Los potenciales efectos inmuno-estimuladores de las vacunas ARNm contra COVID-19 pueden activar de manera aberrante el sistema inmunológico1 con inducción de linfocitos autorreactivos del huésped que hipotéticamente desarrollan o reactivan enfermedades autoinmunes2.
Presentamos una mujer de 42 años sin antecedentes patológicos, quirúrgicos, alérgicos o medicamentosos de importancia, quien completó el esquema de vacunación contra la COVID-19 con la vacuna ARNm de Pfizer. Recibió la primera dosis el 8 abril de 2021 y la segunda dosis el 30 abril de 2021. Consultó por un cuadro clínico que inició al segundo día de recepción de la vacuna, con aparición de máculas en la región maleolar externa de ambas extremidades inferiores y que con la segunda dosis de la vacuna se extendieron a la región dorsal de las piernas, los pies y luego a los brazos.
Se observaron múltiples máculas y pápulas eritemato-purpúricas, de bordes definidos, irregulares, de aproximadamente 5 a 10 milímetros de diámetro, de superficie lisa, consistencia blanda, que se distribuían de manera generalizada (fig. 1), acompañadas de prurito leve. La paciente no reportó síntomas sistémicos asociados.
El hemograma durante los primeros días de aparición de la reacción cutánea fue normal (leucocitos 7.230, linfocitos 2.390, neutrófilos 4.060, eosinófilos 170, monocitos 430, glóbulos rojos 4.730, hemoglobina 14,2, hematocrito 42,9, VCM 90,7, RDW 11,9, plaquetas 273 mil, y los tiempos de coagulación: PT 11,1, INR 0,91, PTT 24,7). Los anticuerpos anti-dsDNA, anti-Ro, anti-La, anti-SM, anti-RMP y anticuerpos citoplasmáticos antineutrófilos fueron todos negativos. Los niveles de IgE fueron de 65,7 IU/ml, GPT 20 U/L, GOT 18 U/L, HIV < 0,050, antígeno de superficie de hepatitis B 0,18, RPR no reactiva, anticuerpos totales para hepatitis C 0,03.
La biopsia mostró un edema intersticial en la dermis papilar con infiltrado inflamatorio linfohistiocitario perivascular superficial y profundo (fig. 2A y B), acompañado de neutrófilos con leucocitoclasia (fig. 2D), algunos de ellos dentro de las paredes de los vasos sanguíneos, lo que a su vez mostró inflamación de las células endoteliales, necrosis fibrinoide y glóbulos rojos extravasados (fig. 2C). Con todas estas características se realizó el diagnóstico de vasculitis leucocitoclástica. Tras la administración oral de corticoides, el cuadro cutáneo remitió.
Se han descrito reacciones de hipersensibilidad inmediata con mayor frecuencia tras la colocación de la vacuna contra la COVID-193. Bostan et al., describieron un caso similar de un hombre con erupción violácea generalizada, 3 días después de la aplicación de la vacuna contra la COVID-19. El examen histopatológico mostró hiperqueratosis, infiltrado inflamatorio mixto perivascular y extravasación de eritrocitos4. Una serie de 12 casos demostró la aparición de vasculitis clínica e histológicamente en 2 sujetos tras la vacunación contra la COVID-195.
Así mismo, entre las manifestaciones observadas en personas con enfermedad pulmonar mínima por COVID-19, están las lesiones eritematosas y de tipo sabañón en los dedos, que se asocian a elevación de IFN tipo I en la piel como un tipo de vasculitis6. Incluso algunos reportes indican que las manifestaciones de vasculitis leucocitoclástica son de aparición tardía en la infección por la COVID-19, debido a la formación de complejos antígeno- anticuerpo que se dirigen al endotelio vascular, aunque no hay evidencia contundente de este mecanismo etiopatogénico7.
McMahon et al., reportaron que el 17% de las personas que recibieron el régimen de 2 dosis de BNT162b2 tuvieron reacciones cutáneas, incluidas las del sitio de inyección, erupciones cutáneas y morbiliformes; de los cuales el 43% presentaron efectos cutáneos con ambas dosis que en su mayoría empeoraron tras 2 días de la segunda dosis8.
Actualmente la mayoría de los casos reportados con alguna reacción cutánea mejoran rápidamente con la terapia con corticosteroides6.
En conclusión, las vacunas contra la COVID-19 han mostrado una efectividad amplia con buen perfil de seguridad; a pesar de los efectos adversos cutáneos reportados hasta el momento, esto no debe ser un motivo para desestimular la aplicación de las vacunas. Se requieren más estudios prospectivos y de revisión sistemática que establezcan la asociación causal de las reacciones cutáneas tras la exposición a las vacunas contra la COVID-19 y posibles efectos sobre el sistema inmune para evitar recaídas de las lesiones cutáneas por reinfección o futura vacunación.
Responsabilidades éticasEste artículo contó con la aprobación del Comité de Investigaciones de la Universidad Libre de Cali, Colombia.
Los autores declaran que han cumplido con las normas éticas relevantes para la publicación, y que cuentan con el consentimiento informado del paciente.
Conflicto de interesesNinguno.