El editor, además de tener sentido común, debe estar capacitado. En nuestro país, la formación en esta área es ardua y difícil, y cada uno hace su propio camino como en otros campos del conocimiento. Al no existir una carrera universitaria o terciaria sobre editorialismo científico, en general quien llega al puesto primero ha sido autor, ha colaborado como revisor y, por supuesto, es un ferviente lector de los temas relacionados con su especialización. Este, al menos, suele ser el orden hasta llegar a ocupar el máximo cargo en una revista biomédica1.
Al respecto, la Fundación Roentgen otorga cada año la beca internacional Lee F. Rogers en periodismo radiológico a especialistas no norteamericanos con el objetivo de fomentar la mejora de sus antecedentes curriculares y estimular el interés por el buen periodismo radiológico2. Anualmente la American Roentgen Ray Society (ARRS) recibe más de mil aplicaciones de todo el mundo para acceder a esta beca. Entre todas estas solicitudes, solo un postulante consigue este importante logro en el ámbito científico-editorial. Obtenerlo implica trabajar activamente con los editores de la American Journal of Roentgenology (AJR) y su staff, así como aprender sobre los fundamentos de las publicaciones científicas. En mi caso, este año tuve el privilegio de haber sido seleccionada para llevar a cabo este importante desafío3.¿En qué consiste la beca Lee F. Rogers?
Mi solicitud fue enviada los primeros días de octubre de 2015 y en diciembre de ese mismo año recibí la notificación de que había sido seleccionada.
La beca se inició formalmente en abril de 2016 en el Congreso Anual de la ARRS, en Los Ángeles. Durante estos días, me entrevisté con el editor en jefe de AJR (Thomas H. Berquist), la editora de área que yo había elegido (Donna Blackenbaker) y el equipo administrativo de la revista. Luego, participé del “Luncheon of peer reviewers”, un encuentro en el que se actualizan las pautas para los revisores, se presenta el proyecto editorial terminado del fellow del año anterior y se entrega una placa al nuevo becario.
Una vez finalizado el congreso, me dirigí a la ciudad de Leesburg (Virginia), donde se encuentra la sede editorial de AJR. Allí pasé 3 días inolvidables reuniéndome con los integrantes del staff, que me mostraron la labor específica de cada uno. Bajo la supervisión general de Cheryl Merril, el trabajo fue muy ordenado dado que estudiamos paso a paso el proceso editorial a través de los encuentros, desde el ingreso del manuscrito a la plataforma hasta que se arma la versión impresa de la revista, haciendo una revisión completa.
La calidez de Cheryl, junto con la del equipo, hizo que me sintiera como en la Sociedad Argentina de Radiología: es decir, como en casa. Durante esas jornadas, además, me juntaba entre reunión y reunión con el editor jefe para trabajar sobre mi proyecto editorial. El trato amable del Dr. Berquist, su entusiasmo por la enseñanza y su dirección en mi proyecto francamente fueron destacables.
Después de mi estadía en Virginia, me dirigí a la Universidad de Wisconsin en Madison (Wisconsin), para trabajar durante 3 días con la editora de área, la Dra. Blakenbaker. Con ella hice prácticas de revisión de manuscritos sobre el área de mi interés. Entusiasta consejera, pude compartir con ella la pasión por el trabajo editorial.
Desde el primer día del congreso, debo confesar que mis ansiedades se esfumaron cuando conocí personalmente a todos, ya que fui recibida con una calurosa bienvenida. El equipo se mostró constantemente dispuesto a ayudarme, enseñarme y guiarme en mi plan de trabajo.
Ya de regreso en Buenos Aires, puse “manos a la obra” en mi proyecto editorial. Este consistió en analizar el destino final de los trabajos rechazados por los editores de AJR durante el año 2014. El manuscrito terminado fue enviado a la revista y ya he recibido correcciones menores, que también he entregado. De ser aprobado, sería publicado en la AJR y deberé exponerlo durante el “Luncheon of peer reviewers” en 2017 en New Orleans. ¡Espero con ansias que se concrete!
Desde ya deseo que este editorial motive a otros editores o radiólogos que se interesan en el editorialismo científico. Para mí realmente fue una de las experiencias más enriquecedoras que he tenido en este ámbito y, por eso, he querido compartirlo con los apreciados lectores de la RAR.
Hasta el próximo número,