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Vol. 52. Núm. 4.
Páginas 328-336 (octubre - diciembre 2023)
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Vol. 52. Núm. 4.
Páginas 328-336 (octubre - diciembre 2023)
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Experiencias de duelo y sentimientos morales en sobrevivientes del conflicto armado en Medellín, Colombia
Experiences of Grief and Moral Sentiments in Survivors of the Armed Conflict in Medellín, Colombia
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Alis-Dahiana Bedoya-Olaya, Jair-Eduardo Restrepo-Pineda
Autor para correspondencia
jair.restrepo@uniminuto.edu

Autor para correspondencia.
, Luisa-Fernanda Ríos-Carmona, Daniel-Felipe Muñoz-Cortés
Corporación Universitaria Minuto de Dios UNIMINUTO, Bello, Antioquia, Colombia
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Resumen

El objetivo del estudio es comprender la experiencia de duelo y sentimientos morales de los sobrevivientes al conflicto armado en la ciudad de Medellín, Colombia, a través de una investigación cualitativa. En total participaron 32 personas afectadas por diferentes hechos victimizantes en el contexto del conflicto armado. Existe una relación directa entre los sentimientos morales y los procesos de elaboración y tramitación de la pérdida. Los sentimientos morales enmarcan la experiencia de emociones en la víctima, luego de ocurridos los hechos, que influyen en cómo van tramitando el dolor vivido. Estos sentimientos permean los procesos de gestión del hecho en los sobrevivientes, las formas en que se perciben a sí mismos y a los victimarios y las posturas sociales que adoptan para afrontar la vida. Se concluye que los factores de tipo moral intervienen en el restablecimiento emocional de las víctimas y señalan la posibilidad o dificultad para la elaboración de los hechos acontecidos.

Palabras clave:
Conflicto armado
Víctima de guerra
Sentimiento
Duelo
Colombia
Abstract

The objective of the study is to understand the experience of grief and moral sentiments in survivors of the armed conflict in the city of Medellín, Colombia, through qualitative research. In total, 32 people affected by different victimising acts in the context of the armed conflict participated. There is a direct relationship between moral sentiments and the processes of handling and processing loss. Moral sentiments frame the experience of emotions in the victim, after the events have occurred, which influence the way in which the pain experienced is processed. These sentiments permeate the processes of dealing with the incident in survivors, the ways in which they perceive themselves and the perpetrators, and the social stances they adopt to face life. We conclude that moral factors play a role in the emotional recovery of victims and are indicative the possibility or difficulty of processing the events that occurred.

Keywords:
Armed conflict
Morale
Sentiment
Duel
Colombia
Texto completo
Introducción

Las víctimas del conflicto armado colombiano presentan diferentes secuelas en su salud tanto física como mental a raíz de los diferentes hechos victimizantes a que se han visto sometidas, tales como el desplazamiento forzado, las amenazas, el homicidio, las minas antipersonales, el secuestro, la desaparición forzada, el abandono o despojo forzado de tierras, las lesiones personales psicológicas o el confinamiento, entre otros1. En Colombia, en enero de 2021 el número de víctimas registradas era de 9.099.358, lo que equivale a un 18,85% de los habitantes del país. En Antioquia se han identificado 1.701.4821, lo que representa un tema de interés nacional en cuanto a las medidas de restablecimiento de derechos y reparación integral a esta población afectada por el conflicto.

La violencia no solo afecta al ámbito cognitivo, emocional y social de las víctimas. Puede ser la causa de trastornos mentales como el estrés postraumático y el trastorno depresivo mayor2, y además causa profundos daños morales, entendidos como «toda modificación dolorosa del espíritu, consistente en profundas preocupaciones, o en estados de aguda irritación que afectan (…) al equilibrio anímico de las personas e incide en la aptitud del pensar, de querer o de sentir»3. Sumado a ello, se generan otras secuelas, como la desesperanza, el miedo, la tristeza y el resentimiento, consecuencias que perturban el proyecto de vida de las personas y afectan al tejido social de las comunidades donde habitan, pues son sucesos que rompen con todo lo que los individuos en algún momento concebían inalienable.

Así, surgen estudios dirigidos a comprender sentimientos de carácter moral que permitan analizar su influencia en la construcción del tejido social y las posturas sociopolíticas de las víctimas4. Uno de estos estudios buscó comprender las nuevas formas de ciudadanía que se construyen a través de la expresión de sentimientos morales en el contexto de las prácticas «educomunicativas» que desarrollan estudiantes víctimas y no víctimas del conflicto armado. Se concluye que los sentimientos morales son móviles de la acción, son herramientas que contribuyen a la generación de nuevas ciudadanías, ya que los estudiantes lograron desarrollar sentimientos que transmiten en ellos un amplio sentido político5.

