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Precedidos o paralelos a la labor directiva en una revista de medicina de trayectoria efímera (<span class="elsevierStyleItalic">Cuadernos de Medicina</span>, 1955-1957) en la que hice mis primeras armas y a la dirección de <span class="elsevierStyleItalic">Actas Dermo-Sifiliográficas</span> al tiempo de mi presidencia de la Academia Española de Dermatología y Venereología (1978-1982). Diez años como editor de los <span class="elsevierStyleItalic">Archives of Dermatology,</span> edición española, durante los que participé en las reuniones de editores de las revistas de la AMA (American Medical Association), en las que ciertamente aprendí mucho, y varios lustros de participación activa en los consejos editoriales de las principales revistas de otros países (<span class="elsevierStyleItalic">Archives of Dermatology, Journal of the American Academy of Dermatology, European Journal of Dermatolgy</span>, por citar únicamente las que llevaban a cabo reuniones periódicas de los responsables) completan lo que no está aquí recopilado a modo de <span class="elsevierStyleItalic">curriculum,</span> sino referido para avalar, en cierta manera, las consideraciones que a continuación expreso.</p><p class="elsevierStylePara">Las <span class="elsevierStyleItalic">ventajas</span> de las revistas dermatológicas en lengua española (y cabe generalizarlo a las de lengua portuguesa en el campo del CILAD) son claras, y referirlas requiere poco espacio: <span class="elsevierStyleItalic">a)</span> fáciles de leer para los dermatólogos de los países de dicha habla, dato a tener muy en cuenta ahora que determinados aspectos de la medicina pueden resultar embrollados y complejos para el no iniciado; <span class="elsevierStyleItalic"> b)</span> ausencia de obstáculos al redactar artículos en el propio idioma, y <span class="elsevierStyleItalic">c)</span> mayor posibilidad de difusión en las áreas hispanohablantes.</p><p class="elsevierStylePara">Pero si al señalar las ventajas se acaba pronto, no sucede así con los <span class="elsevierStyleItalic">inconvenientes,</span> que son múltiples y sus causas, diversas. De hecho, las revistas dermatológicas en lengua española presentan casi todas, en mayor o menor grado, los mismos problemas.</p><p class="elsevierStylePara">Señalaré, en primer lugar, los <span class="elsevierStyleItalic">problemas de orden económico:</span> el progresivo incremento de los costes de impresión y distribución; la disminución paulatina de los ingresos por publicidad, ya que la promoción y difusión de los productos farmacéuticos y cosméticos se va orientando de forma distinta, menos ligada a una imagen y a un texto en «sustrato papel» (el clásico anuncio) como antaño. La problemática económica se completa con la disminución del «deseo de pago por la revista» (léase suscripción) por parte del dermatólogo; ya sea porque la puede leer en biblioteca, porque no quiere el gasto, porque no está acostumbrado a pagar o porque suponga que debe ser de regalo (curiosamente, algunos aceptan más fácilmente pagar por una revista en inglés que comprenden que no pueda ser gratuita).</p><p class="elsevierStylePara">Se puede decir que otra clase de «problemas» atañe directamente al suscriptor. En primer lugar señalaré que una gran proporción de ellos no lee las revistas. Si dijera que el 80% no la lee o que lo hace de forma absolutamente incompleta (únicamente la «hojea»), se opinará que exagero. Creo que no es así, y esta opinión la comparten amigos de reconocida experiencia en el campo de la edición médica de nuestros países. Recuerdo, a este respecto, una anécdota de mis tiempos de <span class="elsevierStyleItalic">Medicina Cutánea ILA</span> cuando, en una asamblea del CILAD, un miembro señaló que los resúmenes en francés (que casi siempre tenía que hacer yo, pues los autores no los enviaban) debían suprimirse, ya que el español y el inglés bastaban. Le contesté que estaba tan de acuerdo con su opinión que los había dejado de publicar desde hacía 4 años.