«El tiempo destruye rápidamente los trabajos científicos. Lo que no vale desaparece. Por el contrario, lo que es bueno permanece y la verdad triunfa»
Pierre Budin
Uno de los cambios más significativos en la práctica médica de las últimas décadas ha sido la notable especialización de las disciplinas médicas. El campo de la neonatología ha experimentado un rápido desarrollo tanto del conocimiento científico como del tecnológico.
Los avances más importantes en la neonatología se han caracterizado por incidir en la disminución de los resultados adversos en los recién nacidos prematuros. Como por ejemplo, la reducción de las tasas de mortalidad infantil, que eran muy altas a comienzos del siglo xix, mediante el establecimiento de la primera estación de incubación de neonatos prematuros en Chicago, Illinois, por parte del Dr. Joseph B. DeLee. El desarrollo y utilización de la incubadora por Pierre Budin, en los primeros años del siglo xx, permitió disminuir la mortalidad de los recién nacidos prematuros, la cual era debida sobre todo por la baja capacidad de los prematuros de regular su temperatura corporal. Por otra parte, un avance muy significativo fue la elaboración y puesta en práctica del test de Apgar, el cual es utilizado hasta la fecha actual para evaluar las condiciones del recién nacido.
Con el desarrollo de la neonatología, iniciado en los años 50 del siglo pasado, se produjeron en las décadas siguientes una rápida y enorme cascada de conocimientos en esta especialidad, cuyo progreso quedó materializado en la creación de las unidades de cuidado intensivo neonatal. Desde entonces, el avance del conocimiento médico en general, la aparición de nuevas modalidades de tratamiento médico y quirúrgico, y la aplicación del desarrollo tecnológico a la medicina, han permitido disminuir la mortalidad neonatal en más del 50%, y alcanzar porcentajes de sobrevida en prematuros de muy bajo peso del 75 al 80%.
En el siglo xxi en el que los equipos médicos son cada vez más especializados, la neonatología se caracteriza por alcanzar una alta tasa de sobrevida y mejor calidad de vida de los recién nacidos prematuros. Hoy las terapias aplicadas se basan en la medicina basada en la evidencia, con un fuerte concepto de racionalidad terapéutica. Los esfuerzos están centrados en la atención del prematuro extremo y del niño con malformaciones congénitas, en quienes se ha desarrollado toda una terapia anticipatoria para minimizar las secuelas que potencialmente afecten su calidad de vida.
Es por eso que la investigación clínica es necesaria en el quehacer habitual del neonatólogo. Nadie puede poner en duda la importancia de la investigación y el papel que desempeña en buscar nuevas opciones de diagnóstico y tratamiento para mejorar la salud de los niños. Independientemente de ello, uno de los objetivos principales de la investigación, es la difusión del conocimiento a través de la publicación de los resultados de los estudios. Un experimento científico, por espectaculares que sean sus hallazgos, no termina hasta que esos resultados se publican. De hecho, la piedra angular de la filosofía de la ciencia se basa en la premisa fundamental de que las investigaciones originales tienen que publicarse; solo así pueden verificarse los nuevos conocimientos científicos y añadirse luego a la base de datos del conocimiento científico.
Una muestra de la «madurez» que la neonatología ha alcanzado en nuestro país son las numerosas publicaciones científicas que emergen de ese campo clínico. El Instituto Nacional de Perinatología, como una de las instituciones destacadas en neonatología en México, ha querido manifestar en este número de nuestra revista su vitalidad, a través de la presentación de las investigaciones que sus neonatólogos están llevando a cabo como parte de su quehacer diario.
La serie de investigaciones que se presentan en este número, no nos deja duda que el futuro de la neonatología en nuestro país es muy prometedor.