Respecto a los sentimientos morales, uno de los referentes de la psicología moral, logran definirse bajo la noción de sentido moral como una estructura perceptiva interna que permite al ser humano aprobar o desaprobar algo6. Por su parte, Hume plantea una propuesta moral afirmando la preponderancia de los sentimientos ante la razón7, que posteriormente se refuerza con la alegoría del elefante (afectos) y el jinete (razón), al afirmar que, si bien la razón da orden a la experiencia, esta se halla supeditada a las pasiones y los afectos8. De otro lado, se señala que estos se originan a partir de las relaciones interpersonales y la interacción social9,10, y se convierten en alarmas que se instalan desde la infancia para alertar y reaccionar ante el mal y lograr la superación como seres morales11. De otra parte, los sentimientos morales están ligados a la aprobación o desaprobación de las situaciones o lo que se considera bueno o malo para la persona, y con este contenido moral se manifiestan las emociones12, la empatía, la simpatía, la pasión, la gratitud, el resentimiento, la justicia y el remordimiento, que son algunos de los sentimientos que menciona el autor y sirvieron de base para el análisis del presente estudio. Existe una influencia de la familia y la cultura en la experiencia de emociones como la tristeza, el miedo, el asco y la ira, en cuanto condicionan normas, creencias, pensamientos, formas de expresar y objetos elegidos para la vivencia de emociones y sentimientos13. Es decir, los sentimientos morales se conforman a partir de la evaluación moral que realizan las personas de su entorno e influyen en las acciones y actitudes que adoptan.

Las emociones morales se clasifican en 4 subgrupos; las primeras son las emociones morales de condena, que se forman a partir de la interrupción de estructuras morales: la ira, el disgusto, el desprecio y la indignación. Las segundas son las emociones morales de autocondena, originadas cuando la persona percibe que ha incumplido una norma social: el pudor y la culpa. Las siguientes son emociones relativas al sufrimiento ajeno, como la compasión. Por último, están las emociones de admiración, entre las que se ubican la gratitud, la admiración y la devoción14.

Al indagar sobre la experiencia subjetiva de las víctimas luego de ocurridos los hechos, se identifica el duelo como un ámbito de análisis que permite acercarse a la realidad psíquica de los afectados. El duelo puede entenderse como respuesta ante la pérdida de lo querido, amado o valorado, que requiere de un proceso psíquico del doliente de aceptar la pérdida y lograr renunciar a ella, para reconstruir su vida, admitiendo su ausencia15. Asimismo, en el duelo se da un proceso de ruptura del mundo de supuestos, lo que hace referencia a esquemas mentales que las personas construyen acerca de qué es verdad sobre el mundo, sobre los otros y sobre sí mismas; entre ellos se incorporan supuestos generales sobre la vida y supuestos específicos sobre lo amado, a partir de la expectativa de que lo amado siempre estará16. El duelo es un trabajo que requiere de una postura activa del doliente; ante ello plantea 4 tareas: a) aceptar la realidad de la pérdida: lo que implica admitir intelectual y emocionalmente dicho acontecimiento; b) trabajar las emociones y el dolor: reconocer las emociones que vive (p. ej., ira y culpa) como algo natural del proceso de duelo; c) adaptarse a un medio en el que lo perdido ya no está: reajustar su sentido y proyectos de vida, a partir de las transformaciones que ello trae consigo, y d) reubicar emocionalmente al ser perdido: reacomodar la representación psíquica del ser perdido y reubicar sus energías en su entorno17.

Debido a lo singular de la experiencia psíquica de las víctimas ante lo perdido, surgen intereses indagativos para profundizar en este aspecto, tal como un estudio realizado con 18 personas sobre el duelo ante el desplazamiento forzado, que describieron una variedad de pérdidas físicas y simbólicas que este acontecimiento genera y pueden obstaculizar o servir de ayuda en la elaboración del duelo. Se concluye la dificultad de hablar de un único duelo, en tanto existen múltiples pérdidas que intervienen en las personas despojadas de sus territorios (lugar, bienes materiales, vínculos construidos) y hacen posible o imposible llevar a cabo procesos de elaboración de la pérdida, lo que indica que no toda experiencia de desplazamiento lleva consigo una elaboración de duelo, en tanto existen factores personales o contextuales que facilitan o impiden la tramitación de los hechos en el doliente18.

Otro estudio indagó sobre narrativas de paz y conflicto en familias víctimas y sus hijos, y concluyó que existen familias que, aunque han experimentado diferentes hechos de victimización, al hallarse en un nuevo contexto, encuentran aprendizajes significativos que promueven conductas de solidaridad orientadas a la construcción de paz19.

Por lo tanto, el reconocimiento y el estudio de los sentimientos morales ocupa un lugar importante para analizar cómo los sobrevivientes de un conflicto pueden desarrollar procesos de duelo5 y permite indagar sobre la experiencia subjetiva de las víctimas y orientar medidas de reparación emocional, como un factor de importancia, contenido en la ley 1448 de 2011.

