Debido al crecimiento exponencial de la explotación sexual comercial en los últimos años, hoy este fenómeno forma parte de las preocupaciones sociales a nivel global. La presente investigación utiliza la teoría de representaciones sociales para acercarse al proceso de construcción social de significados asociados a la prostitución de niñas y adolescentes, entre comerciantes de la comunidad de La Merced de la Ciudad de México. Esto se realiza con la intención de orientar dicha teoría hacia la prevención de la explotación. En el texto se alude a las representaciones sociales sobre género, sexualidad, niñez y adolescencia, prostitución, trabajo y comercio, como los aspectos centrales que sustentan la explotación de niñas y adolescentes e impiden un cambio estructural.
Due the last years exponential growing commercial sexual exploitation, this phenomena is currently a global social worrying issue. For this research the theory of social representation is used, in order to approach to the social construction process that it is associated to girls and teenagers prostitution among merchandiser of the community of La Merced in Mexico City. Given the well know connection between social representation and practices this theory is used with the intention to orientated the prevention of sexual exploitation. The results show that social representations on gender, sexuality, childhood and teenagers, prostitution, work and trade as the main topics that sustain the exploitation of little girls and teenagers inhibit structural changes.
En este trabajo se entiende el concepto de vulnerabilidad como el resultado todas aquellas condiciones sociales que ubican en situaciones diferenciadas a las personas, colocando en desventaja a ciertos hombres y mujeres. Esa desventaja se ancla a condiciones concretas como posición socioeconómica, escolaridad y etnia, entre otras, pero también a condiciones subjetivas como estatus social y género, con el agregado para éste último de ser resultado de un orden social jerárquico inconveniente para las mujeres.
Uno de los grupos con mayor incidencia de vulnerabilidad son los niños,2 y aunque no existen datos precisos acerca de cuándo data esta práctica, la vulnerabilidad en las niñas y niños abarca varios aspectos, entre los que se encuentran la trata y tráfico de recién nacidos, la explotación laboral, la inducción al consumo y tráfico de drogas, violaciones, pedofilia, migración forzada, la explotación sexual comercial en sus diferentes modalidades, entre otras (Gamboa 2007, 51).
La presente investigación se centra en la vulnerabilidad social que da como resultado la explotación sexual comercial de niñas y adolescentes, en la modalidad de prostitución. Como se menciona en la (Declaración y Programa de Acción del Primer Congreso Mundial contra la Explotación Sexual Comercial de los Niños (1996, 1), la Explotación Sexual Comercial de niñas, niños y adolescentes (escnna) representa: Una violación a los derechos fundamentales de los niños. Comprende el abuso sexual por parte de un adulto y remuneración en dinero o en especie para el niño o para un tercero o terceros. El niño es tratado como mercancía y como objeto sexual. La Explotación Sexual Comercial constituye una forma de coerción y violencia contra los niños, que puede equipararse al trabajo forzoso y a una forma contemporánea de esclavitud.
A pesar de la ilegalidad de la explotación sexual comercial, ésta es una realidad antigua que se ha transformado en un fenómeno de gran crecimiento mundial. Dentro de la escnna pueden identificarse diversas modalidades. Este artículo hará énfasis en la prostitución de niñas y adolescentes. El término prostitución de niñas y adolescentes hace referencia a una modalidad de la explotación sexual comercial y por ende excluye lo que se conoce como sexo recompensado, sexo al servicio de la drogadicción o relaciones sexuales remuneradas. “Por prostitución infantil se entiende la utilización de un niño en actividades sexuales a cambio de remuneración o cualquier otra retribución” (Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño Relativo a la Venta de Niños, la Prostitución infantil y la Utilización de los Niños en la Pornografía 2002, 3).
Investigaciones sobre prostitución de niñas y adolescentes en La MercedEspacios de Desarrollo Integral A.C. (ediac 1996, 31–35), realizó el primer estudio específico sobre la prostitución de niñas y adolescentes en el barrio de La Merced.3 En este estudio se reportó que el 15% de las mujeres explotadas eran menores de edad, principalmente originarias de Puebla, Veracruz, Tlaxcala y Oaxaca. Estas niñas y mujeres migraron al Distrito Federal con la expectativa de mejorar sus condiciones de vida y ayudar económicamente a su familia de origen, aunque algunas también fueron incorporadas en la prostitución mediante engaños o chantajes por parte de su pareja sentimental,4 o mediante falsas promesas de empleo. El inicio en la prostitución se ubicó generalmente durante la adolescencia.5
La Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez” A.C. reportó la alta presencia de menores de edad explotadas en La Merced. Algunos datos reveladores de su investigación son el registro de más de 400 menores de edad prostituidas en la zona. Entre las situaciones que fueron causa de su ingreso a la prostitución están la pobreza, la violencia doméstica, el rapto y la migración del campo a la ciudad. Las personas que las indujeron son sus padres, novios y parejas.6 Las formas de reclutamiento que utilizaron para este fin son el engaño, promesas de empleo o la venta (Brigada Callejera de Apoyo a la mujer “Elisa Martínez” A.C. 2003, 9–10).
En 2005, cerca del 16% de las mujeres en prostitución eran menores de edad, lo que representa un crecimiento cercano al 1% en comparación con 1994, año en que ediac reportó que el 15% del total de mujeres prostituidas a las que tuvieron acceso en su investigación, era menor de edad (ediac 2005, 119).
Además de este significativo incremento, existen redes específicas de explotación sexual de niñas y adolescentes en los callejones de Manzanares y Santo Tomás. En estos callejones se encuentran autoridades judiciales y de seguridad pública, que lejos de procurar la seguridad y rescate de estas niñas y adolescentes, garantizan el orden llevándose a los hombres alcoholizados que en un momento dado pudieran alterar la dinámica de la prostitución en este lugar (Bautista y Conde 2006, 198).
En otro estudio se recaban testimonios de mujeres y niñas tratadas con fines de explotación sexual, así como percepciones de personas que atienden a víctimas de trata desde diferentes ámbitos. De este estudio destacan los testimonios de las niñas y adolescentes, gracias a los cuales fue posible construir con evidencia empírica un perfil de las víctimas y de los tratantes, así como el ciclo de vida dentro de la prostitución (Casillas 2007, 89–93).
Implicaciones de la prostitución de niñas y adolescentesLos estudios aquí citados indican que no son pocas las niñas y adolescentes explotadas. Organizaciones no gubernamentales calculan que tan sólo en el Distrito Federal hay aproximadamente 2 500 niñas que están siendo explotados mediante la prostitución (Petit 2008, 13).
