La importancia del estudio genético en el campo de la osteoporosis se ve reflejada numéricamente en las más de novecientas publicaciones aparecidas en las dos últimas décadas relacionadas directamente con el tema. A partir de los primeros trabajos realizados en gemelos por los grupos pioneros en este campo1-5 se pudo atribuir a que probablemente un 75%-80% de la masa ósea estaba genéticamente determinada. Desde entonces se han dado auténticos pasos de gigante en la investigación genética; el genoma humano está a punto de ser identificado en su totalidad6, las técnicas para el estudio genético se han automatizado, y sobre todo los esfuerzos y recursos se han multiplicado de forma extraordinaria7. Llegados a este punto es el momento de preguntarnos si estamos ya al final del camino, es decir, ¿se conseguirá identificar próximamente el gen que determina la masa ósea?, ¿podremos conocer qué individuos van a desarrollar la enfermedad?, ¿va a ser posible el desarrollo de fármacos capaces de modificar la información que genéticamente viene predeterminada? Estas preguntas, que parecían hace años más de ficción que de realidad, son retos actuales más próximos de los que nos parecen. Sin ir más lejos, se ha identificado el gen responsable del crecimiento de las extremidades en los animales vertebrados, lo que ha permitido en modelos animales manipular la formación de nuevas extremidades y se plantea realizar los mismos experimentos con otros órganos del cuerpo8, ¿por qué no de la formación ósea?
La identificación del gen o los genes implicados en el desarrollo de la osteoporosis se ve dificultada sin embargo por el carácter multifactorial de la propia enfermedad9. Está plenamente demostrado que factores ambientales y nutricionales afectan al desarrollo de la misma. Las estrategias de búsqueda utilizadas hasta el momento se han basado en los estudios de asociación, el análisis de ligamiento y estudios de funcionalidad10.
En los estudios de asociación lo que se pretende es seleccionar una serie de genes candidatos, elegidos porque codifican la síntesis de alguna proteína u hormona relacionada con el metabolismo óseo, e identificar polimorfismos en la estructura de ese gen. Una vez descubierto un polimorfismo y comprobado que es lo suficientemente prevalente como para ser analizado en una población determinada, se realiza el estudio de asociación con la presencia de la variante alélica en la población de riesgo y se estudia su significación estadística. Así se han realizado la gran mayoría de estudios con genes candidatos como el gen que codifica al receptor de la vitamina D (VDR), receptor de estrógenos (RE), colágeno alfa1 tipo 1 (COL1A1) y 2 (COL1A2), interleucina (IL)-6, factor de crecimiento transformante beta 1 (TGF-ß1), etc. Los resultados fueron muy alentadores con los primeros estudios de Morrison et al11 y de otros investigadores con el gen VDR12,13, aunque posteriormente se inició la publicación de estudios con resultados negativos que demostraron la complejidad de identificar un solo gen como responsable del desarrollo de la osteoporosis14-17. Varias razones se han esgrimido para explicar los resultados negativos, desde la influencia de la ingesta de calcio18,19 hasta el reducido número de la población estudiada20. Con el gen del COL1A121 los resultados también han sido contradictorios, aunque este gen candidato parece tener más entidad que el gen del VDR. Respecto al resto de genes candidatos también se han publicado algunos estudios en los que se demuestra su asociación con la masa ósea o presencia de osteoporosis, aunque ninguno de ellos ha resultado lo suficientemente concluyente como para considerarlo como responsable «supremo» del desarrollo de osteoporosis.
Otra aproximación, mucho más laboriosa desde el punto de vista técnico, es el análisis de ligamiento. Generalmente se realiza en familias o parejas de hermanos en los que mediante marcadores o microsatélites se identifican regiones en cada uno de los cromosomas donde puede estar localizado el gen responsable de la enfermedad. Este método requiere una enorme cantidad de horas de trabajo y un cuidadoso análisis de los resultados. Actualmente la gran inversión en tecnología de algunos laboratorios ha permitido que estos estudios se llevaran a término y así se ha localizado, por ejemplo, la región del gen responsable de la masa ósea alta en un grupo de familias con esta característica fenotípica22. A partir de la localización del gen se inicia el proceso de la clonación e identificación del mismo.
En el último congreso de la Sociedad Americana de Investigación Mineral y Ósea (ASBMR) celebrado en Toronto, el Dr. Thomas Caskey de Cogene Biotech Ventures, Ltd., Houston, Texas, esbozó cómo tenía que ser en el futuro el estudio genético en la osteoporosis. Según dijo, es necesario enfocar los estudios hacia el conocimiento funcional de cada uno de los genes candidatos y desarrollar fármacos que se dirijan sobre una diana específica de la función de cada gen, los llamados DNAchips23,24. Toda esta labor se ha de realizar, según sus palabras, uniendo esfuerzos entre todos los investigadores, porque el aislamiento, o el trabajo de forma individual, es imposible dado el gran avance tecnológico que no permite asumir los costes de forma unitaria y mucho menos competir con los macrolaboratorios de genética de las empresas privadas.
X. NOGUÉS SOLAN
Unitat de Recerca en Fisiopatologia Ossia i Articular.
Institut Municipal d'Investigació Mèdica.
Departamento de Medicina Interna. Hospital del Mar.
Universitat Autónoma. Barcelona.
IBMS ECTS 2001
1st JOINT MEETING OF THE INTERNATIONAL BONE AND MINERAL SOCIETY AND THE EUROPEAN CALCIFIED TISSUE SOCIETY
Madrid, 5-10 de Junio, 2001
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