Métodos

Se llevó a cabo un estudio cualitativo con un enfoque hermenéutico comprensivo que, por un lado, posibilita la reconstrucción racional de un saber específico (ya sea en su devenir histórico o sincrónico) y, por otro, una autorreflexión crítica acerca del tema abordado20. Para ello se aplicaron como técnicas de investigación la entrevista semiestructurada y los grupos focales. Se realizaron 10 entrevistas semiestructuradas y 2 grupos focales, en los cuales participaron en total 32 víctimas del conflicto armado que cumplían los siguientes criterios de inclusión: estar inscrito en el Registro Único de Víctimas (RUV), ser mayor de edad (≥ 18 años) y residir en la ciudad de Medellín, Antioquia.

Para la sistematización y el análisis de la información se utilizó una matriz de categorías de análisis. Finalmente, todos los participantes firmaron un consentimiento informado para hacer parte de la investigación, y se les aseguró la confidencialidad y el anonimato en el tratamiento de la información suministrada.

Resultados

Factores que intervienen en el proceso de duelo de los sobrevivientes al conflicto armado en la ciudad de Medellín

El lugar de la pérdida

El proceso de duelo se aborda a partir de la experiencia de la pérdida de un vínculo que se tenía y ya no está y la representación o el significado que la persona le otorga21; así, en el caso de las víctimas del conflicto armado cobra relevancia considerar el tipo del hecho victimizador y la relación vincular con la persona, el lugar o el contexto preexistentes a lo ocurrido. Tal como sucede en los casos del desplazamiento forzado, donde se describen pérdidas materiales como la vivienda y las pertenencias además de cambios en su cultura, costumbres y valores, debido a la necesidad de trasladarse a un nuevo lugar que demanda un proceso de adaptación22.

En este sentido, la pérdida se puede relacionar con cambios inesperados en los cuales se pasa de una permanencia vincular a una interrupción inesperada de los vínculos, como expresa un participante: «A raíz de todo lo que perdimos, porque fue mucho lo que perdimos, en mi caso estamos en peligro de extinción de nuestra cultura, nuestras tradiciones, nuestras creencias, todo eso fue un vuelco total y es algo que uno, por mucha terapia psicológica que tenga, por muchas charlas, es un hecho que no se va a olvidar y, al contrario, eso está ahí permanente» (Miriam, 34 años, 21 de abril de 2020).

De otro lado, se evidencia la importancia de los mediadores17 para comprender el proceso de duelo de los participantes, a través de la naturaleza del vínculo o apego que tenía con la persona, el lugar o las condiciones de vida en las que se encontraba antes de ocurridos los hechos. Esto puede ejemplificarse en el caso de quienes perdieron sus pertenencias y fueron forzados a desplazarse del campo a la ciudad, lo que genera un cambio cultural. Además del lugar, existen casos en los que se identifica una pérdida vincular con personas cercanas afectivamente que, con base en el rol que ocupaban en la vida del sobreviviente, afectan de manera considerable a su sentido de vida. En palabras de un entrevistado: «Era como mi apoyo emocional, era la persona que me brindaba seguridad en ese entonces; no solamente una seguridad económica, la que entraba la comida y nos tenía la vivienda, sino porque además era la única persona en la cual yo podía contar en ese momento, entonces sí realmente era un apoyo muy grande y era un vínculo también muy grande porque para ese entonces ella era mi todo» (Juan, 38 años, 7 de abril de 2020).

Esto permite apreciar el significado de la pérdida cuando el doliente tenía una relación vincular de mayor dependencia con la víctima directa y los procesos psíquicos que ello puede movilizar en su adaptación al medio, diferente del caso de quienes tenían una relación vincular más distante con el afectado.

A partir de estos relatos, se puede afirmar que las pérdidas traen consigo la generación de otro tipo de pérdidas, por lo que se infiere que no toda fractura vincular ocasionada por el hecho de victimización trae como consecuencia procesos de elaboración, sino que todo depende de los recursos psíquicos y el contexto del doliente18.

Secuelas físicas y emocionales

En el proceso de duelo, algunos participantes manifestaron la aparición de somatizaciones, enfermedades físicas y alteraciones emocionales, como la depresión. Al igual que el miedo, la ira y la tristeza se presentan en este proceso, una de las víctimas expresa lo siguiente: «Me dio como mucha tristeza y me alejé de muchas personas. Yo quería estar sola, quería estar aislada, no compartir con nadie y duré muchos años así; como yo perdí a mi esposo, dos hijos y desaparición forzada de un hermano mío, entonces me dio mucha depresión» (Sandra, 64 años, 18 de febrero de 2020).

Se identifica la influencia de los estados emocionales en las conductas adoptadas por los participantes y la dificultad que se presenta al haber experimentado la revictimización. Lo anterior guarda relación con las pérdidas y los duelos en el desplazamiento forzado en el que se indican manifestaciones corporales que, más allá de la enfermedad física, hablan de la identificación de secuelas de base emocional, por ello «nombran con frecuencia el estrés y la depresión para explicar las manifestaciones corporales asociadas a las experiencias de violencia vividas»21.