Más allá de las cifras, la explotación sexual suele tener consecuencias graves y duraderas para el bienestar y desarrollo físico y emocional de las niñas y adolescentes prostituidas. A pesar de que los efectos varían según las circunstancias personales y dependen de factores tales como las etapas de desarrollo y la naturaleza, duración y forma de la explotación, en general son adversos: al ser prostituidas, las niñas y adolescentes corren el riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual, caer en la drogadicción y sufrir violencia en todas sus manifestaciones, afectaciones psicológicas, rechazo familiar y social, y en algunos casos, la situación las lleva a la muerte.
En el caso de las niñas y adolescentes que dejan de ser víctimas de la explotación sexual, el cuidado y la reincorporación social representan procesos complejos y a la mayoría les resulta difícil reinsertarse satisfactoriamente en la sociedad. Sin embargo no todo está perdido, pues con la atención y protección adecuadas, prácticamente todas las víctimas pueden sanar psicoemocionalmente y reconstruir sus vidas. Para ello, es vital que quienes abordan este tema, ya sea desde su reglamentación jurídica, como desde la intervención policiaca o terapéutica (y también desde la academia), confronten sus propios miedos y prejuicios. Quienes han vivido episodios de trata y explotación sexual pueden dejar de vivirse como víctimas para empezar a actuar como sobrevivientes (Cacho 2011, 23–25).
El carácter criminal que tiene la explotación sexual comercial de menores de edad dificulta su tratamiento, por ello es importante la prevención. El enfoque aquí propuesto es de la prevención selectiva,7 puesto que las posibles acciones derivadas de investigaciones situadas sirven fundamentalmente para ser implementadas con los grupos desde los cuales se obtuvo la información base para la elaboración de los programas preventivos. El beneficio de este tipo de abordaje radica en que su desarrollo teórico, metodológico y operativo surge de las necesidades y peculiaridades de la comunidad en donde se desea intervenir. En este nivel local se inserta la investigación que aquí se presenta, en la cual —utilizando la teoría de representaciones sociales— se explora la construcción colectiva de los significados que se asocian a la prostitución de niñas y adolescentes en una comunidad.
Representaciones sociales: un enfoque útil para el análisis de la prostitución de niñas y adolescentesLas representaciones sociales se refieren a: Una modalidad particular del conocimiento, cuya función es la elaboración de los comportamientos y la comunicación entre los individuos […] La representación es un corpus organizado de conocimientos y una de las actividades psíquicas gracias a las cuales los hombres hacen inteligible la realidad física y social, se integran en un grupo o en una relación cotidiana de intercambios, liberan los poderes de su imaginación (Moscovici 1979, 17).
Las representaciones sociales son: La manera en que nosotros, sujetos sociales, aprehendemos los acontecimientos de la vida diaria, las características de nuestro medio ambiente, las informaciones que en él circulan, a las personas de nuestro entorno próximo o lejano. En pocas palabras, el conocimiento “espontáneo”, ingenuo, que habitualmente se denomina conocimiento de sentido común o bien pensamiento natural por oposición al pensamiento científico. Este conocimiento se constituye a partir de nuestras experiencias, pero también de las informaciones, conocimientos y modelos de pensamiento que recibimos y transmitimos a través de la tradición, la educación y la comunicación social. De este modo, ese conocimiento es en muchos aspectos un conocimiento socialmente elaborado y compartido. Bajo sus múltiples aspectos intenta dominar esencialmente nuestro entorno, comprender y explicar los hechos e ideas que pueblan nuestro universo de vida o que surgen en él, actuar sobre y con otras personas, situarnos respecto a ellas, responder a las preguntas que nos plantea el mundo, saber lo que significan los descubrimientos de la ciencia y el devenir histórico para la conducta de nuestra vida, etc. [el resaltado en el original] (Jodelet 1986, 473).
Como puede verse, las representaciones sociales se configuran como un cuerpo teórico complejo en el que resaltan elementos como la identidad, la cultura, lo colectivo, la historia, las emociones, la subjetividad y la experiencia, dando por resultado la generación de un conocimiento socialmente construido y compartido.
La importancia de esta teoría para el caso que aquí nos ocupa, radica en que uno de los elementos que caracterizan a los estudios de representaciones sociales en América Latina es que priorizan la intervención y, por lo tanto, se centran en el estudio de las necesidades sociales con la intención de identificar y dar respuesta a las necesidades encontradas en la realidad de un contexto sociocultural determinado (Flores 2011, 28).
Conocer el contexto en que se da la escnna es de vital importancia para contribuir al entendimiento del sistema social de significados empleados en la comunidad local. Esta información es la base para la elaboración de programas cuyas metas se orienten a la prevención. Adicionalmente, una teoría no puede progresar si no es cuestionada a partir de su aplicación en los espacios concretos de las prácticas sociales, son los trabajos realizados dentro del medio social real los que pueden dar aportes para el enriquecimiento y mejoramiento de las propuestas teóricas (Jodelet 2003, 3).
Prácticas y representaciones socialesLas representaciones sociales constituyen una modalidad particular de conocimiento “de sentido común”, cuya especificidad reside en el carácter social de los procesos que las producen. Para definirlas se habla de teorías ingenuas, haciendo referencia a construcciones más o menos elaboradas, pero que se oponen a las del experto o científico, y por ello las representaciones sociales “constituyen un lugar privilegiado en el que se expresa el pensamiento social” (Guimelli 2004, 63).
Las representaciones sociales son teorías de sentido común que se gestan en lo social, y ahí mismo desencadenan procesos gracias a los cuales es posible describir, clasificar y explicar los fenómenos de las realidades cotidianas, con la suficiente precisión para que las personas y los grupos puedan desenvolverse en ellas sin demasiados conflictos. En consecuencia, son estrictamente indispensables para la vida en sociedad (Ibáñez 1988, 156).
Dado que las representaciones sociales son indispensables para la vida en sociedad, la relación existente entre prácticas y representaciones ha sido ampliamente estudiada, y aunque no siempre las investigaciones apuntan hacia los mismos resultados (algunos señalan que las representaciones sociales determinan las prácticas mientras que otros apoyan una relación inversa), en general puede decirse que para comprender la representación social de un fenómeno es imprescindible el análisis de las prácticas del grupo con relación a dicho fenómeno, y que las prácticas sociales sólo pueden ser comprendidas a la luz de las representaciones con las que se vinculan.
