INTRODUCCION
Los hábitos alimentarios están estrechamente relacionados con la salud, de manera que la educación nutricional puede ayudar a corregir hábitos alimentarios incorrectos que pueden estar en el origen o condicionar el desarrollo de distintos trastornos y enfermedades.
Hay distintos trabajos que muestran la tendencia a la disminución en la ingesta de micronutrientes de distintas poblaciones españolas1,2. La baja ingesta de micronutrientes puede afectar seriamente, a corto plazo, al adecuado funcionamiento de tejidos en desarrollo y producir anemia, retraso en el crecimiento y alteraciones en la respuesta inmune. A largo plazo, el déficit en vitaminas y minerales se asocia con problemas de salud como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer o la osteoporosis en la edad adulta3.
La adolescencia es uno de los períodos más cambiantes en el desarrollo humano y, debido a la importancia de los cambios físicos que tienen lugar en ella, los requerimientos de vitaminas, minerales y elementos traza están muy elevados en esta etapa de la vida. En contrapartida, hay diversos estudios acerca de los comportamientos dietarios y de los hábitos alimentarios aberrantes que se dan muchas veces en este grupo de población3-7.
Son muchos los factores que condicionan los hábitos alimentarios de los adolescentes (socioeconómicos, de imagen corporal, modas, amistades,...), por lo que en muchos casos puede ser necesaria una intervención nutricional que promueva la adopción de hábitos saludables en alimentación por este grupo de la población.
Para llevar a cabo una intervención nutricional se hace necesario realizar evaluaciones sobre los hábitos alimentarios de la población. Con estas premisas, este estudio se enmarca en el interés por conocer la ingesta de nutrientes de la población adolescente escolar de Soria y se centra en un grupo de micronutrientes, tanto minerales (Ca, Fe, Mg, Zn), como vitaminas (A, E, C y ácido fólico).
MATERIALES Y MÉTODOS
Los datos fueron recogidos en el año académico 1999/2000 en escuelas públicas con comedor escolar en Soria capital, por lo que se trata de una muestra accidental. Se empleó un cuestionario sobre la dieta de 7 días8 que fue repartido entre los alumnos de 10-19 años. La tabla 1 muestra la distribución de los participantes en la encuesta alimentaria en función de su sexo y edad.
El cuestionario requería información sobre: edad, sexo, altura, y peso de los encuestados; tipo, duración e intensidad de la actividad física realizada, así como la relación y cantidad de los alimentos ingeridos en el período de 7 días considerado.
Personal cualificado de las escuelas aportó información acerca de las comidas en el comedor escolar, y los alumnos aportaron la información sobre las comidas tomadas fuera de la escuela.
La encuesta fue cumplimentada por personal del Área de Bioquímica y Biología molecular de la Universidad de Valladolid. Se utilizó la estimación de alimentos ingeridos, método que recoge todos los alimentos ingeridos en el período de análisis considerado. Las cantidades de los alimentos de peso no conocido se expresaron como raciones habituales en función de su comparación con fotografías de platos de alimentos con cantidades conocidas de sus componentes9. El software del programa «Alimentación y Salud»8 transformó los datos de ingesta de alimentos en ingesta diaria recomendada (IDR) para cada individuo en función de sus características antropométricas particulares y actividad cotidiana y deportiva habituales.
El análisis estadístico se llevó a cabo con el programa SPSS para Windows, versión 10.0. Los datos se presentan como media ± desviación estándar (DE) tanto para las ingestas estimadas como para las IDR. El análisis estadístico fue llevado a cabo mediante la prueba de la «t» de Student, considerándose diferencias estadísticamente significativas para p < 0,05.
RESULTADOS
Respecto al calcio, y en valores medios, todos los grupos están por encima de las recomendaciones diarias (fig.1A), aunque en las chicas de 16-19 años la diferencia no es significativa. Pese a ello, en algunos grupos hay más de un 25% de la población con ingesta inferior a las IDR. En general, hay mayor déficit en chicas que en chicos del mismo grupo de edad, aunque a los 16-19 años los porcentajes prácticamente se igualan (tabla 2).
Fig. 1. Valores medios de la ingesta diaria estimada de calcio, magnesio, hierro y cinc frente a la media de las ingestas recomendadas para los distintos grupos de adolescentes según sexo y edad. NS: no significativo, *p < 0,05, **p < 0,01, ***p < 0,001.
En cuanto al magnesio, todos los grupos tienen ingestas inferiores a las recomendadas (fig. 1B), oscilando las ingestas estimadas entre 75,9%-90,9% de la IDR. El déficit de magnesio en la dieta llega a afectar hasta al 100% de los individuos de algunos de los grupos analizados (chicos de 13-19 años), siendo el menor valor de porcentaje de personas con déficit de magnesio en su dieta el 65% (tabla 2).
