Objetivos: Valorar el impacto de la imagen PET-CT con FDG en el manejo tanto diagnóstico como terapéutico del paciente oncológico

Material y métodos: Se revisaron retrospectivamente 7.700 estudios PET-CT con FDG (4.048 hombres/3.652 mujeres; edad media 59,2 años). Los tumores primarios fueron el pulmón (23,5%), linfoma (17,5%), mama (14,7%), colon (9,4%), cabeza y cuello (5,3%), melanoma (2,6%) y otros (27%). El estudio PET-CT fue practicado para diagnóstico inicial (5,3%), estadificación (23,2%), re-estadificación (40,9%), recidiva/cambios post-tratamiento (0,7%), sospecha de recidiva ante elevación progresiva de marcadores séricos (2,5%) y valoración de la respuesta al tratamiento (27,3%). Se analizaron los cambios en el manejo tanto diagnóstico como terapéuticos que supuso la información aportada por la PET-CT.

Resultados: La PET-CT modificó el manejo de los pacientes en el 53%. Desde el punto de vista diagnóstico la modificación se produjo en el 63%. En el 30% se evitaron biopsias, indicando nuevas en el 15%. Se descartaron otras pruebas de imagen en el 9%. Los cambios diagnósticos fueron más frecuentes en la re-estadificación (95%) o la evaluación de masa residual (87,5%). El PET-CT cambió el manejo terapéutico en el 34%. El cambio más frecuente fue la administración de quimioterapia (18%). Se evitaron cirugías en el 16% y en el 26% se mantuvo el tratamiento previamente establecido. Los cambios de tratamientos fueron más frecuentes en estadificación y en la valoración de masas residuales.

Conclusiones: El uso de la PET-CT en el algoritmo diagnóstico del paciente oncológico conlleva un gran impacto clínico, tanto diagnóstico como terapéutico.