Existen consensos y adhesiones referidos a la forma de nombrar las parasitosis, pero no siempre se respetan. En 2001, Miguel Cordero del Campillo, de la Universidad de León, y Antonio R. Martínez Fernández, de la Universidad Complutense de Madrid, España, planteaban esta problemática2. Si bien algunas parasitosis tienen nombres propios, se evidenció la necesidad de utilizar una manera de referirse a ellas mundialmente aceptada. Se propuso uniformar la nomenclatura tomando como base la raíz del vocablo del género del parásito implicado, y para grupos de enfermedades, la raíz del taxón de rango superior del que aquel procede. Si bien hay consenso en este sentido, parece que aún no lo hay con relación al sufijo que debe combinarse para la terminación: ¿«iasis»?, ¿«asis»?, ¿«osis»? Podemos observar que algunas parasitosis terminan en «osis» (toxoplasmosis, pediculosis, etc.), mientras que otras terminan en «asis» o «iasis» (teniasis, amebiasis, leishmaniasis, etc.).
Por iniciativa del Dr. Konstantin Skrjabin se recomendó emplear el sufijo «osis» añadido a la raíz del nombre genérico, y a partir de entonces se generalizó dicha sugerencia, y se aceptó su adecuación para nombrar las parasitosis localmente de manera vulgar. Luego, la World Association for the Advancement of Veterinary Parasitology indicó lo siguiente: «Para designar la enfermedad parasitaria se empleará exclusivamente el sufijo osis. Este sufijo se añadirá a la raíz del nombre del taxón del parásito»4 (echinococcosis, toxoplasmosis, giardiosis, etc.). Esta nomenclatura tuvo la adhesión de la European Federation of Parasitologists y de la World Federation of Parasitologists1. En 1994, las 3 entidades solicitaron a los editores de revistas de la especialidad que «invitaran» a los autores de trabajos a que se «adhirieran» a esta norma. Posteriormente se adhirió también la Federación Latinoamericana de Parasitología5.
Pasaron 20 años y todavía no se respetan los acuerdos. Si cambiamos «osis» por «iasis», ¿habría que hablar de toxoplasmiasis?, ¿de pediculiasis? ¿O respetamos lo ya acordado y nos dedicamos a cuestiones más importantes y aún no resueltas? Recordemos que las parasitosis seguirán existiendo en la tierra mientras continúe habiendo inequidad, pobreza, hambre y desinterés de los gobernantes de los países en los que hay mayor riesgo de adquirirlas. Frente a este escenario, detenerse a reflexionar si los nombres de las parasitosis deben terminar en «osis», «asis» o «iasis» parece algo superficial, pero si los acuerdos existen, creo que es tiempo de hacer que se cumplan.
Otro tema se refiere a la confusión existente entre las palabras «huésped», «hospedador», «hospedante» y «hospedero». «Huésped» deriva del latín hospes y, según el diccionario de referencia para nuestro idioma (RAE), tiene 2 significados diferentes y opuestos: «persona alojada en casa ajena» o «persona que hospeda en su casa a otra», y para la biología, aclara, «huésped» sería aquel «vegetal o animal en cuyo cuerpo se aloja un parásito»3,6. Es necesario terminar con esta ambigüedad en la terminología y efectuar las correcciones que correspondan, ya que esto, más allá de que se pueda considerar como un desconocimiento del idioma, genera confusiones: un parásito u otro microorganismo es el «huésped» (ya que se aloja en otra casa), y el que lo hospeda es el «hospedador», «hospedante», «hospedero» o «anfitrión» (host en inglés). El debate queda abierto.