En estudios comparativos es normal emplear estadísticos con el fin de determinar la significación estadística de las diferencias, pero existe un prerrequisito de carácter métrico relacionado con los cuestionarios utilizados que deben garantizar un proceso justo: la invarianza de medida. El trabajo de Castillo et al.1 consideró la comparación de grupos, niños con secuelas de quemaduras y sin secuelas de quemaduras respecto al autoconcepto, concluyendo que no existen diferencias estadísticamente significativas entre ellos (p>0,05).
Si bien es una práctica común, existen algunos aspectos que no son tomados en cuenta muy a menudo en estudios comparativos. Para llevar a cabo una adecuada comparación entre 2 grupos utilizando instrumentos de evaluación, estos deben medir del mismo modo el constructo evaluado (en este caso, la soledad)2,3, es decir, presentar invarianza de medición. Si se cumple esa condición las diferencias (o no diferencias) observadas serían debido a diferencias (o no diferencias) reales en el constructo evaluado; pero si no se cumple, los hallazgos podrían estar relacionados con aspectos irrelevantes a la variable evaluada, es decir, existiría sesgo en la medida.
A pesar de que es una creencia extendida, estos procedimientos vinculados con los análisis psicométricos de los instrumentos de evaluación no son optativos, son obligatorios, ya que solo de ese modo se puede garantizar la calidad de la medición realizada y, por ende, la solvencia de las conclusiones presentadas.
En este sentido, en todas aquellas investigaciones destinadas a comparar grupos, debe realizarse un análisis de invarianza de medición para garantizar que el constructo es entendido del mismo modo por ambos grupos y, por tanto, la comparación esté justificada4. De no ser así, las diferencias pueden estar sesgadas hacia uno u otro grupo, afectando así las conclusiones.