La existencia de prácticas comunes relacionadas con determinado objeto (prostitución de niñas y adolescentes) da cuenta de la representación social de éste (Flament y Rouquette 2003, 75). Las prácticas comunes identificadas en este estudio son la tolerancia a la explotación sexual, el rechazo simbólico a las niñas y adolescentes explotadas (por la transgresión moral-sexual que cometen al estar en prostitución), y su simultánea inclusión como atrayentes de clientes externos a la comunidad y consumidores de los productos que ahí se venden. Estas situaciones llevan al grupo de comerciantes a concebirlas como mercancía de la cual se puede obtener ganancia directa o indirecta.8
Una modificación en el ambiente (cambios sociales, económicos, políticos, culturales) genera trasformaciones de ciertas prácticas, lo que repercute en la generación de nuevas representaciones sociales relacionadas con el objeto (Flament y Rouquette 2003, 70), por lo que se debe utilizar a las representaciones sociales como variable independiente e indagar cómo es que esa variable determina ciertos comportamientos específicos (Abric 2001, 76).
Existe una relación entre prácticas y representaciones sociales indudable, quizá esa sea de tipo circular (y no de causa-efecto) e implique una retroalimentación de una hacia la otra y viceversa. De cualquier forma, el análisis de las prácticas sociales requiere que dos factores esenciales sean tomados en cuenta: por una parte, las condiciones sociales, históricas y materiales en las que ella se inscribe, y por otra, su modo de apropiación por el individuo o grupo, en el cual los factores cognitivos, simbólicos y representacionales juegan un papel determinante.
Para que una práctica social se mantenga es necesario que pueda ser apropiada o integrada al sistema de valores, creencias y normas, ya sea adaptándose a él o transformándolo. Por ende, cualquier contradicción entre las representaciones sociales y las prácticas lleva a la transformación de una u otra (Abric 2001, 128).
También es posible que la modificación en aspectos macro (cambios sociales, económicos, culturales, políticos) lleve al cambio de las prácticas, lo que a su vez conduzca a un cambio en las representaciones sociales relacionadas. Este cambio de representaciones sociales retroalimentaría a las prácticas asociadas, y éstas a su vez retroalimentarían las representaciones, estableciéndose el proceso circular antes referido. Imaginar este proceso lleva a pensar en un posible papel mediador de las prácticas, sobre todo cuando éstas conducen al cambio de representaciones sociales a partir de cambios estructurales en el ambiente.
Dado que la relación entre representaciones sociales y prácticas es innegable, en materia de prevención, los estudios en representaciones sociales dan la pauta para que, desde el conocimiento de una representación dada, sean identificados los elementos centrales que conducirán al cambio en las prácticas, sobre todo cuando éstas resulten dañinas y vayan en contra del sistema de valores y creencias del grupo social.
Estrategia metodológicaCon la intención de ahondar en un contexto local donde existe la prostitución de niñas y adolescentes, se realizó un estudio acerca de su representación social en un grupo de comerciantes del mercado de La Merced, Ciudad de México. Conocer la representación social de estos actores sociales es importante porque atestiguar cotidianamente esta forma de explotación y convivir de manera rutinaria con víctimas, explotadores y clientes les da información privilegiada sobre la experiencia de las niñas y adolescentes prostituidas, la forma de actuar de los explotadores, las motivaciones de los clientes, y la participación (activa o pasiva) de otros grupos de la comunidad.
ObjetivoExplorar las representaciones sociales de prostitución de niñas, niños y adolescentes que construyen un grupo de comerciantes adultos en La Merced.
EscenarioEl escenario donde se desarrolló esta investigación es la comunidad de La Merced, localizada en el extremo oriente del Centro Histórico de la Ciudad de México. Delimitada al sur, por la avenida Fray Servando Teresa de Mier, al este se encuentra el Anillo de Circunvalación y su prolongación norte: Vidal Alcocer. Al norte está la calle de Peña y Peña y al oeste, la avenida H. Congreso de la Unión.
ParticipantesEl muestreo realizado fue de tipo intencional. El número y criterios de inclusión de los participantes fueron determinados con base en sus características socioculturales. Participaron cinco comerciantes a quienes se identificó como informantes clave dada su actividad laboral y cercanía con niñas y adolescentes prostituidas, así como con proxenetas y explotadores (clientes). El grupo de participantes estuvo conformado por dos mujeres y tres hombres de entre 20 y 38 años de edad. La escolaridad de las mujeres es de secundaria y preparatoria, mientras que los tres hombres iniciaron bachillerato pero no lo concluyeron. La ocupación actual de todos los participantes es el comercio. Todos residen en La Merced desde hace más de 18 años. Una mujer vive en unión libre y es madre de una mujer y un hombre adolescentes, la otra mujer es soltera y no tiene hijos. Un hombre es soltero sin hijos, otro es casado y tiene dos hijos adolescentes, mientras que otro más vive en unión libre y tiene una hija de seis años.
InstrumentoEl instrumento utilizado fue la entrevista etnográfica, la cual sigue un proceso metodológico en tres momentos: el investigador inicia el proceso ante un sujeto de estudio, en esta primera etapa, el sujeto aparece como objeto de investigación, parcial o totalmente. En el segundo momento, el investigador primario (el académico) comparte el interés por un objeto social con el sujeto investigado, el cual se convierte en ese momento en un sujeto investigador secundario. En esta etapa el objeto de investigación es un tercer elemento que comparten y buscan los dos investigadores (el académico y el informante). En este caso, el tema de la entrevista fue “la prostitución de niñas y adolescentes en La Merced”. Los ejes temáticos que la guiaron fueron niñez y adolescencia, trabajo y comercio, sexualidad y roles de género, prostitución, y prevención. En el tercer y último momento de la entrevista etnográfica, el sujeto investigador primario deja el proceso de investigación al concluir sus actividades como sujeto externo al escenario de investigación, pero el sujeto investigador secundario continúa con el proceso de investigación desde sus condiciones de vida: se convierte en un sujeto investigador de su propio mundo social (Galindo 1987, 153).
Análisis de los resultadosEl material discursivo resultante de las entrevistas fue sometido a un análisis de tipo argumentativo. Dicho análisis se concreta en una propuesta metodológica que retoma en primer lugar lo socio-histórico, desde lo cual son relevantes las circunstancias específicas (incluyendo las relaciones de poder y dominación). En segundo lugar está el análisis discursivo, y esta fase es importante porque las formas simbólicas, además de fenómenos sociales contextualizados son construcciones que significan y dicen algo acerca de algo (un fenómeno u objeto). En tercer y último lugar está la interpretación, ya que al explicar lo que se representa o lo que se dice, el proceso interpretativo trasciende el carácter cerrado del discurso; éste habla sobre algo, afirma y representa, y es este carácter trascendente lo que busca ser captado y se conforma como una herramienta privilegiada para la explicación (Gutiérrez 2003, 50–52).
