha información proviene del trabajo de prospección realizado en el segundo semestre de 2010, del trabajo de campo efectuado durante la primavera de 2011 y de las subsecuentes visitas a la comunidad, en 2012. Durante el trabajo de campo se entrevistó a los fundadores y a algunos miembros de conservación y Desarrollo A. C., a distintos integrantes de la cooperativa Chaksiinikché —en particular a sus dirigentes— y a turistas voluntarios y guías espirituales que acompañan a los voluntarios enviados por Advocating for a Better World. Se llevó a cabo un seguimiento, mediante observación participante, de las actividades que conservación y Desarrollo A. C. en conjunto con la cooperativa realizan tanto antes de la llegada de los turistas como durante la estancia de los mismos. Participamos en todas las actividades, a excepción de la espirituales, realizadas por cuatro grupos distintos de turistas durante el periodo de trabajo de campo. Información adicional proviene de entrevistas realizadas a miembros de conservación y Desarrollo A. C. en sus oficinas en Mérida, Yucatán, y de la revisión analítica de las páginas electrónicas tanto de esta la organización como de Advocating for a Better World.

Traducción libre.

Traducción libre.

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