Hemos repetido hasta el cansancio en los últimos años en el país, que la salud mental se ha convertido en un verdadero problema de salud pública y hasta el momento desde los profesionales de la salud mental y las diferentes asociaciones y organizaciones gubernamentales y las instituciones públicas y privadas no se vislumbran soluciones de fondo que alivien la problemática.
El tema de las alteraciones mentales en la infancia está diagnosticado desde el estudio nacional realizado ya hace más de 10 años, y no hay propuestas ni políticas en tal sentido. Solo 3 posgrados de psiquiatría infantil en Colombia no serán respuesta a esta situación; escasos programas de promoción de salud, y prevención de alteraciones en la niñez se realizan, y las consecuencias han llegado a extremos en las cuales estamos observando escaso desarrollo de estilos de vida sanos, con adquisición de valores que permitan luego en la vida adulta una mejor capacidad adaptativa, una mejor tolerancia a la frustración y un mejor funcionamiento con capacidad de enfrentar conflictos. Es tan dramática la situación que las conductas suicidas han empezado a proliferar en este grupo etéreo.
Problemas de consumo de sustancias psicoactivas desde la infancia y adolescencia han llevado a trastornos mentales y cambios comportamentales, desde los diferentes niveles de atención se observa la deficiente estructura de los programas para enfrentar esta problemática. En educación sexual, capacidad de resiliencia y resolución de conflictos nuestros jóvenes tienen pocas oportunidades de adquirir capacidades.
En la adultez las alteraciones del ánimo, problemas adaptativos, disfunción familiar y de pareja tienen alta prevalencia y la oportunidad y acceso a los servicios de salud para tratamientos son precarios.
La población de la tercera edad no tiene las oportunidades ni posibilidades para enfrentar esta etapa crucial e importante de la vida, donde las pérdidas significativas son de trascendencia y requieren del acompañamiento emocional para un buen bienestar de la población.
Por último, mucho se ha hablado de la necesidad de afrontar el tema del postconflicto en Colombia y la cantidad de consecuencias que han traído más de 50 años de guerra, hasta el día de hoy no se vislumbra un proyecto nacional sólido a tal necesidad.
Este es un llamado a la construcción colectiva, a la participación de muchos sectores en salud, educación y otros para aportar desde sus capacidades en el afrontamiento que requiere la salud mental en nuestro País.