El análisis argumentativo del discurso resulta pertinente para acceder a las representaciones sociales debido a que verbalizaciones simples como las descripciones o complejas como las representaciones de imágenes, funcionan como argumentos implícitos a favor de una idea o tesis. Cada persona en los diferentes contextos donde se inserta requiere argumentar porque la argumentación forma parte de la vida cotidiana (Gutiérrez 2003, 46).
La argumentación se conforma por una persona, grupo o colectividad, y va de la mano con la lógica de su experiencia, la cual además de basarse en hechos observables, se enmarca en un determinado sistema de valores y creencias, que depende de la cultura de cada comunidad y que adquiere sentido en el contexto de cada grupo social (Calsamiglia y Tusón, citado en Gutiérrez 2003, 48). En esta investigación, el discurso es considerado como una práctica social, pero también como la forma de acceder a las representaciones sociales que circulan en la comunidad.
A partir del discurso obtenido con las entrevistas realizadas, se prosiguió al análisis dimensional del discurso argumentativo. De este análisis se desprende un grupo de categorías o argumentos con los que podemos tener un acercamiento al proceso de construcción de representaciones sociales asociadas la prostitución de niñas y adolescentes. Estas categorías son: niñas y adolescentes en prostitución, estrategias y motivos de permanencia en la prostitución, circunstancias y acciones necesarias para salir de la prostitución, y prevención. Estas categorías se describen en el siguiente apartado, no sin antes describir a los y las participantes, así como el escenario donde se realizó la investigación.
ResultadosDel contexto situado: historia, comercio, tradición y prostitución en La Merced¿Cómo se instaura la prostitución en La Merced?, ¿Cómo llegan las niñas y adolescentes a convertirse en un producto más que cualquiera puede adquirir? Las respuestas a estas interrogantes requieren de un profundo análisis sociohistórico de La Merced, así como de la evolución del comercio en la zona, el cual data de hace más de cinco siglos y supera los alcances de este trabajo, por ello señalaré sólo algunos de los sucesos más relevantes.
Entre 1360 y 1420, cuando se estructuró el sistema de acequias de México-Tenochtitlan, se construyó un canal que comunicaba al imperio mexica con Xochimilco, y a lo largo de la vía fluvial que atravesaba el actual barrio de La Merced, había mercados grandes y chicos, como el de La Viga y Santa Anita (Enríquez 2009, 1). Cuando Hernán Cortés funda en 1522 la Ciudad de México, lo hace sobre la propia Tenochtitlán, sentando con ello, un antecedente de dominio y conquista.
En la etapa colonial novohispana, que va desde su reedificación en 1522 hasta 1861, año de las leyes de expropiación de los bienes eclesiásticos, La Merced alberga las casas de los personajes más influyentes de la época: no sólo los nobles españoles, sino los últimos descendientes de la nobleza indígena; y desde entonces, era la zona privilegiada para la venta de esclavos y el comercio en general.
Durante el México independiente en el siglo xix, a raíz de la expropiación de bienes de la Iglesia, se generó una gran reforma urbana, en la que los conventos fueron subastados junto con palacios y casonas. Los nuevos habitantes de La Merced eran en su mayoría campesinos inmigrantes buscando mediante el comercio mejorar sus condiciones de vida (Vega 2003, 1).
El crecimiento del comercio fue creando problemas para los habitantes de la zona, por lo que el gobierno tomó la decisión de crear un mercado en los terrenos del ex convento de Nuestra Señora de La Merced y la Redención de los Cautivos. El mercado de La Merced inició sus funciones a la intemperie en 1861, fue inaugurado en 1863 y su construcción se terminó en 1880, pero se le hizo demoler en 1957, cuando se inauguró el conjunto comercial ubicado sobre Anillo de Circunvalación, que se conoce como el mercado de La Merced. Así, el antiguo mercado de La Merced es el que le dio nombre a este barrio (Yoma y Martos 1990, 37).
Desde antaño el comercio en La Merced ha sido un hecho socialmente organizado y organizador. Un ejemplo de esto lo constituye su distribución espacial, de acuerdo con la cual se agrupan por calles los establecimientos que venden los mismos artículos, incluyendo la prostitución, pues en los callejones de Manzanares y Santo Tomás se agrupan la mayor parte de niñas y adolescentes explotadas en la zona.
A pesar de los diversos intentos por descentralizarla, La Merced parece inmutable, pues junto con las tradiciones y cultura que la caracterizan, se han arraigado las redes del crimen organizado. Las características estructurales y organizativas de La Merced (actividad comercial, viviendas degradadas y precarias, grupos con diferentes patrones culturales, concentración demográfica excesiva, deficiencias y carencias en el control social, así como la desintegración de la comunidad), ayudan a comprender el proceso mediante el cual la explotación sexual de niñas y adolescentes encuentra ahí un lugar para instaurarse; dado que esta actividad se encuentra estrechamente conectada con el comercio y con las formas generales de vida de la comunidad, y por ende muestra características particulares.
Ante el rápido crecimiento de la población en la zona, los servicios públicos (recolección de basura, alumbrado, drenaje, seguridad pública) resultaron insuficientes e ineficientes y el hacinamiento de personas generó violencia y delincuencia organizada, además de una fuerte competencia comercial, ya para los locatarios como para los empleados. En este contexto, las mujeres tuvieron que asumir tareas socialmente consideradas propias de su sexo (trabajar como meseras, lavando trastes o cocinando en condiciones deplorables, padeciendo tareas y jornadas excesivas en relación con el muy bajo salario recibido y a menudo sin goce de seguridad social).
En La Merced, la prostitución se configura como una opción que permite a las mujeres obtener dinero, pero su incorporación a esta actividad es como en antaño. Es decir, no logran ejercer la prostitución de manera independiente sino como sucede desde la época de la conquista: siendo explotadas sexual y económicamente. Sobre todo porque como en aquella época, existe un sistema social de dominación de los hombres hacia las mujeres que sigue tomando ventaja la vulnerabilidad las migrantes que no cuentan con redes sociales de apoyo, dando por resultado la explotación sexual comercial de mujeres (incluso niñas y adolescentes) bajo el control de los hombres, principalmente.
Es posible que al ubicar los lugares de origen de estas mujeres, los explotadores percibieran en éstos una fuente de abastecimiento para el comercio sexual. En la actualidad, las adolescentes y mujeres prostituidas no sólo llegan por su propia cuenta a La Merced, algunas son traídas desde su lugar natal expresamente para tal fin.
