Ante todo debemos celebrar la edición de un libro de Farmacología escrito especialmente para expertos en Producción de Imágenes. En él se resalta que el proceso diagnóstico forma parte de la historia clínica de un paciente que no sólo registra sus propios antecedentes clínicos, sino que también suele estar bajo tratamiento farmacológico y que puede presentar un sinnúmero de patologías que condicionarán su respuesta a los medios de contraste.
En esta obra, el término fármaco se utiliza en el sentido amplio de la palabra, entendiéndolo como una sustancia útil para el diagnóstico, tratamiento y prevención de enfermedades. De esta manera, los medios de contraste quedan incluidos en la definición.
Los primeros capítulos resultan esenciales. La información sobre farmacología general y situaciones clínicas específicas (embarazo, lactancia, niñez o vejez) son indispensables para entender que cada período de la vida humana merece consideraciones farmacológicas distintas. Además, se nos recuerda que debemos averiguar las interacciones entre los fármacos y los suplementos dietarios que recibe el paciente.
Sobre el capítulo dedicado a medios de contraste yodado, vale destacar algunas de las ideas desarrolladas:
- •
El mecanismo responsable de la “reacción alérgica” no ha sido dilucidado aún.
- •
Las pruebas cutáneas no son útiles ni se recomiendan.
- •
No hay evidencia que apoye la práctica de interrogar acerca de la “alergia a los mariscos”.
- •
No se ha demostrado que los medios de contraste iónicos sean más nefrotóxicos que los no iónicos.
- •
El factor de riesgo más importante de la nefropatía inducida por contraste es la insuficiencia renal preexistente, mientras que el antecedente de diabetes aumenta hasta cuatro veces el riesgo.
Asimismo, resulta de especial interés el apartado sobre la interacción entre los medios de contraste yodado y la metformina. Esta, en la actualidad, es sin duda el hipoglucemiante oral más utilizado para el tratamiento de la diabetes tipo 2 y la insulinorresistencia (particularmente asociada a obesidad). Al igual que los medios de contraste yodado, la metformina se excreta por el riñón, por lo que la autora subraya que deberá considerarse su discontinuación antes de administrar el contraste yodado a pacientes con función renal anormal o a aquellos con función renal normal que presenten comorbilidades para acidosis láctica (como disfunción hepática, alcoholismo o insuficiencia cardíaca).
Con respecto al gadolinio, se aclara que este tiene efectos adversos similares a los de los compuestos yodados, pero que su frecuencia es baja. Se dedica particular atención a la fibrosis sistémica nefrogénica (FSN) no sólo por su cuadro clínico complejo (con prurito, pápulas, dolor articular, diplopía, uveítis, escleritis y fibrosis en el hígado, el miocardio y los riñones), sino también porque se asocia al uso de gadolinio en pacientes con insuficiencia renal aguda o crónica y clearance de creatinina <30ml/min, en los que por falta de excreción renal la vida media del contraste es superior a las 30-120 horas. En estos casos, el gadolinio liberado induciría la proliferación de fibroblastos.
Varios de los capítulos se enfocan en grupos terapéuticos que resultan de suma utilidad por su uso extendido (p. ej. uso de corticoides, antiinflamatorios no esteroides, fármacos para la osteoporosis y patología digestiva, y antihipertensivos).
Ciertamente, en el libro de la Dra. Isolabella el experto en Diagnóstico por Imágenes encontrará información farmacológica sólida, que le permitirá tomar sus decisiones con más seguridad y fundamentos.
