La preeminencia de los problemas que desató la gran crisis, así como la sucesión de políticas gubernamentales erróneas para su solución han desplazado los temas del debate económico en casi todas partes del mundo, desde las políticas de desarrollo hacia las conocidas y repetidas políticas de ajuste. Después de la enorme recesión mundial del 2009, los gobiernos han instrumentado políticas de expansión-contracción (stop-go) con el objetivo de aliviar temporalmente las restricciones crediticias (la generalizada contracción de la liquidez en los mercados financieros globales) y, al mismo tiempo, evitar un descenso generalizado en los rendimientos financieros. Así, nos encontramos frente a un elevado aumento de la rentabilidad en los mercados financieros, un lento crecimiento económico con frenos recesivos y un estancamiento del empleo.
¿Cómo alcanzar la mayor austeridad del gasto público, especialmente del gasto social, en menor medida del gasto en inversión y de ninguna manera el gasto público en servicios financieros? Ese se ha convertido en el asunto crucial de la finanzas públicas y no el debate sobre cómo y en qué utilizar el gasto público.
Disminuir los déficit públicos, equilibrar las finanzas gubernamentales, en sí la austeridad se ha puesto en el centro del debate en este momento en escala mundial. Los hacedores de las políticas económicas y de cada país, los organismos financieros internacionales y los bancos centrales insisten en aplicar las políticas de austeridad para salir de la crisis. La austeridad para disminuir el déficit público y con ello la reducción del gasto público se ha vuelto el corpus del diario acontecer. Un gobierno con un gasto superavitario obliga al sector privado a ser deficitario, bien sean las familias o las empresas tendrán que ser grandes y crecientes deudores, hasta que alguno de esos sectores no pueda más, como en el caso de la crisis hipotecaria (deuda de las familias y de las firmas) desatada en tantos países desde el 2007.
Es cierto que a los hacedores de políticas también les preocupa la lenta recuperación del crecimiento económico, pero el nivel de transferencias del sector público al rescate financiero ha sido enfrentar la insolvencia de los bancos, elevando el monto del endeudamiento y otorgando amplia protección a los inversionistas institucionales.
La austeridad como política y dogma rememora el siglo xix cuando México se vio amenazado por sus acreedores de España, Francia y Estados Unidos. Pero quizás una historia más cercana es cuando imperó la reformulación del gasto público frente al pago del servicio de la deuda externa en América Latina durante los años ochenta del siglo xx. Renegociaciones y planes de austeridad caracterizaron la llamada “década perdida” junto con el discurso de las reformas del Washington Consensus. El pensamiento hegemónico estuvo presente en la dimensión de todas las políticas públicas que propiciaron cambios estructurales al modelo de sustitución de importaciones consumado bajo la influencia del pensamiento de Prebisch a partir de la posguerra en nuestra región.
Los gobiernos en América Latina utilizaron este discurso y dogma de la austeridad del gasto público para mantener y elevar los pagos del servicio de la deuda externa, modificando, incluso, el discurso populista y estatista prevaleciente hasta los años setenta y ochenta. Las democracias latinoamericanas de los noventa se cobijaron bajo el pensamiento hegemónico destacando la independencia del banco central y el equilibrio presupuestal, acompañando todo ello del aumento de las reservas internacionales para la estabilidad de los flujos especulativos de capital y la flexibilidad del mercado laboral para mantener los salarios bajos. La estructura económica se vio inmersa en una fuerte transformación de las cadenas productivas, en los circuitos financieros y una mayor inserción de los países al mercado mundial. El proceso ha dejado enormes huellas sociales y también en la estructura productiva, de manera que no se olvida a pesar del crecimiento económico de la última década, puesto que éste está fundado, principalmente, en la exportación de recursos naturales, fuerza de trabajo barata y enorme destrucción ambiental.
El debate en torno al desenvolvimiento de la economía mundial durante los últimos meses ha propiciado ideas alternativas al pensamiento único ante la gran incertidumbre del curso de la crisis, la recesión y las altas ganancias en los mercados de valores. La mayor preocupación, más allá de las crisis, es la profundización de un sistema financiero sombra, cuyos intentos por regularlo son una lucha frente a un muro ideológico difícil de transformar y se encuentran en el reestablecimiento de políticas sociales, y en la viabilidad y sustentabilidad del modelo primario exportador. El debate sobre desarrollo aún tiene grandes desafíos por delante, especialmente debido al dominio del pensamiento hegemónico, que no ha podido ser destruido incluso en economías que han sorteado la crisis con políticas monetarias más flexibles. Pero esta es una crisis estructural del capitalismo donde el “rentista”, tal como lo señala Keynes en la segunda parte del capítulo 24 de su libro Teoría general de la ocupación, el interésy el dinero ha impedido una ocupación plena y ha profundizado la desigual distribución de la riqueza y de los ingresos.