No es la intención de este trabajo estigmatizar a La Merced y sus habitantes, sino mostrar que las comunidades son sistemas complejos, las realidades complejas son a la vez proceso y resultado, mecanismos generativos subyacentes al igual que producto manifiesto de los mismos (Navarro 1997, 1). El modelo de organización holográfico, alude a una forma de organización en la que las partes que componen una determinada realidad contienen información acerca de la totalidad de la misma, y por ello son en cierto sentido capaces de constituir dicha realidad autónomamente. En La Merced se reproducen los patrones socioculturales característicos de una sociedad global, lo que implica que esta zona es sólo la muestra de un macro-sistema social en el que impera la inequidad.9
Niñas y adolescentes en prostituciónEl género —femenino— y la construcción social que dicta la forma como deben vivir su sexualidad las mujeres son dos hechos determinantes que las colocan en mayor desventaja que a los hombres en términos de explotación sexual, lo cual se hace explícito en los discursos recolectados durante las entrevistas realizadas para esta investigación: “el hombre es más cabrón y puede robar; las mujeres tienen su cuerpo para venderlo”.
Desde esta frase se explica uno de los factores que facilitan la incursión de niñas y adolescentes a la prostitución (su cuerpo como mercancía vendible). Además, los y las participantes mencionan la pobreza, el desempleo o la ignorancia, de manera general; y más específicamente se encuentra el estigma de ser madre soltera y necesitar dinero para mantener a los hijos: “están ahí por sacar adelante a sus hijos”. O bien, haber sido violada o haber iniciado una vida sexual activa a corta edad, porque “se acostumbran y les gusta”.
Estas situaciones específicas de criar a los hijos sin el acompañamiento de la pareja o haber sufrido una violación, son vividas mayoritariamente por las mujeres, a quienes la opinión pública considera carentes de deseos sexuales e inmorales si se atreven a tenerlos y manifestarlos. Se dicta cómo las mujeres debemos vivir nuestra sexualidad y ello es una expresión de la vulnerabilidad de género que, aunada a la vulnerabilidad por edad, por etnia, por escolaridad y por clase socioeconómica entre otras, van configurando la vulnerabilidad social de niñas y adolescentes, convirtiéndolas en potenciales víctimas de explotación sexual.
Para el grupo de comerciantes entrevistados, la prostitución es vista como una “actividad degradante”, “un trabajo no digno”; y aunque en algunos casos reconocen que las niñas y adolescentes han sido víctimas, en ningún momento se ubica al proxeneta como el victimario ni a otros actores sociales de la comunidad como cómplices, pues consideran que no han sido víctimas de personas sino de circunstancias (que siendo explotadas sexualmente permanecerán) como la pobreza, el desempleo, la maternidad temprana y no deseada, la adicción a las drogas, entre otras: “aquí por Lecumberri, por ejemplo, ahí en las noches salen las niñas, pasan y ellas mismas le dicen a uno que le cobran cien, doscientos pesos o droga, y no sé, le dicen a uno que se pueden prostituir y todo eso”.
A pesar de mencionar que la prostitución es una “actividad degradante”, también es considerada necesaria, pues es vista como reguladora de situaciones lamentables como el abuso sexual y las violaciones, al mismo tiempo que “brinda la oportunidad de que hombres divorciados o solteros tengan un rato de diversión” y de que hombres jóvenes “se inicien con ellas”. Así aparece la prostituta como una proveedora de servicios sexuales y diversión para los hombres, pero no a la inversa; es decir, al menos en La Merced, no existe la prostitución de varones al servicio de los deseos y necesidades de las mujeres.
De esta forma, queda explícito el permiso cultural y social otorgado a los varones para tener y manifestar deseos sexuales, lo cual no resulta grave hasta que a partir de esta permisibilidad, se llega a considerar que son las mujeres las encargadas de satisfacer dichos deseos, ya sea de manera voluntaria en una relación erótica consensuada, de manera mercantilizada mediante la prostitución, e incluso de forma involuntaria y forzada a través de una violación.
La sexualidad de las mujeres en general es cuestionable cultural y socialmente, pero aun más si esa mujer se encuentra en prostitución: “yo pienso que a nosotros no nos perjudica, ellas mismas son las que se perjudican, porque son las que se hacen daño al meterse con tantos hombres”. En este comentario, la palabra “tantos” alude a una presumible y socialmente reprochable promiscuidad, desde este pensamiento social, la mujer promiscua no podría ser considerada víctima de explotación sexual.
Lo anterior tan sólo es el inicio del cuestionamiento sexual a las mujeres, pues en las formas de enganche e iniciación en la prostitución, además de la maternidad temprana (muchas veces con el agravante moral de la soltería) y la violación sexual, las personas entrevistadas reconocen que existe la trata y el secuestro, sin pasar por alto la necesidad de dinero, la drogadicción, las amenazas, el chantaje y el engaño. Otras veces la explicación tiende a culpar a las niñas y adolescentes atribuyendo la explotación de que son víctimas a conductas o características personales, consideradas socialmente como reprochables: “les gusta la vida fácil”, “no les gusta trabajar”, “son flojas”, “no saben hacer otra cosa”.
Estrategias y motivos de permanencia en la prostituciónLas formas de enganche e iniciación a la prostitución antes mencionadas, simultáneamente sirven como estrategias que las redes de explotación sexual utilizan para lograr la permanencia de niñas y adolescentes en esa actividad. Es decir, la maternidad temprana sin el apoyo de la pareja es una situación que obliga a niñas y adolescentes a hacerse cargo de un ser que no podría sobrevivir por sí mismo(a). En ocasiones, el asumir de forma abrupta responsabilidades y funciones que socialmente no corresponden a su etapa de vida y la estigmatización resultante (al hacerse evidente su vida sexual activa), las lleva a salir de casa y buscar otras opciones para conseguir vivienda, dinero o comida. Es por esto que las niñas y adolescentes madres y solas se convierten en potenciales víctimas para la explotación sexual comercial. Según comentan los comerciantes entrevistados, los proxenetas se valen de engaños sentimentales y promesas de empleo o de una mejor vida para ellas y sus hijos, y así persuadirlas de que se dediquen a la prostitución: “hay un muchacho que va y las enamora, como son de provincia las trae acá con engaños y les dice que si no trabajan les va a hacer algo, qué se yo… entonces ya la sacó de su casa, ya la trajo aquí a trabajar, entonces la obliga”. Nótese que en este comentario, donde queda claro que las mujeres son obligadas a ingresar en la prostitución. Esta actividad es enunciada como trabajo y no como una forma de explotación sexual y económica, puesto que es evidente que la ganancia monetaria obtenida mediante la prostitución resulta indispensable para el mantenimiento propio, y en su caso, de los hijos. No obstante, ésta es retenida en su mayor porcentaje por el proxeneta.