</p><p class="elsevierStylePara">En lo relativo al lector/suscriptor, para quien se hace la revista, pero que a su vez debe ser quien la haga con sus manuscritos, cabe señalar los problemas en la redacción y el envío de trabajos. Los autores en lengua española, en general, redactan una proporción de artículos muy inferior a su capacidad productiva, y ello es particularmente acusado en ciertos países de nuestra habla. La tendencia a redactar en inglés, para conseguir mayor difusión o factor de impacto, aumenta a la par que decrece el interés por hacerlo en las revistas del propio idioma. Hay que mejorar nuestras publicaciones para que tengan más difusión. Y para hacerlas mejor no hay que nutrirlas de lo que no valdría para ser publicado en otro idioma.</p><p class="elsevierStylePara">En este apartado hay que señalar que existen, asimismo problemas en lo que se refiere a la selección y la corrección de los manuscritos. Si en una revista se reciben pocos y no muy buenos, ciertamente será difícil seleccionar como es debido. Y además no es infrecuente que los autores a quienes se rechaza un trabajo o se indica la necesidad de correcciones se ofendan. Rechazo o correcciones que se soportarían en caso de tratarse de una revista en otro idioma.</p><p class="elsevierStylePara">Pero no quiero hablar únicamente de las dificultades, ya que hay que suponer que para casi todos los problemas pueden existir soluciones.</p><p class="elsevierStylePara">Hace años pensé que una buena fórmula sería tomar ejemplo de lo que se hacía en Francia con las 2 revistas de la sociedad de dermatología. Una, el <span class="elsevierStyleItalic"> Bulletin de la Société Française de Dermatologie</span>, publicaba las actas de las sesiones de la sociedad y se incluían los casos presentados en ésta. La otra, los <span class="elsevierStyleItalic">Annales de Dermatologie</span>, recogía originales de diversa índole y, en general, con mayor extensión. Siguiendo este modelo, yo creía que una publicación (evidentemente mi propuesta era <span class="elsevierStyleItalic">Medicina Cutánea ILA</span>, por su carácter supranacional y común a todos los países del CILAD) debía seguir el modelo de los <span class="elsevierStyleItalic">Annales</span> (con originales de naturaleza variada: clínica, investigación, actualización), mientras que las revistas de las sociedades de los países de América latina podían cubrir el papel del <span class="elsevierStyleItalic">Bulletin</span> (actas societarias, casos presentados en éstas, noticias, formación continuada, opinión y también los trabajos de todo tipo con interés específico para el área donde se publicaba). Ésta era una buena solución teórica pero difícil de llevar a la práctica. Era indispensable que en todos los países se aceptase como una necesidad, ya que su aplicación requería coordinación y empeño por parte de todos los implicados. Sigo pensando que el método sería bueno pero, cuando se intenta ponerlo en marcha, los mejores sistemas pueden fallar. Como todo lo que necesita colaboración entre muchas sociedades, países y personas, aunque los deseos sean idénticos, conseguir que se acepte y aplique una solución buena para todos es difícil por no decir utópico (véase como ejemplo todo lo que atañe a los proyectos y resultados de los mismos, de reconocidas organizaciones internacionales, desde la ONU y la OMS a los distintos bailes de siglas y objetivos variados).</p><p class="elsevierStylePara">Cabe aquí hacerse una pregunta. En el futuro más o menos inmediato, ¿van a desaparecer las publicaciones periódicas científicas en sustrato papel? En otras palabras, ¿persistirán las revistas que, en forma de ejemplar encuadernado, llegan a nuestras manos? Nadie tiene espacio suficiente para almacenarlas. El 90% de su contenido es poco relevante y de escaso o nulo interés para ser conservado y consultado en un futuro por quien las recibe (y esto es válido incluso para las más prestigiosas revistas de medicina y biología, incluso para <span class="elsevierStyleItalic">Science</span> y <span class="elsevierStyleItalic"> Nature).