El vínculo entre migración y desarrollo es un tema que ha ganado terreno en tiempos recientes. Bajo este contexto la obra Migración y desarrollo. Debates y propuestas, coordinado por Ana María Aragonés, es una referencia obligada al encontrar en ella un nutrido debate sobre la relación entre estos temas de importancia sobresaliente.
El grueso del contingente migratorio está formado por la llamada migración forzada, aquella que se realiza como resultado de la exclusión social y laboral que hace casi imposible obtener los medios de subsistencia básicos no sólo para el individuo migrante sino también para sus dependientes económicos. Este tipo de migración es la analizada en el texto. En este sentido, la primera cuestión que nos aclara esta obra es el porqué de la existencia de estos movimientos trasnacionales de trabajadores. Mediante un análisis de las condiciones del mercado laboral y el estancamiento económico en México se puede observar que la posibilidad que tiene un trabajador de encontrar un puesto laboral que le permita satisfacer sus necesidades básicas es muy baja, esto a su vez es explicado porque la economía mexicana ha tendido a especializarse en la producción de bienes de la industria maquiladora de exportación, caracterizada por un muy bajo nivel de valor agregado y de encadenamientos productivos. Bajo este contexto, la migración se convierte en una acción de supervivencia, una búsqueda de mejores condiciones de vida para el migrante y su familia.
En este entendido, el texto nos adentra en el análisis de la relación entre migración y desarrollo. Se parte de una crítica a la visión positiva y reduccionista de tal relación, elaborado por organismos internacionales que colocan a las remesas como una herramienta para generar el desarrollo económico del país. Sin embargo, esta visión se vierte como argumento para justificar el fracaso de las políticas de ajuste estructurar impulsadas por estos mismos organismos; también se olvida de que los migrantes son una fuente de desarrollo, pero para aquel país que los recibe. La población migrante ayuda a relajar tanto sus problemas estructurares como los demográficos y además mantienen bajos costos laborales en las industrias de producción de bienes salario, esto resulta en cuantiosas ganancias para las empresas que contratan a estos trabajadores en condiciones de extrema vulnerabilidad.
Otro elemento que olvidan quienes colocan a la migración como el motor del desarrollo es el problema en materia de derechos humanos. Este contingente laboral es visto como una mercancía, una población desechable, que contribuye a la dinámica de acumulación capitalista. En este sentido, en la obra se presenta el estudio, de tres de las industrias que más emplean trabajadores migrantes en Estados Unidos: la construcción, la industria procesadora de carne y los servicios de limpieza. La industria de la construcción es una de las actividades con mayores índices de riesgo laboral debido a inexperiencia, problemas de lenguaje y la realización de actividades sin protección ni exigencia alguna por parte de los trabajadores por miedo a ser despedidos. Sucede lo mismo en las procesadoras de carne y los servicios de limpieza que están caracterizados por una extremada flexibilidad laboral, disolución de sindicaos y bajos salarios (las procesadoras de carne pagan salarios que se encuentran 30 o 40% por debajo de lo que se pagaba en 1961). Dadas estas condiciones laborales, en 2006 se presentaron masivas manifestaciones en búsqueda de defender los derechos de los migrantes, pues a los problemas ya mencionados se agregaron legislaciones estatales que criminalizaban a estos trabajadores y a sus empleadores.
El efecto más importante, de la migración, visto como palanca de desarrollo, es el monto de remesas que en la última década ha superado en importancia, como entrada de divisa, a otras variables macroeconómicas. El libro presenta un capítulo destinado al análisis estadístico minucioso de esta importante variable, su contribución porcentual a producto nacional, su papel en la reducción de la pobreza, el efecto multiplicador que tienen sobre el crecimiento del producto nacional, etc. Entre las conclusiones más importantes de este análisis se destaca que los mayores beneficios se presentan de manera individual y familiar, es decir, son los propios migrantes, y su círculo familiar más cercano, los más ayudados por las remesas. Por otro lado, los beneficios en términos agregados (macroeconómicos) son sólo de carácter marginal, debido a que la utilidad de estos recursos se destina en su mayoría a consumo básico (alimentación, vivienda, educación y salud) y no tienen las condiciones estructurales en las economías expulsoras de migrantes que permitan superar las condiciones de subdesarrollo. Otro elemento importante de la discusión sobre las remesas es saber qué tipo de migración o migrantes son los que envían más dinero a sus comunidades de origen, los no calificados o aquellos con un nivel de preparación mayor (migración calificada). Esta pregunta se hace en un contexto en el cual la migración calificada va ganando importancia, particularmente en la última década. El problema es abordado desde las perspectivas macro y microeconómica. Desde el punto de vista de la primera, se concluye que aquellos migrantes con un grado de calificación más elevado son capaces de trasladar a todo su círculo familiar más cercano en el país de destino, por lo cual se rompen las relaciones sociales que mantienen presente la condición de envío de remesas, en consecuencia, se estima que entre más importante sea la proporción de migrantes calificados menor será la captación de remesas de los países que generen este tipo de migración. Al respecto, los estudios de carácter microeconómico consideran que aquellos migrantes con un grado académico mayor son capaces de encontrar puestos de trabajo mejor remunerados y bajo condiciones laborales óptimas, lo cual les permite hacer un envío de remesas mayor que los trabajadores de baja calificación. Se plantean entonces diversos escenarios para los países que son altamente dependientes de las remesas, en los que la conclusión es que la migración de carácter calificada es una pérdida mayor por ser social y que es aprovechada por los países que reciben a este tipo de migrantes. Las remesas no son las suficientes para cubrir esta pérdida de capital humano, debido a que son sólo una parte de su salario, ni tienen efectos que repercutan e incentiven variables clave, como las inversiones productivas, educación de calidad, seguridad social, etc., que ayuden a mejorar las condiciones de vida de la población vulnerable y así no se vean forzados a migrar.
Tres estudios de caso: Veracruz, Guerrero y Querétaro, confirman el hecho de que las remesas, aun cuando se usan bajo el contexto de programas como 2 por 1 y 3 por1, no tienen los efectos para promover el desarrollo económico necesario para convertir la migración en una elección y restablecer así el derecho a no migrar. A pesar de esto, los estudios en Veracruz y Guerrero arrojan conclusiones interesantes pues muestran que los migrantes, a pesar de tener muchos años viviendo lejos de sus comunidades de origen, mantienen un fuerte arraigo cultural y un compromiso sólido por promover mejoras en ellas por medio del envió de recursos económicos, sin embargo, estos deseos y acciones enfrentan obstáculos mayores debido a que la operatividad de estos programas se realiza bajo un ambiente sin transparencia en el manejo de recursos por parte de las autoridades municipales y estatales mexicanas, se manejan la corrupción y la politización de las remesas utilizándolas como plataforma política. Por su parte, la conclusión central del estudio en Querétaro, es que las remesas sólo modifican el patrón de consumo de las familias que las reciben versus aquellas que no, sirven como un paliativo de pobreza, pero no como una solución definitiva a ella y generan alta dependencia económica de las familias que reciben estos recursos.