Los chicos ingieren hierro por encima de las necesidades diarias, si bien el grupo de 16-19 años no muestra diferencias significativas. Para las chicas, los valores medios están por debajo de las recomendaciones, de forma estadísticamente no significativa para las de 10-12 años (con ingesta equivalente al 92,6% de las IDR), pero significativa a partir de los 13 años (fig. 1C). En los grupos de chicas el porcentaje de encuestadas con ingesta de hierro inferior a las recomendaciones diarias va incrementándose con la edad, desde un 65% a los 10-12 años hasta el 100% a los 16-19 años (tabla 2). En chicos el grupo de 16-19 años presenta un porcentaje de individuos con déficit unas dos veces superior a la de grupos de menor edad (tabla 2).
Para el cinc todos los grupos están por encima de las recomendaciones diarias de ingesta, con diferencias no significativas para las chicas de 10-12 años (fig. 1D). En el grupo de 10-12 años, tanto en chicos como en chicas, el porcentaje de individuos con ingesta inferior a las IDR está en torno al 35%; a edades superiores este porcentaje disminuye, pero se hace superior para chicas que para chicos de la misma edad (tabla 2).
Respecto a las vitaminas liposolubles consideradas, A y E, no se observan déficits, aunque hay que destacar la gran dispersión de datos para la ingesta de la vitamina A en el grupo de 13-15 años (fig. 2A) y la diferencia no significativa entre los valores estimados y las recomendaciones de ingesta diaria para la vitamina E en chicas de 16-19 años (fig. 2C). Para la vitamina A, el porcentaje de individuos con ingesta por debajo de las recomendaciones va del 0% al 23,5%; entre chicos y chicas hay bastante similitud en los porcentajes entre 10-15 años, pero una gran diferencia en el grupo de 16-19 años, pues mientras que no hay chicos con ingesta de vitamina A inferior a la IDR, en las chicas el déficit alcanza así a la cuarta parte de la población (tabla 2). En cuanto a la vitamina E, el porcentaje con déficit va desde un 4,8% (chicos de 13-15 años) a un 35,3% (chicas de 16-19 años), siendo siempre el porcentaje de individuos con ingesta por debajo de la recomendada superior en chicas que en chicos de la misma edad (tabla 2).
Fig. 2. Comparación entre la ingesta diaria de distintas vitaminas (A, C, E y ácido fólico) y los valores medios de su ingesta recomendada en función de sexo y edad. NS: no significativo, *p < 0,05, **p < 0,01, ***p < 0,001.
La ingesta de vitamina C es claramente superior a la recomendada (2,5 veces superior, como mínimo) en todos los grupos (fig. 2B). No se da ningún caso de ingesta estimada de vitamina C inferior a la IDR de 60 mg/día (tabla 2).
Para acabar, no se detectan ingestas medias inferiores a las recomendaciones de ácido fólico (fig. 2D). Entre los chicos no hay individuos con ingesta por debajo de la IDR, y sólo en chicas a partir de los 13 años aparecen individuos con ingestas inferiores a las recomendadas, pero su porcentaje no supera el 6,5% (tabla 2).
DISCUSION
La adolescencia es un período de crecimiento y desarrollo que se produce a través de una compleja interacción de instrucciones genéticas e influencias hormonales y ambientales, muchas de ellas con origen en la dieta10.
El interés por la conexión entre la dieta y las enfermedades crónicas es relativamente reciente; fue hacia 1950 cuando se empezaron a realizar estudios epidemiológicos que han ido relacionando distintos nutrientes y hábitos alimentarios con ciertas enfermedades, y el papel de los micronutrientes (minerales y vitaminas) es destacado en este terreno11.
La deficiencia en hierro constituye la deficiencia en micronutrientes más común en el mundo12 y uno de los principales déficits nutricionales en Europa13. Las mujeres, especialmente las adolescentes consumidoras de dietas bajas en energía, tienen un mayor riesgo de padecer deficiencias de hierro. Esto se refleja en los resultados de nuestro estudio y se correlaciona con trabajos previos tanto para población española general2,14,15, como para escolares y adolescentes españoles5,9, pero también para adolescentes de otros países3,6,7,16.
Las dietas con ingestas ricas en vitamina C, entre otros antioxidantes, se han asociado con un menor riesgo de algunos tipos de cáncer17 y, por otro lado, el ácido ascórbico potencia la absorción del hierro18. Como se recoge en el apartado de Resultados, con las cantidades diarias recomendadas para la vitamina C no se han detectado déficits de esta vitamina en los adolescentes sorianos, algo que parece general para la población española2,9. Sin embargo, si la ingesta recomendada fuera 200 mg/día, como se ha propuesto recientemente como toma adecuada19, sólo alcanzarían este valor los chicos de 13-19 años.
Una baja ingesta de ácido fólico en chicas adolescentes puede tener una repercusión negativa importante si se producen embarazos, pero nuestros resultados no muestran déficits importantes de esta vitamina en la población objeto de estudio. A más largo plazo, el ácido fólico contribuye a la prevención de los trastornos coronarios debido a que reduce los niveles de homocisteína sérica, un factor de riesgo para la aterosclerosis20, lo que extiende la necesidad de mantener un consumo adecuado de esta vitamina en la población general.