</span> ¿Van, pues, las revistas y programas <span class="elsevierStyleItalic">on line</span> ­que al estar en la red pueden consultarse en cualquier momento­ a reemplazar totalmente a las tradicionales, teniendo a su favor las primeras un menor coste y una más fácil difusión mundial? No lo creo. Mientras haya una mínima posibilidad, las sociedades y los individuos preferirán que exista algo tangible y persistente. El orgullo individual de ver el propio nombre en letras de molde y el trabajo personal impreso probablemente están inscritos en los genes del ser humano desde tiempos remotos. Así, se podrían interpretar desde las pinturas rupestres hasta, no ya con los <span class="elsevierStyleItalic">graffiti</span> de ahora, sino las inscripciones talladas en la piedra que los soldados napoleónicos y otras huestes hollaron en templos y pirámides.</p><p class="elsevierStylePara">Sin duda, el mejor sistema es el mixto. Revista convencional (tal vez con material muy seleccionado o de formación continuada) y espacio electrónico dotado de posibilidad de interacción. Los programas en la red son útiles y muy consultados. Como ejemplo citaré uno de formación continuada, con el que colaboro desde hace 3 años, <span class="elsevierStyleItalic">Access Dermatology</span> (www.accessdermatology. com), que recibe 180.000 visitas al año.</p><p class="elsevierStylePara">Otra idea es que las revistas de dermatología en lengua española se dotaran de un consejo editorial común (¡qué iluso!) o que se crease un consejo internacional de revistas de dermatología en lengua española (CIRDLE ­si se bautiza con siglas tiene más posibilidad de éxito­) al que perteneciesen los directores-editores de todas ellas. Esto último es factible.</p><p class="elsevierStylePara">¿Y cuáles serían las funciones y utilidades de ese consejo, el CIRDLE? Pues muchas e importantes: aunar esfuerzos, estudiar y resolver conjuntamente problemas... a veces se nos presenta una dificultad que otros tuvieron, y que solucionaron porque encontraron una vía que aún no hemos hallado; tal vez procurar una financiación común, al menos en ciertos casos (todos juntos somos muchos); establecer conjuntamente normas (¿qué originales hay que rechazar y cómo hacerlo?, ¿qué hay que corregir y cómo hacerlo?); intercambio de información para evitar la doble publicación de originales; control conjunto de la veracidad del contenido de los estudios y de que los resultados que se publican sean fidedignos. Se puede hacer mucho, pues hay campo para ello; pero el conseguir algo no depende tanto del objetivo trazado cuanto de quienes lo emprenden y de su deseo de alcanzar lo que se han propuesto.</p><p class="elsevierStylePara">Hace años participé en las reuniones informales de un no menos informal <span class="elsevierStyleItalic">Council of Editors of Dermatological Journals</span> ideado por Larry Parish. En esas reuniones, que se llevaban a cabo una vez al año en un ambiente amistoso y sin protocolo, creo que todos oímos ideas interesantes en las que no habíamos pensado.</p><p class="elsevierStylePara">La personalidad y el orgullo de origen no son defectos, sino cualidades. Pero, a veces, sin desterrarlas hay que querer y saber ir más allá. Todos los que estamos empeñados de una forma u otra en las revistas dermatológicas en lengua española: directores, equipo y consejo editorial, sociedades, autores, suscriptores, lectores, somos dermatólogos. Y juntos podemos trabajar para mejorar nuestra especialidad (y lo que atañe a estas revistas cabe en ese reto). Por la distancia, las ocupaciones, la distinta problemática y multitud de pequeñas cosas, no es empresa fácil. Pero difícil no es sinónimo de imposible, y creo que a los ambiciosos les va intentar (y conseguir) lo que otros dejarían por ser excesivamente duro o complejo.</p><p class="elsevierStylePara">Acabo volviendo al inicio de este editorial con 2 preguntas: ¿hay un futuro para las revistas de dermatología en lengua española? y ¿pueden resolverse los inconvenientes a los que en este escrito aludo? Pero no debo ser yo quien responda. Los de mi generación cumplimos ya, mejor o peor, con nuestro cometido. Ahora les toca a los más jóvenes, a los que están en primera línea. 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¿Tienen futuro las revistas de dermatología en lengua española? Ventajas e inconvenientes
The future of dermatologic journals in Spanish language