Ruptura del mundo de supuestos

Cuando los sobrevivientes al conflicto armado conocen cómo ocurrieron los hechos se rompe con el mundo de supuestos de la persona, lo que genera la experiencia de no saber qué hacer ante esto y se adopta la estrategia de revisar la posibilidad de encontrar algo que compruebe la existencia de los supuestos; sin embargo, no se encuentra contenido alguno que los reafirme, por lo que surge la dificultad para creer y aceptar de inmediato lo acontecido. Una participante, al recibir noticias del asesinato de su hijo, expresó: «Esto es una pesadilla, yo estoy soñando, eso no es cierto» (Clara, 53 años, 18 de febrero de 2020).

Entonces, se parte de la negación del hecho luego de recibir noticias de este, que fracturan el mundo de supuestos16, acerca de la constancia vincular que se debe tener, lo que impulsa a establecer un cambio fortuito en la relación o representación del vínculo que se tenía.

Es así como emerge la sensación de intranquilidad e incertidumbre por no saber qué va a suceder después del hecho, qué va a ser de su vida y cómo enfrentar la vida ya sin el ser querido, sobre todo para las víctimas que dependían económicamente o tenían una relación muy estrecha con el fallecido. Por lo tanto, se rompe con los ideales, los proyectos y las metas que dan lugar a las incertidumbres sobre el futuro y reclaman la adopción de estrategias y nuevas formas de pensamiento que permitan al doliente seguir adelante. De allí que la transformación del mundo de supuestos se convierte en un elemento significativo en los procesos de elaboración del duelo en las víctimas.

Factores que señalan la posibilidad de elaboración del dueloTransformación del mundo de supuestos

En el discurso de algunos participantes fue posible reconocer procesos de transición psicosocial en los que la elaboración del duelo «requiere no solo la renuncia (o reubicación) del vínculo con lo perdido, sino la revisión y la transformación del mundo de supuestos que permita al doliente acomodarse a la nueva realidad de la vida»23. Lo anterior se evidencia en el siguiente relato de Juan, tras la pérdida de su madre: «Sentí que perdí mi vida, y de hecho, después de la muerte de ella, siento como si hubiese vuelto a nacer y me tocó construir de nuevo una vida ya muy diferente y hacerme la idea de una vida en la cual ella ya no iba a estar» (Juan, 38 años, 7 de abril de 2020).

Se asume la posibilidad de continuar con la vida después de lo acontecido y encontrar nuevas formas de pensar, ser y estar en un mundo en el que se admite la pérdida o se acepta el dolor experimentado para seguir adelante de esta manera, planteándose un nuevo futuro que dé lugar a la reconfiguración del sentido existencial y proyecto de vida.

Repensarse desde nuevos escenarios

Los sobrevivientes al conflicto armado se ubican en nuevos espacios que les permiten transformar su realidad luego del hecho, encontrar recursos que viabilicen la elaboración del dolor por lo acaecido y con ello hallar nuevas formas de estar en su entorno inmediato. En este sentido se identifican habilidades como el liderazgo a través de grupos de participación y atención psicosocial a víctimas y procesos de reconstrucción de memoria. Asimismo se reconoce que muchas de sus experiencias personales son también generadoras de oportunidades, tal como indicó una de las participantes: «Todo eso ha servido para ayudar a los demás, nosotras tenemos un proyecto de huerta para cultivar, allí compartimos y sanamos. La tierra nos ayuda a sanar mientras trabajamos» (Esther, 48 años, 21 de abril de 2020).

Además de la sanación por medio de instancias grupales, se encuentra sentido al representar a otras personas que han pasado por situaciones similares, con el propósito de que sus historias sean reconocidas y, por supuesto, que no se repitan. Así lo manifiesta Clara, que padeció el asesinato de uno de sus hijos que se encontraba prestando servicio militar en el año 2008: «Estamos en un lugar y unos escenarios donde nunca pensábamos estar, ahora aprovechamos nuestros derechos de participar, somos las voces de otras personas que no han hablado» (Clara, 53 años, 18 de febrero de 2020).

Es así como emergen significados asociados con la ayuda de otros e iniciativas de participación comunitaria, que a su vez permiten al interior de estos grupos compartir con otras personas que están en la misma situación y encuentran en ellas comprensión y una oportunidad para hacer trabajos de duelo, como también refiere Marcos: «Empecé a salir, a tener encuentros con las otras víctimas y a hacer incidencia en los sitios donde estaban las víctimas y hacer el duelo, porque si uno se queda sin hacer el duelo no cambia, uno no cambia, uno no prospera, sino que se queda estancado; entonces, la única manera es saliendo y compartiendo con las demás personas» (Marcos, 62 años, 16 de enero de 2020).

