No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio.
Albert Camus, en El mito de Sísifo, llama la atención sobre el absurdo de la vida e introduce grandes interrogantes para entender el suicidio. Este comportamiento —difícil de explicar y comprender por parte de quienes continuamos vivos— es quizás una de las problemáticas más relevantes en la psiquiatría y en otras disciplinas. Desde la sociología, Emil Durkheim (1858-1917) ha presentado varias maneras de entender el suicidio y propone el suicidio egoísta, el altruista y el anómico. Más recientemente, Silverman et al.1,2 han revisado la nomenclatura para el estudio del suicidio y de los comportamientos suicidas. Ellos son solo algunos de los autores que de alguna manera y desde diferentes disciplinas han aportado ideas para el entendimiento de un fenómeno que por su complejidad requiere diversas ópticas e interpretaciones.
El suicidio es una de las mayores causas de muerte global. Se calcula que anualmente se suicidan entre de 1,2 y 1,5 millones de personas alrededor del mundo, lo que equivale a una muerte cada 40s, una tasa de mortalidad global de alrededor de 16 por 100.000 habitantes, que en Colombia es de alrededor a 4-5 por 100.000. La tasa mundial ha aumentado un 60% en los últimos 45 años. Estos datos muestran la importancia epidemiológica del tema y la necesidad de estudios en esta área que permitan establecer medidas efectivas de prevención y de tratamiento.
Los inmediatos precursores del suicidio —como la ideación suicida, los planes y los intentos de suicidio— han sido poco estudiados. En un estudio reciente de Nock et al.3, que incluye a Colombia, se encontró una prevalencia para muestras poblacionales del 9,2% para ideación, del 3,1% para planes y del 2,7% para intentos suicidas. Alrededor de ello se calculó que el género y la presencia de trastornos mentales pueden tener un menor rol en países en vía de desarrollo que en países desarrollados. No obstante, las mujeres parecen tener mayor riesgo de ideación, plan o intento suicida (OR=1,4). Asimismo todos estos aspectos están inversamente relacionados con la edad, pues sus cifras son más altas en personas jóvenes.
Respecto a la asociación de trastornos mentales con comportamientos suicidas, se observa una mayor asociación con trastornos del afecto (OR=3,4-5,9), seguido de trastornos del control de los impulsos (OR=3,3-6,5), trastornos de ansiedad (OR=2,8-4,8) y abuso de sustancias (OR=2,8-4,6).
Este suplemento de la Revista Colombiana de Psiquiatría, que surge como respuesta a esta problemática, pretende proveer algunas respuestas al sinnúmero de aristas que tienen el intento de suicidio y el suicidio en nuestro medio. Así, se busca dar un paso hacia la comprensión de un fenómeno que en la mayoría de los casos permanece en el silencio.
Finalmente, Emil Kraepelin4, no ajeno a esta problemática, escribió el poema Discordia, que entre líneas refleja mucho del sufrimiento que puede sentir la persona que opta por no estar más entre nosotros. Cuando la existencia me impone su desmesurado yugo, hueste de relumbrantes destellos asoma ante mí: es un tornasol tropel de rutilantes sueños y anhelos que ferazmente florece y me embarga del todo. Sin embargo, el día en que yo acabe cediendo jamás llega: sujeto estoy, no lo ignoro, por mil férreos grilletes. Lucho por la luz, busco gozoso albedrío pero ocultas fuerzas en perpetua pugna me confinan. Tiene algúnsignificado esta discordia? ¡Cómo rebosa de hiel el cáliz de la vida ante mí! Y sin embargo mi ser más auténtico ama esta agonía Sin esta rebelión interior me odiaría a mí mismo ¿Cómo disiparse la grisura de los días podría sino a través de los redivivos anhelos de mi corazón?