El rechazo familiar, así como la estigmatización y marginación social resultantes de la maternidad en soltería, las adicciones y la prostitución, facilitan la creación de una red social nueva y distinta, pues una vez que comienzan a ser explotadas, su red se compone de personas directamente relacionadas con la prostitución, incluyendo otras niñas y adolescentes en circunstancias similares: Digamos, si uno va, no sé, a comprar, las ve. Ellas no son quien como para hablar, como para decir… ellas están en su mundo y yo creo que nada más les autorizan hablar lo que es… de… de nada porque no se acercan ni nada… incluso luego entre ellas mismas; se ve que están paradas así, pero ni se están platicando, ni jugando, ni nada. Incluso como cuando nosotros (comerciantes) estamos aquí y estamos echando relajo, se ve que tú te llevas con este, tú te llevas con el otro, estás jugando en tu trabajo, ellas no, ellas están o sea, así… entre ellas es como si estuviera cada una muy aislada… como muy apartada.
La nueva red que se configura alrededor de las niñas y adolescentes explotadas, está compuesta por sus explotadores, proxenetas, empleados de los lugares donde son explotadas, comerciantes, otras mujeres en prostitución, y en ocasiones hombres de la comunidad o de fuera, que solicitan sus servicios sexuales.
Algo que cabe cuestionarse es qué pasa con las niñas y adolescentes que no tienen hijos, pues hasta ahora los comerciantes han hablado de madres adolescentes o adultas. Una plausible respuesta a esta interrogante es que la obtención de dinero y la creación de vínculos afectivos en el ámbito de la prostitución, faciliten la adopción de un estilo de vida inmerso en un círculo de explotación sexual, lo que generalmente implica el consumo e incluso venta de drogas. A decir de los comerciantes entrevistados: “lo hacen para seguir drogándose”, “hasta ellas mismas venden la droga, a mi me han ofrecido dos o tres veces”. Nuevamente se hace evidente el vínculo entre explotación sexual, adicciones y venta de drogas.
En el caso de todas las mujeres explotadas, pero particularmente para las niñas y adolescentes más indefensas, sin redes de apoyo social, una vida sin cuidados a su salud (física y emocional) las lleva a padecer enfermedades que no son atendidas a tiempo. Aunado a esto, el consumo y abuso de sustancias psicoactivas vulnera más su salud, por lo que “se acaban pronto”, y tienen que asumir esta forma de vida hasta sus últimas consecuencias: Es muy fácil entrar, pero salir es muy difícil. Conozco a una persona que se dedicaba a eso. Fue muy difícil poder salir, poderse desligar de eso. Son ellos (proxenetas) los que impiden salir… es muy difícil salir de eso. Es como la droga, es muy fácil entrar, pero es muy difícil salir. Qué tal si tú vas y platicas todo por otro lado, Tú sabes dónde están, quienes son los contactos, a dónde recogemos la mercancía, a dónde la guardamos, con quién la almacenamos, cómo la hacemos, todo… ¿Y si yo te dejo ir?.
Ante el complejo entramado en el que se encuentran niñas y adolescentes, salir de la prostitución no siempre resulta sencillo. A decir de los comerciantes entrevistados, el arrepentimiento (como si fueran culpables) es la principal causa que podría conducirlas a la decisión propia de salir de la prostitución. Aunque otra situación aún más contundente es cuando están motivadas por sus hijos, ya sea porque son muy pequeños y no desean inmiscuirlos en su estilo de vida, o bien porque un poco más grandes son ellos mismos quienes les piden dejar la prostitución.
Algunos de los comerciantes entrevistados considera que cansadas del estilo de vida que implica la prostitución, las niñas y adolescentes estarían lo suficientemente motivadas para buscar otra opción de vida, aunque muchas veces “sin papeles” (documentos oficiales), sin estudios y “sin saber hacer otra cosa”, tienen que aceptar trabajos en los que son explotadas y reciben una menor paga; situación que muchas veces las hace regresar a la prostitución.
Es de llamar la atención el libre albedrio que algunas de las personas entrevistadas atribuyen a las mujeres para salir de la prostitución. Porque esta presumible libertad oscurece el contexto de explotación, y deja de lado la presencia de otros actores sociales (explotadores); lo que podría representar un mecanismo de negación (de la explotación sexual de niñas) y justificación (de la prostitución de adolescentes) a manera de protección emocional y evasión de lo monstruoso y perverso de la explotación de las niñas y adolescentes, y de la delincuencia organizada.10
Para las mujeres que han sido víctimas de explotación desde niñas, es probable que el llegar a cierta edad les dificulte encontrar trabajo o adaptarse a otro modo de vida, lo que reforzaría la percepción inducida por sus explotadores acerca de que es imposible salir de la prostitución. También es posible que los explotadores les hagan creer que han adquirido deudas, que dañarán a sus hijos o a ellas mismas y que sólo la muerte existe como vía para salir de la prostitución. Así, el carácter ilegal de la explotación sexual revela que no existe libre albedrio para salir de ella, pues la prostitución en La Merced resulta coercitiva no sólo para las mujeres explotadas, sino también para los hombres que solicitan sus servicios sexuales: Tú nada más llegas a lo que vas, a tu servicio. Aquí no podemos hablar de otra cosa más que de un servicio y San-se-acabó. Si empiezas por acá a otras cosas, o te va mal o empiezas a tener una contestación de lo peor, o media vuelta y vamonos. Cuando yo fui ese día… no me dejaban salir, que yo a qué venía y les tuve que decir la verdad, que entré, sí entré porque quería ver un servicio, pero nomás no me latió y ya. “No, es que tú vienes de algún lado”, y como cuando entras, la persona que te va a hacer el servicio te dice “tú no puedes entrar con cámara ni celulares, traes celular, lo tienes que apagar, hay gente que a la hora de tener tu servicio, empiezan a grabar y no lo puedes hacer”. La gente entra y te dice “¿sabes qué”, antes de entrar, ¿traes tu teléfono?, pues sí, lo tienes que apagar”.
Por un lado, los discursos recogidos pueden ser calificados de ingenuos al considerar que salir de la prostitución es tan sencillo como tomar la decisión de hacerlo; y por el otro lado, en el otro extremo se sitúan aquellos que consideran a la muerte como única vía de escape. En este contexto es evidente el carácter inaplazable de la prevención. Sin embargo, a propósito de ello, resultan sorprendentes los discursos de los y las participantes en el estudio.
PrevenciónPara los y las comerciantes, en general resulta innecesario prevenir la prostitución, dado que las niñas y adolescentes explotadas aparecen en el pensamiento social como las únicas o las principales responsables de su situación.