Por su parte, algunos entrevistados encuentran diferentes herramientas que sirven de apoyo en el proceso de su duelo, como es el apoyo familiar, acudir a Dios como mentor emocional, el cine, la literatura, enfocarse más en el sí mismo y en la búsqueda de su propio bienestar. Vemos cómo se ubican contextos sociales que posibilitan la tramitación del hecho, a través de iniciativas de participación ciudadana, creaciones y proyectos comunitarios, la identificación con otros que han pasado por situaciones similares en escenarios de participación de víctimas, pero a su vez trabajos de duelo que parten de intereses, decisiones y necesidades propias de la persona, lo que permite señalar la importancia de fortalecimiento de la dinámica individuo-mundo-sociedad como elementos fundamentales en la superación del dolor y su posibilidad de favorecer la elaboración de los actos de victimización.

Sentimientos morales de los sobrevivientes al conflicto armado de la ciudad de Medellín

A continuación se presentan algunos de los sentimientos morales identificados en los discursos de los participantes.

Compasión

La compasión se experimenta en mayor acentuación al apreciar el grado de dolor que se pudo haber ocasionado a otras víctimas. Este sentimiento puede entenderse como «la inferencia de que otro sufre o padece e incluye el deseo de aliviar el sufrimiento percibido»14. Este sentimiento moral puede darse hacia otras personas a través de un anhelo de que nadie más sufra las penalidades del conflicto armado y a su vez hacia quienes han padecido algún hecho victimizante, deseando que haya una reparación psicológica que permita la apertura a un nuevo ciclo de vida, donde no tengan que vivir las consecuencias del conflicto armado. Se identificaron atribuciones de compasión hacia los victimarios, ya que en las narraciones de los entrevistados se plantea que quizá algunas personas lo hicieron no por decisión propia, sino porque también han sido víctimas del conflicto y fueron reclutados de manera involuntaria por algún grupo armado o banda delincuencial. Sobre este asunto una entrevistada manifestó: «Yo por esas personas siento pesar, porque ahora que uno ya ha aprendido y conoce un poco más sobre esto, de pronto esas personas también estaban obligadas a hacer eso, o sea, fueron reclutadas y obligadas» (Mercy, 48 años, 21 de abril de 2020).

Sin embargo, también está presente el punto de vista contrario, donde los entrevistados relatan no tener compasión hacia los victimarios por cuanto ellos no pensaron en el daño que estarían ocasionando. Se evidencia un contraste de posiciones en las que entra en juego la evaluación de los tipos de victimarios, lo que a su vez permite pensar sobre los sentimientos morales desde diferentes perspectivas, a través del contraste entre teoría, subjetividad de la víctima y la incidencia de su contexto inmediato.

Indignación

La indignación surge del hecho de pensar en no poder hacer nada o sentirse impotente al momento de actuar frente al hecho ocurrido. Ante ello, por qué es una pregunta que aparece aludiendo a las causas del hecho o por qué razones le ocurrieron directamente a la persona y no a otra. Se puede decir que una de las consecuencias de la indignación es el deseo de venganza, no necesariamente llevado al acto físico, pero psicológicamente se encuentra plasmado en la persona que fue víctima, tal como se evidencia en este testimonio: «Me da ganas de llegar allá también y atacar a la persona, eso es lo que produce, una indignación» (Marcos, 62 años, 16 de enero de 2020).

Se puede plantear que la indignación se da desde un punto de vista social y otros psicológico, social por el hecho de que un grupo armado haya causado un hecho victimizante sin tener una causa justa, además del señalamiento de la sociedad, y psicológico porque quedan secuelas en las que la autoestima y la estabilidad emocional se ven deterioradas.

Justicia

El sentimiento de justicia se refiere al acto de proporcionar a las víctimas del conflicto armado una reparación integral, el esclarecimiento de la verdad, que se tomen las medidas necesarias contra los victimarios o la esperanza de que de alguna manera sus actos no queden impunes. La justicia recibe diferentes connotaciones en cada víctima debido a que algunos la asocian con el castigo penal, a que se repare sociopolíticamente los daños ocasionados y otros la relacionan con la justicia procedente de un ser supremo, como se afirmó en uno de los grupos focales: «Que Dios haga la justicia, la justicia divina tarda, pero algún día llega» (Rosa, 54 años, 18 de febrero de 2020).

Independientemente de la forma de justicia que conciben las víctimas, el fin o el propósito de esta se vincula con un «castigo», en tanto puede dar lugar a la experiencia de un alivio psicológico; no obstante, no es una condición determinante de la elaboración del duelo, debido a que se puede depositar en factores externos a la persona el hecho de que se haga justicia o no.

Resentimiento

Los sobrevivientes entrevistados admiten una disminución del resentimiento a raíz de recibir noticias sobre situaciones de los victimarios, tales como el hecho de haber sido arrestados por las autoridades. Asimismo se asocia la decisión de dejar de experimentar el rencor por el impacto que podría generar en la salud de la persona.

Venganza

Se admiten deseos y pensamientos iniciales de venganza hacia los victimarios, pero desde su sistema de valores se impide buscar maneras de hacerlo, como aparece en el relato de Marcos: «Yo en el momento lo sentí: “para cogerlo y volverlo nada”, y después pensé: “Ah, dejémosle esto a Dios”» (Marcos, 62 años, 16 de enero de 2020).

