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Progresos de Obstetricia y Ginecología
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Inicio Progresos de Obstetricia y Ginecología Daniel Dargent (1937-2005)
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Vol. 48. Núm. 10.
Páginas 511-512 (octubre 2005)
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Daniel Dargent (1937-2005)
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Lorenzo Balagueró
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Apenas transcurrido un mes de la publicación en estas mismas páginas de un comentario crítico sobre la última obra de Daniel Dargent, me llega la dolorosa noticia de su fallecimiento. No por esperada, su desaparición ha sido menos sentida, no sólo por cuantos estábamos estrechamente vinculados a él por razones de amistad, sino por toda la comunidad ginecológica, que pierde con Dargent uno de sus más conspicuos representantes.

El magisterio de Dargent, su inquietud científica, la magnitud y el alcance de sus aportaciones a la cirugía ginecológica son de tal trascendencia que no resulta fácil glosarlos en unas pocas líneas.

Dargent fue, en primer lugar y sin ningún género de dudas, uno de los más brillantes artífices de lo que podríamos llamar la etapa moderna de la cirugía ginecológica. Su dominio de las técnicas vaginales, con innovaciones personalísimas y, sobre todo, sus importantes aportaciones a la cirugía endoscópica, de la que fue pionero y máximo representante durante muchos años, están en la mente de todos.

Tuve el honor de compartir con Dargent muchos momentos memorables a lo largo de una no muy vieja, pero sí entrañable amistad. Conocí a Daniel hace ahora poco menos de 20 años, con motivo de una reunión científica, precisamente en Madrid. Ya en aquella ocasión, en el año 1986, me habló de su idea de realizar una linfadenectomía pélvica por vía endoscópica, que materializó en diciembre de aquel mismo año, como complemento a la operación de Schauta. Sus palabras me parecieron, por aquel entonces, poco menos que quiméricas. No hubo de transcurrir mucho tiempo sin que me percatara de la recia personalidad científica de Dargent y de su capacidad de llevar a cabo todos sus proyectos, por ilusorios que en un principio pudieran parecer. En la actualidad, la linfadenectomía laparoscópica es práctica común y universalmente aceptada en la mayoría de los centros ginecológicos modernos. El tiempo acabó otorgando la razón al pionero que, con esfuerzo, tesón y no pocas incomprensiones, empezaba a abrir las puertas de la cirugía endoscópica.

Dargent fue un gran innovador, abierto siempre a las últimas tendencias, que supo incorporar a su propio quehacer quirúrgico, dándoles una personal interpretación. Es así como llegó a crear un estilo quirúrgico muy peculiar, que llevó por todos los países del mundo, «este vasto mundo», como él mismo solía decir. Aunque inicialmente encontrara reticencias e incomprensiones, en medios poco proclives a su talante innovador, toda la comunidad científica acabó siempre por rendirle tributo de admiración y reconocimiento.

Sin renunciar a las aportaciones clásicas, que siempre tuvo en gran estima, las suyas no fueron innovaciones gratuitas, sino ajustadas a las necesidades y requerimientos de los nuevos tiempos. La mayor parte de sus originales técnicas operatorias venían motivadas por su obsesión en conservar al máximo la integridad corporal de la mujer, lo cual no es ni mucho menos baladí en el campo de la oncología, aunque para ello hubiera de idear vías de acceso difíciles e incluso visionarias para la época. Baste citar la linfadenectomía retroperitoneal y la traquelectomía radical, cuya técnica mostró magistralmente en cursos y congresos, a los que solía ser requerido con frecuencia como invitado.

Las demostraciones operatorias de Dargent, de las que han sido testigos tantos ginecólogos españoles, eran precisas, seguras, metódicas y, por qué no decirlo, brillantes. Cuántas veces la conclusión del acto operatorio iba seguida de un cerrado aplauso del auditorio. Esta espontánea efusión era, más que un premio a su virtuosismo, un reconocimiento a su maestría y dominio de la técnica quirúrgica.

Dotado de un gran dinamismo y un savoir faire que le abrió todas las puertas, recorrió los principales países del mundo, dejando huella de su vigorosa personalidad y buen hacer quirúrgico. Dargent fue también, además de un gran cirujano, un excelente comunicador, con una capacidad docente envidiable y, por encima de todo, un universitario de sólida vocación científica.

Quiero recordar aquí, como homenaje póstumo, un hecho que demuestra lo respetado que era, incluso por personas ajenas a nuestra especialidad. En una ocasión, cuando todavía no conocía a fondo su personalidad, un cirujano parisiense me habló de él como un monstre de la nature. Excuso decir el impacto que me causó tal calificativo y la veracidad que supuse debía de haber en aquellas palabras sobre el ginecólogo lionés, al venir precisamente de un cirujano y además de París. Fue un homenaje espontáneo y una muestra de admiración y respeto hacía una figura señera de la especialidad, cuyos méritos no hicieron más que acrecentarse con los años.

Uno de los logros más sobresalientes de Daniel Dargent, con ser muchas y muy destacadas sus actividades en el campo de la ginecología, fue la creación del Círculo Récamier, una especie de club de convivencialidad científica, abierto a un número limitado de especialistas con un objetivo común: la pasión por la cirugía. Daniel fue el alma del grupo, en el que destacó y brilló con luz propia por sus cualidades pedagógicas, por su liderazgo y por su dinamismo en la organización de viajes de estudio al extranjero. De la mano de Daniel los miembros del Círculo tuvimos ocasión de visitar las más importantes clínicas ginecológicas de Europa y Estados Unidos: desde Boston a Munich, desde New Castle a Moscú, pasando por Ljubjana y Dallas. Todo un mundo de enseñanzas, que nos brindó la oportunidad de conocer y ver operar, en su propio ambiente, a Franck Novak, Otto Käser, Karl Richter, Günther Reiffenstuhl, David Nichols y tantos otros. Una maravillosa aventura y una experiencia inolvidable, gracias a la cual pudimos enriquecer nuestros conocimientos y establecer contacto con los nombres y las manos de los más prestigiosos.

Dargent fue también, y no quiero dejar de mencionarlo aquí porque ello me atañe muy directamente, un asiduo participante en nuestros Cursos de Cirugía Ginecológica, a los que dio brillo científico, al punto de haberse convertido con todo merecimiento en un referente fundamental de los mismos. Me consta que Daniel canceló muchos compromisos a favor de nuestros cursos, que siempre consideró como algo propio. Esta fecunda relación, consolidada año tras año, se vio desgraciadamente truncada en marzo pasado. Todavía 10 días antes del inicio del curso me preguntaba, en conversación telefónica, sobre el caso que le tenía reservado para operar. Tal era su ilusión en venir, una vez más, y él sabía que iba a ser la última, a su querida Barcelona. No pudo ver cumplidos sus deseos. Una brusca recaída de su enfermedad le obligó a cancelar el viaje en el último momento. Pero mandó, e hizo leer por uno de sus discípulos, la que sin duda debió ser su última aportación escrita a la cirugía ginecológica.

Su inalterable optimismo pudo con la adversidad hasta el postrer momento. Con la lucidez y el pensamiento crítico que caracterizó toda su vida, arrostró los no pocos contratiempos de su enfermedad hasta que, perdida ya toda esperanza de recuperación, se retiró para morir discretamente en su refugio íntimo, rodeado de los más allegados, a los pies de la ciudad que le vio nacer y frente al Ródano de sus mejores sueños.

Daniel Dargent pasó por la vida abriendo puertas y derribando mitos.

Qué hermoso fue y qué grande tu camino, Daniel.

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