Para ellos no hay que prevenir, sino controlar o reglamentar: “mira, yo creo que así como prevenir eso, pues no vamos a poder, pero sí que hubiera cierto tipo de lugares donde estén, en una casa… hay casas de citas. Claro, yo no estoy en contra de nada, pero hasta cierto punto viene siendo incómodo, a veces voy con mi esposa o con mis hijos y ahí están”.
Esta incomodidad se expresa más en un sentido moral, es decir, para la comunidad es incómodo que existan mujeres con una sexualidad pública y mercantil, a quienes es más fácil concebir como “putas”, “flojas”, “rebeldes” o “adictas”, que como niñas y adolescentes que están siendo explotadas sexualmente. En este sentido, lo que la comunidad busca no es la prevención de la explotación sexual, sino la regulación de la prostitución, a través de la cual será más fácil disimular esa incomodidad (moral) que les genera el comercio sexual.
En este acercamiento a la representación social de los y las comerciantes, la prostitución no es objeto de prevención sino de control, pues funge como reguladora social de situaciones de abuso sexual, violaciones y embarazos no deseados: “ya le dije a mi hijo que cuando él quiera, prefiero llevarlo con una muchacha (en prostitución). para que no ande agarrando a la vecina y se busque un compromiso (derivado de un posible embarazo)”.
Por otro lado, la prostitución de mujeres representa una situación histórica de La Merced: “a nosotros ya no se nos hace raro, ni extraño, ni sorprendente, o sea, es común verlas ahí, en su zona de trabajo. Ya tienen muchos años… siempre ha estado, siempre ha habido (prostitución)”. La actividad, entonces, se configura como parte esencial del comercio en la zona y los mismos comerciantes reconocen que atrae clientes y genera ganancias: “es como parte del mercado, yo ya he llegado a esto [cuando preguntan]: “¿en dónde están las muchachas?”, “En tal lugar” [contesta]. Ya me imagino que van, tienen sus relaciones y luego compran la fruta, todo está muy a la mano”.
El considerar la prostitución (aun en condiciones de explotación) como una actividad inherente a la comunidad, puesto que nació y creció con la comunidad misma, le otorga el estatus de comercio o trabajo: “Pues yo digo que están trabajando, a mí en lo personal pues no me afecta en nada, para mí no es un daño ni nada de eso, para mí es normal”.
Esta naturalización de la explotación sexual ha generado un distanciamiento entre la comunidad y las niñas y adolescentes en prostitución, provocando una falta de implicación afectiva que, como se mencionó antes, puede ser una forma de defensa que representa otro obstáculo para el cambio, pues la representación social cambia cuando el grupo está implicado afectivamente con el objeto (Flament y Rouquette 2003, 80).
Reflexiones sobre la teoría de representaciones sociales orientada a la prevenciónDel latín praeven¿o, prevención es anticiparse a una dificultad, evitar un daño. Por lo tanto, la prevención es el despliegue de diversos dispositivos que se implementan de forma anticipada para minimizar un riesgo. El objetivo de prevenir es lograr que un perjuicio latente no suceda.
Los estudios en representaciones sociales, como el que aquí se presenta, aportan mayores elementos para la prevención selectiva, porque ponen el foco en una comunidad local con grupos delimitados.
En concordancia con esta idea, lo primero que debemos hacer es conocer la realidad local acerca de la prostitución de niñas y adolescentes, pues “una de las cuestiones importantes no es tanto estudiar la representación de un objeto, como saber primeramente cuál es el objeto de representación” (Flament 2001, 44).
Una forma de lograr esto (saber cuál es el objeto de representación) es trabajando directamente con las comunidades, con la apuesta de que mediante un conocimiento situado llegaremos a dar respuestas enfocadas a las necesidades particulares de quienes viven la explotación sexual directamente y de quienes la observan, generando el cambio y la cooperación entre dichos grupos.
Desde los postulados de la teoría de representaciones sociales esto es posible, pues la teoría otorga a las personas un papel activo en la construcción de su realidad. Gracias a esta concepción, dicha teoría puede ser considerada como una herramienta útil que permite cuestionar significados e instituciones arraigadas, y en un sentido más amplio, el orden social. Por ello, la teoría de representaciones sociales ha sido ampliamente utilizada en el estudio de diversos objetos, lo que ha dado como resultado importantes avances de la teoría en sí, y de los métodos que emplea; sin embargo, aún no se ha sustentado lo suficiente el potencial de la teoría como herramienta práctica.
En este sentido, un aspecto central que se devela en esta investigación es comprender la representación desde la mirada del otro, es decir, no desde quienes viven directamente la explotación, sino desde quienes la observan, y para quienes la prevención no resulta necesaria. Podríamos estar frente a mecanismos de defensa en la comunidad, que se niega a la prevención como una forma de minimizar las implicaciones personales y sociales de la explotación sexual, construyendo una representación de prostitución estigmatizante para las víctimas. Así, esta mirada que viene del otro, revela una importante carga afectiva, que repercute a nivel social en las representaciones que se construyen en colectividad.
Al enfocar la teoría de representaciones sociales hacia la prevención, se pone al centro la importancia de vincular la investigación con una aplicación práctica, puesto que permite que las explicaciones acerca del comportamiento colectivo sean comprendidas desde su propio contexto local, al considerar los aspectos subjetivos inmersos y construidos procesualmente en la interacción de los grupos in situ (Flores 2011, 28).
Además, las pesquisas en representaciones sociales no han quedado exentas de cierta influencia comunitaria de la psicología latinoamericana, lo que ha generado cierta peculiaridad en la investigación, pues se mantiene la importancia de considerar prioritaria la intervención y en consecuencia, se han abocado al estudio de las necesidades sociales tratando de ubicar líneas de investigación e intervención centradas en la realidad del contexto cultural (Flores 2011, 28).
Justamente, en el sentido de la intervención (prevención), resulta útil mencionar el papel que juegan las redes sociales de pertenencia, como un elemento de búsqueda de alternativas e identidades sociales, en respuesta a procesos de estigma y discriminación. A manera de ejemplo, se puede citar el programa de participación juvenil, conocido más por sus siglas en inglés (ypp), de ecpat (End Child Prostitution, Child Pornography and Trafficking of Children for Sexual Purposes) International,11 en el que jóvenes sobrevivientes o en riesgo de explotación sexual, apoyan a otros jóvenes en situación de vulnerabilidad.
Cabe señalar que la prevención está ligada no sólo al cambio de representaciones sociales, sino al de las condiciones de vida de las personas, pues incluso una variación en las representaciones no garantiza la transformación de las prácticas, si no existen modificaciones en el contexto particular. Por ejemplo, con protección y garantía a los derechos de todos, que incluya el acceso a la educación, salud y vivienda, la creación de una cultura de la legalidad (pues no hay que olvidar que aspectos centrales que perpetúan la prostitución son el miedo a las represalias por parte de las redes de explotación sexual y narcotráfico), así como la obtención de una ganancia económica al considerar la prostitución como parte del comercio en general.
