El, a mi entender, estupendo y oportuno artículo publicado en el número 2 del volumen 26 de la revista, firmado por Genis, Lorenzo y Santiña, relativo al manual de estilo para los autores1, coincidía en el tiempo con un pequeño estudio que estaba realizando sobre el marco de referencia2Standards for Quality Improvement Reporting Excellence (SQUIRE).
La guía SQUIRE, pese a tener ya varios años de recorrido3, tiene menos uso que otros estándares como CONSORT, sin embargo, se adapta mucho mejor a los trabajos de mejora de la calidad4, y debería ser herramienta de primera mano para autores y revisores de literatura relacionada con la mejora de la calidad.
Mi intención era valorar la facilidad de uso de esta herramienta de cara a evaluar publicaciones de mejora de la calidad en futuras revisiones sistemáticas. Para ello utilicé una muestra de 70 artículos de la Revista de Calidad Asistencial, de los últimos 10 ejemplares (desde septiembre de 2009). Una primera fase de cribado hizo que me quedara con el 27% de los artículos, ya que el resto no podían ser evaluados con SQUIRE al no ser propiamente estudios sobre mejora de la calidad.
No cabe duda, que este hallazgo ocasional llamó más mi atención que el resto de los resultados posteriores. Quiero recalcar que este hallazgo no es indicativo de que el 73% de los artículos sea de baja calidad, la excelencia de nuestra publicación de referencia y sus artículos, ha quedado sobradamente demostrada desde la indización en MEDLINE5, simplemente no se refieren a proyectos de mejora de la calidad o la seguridad.
Posteriormente llamaron mi atención una carta al director publicada en esta misma revista6 y por supuesto el editorial del número de julio-agosto de este año7. En la primera, Hernández-García hace referencia a la baja tasa de publicación de comunicaciones orales de los congresos de la SECA y en el segundo se marcan las pautas de lo que debe ser el futuro de la Revista de Calidad Asistencial.
Y desde entonces, no deja de dar vueltas a mi cabeza la posible relación que hay entre todos estos asuntos, y cuál sería el papel que podrían jugar los estándares SQUIRE en el desarrollo no solo de la revista sino del conocimiento sobre mejora de la calidad que tiene la comunidad científica.
Y es por eso que humildemente me atrevería a sugerir tres pequeñas áreas de mejora:
Sería interesante incluir SQUIRE como referencia para la elaboración de artículos originales de la revista, cuando se trate de trabajos sobre la mejora de la calidad, teniendo en cuenta además que la presencia de ensayos clínicos es menor en la revista.
En la estrategia de la Revista de Calidad Asistencial7 se menciona la necesidad de captar a los mejores autores y mejorar la efectividad y calidad de las revisiones. En el primer aspecto, no cabe duda que hay un área de mejora importante no tanto en captar a los mejores como conseguir formar a mejores autores, en el segundo caso, un mayor desarrollo de la versión de SQUIRE en español, sería una herramienta muy válida para mejorar la efectividad de las revisiones.
En tercer lugar, teniendo en cuenta la mención a la baja tasa de publicación de comunicaciones, me atrevería a pedir un esfuerzo a la SECA y a las sociedades regionales para que establezcan programas formativos en investigación en calidad, en edición de publicaciones y en lectura crítica.
No cabe duda, que SQUIRE es un marco muy exigente de cara a elaborar trabajos de mejora de la calidad, pero sin querer quitarle importancia a otro tipo de estudios, considero que los artículos publicados sobre experiencias de mejora de la calidad asistencial deberían ser el grueso principal de los originales de la revista.