El debate de las políticas de austeridad y el déficit público cero ponen nuevamente en alerta no sólo el crecimiento sino el desarrollo económico de nuestros países. Por un lado, la reducción del gasto público repercute en el bajo crecimiento y el desarrollo económico en las políticas económicas del sector público. Por ello, una solución poskeynesiana sobre el déficit público es rescatar el papel de los déficit buenos que expanden el desarrollo social, pero éste es un debate ausente durante los últimos años.
En el presente número de la Revista Problemas del Desarrollo tenemos los siguientes artículos de actualidad.
En primer lugar, el artículo “Descalabros y desafíos de la política social en México” de José Narro Robles, David Moctezuma Navarro y Diego de la Fuente Stevens es una muestra significativa de cómo los programas de austeridad han cancelado la política social en México y a pesar de un gran esfuerzo por incluirla como arma en contra de la pobreza por parte del gobierno federal no han presentado ningún resultado. Muchos programas y pocos resultados es lo alcanzado mediante una política social que no ha logrado disminuir ni las brechas de la desigualdad y ha sumido a más de 50 millones de personas por sus ingresos en pobreza lacerante. Un país que a 100 años de una revolución social no ha mejorado el nivel de vida de su población. Los autores hacen un recuento de todos los programas durante las últimas décadas y evalúan su desempeño y los datos son contundentes más cuando se refieren a la población indígena en comunidades rurales. Los autores demuestran la falta de coordinación entre las diferentes secretarías ante la diversidad de programas cuyo objetivo prioritario es el desarrollo social y la superación de la pobreza. Ante el equilibrio macroeconómico es muy importante lograr una política social acompañada de crecimiento económico con equidad social, concluyen los autores.
En segundo lugar, “De Schumpeter a los postschumpeterianos: viejas y nuevas dimensiones analíticas” de los autores Gabriel Yoguel, Florencia Barletta y Mariano Pereira. En este trabajo se analiza cómo a raíz de la crisis del sistema capitalista, el pensamiento heterodoxo ha dado respuesta al desenvolvimiento y al ciclo económico. En ello descansan las ideas de Schumpeter donde las condiciones de desequilibrio, la competencia y el proceso de destrucción creativa son muy importantes. Los autores resaltan la vigencia en la moderna teoría evolucionista de la innovación y el cambio tecnológico, y con comprensión de las obras escritas por Schumpeter destacan la mutación industrial y la revolución al interior de la estructura económica. Posteriormente, exaltan los enfoques evolucionistas y neoschumpeterianos que varios autores hacen de la obra de Schumpeter, una lectura clásica en el curso de la crisis actual y del pensamiento evolucionista neoschumpeteriano. En tercer lugar tenemos el trabajo de Alejandro Dabat y Paulo Leal titulado “Declinación de Estados Unidos: contexto histórico mundial”, en el cual los autores profundizan sobre la crisis capitalista cuyo origen se desarrolla en Estados Unidos y se expande a Europa. La declinación del país hegemónico frente a China y la ruptura de un orden mundial global neoliberal. Se toman en cuenta las tendencias internacionales de la Revolución informática y el nuevo sistema financiero o sistema financiero sombra. Los autores destacan la reducción del incremento de la productividad nacional del trabajo al pasar de 2.5% medio anual durante el periodo 1990-2000 a 1.4% entre 2000-2010. A ello se agrega el crecimiento casi nulo del ingreso nacional por habitante de 0.7%, lo cual amplió la desigualdad social cercana al nivel crítico de 0.5% propio de las naciones más dispares del mundo, lo que en palabras de los autores minó las bases de la sustentabilidad sociopolítica de largo plazo en Estados Unidos.
Alma Espino destaca en su trabajo “Brechas salariales en Uruguay: género, segregación y desajustes por calificación” el desajuste que hay entre la calificación de la fuerza de trabajo uruguaya y la vinculación con la segregación ocupacional. La interpretación de las brechas salariales de género en el marco de la economía neoclásica suele basarse en diferencias de productividad así como en factores de discriminación; esta última aparece cuando las diferencias en las remuneraciones por trabajo no se explican por las características económicas que afectan la productividad de los trabajadores, o por las características de los puestos de trabajo. En este artículo, la autora desarrolla regresiones salariales considerando la segregación laboral de género y a lo largo del trabajo se descomponen los resultados para explicar los factores que hay en las diferencias entre hombres y mujeres. Finalmente, se calcula la magnitud de la incidencia de la segregación laboral y los desajustes por calificación en las brechas salariales, mediante la estimación de ecuaciones que incorporan estas variables explicativas. En el caso uruguayo, la segregación ocupacional aparece como un fenómeno persistente y ha sido empíricamente identificada como una de las principales fuentes de las diferencias salariales entre los individuos de ambos sexos.