Se observa que este sentimiento moral puede aparecer, pero se restringe por la incorporación de nuevos pensamientos que permiten no llevar a cabo actos de venganza, sino encontrar otras alternativas para enfrentar lo ocurrido.

Culpa

Frente al sentimiento de culpa, se encontraron dos vertientes: en una la víctima se cuestiona e intenta buscar en el yo las causas de lo ocurrido, y en la otra alude a otros sujetos o factores externos al yo, por lo que la culpa «es un tipo de ira dirigida contra uno mismo, pues se reacciona ante la percepción de que uno ha cometido una injusticia o ha causado un daño»24. Uno de las participantes manifestó que: «Porque yo empecé a culparme. (…) ¿Por qué me tuvo que haber pasado a mí?» (Andrés, 19 años, 23 de abril de 2020).

De otra parte, existen casos en los cuales se justifican lo actos cometidos por algunos victimarios cuando sus acciones fueron sometidas bajo el mando de una figura de mayor poder; por lo tanto, se ubica la necesidad de depositar en algún lugar la culpa de lo acontecido en el momento que haya una mayor asimilación de los hechos; dicho sentimiento disminuye en el tiempo. Por el contrario, cuando no se acepta lo vivido, esta situación puede dar lugar a otros sentimientos morales como el resentimiento y la dificultad para experimentar el perdón.

Perdón

El perdón es un sentimiento que se presenta desde dos variables, una positiva y otra negativa, es decir, se perdona o no se perdona. Quienes admiten la posibilidad de perdonar refieren la necesidad de hacerlo para obtener un mayor bienestar, como se evidencia en el siguiente testimonio: «No perdonar nos generaba cáncer, eso es un cáncer» (Fabiola, 58 años, 18 de febrero de 2020).

Asimismo se decide adoptar el perdón como una estrategia para disminuir el dolor experimentado, como afirma Laura: «Yo siento que en este momento ya puedo recordar sin sentir dolor» (Laura, 37 años, 19 de abril de 2020).

De otra parte, en algunos casos se decide no perdonar, en tanto para la víctima es inadmisible comprender lo acontecido y los mecanismos que operaron en los victimarios para generar el acto. La decisión de no perdonar hace que el proceso del duelo sea paulatino o más complejo, en tanto el perdón también se ha empleado como estrategia de afrontamiento que genera una reacción emocional diferente en la víctima al rememorar los hechos. Quienes hablan de su imposibilidad cuestionan si es real que se llegue a experimentar en profundidad. Asimismo se asocia el hecho de perdonar como una decisión personal.

Empatía

Este sentimiento emerge por la experiencia de dolor o deseos de ayudar a personas que han vivido hechos similares o siguen expuestas a contextos que siguen afectados por el conflicto armado, lo cual concuerda con otros estudios donde en el relato de los participantes se afirma la identificación con historias de vida en las que emergen la empatía y la solidaridad19: «En estos momentos pienso eso y estoy tratando, trato de leer, de entender, de escuchar a otras personas que han pasado por situaciones mucho más críticas que yo» (Laura, 37 años, 19 de abril de 2020).

Además de ponerse en el lugar de otras víctimas, se encontraron atribuciones a considerar el lugar del Estado, que debe responder a múltiples casos de personas que también reclaman sus derechos. Se aprecia poca empatía de algunos profesionales para comprender lo que han vivido y distanciamiento de este sentimiento moral frente a los victimarios.

Gratitud

El sentimiento de gratitud aparece al reconocer el apoyo social, familiar e institucional, así como la valoración de los procesos de acompañamiento psicosocial y profesional. También se genera cuando las víctimas distinguen logros personales y las nuevas experiencias que nunca pensaron haber vivido. En algunos casos, la gratitud se entiende como una estrategia para resignificar el presente; aludiendo a los nuevos aprendizajes y experiencias que les han ayudado a resurgir y fortalecer sus proyectos de vida.

Los sentimientos morales en el proceso de duelo

Los sentimientos morales están intrínsecamente ligados a la experiencia y elaboración del duelo, en tanto están permeados por las nociones de lo que está bien o mal para la persona, su idiosincrasia y su forma de relacionarse con el contexto social. Esta relación entre sentimientos morales y duelo podría representarse en el siguiente relato: «Cuando yo los veía antes, sentía indignación; ya no, ya siento como paz y perdón, porque así uno le apuesta a la paz, porque tantos que soñamos con eso, y yo digo que para poder lograrlo hay que sanar» (Marcos, 62 años, 16 de enero de 2020).

Asimismo una mujer afrodescendiente que fue víctima de violencia sexual, aborto, homicidio de su mamá y desplazamiento forzado manifiesta: «En el momento de los hechos uno, en medio de la inocencia, uno siente dolor, siente ganas de vengarse, siente soledad, siente culpa también, pero digamos a este momento en el que estamos haber superado las cosas y no recordarlas con dolor, sino como con más pausa» (Margarita, 52 años, 21 de abril de 2020).

