Sr. Director:
Me sorprende muy agradablemente que existan en el campo de las ciencias de la salud señalados expertos en lingüística como el Dr. Navarro (además, médico y especialista en Farmacología Clínica). Debo agradecer, por otra parte, que haya reparado en un artículo escrito en nuestra Revista Española de Enfermedades Metabólicas Óseas, la cual yo creía ahora pienso que con excesiva humildad que leíamos sólo los miembros de la SEIOMM. Bienvenida sea la aportación, y quede constancia de mi más cordial invitación a que el Dr. Navarro continúe ilustrándonos con sus conocimientos.
Efectivamente, llevamos años discutiendo entre nosotros si se debe decir "difosfonatos", con el prefijo di- que originalmente se utilizó en inglés; o más bien "bisfofonatos", con el prefijo bis-, al que se cambiaron los anglosajones por razones que no acabábamos de entender con claridad, aunque parecía que tenían que ver con la nomenclatura química; o, finalmente, "bifosfonatos", con el prefijo bi-, por abandonar efectivamente el di- pero no someternos al novedoso bis-, algo más difícil de pronunciar en castellano, sobre todo cuando va delante de consonante (aun cuando, como muy bien nos indica el Dr. Navarro, hay precedentes claros en nuestro idioma, e incluso en la propia jerga médica). Respecto a la polémica, no tenemos más que remitirnos a la numerosa bibliografía científica especializada en el estudio y tratamiento de la osteoporosis que existe en nuestro idioma, en la que se usan de manera indistinta los tres términos; e, incluso, a las presentaciones médicas de sus productos realizadas desde los propios laboratorios farmacéuticos que los comercializan.
Sin embargo, como el simple médico que soy, de ninguna forma un brillante instruido en temas lingüísticos como el Dr. Navarro, cometí, al parecer, el error de recurrir a la Real Academia Española de la Lengua para resolver un problema en el que no me sentía competente. Ya me he percatado de que dicha institución se puede ver fácilmente superada por criterios más expertos y eruditos. Una segunda enseñanza que debemos agradecer al Dr. Navarro (la primera, naturalmente, es la indicación del prefijo bis-).
Con la esperanza de que este asunto sirva de lección para el futuro a los médicos e investigadores en el metabolismo óseo, así como al propio comité editorial de la
REEMO, le agradezco de nuevo al Dr. Navarro su carta, y la molestia que se ha tomado para argumentar tan detalladamente su conclusión.