Los trabajos de investigación en el laboratorio no se han de considerar acabados hasta que sus resultados son validados por expertos y se presentan a la comunidad científica. Este proceso se puede llevar a cabo por distintos medios, pero el más usual es la publicación como artículo original en una revista.
Una revista científica es el vehículo por excelencia de la comunicación del conocimiento. Al margen de los artículos de revisión, que ejercen una función formativa muy beneficiosa, una revista científica, con los artículos originales, es el escaparate de la actividad investigadora más reciente. Con ellos, la contribución de la revista al progreso de la ciencia es esencial, aunque matizada lógicamente en la medida en que se lo permite su propia capacidad, su ámbito temático y su difusión.
La Revista del Laboratorio Clínico ha entrado en su cuarto año de vida y, desde su inicio, publica artículos originales, notas técnicas y revisiones de autores que la consideran el vehículo pertinente para comunicar sus trabajos. Esta es la clave que da vida a la revista: la relación de confianza entre editores, autores y lectores.
El proceso de envío de un manuscrito a esta revista está protocolizado en una aplicación informática, que se encuentra en la web de Elsevier. Uno de los requisitos obligatorios es la introducción de una carta de presentación que los autores han de dirigir al director. Lógicamente, los textos de estas cartas suelen ser muy escuetos y estrictamente protocolarios. No obstante, a veces hay autores que incluyen expresiones que el Comité Editorial agradece porque constatan el crédito que les merece la revista. Sirvan como ejemplo, estas tres reconfortantes frases: «Por lo novedoso de la tecnología empleada y por los prometedores resultados obtenidos, consideramos que este trabajo puede ser de interés para su publicación»; «Consideramos que se trata de un trabajo relevante en tanto que aporta evidencia experimental sobre el tema»; «En mi opinión, los resultados merecen ser conocidos por todos los profesionales del laboratorio». Estos autores son conscientes de que han llegado a conclusiones inéditas y significativas y han decidido depositarlas en la revista para que ésta las difunda a la comunidad científica. Para el Comité Editorial es una responsabilidad y una satisfacción poder servir de esta manera a la ciencia en el ámbito de nuestra especialidad.
Con esta actitud de los autores, la revista no renuncia a alcanzar las cotas más altas a las que pueda llegar, aunque el camino no sea precisamente fácil.
En el editorial del primer número ya anunciábamos que esta revista no se resignaba a ser simplemente una buena revista científica y aspiraba a ser la mejor revista de la especialidad en lengua española y a tener un buen posicionamiento en el mapa editorial internacional1. La buena disposición de los autores está facilitando el camino.
Para Francis Bacon, en un símil alimenticio, hay tres clases de libros: los que sólo se pueden probar, aquellos que apenas se pueden tragar y, finalmente, los pocos que se pueden masticar y digerir2. Aplicado a las revistas, la Revista del Laboratorio Clínico es y será digerible, nutritiva e incluso saludable para todos los miembros de la comunidad científica a quienes se dirige y sirve. Mastiquémosla sin aprensión.