Se habla de una transformación de emociones identificadas al comparar las experiencias emocionales inmediatas a los hechos y lo que se experimenta en el momento presente al evaluar lo vivido. Los sentimientos como la culpa, la venganza, el resentimiento se van modificando, de manera que es posible rememorar el hecho sin el mismo contenido emocional del inicio. En contravía, cuando no han disminuido los sentimientos como el resentimiento, el rencor y el deseo de no perdonar, se dificulta en mayor medida la tramitación de la pérdida: «Siento todavía rabia, siento todavía como ese desespero, como impotencia (…), o sea, emocionalmente frente al hecho, no creo que hayan cambiado muchas cosas» (Juan, 38 años, 7 de abril de 2020).

El cambio emocional de las víctimas frente a los hechos se debe en gran parte a los grupos de apoyo, ya que a través de estos las víctimas realizan diferentes actividades y trabajan en temas que les sirven en la elaboración de su duelo, además de la comprensión y la empatía que encuentran en los miembros del grupo.

Discusión

[2] El duelo y los sentimientos morales de los sobrevivientes al conflicto armado de la ciudad de Medellín

Diversos factores influyen en los procesos de reconstrucción de la vida de las víctimas, en los que se da gran importancia a los grupos de apoyo, en los que los participantes se sienten comprendidos debido a sus experiencias compartidas, y además concuerdan en que, a través de estos, pueden construir iniciativas de proyectos, representar a todos los que han sido víctimas del conflicto armado, al mismo tiempo que van sanando su dolor mediante instancias de interacción social. Esto coincide con planteamientos que afirman que el apoyo afectivo no depende únicamente del tipo de relación entre quien apoya y quien recibe el apoyo, sino que puede haber concordancia con la experiencia personal que quien apoya haya tenido con el problema25, en este caso las víctimas del conflicto armado; por eso la víctima se siente apoyada, no solo por el simple hecho de pertenecer a un grupo, sino porque entre todos los miembros existen vivencias similares en sus historias que les hacen sentir más comprendidos.

Algunos estudios presentan conclusiones semejantes con respecto a la importancia del apoyo grupal para el afrontamiento del dolor, la soledad, la tristeza y la desolación, donde la construcción de memoria posibilita la elaboración del duelo. No obstante, señalan que, si bien hay similitudes en las experiencias vividas, el dolor no puede compartirse porque es una búsqueda personal que se realiza junto a otros, pero que se vive de manera individual26.

En este sentido, los entrevistados que participaron en la investigación fueron víctimas de diferentes hechos violentos originados en el conflicto armado que causaron diversas pérdidas marcadas por un dolor intenso y por una gran complejidad para la elaboración de los duelos. Esta situación originó el surgimiento de diversas estrategias para afrontar el proceso de duelo y hacer frente a la experiencia violenta que se había vivido, entre ellas los grupos de autoapoyo y las prácticas religiosas.

Al respecto, algunos de los participantes, además de asistir a los grupos de apoyo, recurren a prácticas religiosas donde trabajan en el perdón y además sienten tranquilidad y seguridad. Así, las personas aprenden el concepto de perdón principalmente a través de la religión, se menciona a Dios como facilitador del proceso27; además, las creencias religiosas permitieron a las victimas dar un nuevo significado a sus realidades personales, puestas en cuestión debido a la pérdida violenta de sus familiares, con nuevos sentidos espirituales que les permitieron afrontar el duelo a través de sentimientos de perdón y reconciliación frente a los victimarios, así como de sentimientos de confianza en un reencuentro en el plano espiritual con los seres queridos que murieron a causa del conflicto28. Por lo tanto, lo simbólico surge como un elemento fundamental en los procesos de duelo de las víctimas, pues los significados que cada uno de ellos dan al hecho victimizante permitirán iniciar un proceso de reparación que contribuya a la toma de decisiones y el establecimiento de las estrategias para afrontar el duelo. Por lo tanto, «la elaboración del duelo para las personas allegadas a las víctimas de desaparición forzada es un proceso que no solo atañe a dichas personas, pues al no contar con el cuerpo y la verdad de los hechos, se complejiza la ruptura del vínculo. Es en esta medida que cobra gran importancia la reparación simbólica, pues con esta se adquieren las herramientas para la aceptación de la pérdida»29.

En cuanto a los sentimientos morales, es importante mencionar que hacen parte de la cotidianidad y que se actúa de acuerdo con los sentimientos que cada individuo tiene en determinada situación, que guarda relación con lo planteado por Martha Nussbaum: «Lo que distingue las emociones de los impulsos naturales es que tienen objeto, es decir, que son acerca de algo»30; respecto a la situación que viven las personas víctimas del conflicto armado es igual, los sentimientos morales que los entrevistados mencionaron sentir se dan a partir de diferentes experiencias vinculadas al conflicto armado; cada situación genera sentimientos morales, y aunque en varias personas se dan los mismos sentimientos en cuanto a terminología, el significado que cada uno le da es diferente por factores como estructura mental, sistema de creencias y valores, características del contexto inmediato, además del apoyo social que perciben. Por lo tanto, no es posible limitar la capacidad de los sujetos para agenciar sus procesos de duelo sin considerar los contextos en los cuales se tramita el dolor, ya que en algunos casos son los referentes externos los que permiten que el sujeto logre en los ámbitos material y simbólico trascender su condición de víctima y gestionar el duelo de manera apropiada.