En este artículo han sido expuestos elementos básicos para la comprensión de la realidad social en la que se instaura y desarrolla la prostitución de niñas y adolescentes en La Merced. El siguiente paso consiste en retomar este análisis para la construcción de una propuesta práctica. De acuerdo con los resultados obtenidos en esta investigación, para lograr una prevención efectiva es deseable que cambien distintas representaciones sociales en torno a la niñez y adolescencia, el género, la sexualidad, la prostitución, los derechos humanos y la legalidad, entre otras.
Habrá que cuidar que los procesos de cambio en las representaciones sociales de la comunidad no repercutan negativamente en las niñas y adolescentes explotadas. Sobre todo porque los resultados de esta investigación muestran que las fronteras entre explotación sexual de mujeres adultas y las menores se desdibujan, lo que lleva a pensar en la posibilidad de que no exista una clara y definida representación social de la prostitución de este sector de la població, pues al ser negada la prostitución de niñas, y al ser omitida la adolescencia como etapa de vida, se equipara a las jóvenes de entre 12 y 18 años de edad con las adultas, sobre todo si son madres.
Así, la representación social de explotación sexual comercial de mujeres adolescentes se ancla a la de las adultas; “cortándolas con la misma tijera”, lo que permite dejar de lado el aspecto de la explotación para enfocarse en el de un trabajo o comercio de los explotadores, pues no es lo mismo ser la mercancía que ser el dueño de la mercancía. Este último (hombre) está autorizado socialmente a apropiarse de su mercancía y “trabajarla” o “moverla” justificándose en el “desvío sexual” de aquella.
Desde esta lógica, si en un proceso de cambio de representaciones sociales los comerciantes y vecinos comienzan a percibir la prostitución como algo peligroso y dañino a su comunidad, es posible que la reacción inmediata sea de defensa, sin que necesariamente se proteja a las niñas y adolescentes explotadas y se denuncie la explotación (sobre todo porque existen autoridades a diversos niveles que se benefician tanto económica como sexualmente). Por ello el cambio no puede y no debe darse sólo en lo simbólico. Resultaría erróneo creer que elementos específicos de una representación llevarán al cambio en las prácticas sociales. Los estudios de las representaciones pretenden un cambio sociocultural (reflejado en hechos históricos, económicos, políticos, estructurales) a nivel de prácticas.
Dada la complejidad del problema que aquí se plantea, sólo acciones integrales, implementadas por equipos multidisciplinarios y con la participación de la sociedad civil en corresponsabilidad con instituciones gubernamentales lograrán el cambio de representaciones sociales y situaciones estructurales ancladas en sistemas que perpetúan la injusticia social.
Tal como se menciona en el Artículo 1° de la Convención de los Derechos del Niño, por niño se entenderá toda persona menor de 18 años.
La Merced es una comunidad situada en el centro histórico de la ciudad de México, representa una de las zonas comerciales más grandes e importantes de la capital, donde la prostitución es un fenómeno con amplio antecedente histórico.
En México ya se ha documentado mediante investigaciones antropológicas que una de las formas en que mujeres jóvenes (algunas menores de edad) son incorporadas a la prostitución es mediante el enamoramiento. Un ejemplo de estas investigaciones lo representa la tesis de maestría titulada “Trata de personas, padrotes, iniciación y modus operandi”, que Oscar Montiel, estudiante del ciesas, realizó en el Estado de Tlaxcala en 2007.
Lamentablemente el ser mujer adolescente es otro de los factores de riesgo identificados para la explotación sexual comercial, pues los proxenetas buscan principalmente a mujeres de esta edad para enamorarlas, engañarlas e incorporarlas a la prostitución. Los motivos de esta situación son diversos, por un lado, los consumidores de prostitución buscan mujeres jóvenes como las adolescentes e incluso llegan a pagar más por los encuentros sexuales con ellas; por otro lado, aprovechan su situación de vulnerabilidad para generarles adicción a las drogas y de esta forma asegurar su permanencia en la prostitución. Una tercera razón es que culturalmente la infancia y adolescencia son minimizadas, por lo que fácilmente sus derechos son violados a todas luces, mientras los explotadores gozan de completa impunidad.
Lo más común es que se trate de figuras masculinas y cercanas emocionalmente quienes reclutan, inducen o venden a las niñas y adolescentes para ser explotadas sexualmente. La implicación de este hecho no es menor, pues aunque no se puede negar la participación de algunas mujeres en la explotación sexual de otras mujeres, son principalmente los hombres quienes cobijados bajo representaciones sociales patriarcales que les permiten el intercambio de mujeres, los principales beneficiarios de la explotación sexual de las mujeres, tanto económica como sexual. No hay que olvidar que la oferta y la demanda están dominadas por los hombres, quienes tratan a las mujeres como mercancía.
En el marco de prevención de las adicciones, la prevención selectiva es la modalidad de intervención que agrupa al conjunto de acciones dirigidas a aquellos sectores de la población que, por sus características socio-demográficas, sus condiciones y/o estilos de vida presentan mayor vulnerabilidad para iniciar el consumo de drogas (Centros de Integración Juvenil A.C. 2008, 2). Este tipo de prevención bien puede enfocarse a la explotación sexual comercial de niñas y adolescentes.
No se trata de culpar a los comerciantes de La Merced, sino de mostrar una realidad social en la que este grupo abiertamente reconoce que la prostitución atrae a clientes que además de consumir sexo, consumen otros de los productos que se venden en la comunidad. Así, lo que naturaliza e invisibiliza a la escnna es que no sólo los padrotes, sino los demás actores del entorno (cómplices y testigos) también se benefician de ella.
Las zonas marginales se crean tanto simbólicamente como a partir de la desigualdad social y las políticas gubernamentales, lo que ha dado por resultado el aislamiento socio-moral de sectores estigmatizados, así como la amputación sistemática del espacio y de las posibilidades de vida de sus miembros (Wacquant 2010, 9–24).
Además de los mecanismos sociales de negación y justificación, existe como una característica de las clases bajas, a saber, el desarrollo de procesos de deterioro que llevan hacia una mayor tolerancia a la psicopatología (Lewis 2006, 19). En este caso, dichos procesos de deterioro implican que la comunidad conviva con los proxenetas, administradores y dueños de hoteles, distribuidores de drogas, autoridades y clientes de la prostitución con niñas y adolescentes.