La imperiosa necesidad de buscar alternativas de desarrollo desde una visión del Sur-Sur, contraria al modelo del pensamiento neoclásico de Solow, pero incluyente en los Siete Ensayos de Mariátegui, hoy rinde frutos por medio del “Sumak kawsay” o “vivir bien” del Estado Plurinacional de Bolivia. Los resultados del inicio de la gran transformación empieza a dar frutos muy pronto. Esto se cuantifica mediante los informes de los organismos internacionales, entre los que destaca, la Comisión Económica para América Latina (cepal) y la información de la vicepresidencia y del banco central de ese país.
Los cambios han sido notorios en el periodo que va del actual gobierno. La inversión pública ha pasado de 879 a 3 807 millones de dólares, aumentando en poco más de 400%; el ahorro se ha incrementado sustancialmente al pasar de 3.711 en 2005 hasta 13.819 millones de dólares en septiembre de 2013; las reservas internacionales aumentaron de 1.714 millones de dólares en 2005 a 14.857 al cierre de esta edición, representando 52% del pib. Mientras que, entre 2006 y 2012, los ingresos fiscales del spnf (Sistema Público no Financiero) registraron un crecimiento promedio de 21.7%, donde los ingresos tributarios e ingresos por la venta de hidrocarburos en el mercado interno y externo son los de mayor importancia, al representar 39.5 y 43.8%, respectivamente.
A partir de los datos proporcionados por la cepal, se observa cómo en el periodo de 2007 a la fecha, el índice de pobreza en Bolivia bajó de 61% en 2007 a 49% en 2012, mientras que el de extrema pobreza disminuyó de 34 a 25.4% para el mismo periodo. El gasto público social ha ido en aumento en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe. De acuerdo con datos de la cepal, en 2005, Bolivia destinó al gasto social público alrededor de 12% de su pib mientras que para 2012 logró incrementar su gasto por arriba de 15%. Si comparamos esta última cifra con el gasto social público de México (11%) para el mismo año, nos podemos dar cuenta del esfuerzo del gobierno de Bolivia para mejorar la distribución de la riqueza.
La lección más importante de este país es cómo por medio del control de la nacionalización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos y con la participación controlada de la inversión extranjera, la retención del excedente de los yacimientos ha aumentado sustancialmente. La brecha se ha ampliado de manera sustancial desde 2005. Si se hubiera seguido con la Ley 3058, sin lograr nacionalizar las retenciones, hubieran pasado de 385 a 1 617 millones de dólares en 2012. Con la Ley 3058, que incluye la nacionalización, las retenciones han pasado de 673.1 a 4 277.10 millones de dólares en el periodo antes señalado.
Lo importante es destacar los usos de las retenciones y de una política fiscal y monetaria sana que ha permitido los incrementos en el gasto social dando estabilidad financiera. Esta combinación del “vivir bien” está llevando a Bolivia a ser un país de clases medias. El aumento de las retenciones ha posibilitado la instrumentación de políticas de redistribución vía transferencias sociales como son el Bono Juancito Pinto, la Renta Dignidad, el Bono Juana Azurduy, entre otras, cuyo fin es disminuir la desigualdad social. Por ejemplo, el Bono Juancito Pinto pasó de 31 413 893 dólares a 1 085 360 personas beneficiarias en 2006, mientras en 2012 se destinaron 56 196 339 dólares, beneficiando a 1 877 425 bolivianos. En tanto, el bono Juana Azurduy se ha incrementado considerablemente entre 2009 y 2013, pasando de 15 396 080 dólares a 22 683 172; aunque en el mismo periodo el número de beneficiarios ha disminuido de 248 755 a 176 107.
Así en 2013, Bolivia presenta un crecimiento anualizado de 6.5%, un superávit fiscal del sector público no financiero de 3.3% del pib, el gasto público aumenta 27% con respecto de 2012, debido al incremento sustancial de los gastos de capital de 60%, siendo de 30 979, y una inversión pública de 3 807 millones de dólares (al primer trimestre de 2013).