Por otra parte, es preciso señalar que en este estudio solo se abordaron algunos sentimientos morales que fue posible identificar en el discurso de los participantes, teniendo en cuenta que los hechos victimizantes «conllevan una cantidad de respuestas emocionales, cognitivas y conductuales que ponen a prueba la capacidad del ser humano para soportar este evento doloroso»31. En este sentido, cada individuo, según sus recursos personales, familiares y sociales, tramita y expresa sus emociones y sentimientos de manera distinta, lo cual le permite hacer frente al hecho victimizante y asumir su proceso de duelo.

Entre los sentimientos morales expresados por los entrevistados, están la compasión, la indignación, la justicia, la venganza, la culpa, el perdón, la empatía y la gratitud; sin embargo, desde una aproximación al desarrollo multidisciplinario de los sentimientos morales, hay una variedad de sentimientos que se relacionan entre sí, como el caso del resentimiento que «se acerca al de la ira. La principal diferencia reside, sin embargo, en que la ira se manifiesta abiertamente. El resentimiento, por el contrario, permanece escondido. Se mantiene como una conversación privada»32 que, al indagar sobre las experiencias de los sobrevivientes, fue posible exteriorizar y evidenciar en su discurso.

Al respecto, en los testimonios de los entrevistados se evidencian sentimientos morales como la vergüenza, la culpa y el resentimiento que dan cuenta del estado de dolor y vulnerabilidad emocional en que se encuentran estos a partir de la relación construida entre el hecho victimizante y su autopercepción. Los relatos no solo se concentran en la experiencia de sufrimiento de las personas víctimas del conflicto armado y sus familias, sino que narran cómo estas reaccionan a ella, gestionan recursos, buscan alternativas y crean estrategias sociales y emocionales que les permitan resignificar su nueva realidad y afrontar los procesos de duelo; del mismo modo, estos sentimientos morales dan cuenta de cómo las víctimas del conflicto armado se enfrentan a su vida cotidiana actual, y ponen de manifiesto, además, sus perspectivas de futuro para asumir el reto del cuidado de sí mismos, de sus familias y de sus comunidades.

De otro lado, vale la pena anotar que no se alcanzó a delimitar la experiencia de duelo y sentimientos morales acorde con cada hecho de victimización, lo que permitiría ahondar en el impacto que las características del hecho generan en la víctima. Este tema debe abordarse en otras investigaciones.

Conclusiones

Existe una relación directa entre los sentimientos morales y los procesos de elaboración y tramitación de la pérdida. Los primeros enmarcan la experiencia de emociones en la víctima, luego de ocurridos los hechos, que influyen en cómo van tramitando el dolor vivido. Es evidente identificar a corto plazo sentimientos morales como la culpa, el resentimiento, la venganza, hacia el hecho, hacia los victimarios, hacia Dios, hacia la sociedad, hacia sí mismos; como formas de expresar la incomprensión y el dolor vividos. Sin embargo, a largo plazo aparecen con mayor facilidad sentimientos hacia otras víctimas y los victimarios, como la empatía, la compasión o el perdón, que hablan de la capacidad de tramitación emocional y de resiliencia de los participantes ante las secuelas de los eventos de victimización.

La toma de decisiones por parte de la víctima es un factor que entra en juego en la transformación de los sentimientos morales. Existen algunos elementos que condicionan la capacidad de elegir y adoptar posturas frente al hecho, y con ello se encuentran casos en que se decide perdonar o no, se decide luchar por su bienestar emocional y reconstrucción del proyecto de vida o se adopta la estrategia de creer que no es posible que algunos sentimientos se transformen en la víctima y, con ello, que es inconcebible vivir aceptando o admitiendo el hecho, factores que logran condicionar o afectar a los procesos de elaboración del duelo.

Al respecto, la transformación de los sentimientos morales y el duelo está permeada por los recursos psíquicos de la persona, el contexto sociocultural en que se encuentra y el apoyo que percibe de su entorno. Al identificar la relación existente entre ambas categorías, se logra admitir que factores de tipo moral intervienen en la reparación emocional de las víctimas; por lo tanto, hay un lugar relevante en la elaboración del duelo relacionado con asuntos intrínsecos de la persona, vinculado a su vez con factores externos.

Financiación

El presente artículo de investigación es resultado del proyecto titulado “Duelo y sentimientos morales en procesos de reconciliación. Análisis de caso en un grupo de sobrevivientes del conflicto armado de la ciudad de Medellín”, el cual fue financiado a través de la Convocatoria 812 del 2018 de Jóvenes Investigadores del Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación de Colombia (Minciencias).

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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