Quizá la mejor etapa para el análisis económico sea la crisis, pues sólo en esta fase podemos replantearnos los pasos que nos han traído hasta este punto.
El libro Crédito y moneda: transiciones en el siglo XXI ofrece un amplio panorama sobre los embates de la última crisis económica, cuyas repercusiones aún se ven lejos de llegar a un desenlace y que, aun concluyendo, no revertirían los enormes costes sociales que se traducen en desempleo, pobreza y distribución cada vez más concentrada de la riqueza.
El trabajo se encuentra dividido en dos grandes apartados: 1) Crédito y moneda después de la gran crisis, y 2) Financiarización sin financiamiento en México. La primera parte se compone de una serie de artículos encaminados a trazar un esquema tanto de las medidas medianamente paliativas impulsadas por organismos gubernamentales en distintos países y regiones, así como en las reconfiguraciones de la esfera financiera y las posibles vulnerabilidades de ésta, a causa de los procesos cada vez más generalizados de concentración y centralización en el mismo sector financiero.
El rasgo que está presente a lo largo de toda esta primera parte es la crítica incisiva hacia el repetido argumento que, eufemísticamente se conoce como “la visión de las finanzas públicas sanas”, visión que no es otra cosa sino el reflejo de la sistemática subordinación de la política fiscal ante la política monetaria; es decir, el repliegue del gasto público como impulsor de acciones contracíclicas que fomenten al desarrollo contra el obsesivo control inflacionario, irónicamente llevado a cabo en tiempos de riesgo deflacionario.
La relevancia que ha tenido la política monetaria en las últimas décadas obliga al análisis de la situación histórica de la banca central, así como de las funciones que dicha institución asume de cara a las diversas contingencias que se presenten. En este tenor nos encontramos con el trabajo de Gregorio Vidal quien, desde un punto de vista histórico-analítico, trata la trayectoria e importancia que ha recaído sobre la banca central desde la antigüedad, reflexión que contrasta con el trabajo de Alma Chapoy titulado “Confianza en el dólar y la sostenibilidad de la deuda” debido a la enorme influencia que posee tanto el Sistema de la Reserva Federal (Fed) como la economía estadounidense sobre el sistema financiero internacional.
La segunda parte de la obra se encadena con la primera en el sentido de que en los estragos de una crisis financiera junto con las inmediatas vicisitudes institucionales que se despliegan, logran impactar al sector real de la economía especialmente en el apartado de inversión y financiamiento y de manera aún más evidente en el caso de las llamadas “economías emergentes”. México, como país inmerso en la lógica financiera global, aunque rezagado en muchos aspectos que acentúan y quizás prolongan su posición como país periférico, es el foco de atención en este segundo plano del análisis.
Con retos que se han convertido en verdaderas problemáticas, México y en general toda la región de América Latina, se enfrentan hoy a las situaciones más adversas: la baja generalizada en el precio de las materias primas que amenaza a toda la región por su carácter primario exportador, las tendencias en los precios de los energéticos que de igual manera van a la baja, y con ellos, la contracción de ingresos para el sector público en las economías petroleras, la falta de financiamiento para el sector productivo, la subordinación de la política monetaria nacional sometida a las decisiones de la banca central estadounidense, la desaceleración de la economía china, entre otras. En este escenario, la luz al final del túnel se ve cada vez más lejos, las condiciones para la tormenta perfecta se están dando una a una y la fragilidad de la región se hace aún más evidente.
El libro coordinado por Alicia Girón, Eugenia Correa y Patricia Rodríguez, como se lee en el prólogo, es un trabajo no conclusivo, pues el propio dinamismo económico es un proceso interminable. La multiplicidad de enfoques y temas contenidos en él, que incluye desde las discusiones sobre los retos de la política fiscal contemporánea, los problemas de fragilidad e inestabilidad financiera, estudios de caso y posibilidades para la industria petrolera, las consecuencias de la financiarización y las dificultades del acceso a financiamiento, entre otros, se insertan de manera coherente al extenso debate que se ha venido gestando a partir del estallido de la Gran Crisis.