Las enseñanzas del “vivir bien” o “Sumak kawsay” están dando frutos a partir de una política económica sustentada en los principios de mejorar la inclusión de una población marginada del bienestar mínimo durante siglos, es decir, de las necesidades básicas como fueron el acceso a la educación, salud y vivienda. El triunfo democrático más importante, resultado de un movimiento social y de un proceso electoral avalado por instancias internacionales, es el de Evo Morales quien enarbola a los grupos más marginados del continente latinoamericano.
El galardón del “Sumak kawsay” o “vivir bien”, a casi ocho años de haberse instaurado, ha demostrado al pensamiento hegemónico que a partir de una reforma constitucional de corte político, económico y social puede haber nuevas formas de desarrollo. Y, por supuesto, el “Sumak kawsay” lo demuestra con números.
Al inicio del presente número el lector encontrará el trabajo de Sun Hongbo titulado “Modelo de cooperación energética entre China y América Latina”, donde se analiza la estrategia de globalización del Banco de Desarrollo de China a partir de inversiones en recursos estratégicos en nuestra región. Esta relación se manifiesta específicamente con el petróleo, aunque también con otros sectores; no sólo es tecnología sino también son préstamos a cambio de este recurso. La forma en que China ve a América Latina es a través del espejo de la abundancia de hidrocarburos que hasta el momento China no ha descubierto o no posee. El siguiente artículo, que de cierta manera se entrelaza con el anterior, es “Cooperación económica entre Rusia y China: alcances y perspectivas” de Tatiana Sidorenko, en el cual se analiza la fuerte dependencia entre Rusia y China, pero con un mayor déficit para el primero. Esto responde a la política monetaria de ambos países: un rublo sobrevaluado y un yuan subvaluado. Rusia vende principalmente en los mercados internacionales hidrocarburos, fertilizantes y armamentos, mientras que China, productos manufacturados a precios mucho más bajos de lo que podrían costar los rusos. Hay una complementación entre ambos países en política energética: por un lado, la necesidad de hidrocarburos de China para proseguir con su proceso de acumulación y, por el otro, los grandes yacimientos de petróleo y gas que se localizan en regiones cercanas a ese país. Se considera que en Siberia oriental y Extremo Oriente se concentra casi 20% de los recursos nacionales del petróleo y 23% del gas.
El trabajo de Marta Bekerman, Federico Dulcich y Nicolás Moncaut con el título: “La emergencia de China y su impacto en las relaciones comerciales entre Argentina y Brasil” es de suma importancia para la integración y el desarrollo latinoamericano. China, a partir de las reformas de 1978 y la entrada a la Organización Mundial del Comercio en 2001, ha participado como el principal exportador de manufacturas en escala mundial. Por el otro lado, América Latina ha generado fuertes tensiones hacia la primarización, principalmente exportaciones de commodities. La región latinoamericana enfrenta un desafío ante la vulnerabilidad que representa el precio de sus exportaciones en los mercados financieros, en tanto China exporta productos cada vez más industrializados y, con ello, sustituye a Estados Unidos y Europa como proveedores de estos insumos.
La importancia de los recursos estratégicos toma fuerza en el artículo de Sergio A. Berumen “Impacto de la crisis en el desarrollo económico de las regiones mineras en Europa”, por el inusitado crecimiento de la industria extractiva también en América Latina. Este trabajo destaca el aumento de la inversión en minería entre 2000 y 2008, tomando en cuenta la ayuda de la Unión Europea conforme se fueron adhiriendo más regiones mineras. A partir de la crisis la recesión fue muy grave en las regiones mineras. Esto representa una lección muy importante para América Latina en tanto que las exportaciones mineras deben diversificarse y no sólo concentrar la producción de un país en una región o en un solo producto. Por lo cual, América Latina puede aprovechar la tecnología europea de las empresas mineras ante la posibilidad de una deslocalización en la región europea, resultado de la profunda recesión y crisis desde hace más de cinco años.