Por su parte, a la vitamina E, debido a su función como antioxidante, también se le ha asignado un papel en la protección contra la aterogénesis, aunque las evidencias más recientes no apoyan una relación tan directa21. Sin embargo, esta vitamina sí se ha asociado con la reducción del riesgo de padecer ciertos cánceres17. En cualquier caso, el déficit de vitamina E en la población adolescente objeto del estudio no es elevado aunque sí más acusado en chicas que en chicos.
La osteoporosis está constituyendo un importante problema de salud pública en los países con mayor esperanza de vida. En la actualidad, las estrategias de los tratamientos contra este trastorno se basan fundamentalmente en tratar de preservar la masa ósea de los adultos, pero sería más conveniente establecer estrategias de intervención enfocadas a conseguir que los adolescentes alcanzaran una masa ósea adecuada, algo a lo que puede contribuir la alimentación22,23.
El calcio es esencial para el desarrollo sano del hueso y un consumo adecuado de calcio en niños y adolescentes favorece el crecimiento óseo. En adolescentes con entradas medias de calcio inferiores a la IDR probablemente no se alcanzarán picos óptimos de masa ósea24, por eso, el asegurar una entrada adecuada de calcio durante el crecimiento reduce el riesgo de osteoporosis en edades posteriores. Respecto a las recomendaciones de consumo de calcio en la adolescencia hay variaciones según los países25 que van desde los 800 mg/día hasta los 1.500 mg/día26. Aunque nuestros resultados no muestran déficit de calcio en los adolescentes sorianos, si referimos nuestros valores a la IDR de 1.500 mg/día, la ingesta de calcio de todos los grupos considerados en este trabajo sería insuficiente, igual que se ha observado en un estudio llevado a cabo con estudiantes de la universidad de Alcalá sobre dieta y prevención de la osteoporosis27 al comparar con este valor.
Teniendo en cuenta que las dos terceras partes del magnesio corporal se localizan en el esqueleto, este mineral es también importante en el metabolismo óseo28. El déficit generalizado de magnesio que presentan los adolescentes de Soria puede hacer pensar en la necesidad de una intervención nutricional, no sólo por la función del magnesio en el hueso, sino por su implicación en otros muchos procesos celulares29.
Ingestas subóptimas de cinc y vitamina A se pueden reflejar en tasas reducidas de crecimiento y resistencia a las infecciones disminuida3, además, el cinc estimula la formación ósea30 e inhibe la resorción31. Nuestros resultados muestran que, aunque no se trata de un déficit generalizado, sí que hay una parte de la población estudiada con ingesta inferior a la IDR para estos micronutrientes, algo que debería ser vigilado.
Aunque el estudio se ha basado en un número de encuestas reducido, su análisis indica la necesidad de realizar intervenciones nutricionales en la población adolescente de Soria, fundamentalmente sobre las ingestas de hierro y magnesio, y con más incidencia en los grupos de chicas, porque, pese a alguna excepción, la pauta general para los micronutrientes considerados en este trabajo es que existen mayores diferencias entre la ingesta diaria estimada y las IDR en chicas que en chicos.
AGRADECIMIENTOS
Agradecemos el apoyo de la Dirección Provincial de Educación de Soria, especialmente a D.F. González Ferreras.
NOTICIAS
LA FUNDACION HISPANA DE OSTEOPOROSIS Y ENFERMEDADES METABOLICAS OSEAS (FHOEMO)
CONVOCA VI BECAS FHOEMO PARA JOVENES INVESTIGADORES 2003 DE ACUERDO CON LAS SIGUIENTES BASES
1. La Beca permitirá la realización de un período de aprendizaje y formación, sobre aspectos experimentales y/o clínicos en el campo de la Osteoporosis y Enfermedades Metabólicas Óseas, en un centro clínico especializado de ámbito nacional.
2. Las Becas estarán dotadas con 2.409,64 €.
3. Los candidatos serán posgraduados, menores de 40 años, interesados en el estudio de estas enfermedades.
4. La fecha límite de recepción será el 1 de junio de 2003.
5. La Beca será concedida por un Jurado que estará compuesto por cuatro miembros del Comité Científico de la FHOEMO, actuando como secretaria del Jurado, con voz pero sin voto, la Secretaria de la Fundación.
6. La propuesta consistirá en una concisa explicación sobre el proyecto, el Curriculum Vitae del solicitante y la aceptación del jefe de Servicio donde vaya a desarrollar su labor.
7. La documentación se remitirá a la Secretaría de la FHOEMO (Gil de Santivañes, 6, Bajo Int. D. 28001 Madrid. Tel/Fax: 91 578 35 10).
8. La decisión del Jurado será inapelable y las Becas podrán ser declaradas desiertas si, a juicio del jurado, se estimase que los proyectos presentados no reúnen los méritos suficientes.
9. Los aspirantes aceptarán las presentes becas por el mero hecho de concurrir a esta convocatoria.