Los microorganismos benéficos juegan un rol fundamental en los agroecosistemas naturalmente sustentables. Algunos de ellos pueden ser utilizados como inoculantes para beneficiar a las plantas, ya que desarrollan actividades que involucran una promoción de su crecimiento y su protección. Las asociaciones de Rhizobium-micorrizas arbusculares (MA) actúan sinérgicamente en los niveles de infección, nutrición mineral y crecimiento de las plantas1,3.
Es conocido que el principal efecto de las MA de realzar la actividad de Rhizobium es a través de una estimulación generalizada de la nutrición del hospedante, aunque pueden ocurrir algunos efectos más localizados a nivel de raíz o de nódulo4. Las interacciones pueden tener lugar en el estadio de precolonización, cuando los dos microorganismos interactúan como habitantes rizosféricos, o durante el desarrollo de la simbiosis tripartita; el genotipo del hospedante también influye en esta interacción2.
Al experimentar con una cepa de MA (Glomus intraradices) y una cepa de Sinorhizobium meliloti sobre alfalfa, leguminosa utilizada como pastura, la técnica de tinción de raíces con azul de Tripán reveló un elevado porcentaje de colonización fúngica5 (fig. 1A) y una presencia muy importante de vesículas (fig. 1B). Resulta evidente también la presencia de apresorios, puntos de entrada de la hifa fúngica en la raíz (fig. 1C). En el interior de los nódulos (fig. 1D) se observa un número importante de esporas como así también los puntos de entrada del micelio externo en el nódulo.
Dado que estos microorganismos simbiontes son tan importantes para la captación de nutrientes por parte de las plantas, al contribuir al ciclo del N y del P en el suelo, es interesante poder reconocer en los nódulos un nuevo nicho donde las esporas micorrícicas pueden quedar preservadas de la degradación por otros microorganismos del suelo.