Un trabajo que no debe faltar para explicar la migración cubana es: “Migrantes en el socialismo: el desarrollo cubano a debate”, de Edel J. Fresneda. La hipótesis que maneja el autor para justificar la alta tasa de migración de Cuba hacia el exterior consiste en la estrategia de desarrollo basada en la formación de un capital o desarrollo humano ascendente. Esta estrategia ha sido distorsionada al no estar en una trayectoria ascendente con la producción y la inserción en el mercado mundial fracasó y ha sido desigual ante el bloqueo de Estados Unidos. Por lo anterior se presentan necesidades básicas no satisfechas y urge mejorar los ingresos de la fuerza de trabajo. La falta de una política de pleno empleo con ajustes en los esquemas productivos y los planes económicos causaron distorsiones en la producción interna de la isla por lo que se dio la expulsión de la fuerza de trabajo y la necesidad de la migración.
“El control corporativo de la distribución de alimentos en México”, de José Gasca y Felipe Torres, destaca cómo la distribución de los alimentos se ha insertado en cambios significativos utilizando las tecnologías de la información y la comunicación (tic), el denominado “Efficient Consumer Response” (ecr) y la técnica logística cross-docking, que consiste en recoger directamente los productos –al mayoreo–, lo que por lo general realiza una empresa manufacturera, y a partir de ahí organiza la distribución para colocarlos de manera directa en los sistemas de venta al por menor. A partir de estos grandes cambios, tanto en Estados Unidos como en Europa, los autores configuran el sistema de distribución de alimentos en México, basado en el liderazgo y predominio del modelo empresarial corporativo. Se trata de conocer las causas y los efectos que operan en la expansión de un modelo de distribución de alimentos más competitivo, en el ámbito mundial, y mejor organizado y sus efectos diversos sobre los canales tradicionales internos. Estos cambios se refieren al tránsito de formas tradicionales hacia esquemas empresariales más desarrollados desde la perspectiva tecnológica y organizacional.
Uno de los elementos clave en la expansión de las empresas modernas de distribución de alimentos proviene del uso intensivo de la tecnología y el desarrollo de innovaciones organizacionales extra e intrafirma.
Por último, el artículo de Damián Kennedy, “Producción y apropiación de valor en Argentina: el rol del deprimido salario real” plantea como hipótesis central que, en Argentina, la fase expansiva durante la primera década del siglo xxi es resultado del crecimiento de la renta de la tierra y el pago de la fuerza de trabajo por debajo de su valor. Destaca cómo el proyecto industrial isi, interrumpido por el golpe militar de 1976, pasa paulatinamente a un modelo basado en el endeudamiento externo y en la valorización financiera hasta el régimen de convertibilidad, por lo cual, al resquebrajarse esta vía de desarrollo, la renta de la tierra es una fuente extraordinaria de plusvalía que se manifiesta en las exportaciones. Este último papel es similar al que cumplió el endeudamiento externo en la etapa anterior. El análisis que realiza el autor es de gran importancia para observar el triunfo del régimen económico actual así como su propio deterioro y fin.
La sección de reseñas recomienda cinco libros: Feminismo y cambio social en América Latina y el Caribe, de Alba Carosio (coord.), escrita por Santiago Hernández; Informalidad urbana e incertidumbre. ¿Cómo estudiar la informalización en las metrópolis?, de Felipe de Alba y Frédéric Lesemann (coords.), reseñado por Iván Sánchez; Evaluación de la política de acceso al agua potable en el Distrito Federal, de Arsenio González (coord.), escrita por Nallely Bautista; Encrucijadas, prospectivas y propuestas sobre la seguridad social en México, por Berenice P. Ramírez y Roberto Ham Chande (coords.), está reseñado por Cruz Álvarez. Finalmente, Diana Atempa promueve el libro Migración internacional. Algunos desafíos, coordinado por Ana María Aragonés.