En el contexto de los profundos cambios en el campo de la psiquiatría y la salud mental, se ha desarrollado un proceso de redefinición de la contención mecánica o sujeción física. Desde el punto de vista ético, la sujeción física es un procedimiento útil, e incluso necesario, siempre que se ajuste a indicaciones clínicas precisas. Debe establecerse como un último recurso terapéutico en situaciones extremas, después de que hayan fracasado las demás medidas alternativas —como el abordaje o la contención verbal, las medidas ambientales y/o de conducta y la contención farmacológica—, para controlar conductas que suponen alto riesgo para el propio paciente, las personas de su entorno y los profesionales de la salud.
En algunas situaciones se plantea la posibilidad de aplicar restricción física y medicación forzada; sin embargo, se ha observado que pueden llegar a ser medidas no terapéuticas y dañan la relación médico-paciente, y además el paciente lo percibe como una agresión.
Es importante que los profesionales de la salud conozcan las implicaciones éticas y terapéuticas de la restricción física o la medicación forzada, con la finalidad de que estén familiarizados tanto con su práctica como con la teoría y puedan instruir al personal sobre el adecuado tratamiento del paciente evitando deshumanizarlo. En el tratamiento del paciente agitado, es fundamental conocer las indicaciones precisas para la aplicación de medidas terapéuticas, ya que no deben usarse como medidas de castigo y se espera utilizarlas lo menos posible, solo cuando otras intervenciones no hayan sido efectivas.
In the context of the profound changes in the fields of psychiatry and mental health, a process of redefinition of mechanical or physical restraint has been developed. From an ethical point of view, physical restraint is a useful and even necessary procedure, as long as it is adjusted to precise clinical indications. It should be established as a last therapeutic resource that is used in extreme situations to control behaviours that involve a high risk for the patient himself, for other people in his or her environment and for health professionals, after all other alternative measures such as the verbal approach or containment, environmental and / or behavioural measures and pharmacological containment have failed.
In some cases, the possibility of applying physical restriction and the use of forced medication is proposed, however, it has been observed that they may become non-therapeutic measures, as well as damage the patient-doctor relationship and be perceived by the patient as an aggression.
It is important that health professionals understand the ethical and therapeutic implications of physical restraint or forced medication, so that they are familiar with both its practice and theory, and to instruct staff on the proper management of the patient avoiding his or her dehumanisation. In the treatment of the agitated patient, it is essential to understand the precise indications for the application of therapeutic measures, since they should not be used punitively and it is expected that they be used as little as possible and only when other interventions have not been effective.
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