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Vol. 62. Núm. 3.
Páginas 165-166 (mayo - junio 2020)
Vol. 62. Núm. 3.
Páginas 165-166 (mayo - junio 2020)
Editorial
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Coronavirus y radiología. Consideraciones sobre la crisis
Coronavirus and Radiology. Considerations on the crisis
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Luis H. Ros Mendoza
Editor jefe de Radiología Servicio de Radiodiagnóstico Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España
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Toda crisis constituye un reto para la superación y mejora, también una llamada a la humildad.

La situación actual en la que estamos inmersos da pie a muchas reflexiones. Una sociedad desarrollada como la nuestra comprueba cómo de la noche a la mañana se ve desarbolada, casi sin capacidad de reacción, por una amenaza que en virtud de las características de nuestro estilo de vida: globalización, viajes, ausencia de fronteras, reuniones multitudinarias… se transmite con rapidez y velocidad inusitadas, afectando en pocas semanas a todo el planeta.

Las consecuencias y efectos colaterales van más allá del ámbito sanitario, algo también imprevisible, con importantes efectos sicológicos en la población y también con serias repercusiones económicas secundarias.

Desde el punto de vista médico la pandemia ha desmantelado los postulados clásicos, tanto el concepto de “medicina con intención de curar” como los más modernos de “medicina basada en la evidencia”, todavía no hay una evidencia sólida respecto al coronavirus, o “medicina centrada en el paciente”, en algunos casos se llegan a tomar decisiones que dependen más de los medios disponibles que de la situación del paciente; probablemente tras esta experiencia surja un nuevo paradigma que regule la actuación médica en sus distintos ámbitos.

Desde el punto de vista radiológico estamos ante una batalla que en primera línea se libra mediante radiología convencional, con aparatos portátiles, jugando los técnicos en radiodiagnóstico un papel fundamental. Nuestra boyante especialidad, inmersa en las disquisiciones de la inteligencia artificial, del PET-TAC, de la resonancia multiparamétrica o de las modernas técnicas intervencionistas, vuelve a sus orígenes, a sus técnicas más humildes, que en la actual crisis constituyen el primer medio diagnóstico.

Puede decirse que, en pleno siglo XXI, estamos en estado de guerra, una situación donde lo que falta son los útiles más básicos y elementales: mascarillas, batas, equipos de protección individual… el stock de aparatos portátiles de radiología, algo tan poco considerado en nuestro sofisticado mundo radiológico actual, se ha agotado, disponemos de alta tecnología que no nos sirve como medio para afrontar el primer nivel de la crisis.

Importante, pues, considerar las bases, los fundamentos de nuestra especialidad, no debemos olvidar de dónde venimos para saber hacia dónde vamos, no debemos minusvalorar la radiología clásica frente a la alta tecnología, hoy en día nuestros residentes ya casi no están acostumbrados a interpretar un radiografía portátil, y como paradoja frente al progreso que supone el concepto de telerradiología, en el momento actual casi es más trascendente y por supuesto arriesgado la obtención del documento radiológico que su informe por parte del especialista. Los técnicos en radiodiagnóstico, ese personal en el que a veces no reparamos o valoramos en su justa medida desempeñan una misión primordial, de ahí el que cada vez más debamos implicarnos en su adecuada formación constituyendo con ellos un grupo de trabajo cohesionado y coordinado.

Como contrapartida cabe analizar el trascendente papel que nuestra disciplina está desempeñando en el manejo diagnóstico de la presente crisis, junto a otras especialidades clínicas o de laboratorio. Aunque hace ya años que dejamos de estar en la última fila de la orquesta, y ahora de actores secundarios hemos pasado casi a dirigirla, a llevar la batuta, esto no debe de ser óbice para mantener nuestra evolución y mejora continua, siendo críticos con nosotros mismos, analizando nuestra actuación, intentando sacar conclusiones de la misma para así evitar repetir errores en un futuro inmediato. Probablemente haya un antes y un después de esta crisis.

Debemos movernos todos al unísono, como una orquesta bien coordinada y afinada; dentro del contexto multidisciplinar que prima en la medicina moderna nuestra especialidad es de las que mejor se aviene con el resto de especialidades, tanto clínicas como de otra índole, cada experto lidera su área, nuestra aportación resulta imprescindible, si bien la situación actual diluye los límites entre especialistas, convirtiendo al sistema en un todo unitario.

La Sociedad Española de Radiología Médica rápidamente ha reaccionado, tomando cartas en el asunto, intentando orientar y aconsejar nuestra actividad radiológica, presentando un informe estructurado tanto para la placa simple como para la exploración tomodensitométrica torácica, centrando las indicaciones de la misma, aportando adecuada bibliografía y en conjunto cumpliendo su papel de soporte y apoyo para la comunidad radiológica. Las diferentes secciones de la SERAM implicadas en la crisis, bien coordinadas, han aportado también sus puntos de vista al respecto, de gran utilidad. A título individual, vía e mail o mediante móvil, los compañeros de las grandes ciudades españolas, las primeras y más seriamente golpeadas por la pandemia, también nos han transmitido su experiencia y apreciaciones, extraordinariamente valiosas.

Toda situación de crisis implica tres niveles de actuación: se puede llevar a cabo lo ideal, lo posible o lo indispensable. No ha sido posible llevar a cabo lo que pudiera definirse como una respuesta ideal, puede decirse que la situación ha evolucionado tan rápidamente que ha barrido todas las previsiones, tiempo habrá de considerar el por qué; pero aún podemos llevar a cabo lo posible o al menos lo indispensable de una manera eficaz y solvente, lo estamos haciendo con organización y además con entrega e ilusión, dándolo todo, casi apelando a la épica. Todavía podemos hacer mucho, no se debe asumir la derrota antes de tiempo.

Una llamada a la esperanza: cada día vamos conociendo y aprendiendo un poco más sobre las distintas facetas de la enfermedad, la tomodensitometría ya se muestra como un instrumento de inestimable valor con sus indicaciones precisas, intentaremos sacar provecho de la experiencia acumulada, surgirán ensayos clínicos y estudios multicéntricos, incluso aplicaciones de inteligencia artificial, y probablemente, en un futuro inmediato, una vacuna eficaz. Saldremos fortalecidos. En el foco de origen, China, tras varios meses de lucha se comienza a ver la luz, lo que hace pensar que en nuestro medio las cosas tendrían que seguir un desarrollo similar.

En los próximos números de Radiología está prevista la colaboración de prestigiosos especialistas, tanto nacionales como extranjeros, que aportarán sus experiencias y opiniones sobre el tema.

Unos días antes de escribir estas líneas estábamos planificando el Congreso Nacional de Zaragoza, que se ha tenido que retrasar, esperemos que en próximas fechas podamos celebrarlo, para así reunirnos e intercambiar opiniones sobre algo que nos habrá enseñado a ver las cosas de otra manera.

Esta crisis ha puesto de manifiesto la solidaridad y generosidad de todos, ha permitido que aflore lo mejor de cada uno; cumpliéndose en nuestro caso con la definición clásica de médico (Escribonio Largo, siglo I a. C.): “vir bonus, medendi peritus” (hombre bueno, experto en el arte de curar), más allá del conocimiento o de la faceta técnica el medico es una persona buena, comprometida, con vocación, lo que explica su actitud y ánimo en la actual situación.

Sirvan estas líneas como un pequeño homenaje de admiración, cariño y respeto a todos los profesionales que de una forma u otra están contribuyendo con su dedicación, compromiso y esfuerzo a paliar las consecuencias de la crisis.

Nos vemos en Zaragoza.

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