Juan Sebastián Castillo, Esther Aguilera y Carmen García Cortijo en su artículo “Centroamérica: lo impostergable de una diversificación comercial coherente” han desarrollo, mediante varios modelos, un escenario para la diversificación geográfica de las relaciones comerciales de esta región en función de una cesta de productos. La concentración comercial con Estados Unidos (32.05% de todas las exportaciones) hace necesario una mayor profundización del comercio intrarregional (26.1%), proceso en el cual los gobiernos y empresarios deberán buscar innovar para identificar las oportunidades de comercio intrarregional. Es muy importante diversificar las ganancia con China y Europa, promesa a realizar, y el resto de los países de América Latina. Apostar a un solo socio comercial no es la alternativa para una región que representa un espacio de 2.1% del total de la región latinoamericana y tan sólo con 39 millones de habitantes. El crecimiento de las exportaciones durante el periodo 2005-2010, a una tasa promedio anual de 8%; las importaciones, 7.37%, y la penetración de China llaman la atención como una estrategia de diversificación comercial coherente.
En el siguiente artículo “Colombia: inserción y desequilibrios comerciales en la Cuenca del Pacífico” se muestran, desde el punto de vista de Jaime Torres los desequilibrios comerciales de Colombia con los países de la Cuenca del Pacífico. Durante el periodo 2008-2010 el crecimiento ha sido sorprendente con relación a sus exportaciones e importaciones. Las primeras, representan una elevada concentración en derivados de minerales de 63% con bajo valor agregado; las exportaciones industriales y las agroindustriales crecieron 24% promedio anual. Pero las importaciones del Asia-Pacífico representaron 80% y constituyen bienes industriales de nivel tecnológico y alto durante 2009-2011. La dinámica de las importaciones es un fenómeno reciente y marca la importancia de una estrecha relación comercial con China al desplazar a un proveedor tradicional como Japón en 2011. Una de las principales conclusiones del presente artículo es cómo el actual patrón de comercio interindustrial con Asia se repite, bajo estrategias de desarrollo las diferentes relaciones de principios del siglo pasado. Un problema mayor es la entrada de flujos de capital en el sector minero-exportador cuyo efecto se muestra en la revaluación de la moneda, en sí la llamada enfermedad “holandesa”.
El artículo “Emprendimiento y desarrollo manufactureros en las entidades federativas de México” de Martín Ramírez Urquidy, Manuel Bernal y Roberto Fuentes parte de la hipótesis de la estrecha relación que hay entre los patrones de emprendimiento y el desarrollo económico de un país, este principio se basa en las características socioeconómicas, el contexto institucional y la etapa del desarrollo económico. Los autores confirman la hipótesis al demostrar cómo las diferentes entidades federativas condicionan la estructura empresarial y la capacidad de emprendimiento. Entre los factores más importantes, además de la competitividad de las estructuras empresariales en las diferentes entidades federativas, se encuentran las fuerzas económicas, sociales e institucionales. Todo esto implica la orientación de políticas públicas locales en materia empresarial como el establecimiento de programas de asistencia técnica y capacitación empresariales, que pueden mejorar las prácticas en los estratos de emprendedores incluyendo los menos favorecidos; el vínculo de la educación superior con los sectores productivos y la coordinación de las políticas educativas, de ciencia y tecnología e industria, que debe constituirse en el impulso de innovaciones encaminadas el emprendimiento y a la mejora productiva.
En la sección de comentarios el trabajo de Pablo Andrade “¿Por qué es importante la historia? La economía política del desarrollo en debate” resalta a la historia como uno de los ejes más importante de la teoría del desarrollo. Por ello, es indispensable rescatar los análisis contemporáneos de la economía del desarrollo mediante el estudio históricamente arraigado de las instituciones que emergen y hacen las trayectorias de desarrollo de los distintos países. El autor destaca la necesidad del diálogo de la economía política con los historiadores económicos, economistas del desarrollo y científicos políticos. A la economía del desarrollo se debe sumar, sin lugar a dudas, la filosofía y la cultura.
En la sección de reseñas se presentan cinco libros: Panorama actual de la integración latinoamericana y caribeña, cuya coordinación estuvo en manos de Alfredo Guerra Borges y la reseña escrita por Patricia Vázquez. Modo de desarrollo, organización territorial y cambio constituyente en el Ecuador de Ana María Larrea Maldonado, reseñado por José Luis Maya. Un libro de lectura obligada es Volver a Keynes. Fundamentos de la teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de Axel Kicillof, escrita por Alejandro López. El autor Samuel Lichtensztejn escribió La inversión extranjera directa en México 1980-2011 cuya reseña fue asentada por Josefina Morales. Por último, Irma Delgado reseña el libro de Fabio Barbosa Retos en la exploración y producción de petróleo crudo en el sexenio 2012-2018.