En los últimos años, en el campo del tubo digestivo es, probablemente, donde el Diagnóstico por Imágenes ha hecho las mayores transformaciones. He tenido la suerte de ver cómo ha cambiado y, sobre todo, cuánto ha progresado el rol de las imágenes en esta área. De hecho, la radiología contrastada, otrora casi el único medio diagnóstico, en la actualidad cumple un rol limitado: estudios funcionales y posoperatorios, principalmente.
Avances en Diagnóstico por Imágenes: tubo digestivo, dirigido por los Dres. Pablo R. Ros y Luis Ros Mendoza, forma parte de la serie de publicaciones del Colegio Interamericano de Radiología (CIR), cuyos editores responsables son los Dres. Miguel Stoopen y Ricardo García Mónaco. El libro consta de 200 páginas y está dividido en 13 capítulos (más una autoevaluación final con preguntas de selección múltiple).
En el primer apartado se describe en general el valor actual de la tomografía computada multicorte (TCMC) en la patología esofágica y gástrica, mientras que en el segundo y el tercero se realiza una puesta al día muy interesante sobre entero-tomografía, entero-resonancia y colonografía por tomografía computada (TC). A lo largo del desarrollo se puntualiza tanto en las técnicas e indicaciones como en los protocolos de estudio.
Los dos capítulos siguientes ya están focalizados en la patología esofágica: el cuarto trata sobre la enfermedad no tumoral, mostrando, en forma resumida pero precisa, imágenes características en radiología contrastada (algunas acompañadas por su correlación con TC); y el quinto abarca la patología tumoral, su estadificación por el sistema TNM del carcinoma, el valor y eficacia de las distintas modalidades diagnósticas para una adecuada estadificación y su respuesta al tratamiento.
A continuación, los capítulos VI y VII refieren a la patología gástrica. El primero de ellos ahonda en la variante no tumoral, resaltando la importancia de la TCMC en algunas entidades y el rol de la cirugía bariátrica y sus complicaciones; el otro, sobre patología tumoral, hace hincapié en la importancia de las modalidades imagenológicas para evaluar el cáncer gástrico. Entre ellas, se destacan la TC, la eco-endoscopía y la tomografía computada por emisión de positrones (el PET/TC, en especial para el seguimiento y recurrencia). Además, se describen otras neoplasias, como el linfoma y el tumor del estroma (GIST).
Las principales patologías del intestino delgado son abordadas en el capítulo VIII. Allí se detalla en forma muy sucinta el valor de la tomografía computada (principalmente en la patología tumoral) y la resonancia magnética (RM).
Por su parte, la enfermedad de Crohn (enfermedad inflamatoria intestinal por excelencia) cuenta con su propia sección. A lo largo de este capítulo, cobra importancia el papel de la entero-TC y entero-RM: se comparan ambos métodos, sus indicaciones y valores para medir el daño estructural intestinal, permitiendo así establecer escalas de evaluación/puntuación de la enfermedad.
Los capítulos X y XI están abocados al colon. Mientras en uno se destaca el valor de la TCMC en el estudio de las colitis y el rol de las imágenes en el diagnóstico de la apendicitis aguda, en el otro se detalla el cáncer colorrectal y se analizan los métodos de cribado y el lugar que ocupan las distintas modalidades imagenológicas en la estadificación. A su vez, se describe el cáncer rectal y las técnicas utilizadas (ecografía endorrectal, RM, TC y PET/TC) tanto para el diagnóstico y extensión tumoral, como para el seguimiento y recurrencia de la neoplasia.
Hacia el final se abordan los métodos útiles para evaluar la hemorragia digestiva (especialmente la TCMC) y, en el último capítulo, se estudia el rol del Diagnóstico por Imágenes en el intervencionismo del tubo digestivo, estableciendo también las indicaciones, complicaciones, resultados y técnica del procedimiento.
Mis felicitaciones al CIR, editores y autores de los capítulos.