En este número principalmente se abordan dos problemas. El primero de ellos se refiere al embarazo en mujeres adolescentes, condición importante debido a que, en nuestro país, el 20% de los nacimientos ocurren en madres menores de 20 años de edad1. Si bien se ha establecido que los embarazos de mujeres adolescentes son de alto riesgo, en los que los recién nacidos presentan una tasa mayor de prematurez, bajo peso al nacimiento y retardo en el crecimiento2, por otra parte, no existen estudios suficientes que dejen en claro si la evolución de los prematuros hijos de madre adolescente es la misma que la de los recién nacidos prematuros de madre no adolescente3; en este sentido, el artículo de Carrera y cols.4 evaluó la evolución perinatal de embarazos pretérmino de madres adolescentes, sin encontrar que los prematuros, hijos de madres adolescentes, hayan tenido una morbilidad y mortalidad mayor, comparados con los recién nacidos prematuros hijos de madres no adolescentes.
Por otra parte, el artículo de Mora y cols.5 hace énfasis en el contexto social y cultural del embarazo en las adolescentes, haciendo el señalamiento que los jóvenes con baja escolaridad, con menores expectativas académicas y laborales, con menor autoestima y asertividad, tienden a iniciar a más temprana edad su vida sexual activa, utilizando con menor frecuencia algún método de anticoncepción, y a embarazarse.
Un segundo aspecto que se revisó en este número de Perinatología y Reproducción Humana fue el relacionado con la participación de las condiciones genéticas en los fenómenos reproductivos. En el trabajo de Arteaga y cols.6 se estudió la presencia de mosaicismo en diferentes tejidos de mujeres con falla ovárica prematura, encontrando que el grupo estudiado presentó, en los núcleos en interfase de células de la mucosa oral, de sangre periférica y de orina, una línea celular con monosomía X en el 0.94% (0.3-2%) y una línea celular con trisomía X en el 0.52% (0-3.4%), proporción mayor a la encontrada en un grupo control, lo que sugiere que la presencia de mosaicismo de bajo grado puede ser la causa de falla ovárica prematura. Mientras, en el estudio de Pérez-González y cols.7, se señala que las causas genéticas más frecuentemente asociadas a infertilidad masculina son las anomalías cromosómicas y microdeleciones del Y8, por lo que los autores se propusieron determinar la frecuencia de alteraciones cromosómicas en pacientes con alteraciones seminales y de microdeleciones del Y, encontrando que, de 70 hombres que presentaban una concentración espermática < 5 millones/ml y cariotipo normal, en dos se identificaron alteraciones cromosómicas estructurales y en cinco se detectaron microdeleciones del Y.
El resto del número se complementa con dos trabajos interesantes. En el primero de ellos se aborda el problema del manejo en deshidratación hipernatrémica neonatal (DHN), la cual es una condición grave y que se asocia con edema cerebral, hemorragia intracraneal y gangrena del recién nacido. Los autores trataron 51 neonatos con una carga rápida de solución salina y soluciones de rehidratación con 50 meq de Na/L y glucosa al 5% con buenos resultados, con lo que concluyen que la rehidratación en el neonato con DHN con cargas de solución salina al 0.9% es efectiva y segura9. El siguiente artículo es un estudio sobre el seguimiento a 11 años de los accidentes nosocomiales con objetos punzocortantes en un hospital pediátrico de 3.er nivel de atención. Los autores muestran una reducción en el número de accidentes; sin embargo, las tasas de accidente por 100 camas y por 1,000 egresos aún están muy por arriba de lo reportado en la literatura internacional. Señalan que, a pesar de que en su hospital se han implementado medidas de seguridad y prevención de accidentes por objetos punzocortantes, estos siguen ocupando el primer lugar entre los accidentes ocupacionales, por lo que deben reforzase las medidas de seguridad en el hospital10.