El motivo de esta breve carta no es otro que el de realizar una defensa, justificada, de la inclusión de los comentarios pertinentes del patólogo-citólogo a los informes citológicos emitidos cumpliendo con las normas y criterios Bethesda1.
En contra del sentimiento de intrusión que pudiera derivarse de ciertos comentarios incluidos en informes citológicos, el uso de un espacio en el informe destinado a que el citólogo se exprese nos parece útil y a la vez necesario pues los distintos hallazgos no siempre se adaptan del todo a las categorías diagnósticas existentes, limitación que la clasificación de Bethesda, como cualquier otra, presenta obligatoriamente a pesar de su rigor.
Si bien la categoría ASC sirve para agrupar hallazgos no justificables en otras categorías diagnósticas, no se debe de caer en la tentación de utilizarla sin criterio pues podemos dar lugar a malas interpretaciones nada beneficiosas para las pacientes.
En el apartado «notas» o «comentarios», el citólogo se expresa libremente, pone de manifiesto sus dudas y propone soluciones al ginecólogo (o en su defecto el médico de atención primaria) de modo que estos sean conscientes de las virtudes y limitaciones que puedan quedar implícitas en la lectura del informe previo.
Pongamos ejemplos prácticos para entendernos. La frontera morfológica existente entre un diagnóstico de LSIL o HSIL no es nítida tal como se podría sacar en conclusión atendiendo a los criterios de inclusión en las mismas. El citólogo puede dudar a la hora de asignar unos determinados hallazgos a uno u otro grupo. Este conflicto se podría resolver asignando la muestra a la categoría LSIL añadiendo incertidumbre a la posibilidad de que en realidad exista una lesión de alto grado que se nos pueda escapar. A veces se añade un segundo diagnóstico, ASC-H, que parece complementar la información aportada. Es más, existe una corriente de profesionales que apuesta por la inclusión de una nueva categoría diagnóstica, LSIL-H, que resuma la dicotomía previamente puesta de manifiesto2,3. También debería ponderarse en estos casos el papel que juega la determinación de la sobreexpresión de la proteína p16 a tal efecto. Pero, sin duda, un comentario oportuno y acertado resume la incertidumbre y sirve como vía de comunicación directa entre ambos profesionales implicados en el cuidado de la paciente.
Otro ejemplo pudiera ser el representado por el hallazgo de células atípicas en el seno de extensiones propias de la atrofia e incluso en el contexto de una marcada inflamación. Cuando el citólogo recomienda tratamiento, hormonal o antiinflamatorio, incluso etiológico, previo a una repetición de la muestra, está reconociendo explícitamente dudas diagnósticas a las que es mejor enfrentarse en circunstancias óptimas.
En otros contextos médicos, lejos del ámbito de la ginecología, los comentarios emitidos por el patólogo a sus propios informes constituye una fuente de información crucial, muy valorada por los especialistas que la reciben, sirviendo como un vehículo de información de primer orden en el tratamiento de las pacientes.
Con todo ello, queremos reivindicar el importante papel que juega este «apartado no oficial» en los informes citológicos, recalcando al mismo tiempo que no se trata de una intromisión en el trabajo del compañero, sino de una mano tendida para alcanzar el mejor trato posible para nuestras pacientes.