Latinoamérica ya ha pasado por un nuevo pico de la pandemia y ahora los contagios y muertes se han reducido de manera importantísima, con disparidad en la cobertura de vacunación en los diferentes países del área, programas que empezaron tarde por la disponibilidad y el acceso a ellas. Estamos a la expectativa del curso de la pandemia, variantes del virus y cubrimientos inmunológicos, así como su temporalidad.
Concomitante con los efectos físicos del virus asistimos a la presencia de alteraciones mentales y emocionales que desencadenaron necesidades de atención en el mundo que no pudieron ser atendidas por la concentración de todas las acciones en lograr salvar vidas. Situaciones como alteraciones de ansiedad, depresión, trastornos adaptativos, elaboración de duelo y conductas suicidas son solo algunas de ellas.
Ahora en la reducción de casos y posible paso de pandemia a endemia lo que se encuentra es toda la condición mental a nivel poblacional, a los eventos ya mencionados, se suman necesidades en la rehabilitación mental de personas que sufrieron la enfermedad infecciosa y las consecuencias neuropsicológicas.
Los sistemas de salud en el mundo requieren en el momento dar respuesta a la situación de salud mental en la población, inversión y decisión política con el propósito de construir una sociedad con mejores capacidades y habilidades para la vida.