Se presenta el caso clínico de una paciente de 39 años con absceso tuboovárico diagnosticado por RM pélvica. Destacamos la importancia de esta técnica de imagen para diferenciarlos de otros procesos pélvicos, principalmente neoplásicos.
We present the case of a 39-year-old woman with a tubo-ovarian abscess diagnosed by pelvic magnetic resonance imaging. We highlight the importance of this imaging technique in differentiating these abscesses from other pelvic processes, especially neoplasms.
Los abscesos tuboováricos constituyen la complicación tardía de la enfermedad pélvica inflamatoria. El diagnóstico se basa en la clínica y la ecografía transvaginal, pero al no ser sus características ecográficas exclusivas, pueden plantear dudas en el diagnóstico diferencial con las neoplasias de ovario, sobre todo cuando la clínica no es sugestiva. En estos casos, la RM permite una mejor diferenciación y caracterización de las estructuras y, en consecuencia, un diagnóstico más preciso1.
Caso clínicoPaciente de 39 años, obesa, multípara, con DM tipo 2 y antecedente de laparoscopia para drenaje y lavado de absceso tuboovárico derecho en mayo de 2008. Actualmente acude por dolor abdominal en hipogastrio y fiebre (> 38°C). En la exploración física se objetiva dolor a la movilización del cérvix. Se realiza una ecografía vaginal, apreciándose una masa abigarrada en la zona anexial izquierda, indicativa, aunque no concluyente, de nueva enfermedad inflamatoria pelviana. La RM de pelvis sin gadolinio mostró gran dilatación y elongación de la trompa izquierda, que presenta un calibre de 3-4cm, con contenido denso en su interior y quiste asociado ovárico izquierdo. Se observa una pequeña cantidad de líquido libre perianexial. Todos estos hallazgos son compatibles con piosálpinx. Se realizaron una salpingectomía izquierda y ligadura de trompa derecha. El cultivo fue positivo para Escherichia coli multirresistente (figs. 1-3).
Imágenes en T2 en plano coronal. A) Trompa izquierda distendida y heterogéneamente hiperintensa (flecha sólida), en íntimo contacto con quiste ovárico izquierdo (flecha larga). Pequeños quistes en ovario derecho (flecha corta). El cérvix uterino aparece como una estructura hipointensa con un centro hiperintenso, el endometrio (asterisco). B) Útero (asterisco). Trompa distendida (flecha sólida) y quiste ovárico (flecha larga).
Imagen en T2 en plano axial con saturación de la grasa (STIR). Se visualiza la salida de la trompa dilatada (flecha sólida) desde el útero (asterisco), así como el quiste del ovario izquierdo (flecha larga). La estructura que cruza de derecha a izquierda es el recto-sigma (flechas cortas).
Los abscesos tuboováricos (ATO) constituyen una complicación tardía de enfermedad pélvica inflamatoria (EPI). Se estima que un tercio de la mujeres que son hospitalizadas por EPI desarrollan ATO. El ATO se da más frecuentemente en mujeres en edad fértil, como consecuencia de una infección vaginal o cervical ascendente. Son factores de riesgo el uso de dispositivo intrauterino, adolescencia (menor empleo de anticoncepción con barrera), consumo de tabaco y drogas, infección por el virus de la inmunodeficiencia humana y bajo nivel socio-económico. Los anticonceptivos orales no parecen disminuir la incidencia pero sí la gravedad1–4.
Los cultivos suelen revelar una infección polimicrobiana. Algunos de los organismos más comúnmente aislados son E. coli, B. fragilis, Peptococcus, Peptostreptococcus, Streptococcus, C. trachomatis y N. gonorrhoeae1–3.
Clínicamente, se manifiesta con dolor en el hipogastrio acompañado de fiebre. El tacto vaginoabdominal suele ser doloroso y puede demostrarse aumento del volumen hipogástrico. La leucocitosis acompañada de aumento de la velocidad de sedimentación glomerular y proteína C reactiva constituyen los hallazgos analíticos típicos1,5.
El diagnóstico tradicionalmente se alcanza a través de la clínica y el estudio ecográfico5. Los ATO suelen manifestarse ecográficamente como masas de naturaleza sólida, quística o mixta localizadas en la región anexial o en el fondo de saco de Douglas. Estos hallazgos no son específicos de ATO y a veces es difícil establecer el diagnóstico con otros procesos pélvicos, neoplásicos o no, sobre todo cuando la clínica no es sugestiva (ausencia de leucocitosis y/o de dolor hipogástrico) o la apariencia en ecografía es atípica; en ecografía puede ser difícil diferenciar las trompas rellenas de contenido de otras estructuras quísticas como asas intestinales rellenas de líquido, líquido libre pélvico o incluso de una neoplasia quística ovárica1,2. En estos casos, se necesita un estudio mediante otras técnicas de imagen para caracterizar la lesión.
La RM es más exacta y proporciona más información que la ecografía transvaginal6. La capacidad multiplanar de la RM permite determinar la participación del ovario y la trompa en la masa inflamatoria. La trompa en el ATO aparece en la RM como una estructura en forma de salchicha, con paredes engrosadas y rellena de un contenido de intensidad variable, dependiendo del tiempo de evolución; muestra intensidad intermedia en las imágenes potenciadas en T1 y es heterogéneamente hiperintensa en las imágenes potenciadas en secuencias T2, dependiendo de la viscosidad y el contenido proteico del contenido de la masa1,2. Es frecuente encontrar un fino borde hiperintenso en la parte más interna del absceso en las secuencias T1, que representa una capa de tejido de granulación con hemorragia microscópica. Se ha descrito una banda hipointensa en la parte más externa del absceso en las imágenes potenciadas en T2; la existencia de fibrosis en el tejido circundante al absceso es un hallazgo común y se manifiesta como hebras desflecadas hipointensas en T2 por trabeculación de la grasa circundante y que realzan tardíamente en T1 al utilizar contraste, no siendo obligatorio el uso de gadolinio para el estudio del ATO, como ocurre en nuestro caso1.
El tratamiento de los abscesos tuboováricos será con antibiótico hospitalario, reservándose el quirúrgico para los casos más extensos o de mayor gravedad7.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.