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Inicio Revista Española de Cirugía Oral y Maxilofacial Evaluación de la presión arterial media durante la cirugía de implante dental
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Vol. 36. Núm. 3.
Páginas 95-98 (julio - septiembre 2014)
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Vol. 36. Núm. 3.
Páginas 95-98 (julio - septiembre 2014)
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Evaluación de la presión arterial media durante la cirugía de implante dental
Evaluation of mean arterial blood pressure during dental implant surgery
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Rolando Carrascoa,b,c,
Autor para correspondencia
rolando.carrasco.s@gmail.com

Autor para correspondencia.
, Erita Corderoa,c, Ian Goldbergb, Benjamín Martínezb, Cristóbal Pachecoa
a Departamento de Cirugía Bucal y Maxilofacial, Facultad de Odontología, Universidad de Chile , Santiago de Chile, Chile
b Unidad de Medicina Oral, Facultad de Odontología, Universidad Mayor , Santiago de Chile, Chile
c Servicio Cirugía y Traumatología Maxilofacial, Hospital Clínico San Borja Arriarán , Santiago de Chile, Chile
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Estadísticas
Figuras (1)
Tablas (3)
Tabla 1. Variación de la presión arterial media de acuerdo con el género durante la colocación del implante
Tabla 2. Variación de la presión arterial media de acuerdo con la condición de la HTA
Tabla 3. Variación de la presión arterial media con respecto al consumo de tabaco
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Resumen
Introducción

Los eventos de estrés, como una cirugía bucal, pueden elevar los niveles de catecolaminas circulantes produciendo un alza en la presión arterial a niveles dañinos para el organismo. Nuestra investigación tiene como propósito determinar si existe una variación estadísticamente significativa de la presión arterial durante la cirugía de implantes.

Materiales y método

Se registró la presión arterial sistólica (PS) y diastólica (PD) a 30 individuos sometidos a una cirugía de implantes mediante un monitor Dinamap Pro 400. Se calculó el valor de la presión arterial media (PM) y, finalmente, se determinó la diferencia entre la PM inicial de cada individuo y el valor más alto de la PM alcanzado durante la cirugía.

Resultados

El promedio de las PM iniciales fue de 91,452mmHg y el promedio de las PM máximas alcanzadas durante la cirugía fue de 104,476mmHg, existiendo diferencia estadísticamente significativa (p = 0,0005).

Conclusión

Se observa un alza significativa en los valores de PM registrados en los individuos durante la cirugía de implantes, por lo que es importante considerar esta alza en todos los pacientes que serán sometidos a dicho procedimiento y más aún en aquellos que ya posean valores elevados de su presión arterial de manera a evitar posibles complicaciones.

Palabras clave:
Implante dental
Cirugía
Presión arterial
Abstract
Introduction

The stress situations like an oral surgery can increase the blood catecholamines, producing an increased arterial blood pressure to levels that could damage health. This study attempt to determine whether there is a statistically significant variation in the arterial blood pressure during dental implant surgery.

Materials and method

We registered the blood pressure - systolic (SP) and diastolic (DP)- to 30 subjects undergoing implant surgery with the Dina map Pro 400 monitor. We calculated the mean arterial blood pressure (MP) and finally we determined the difference between initial mean blood pressure and the highest blood pressure value reached at surgery.

Results

The mean of the initial mean blood pressure was 91.452mmHg and the mean of highest mean blood pressure reached during surgery was 104.476mmHg, obtaining statistically significant differences (P=.0005).

Conclusion

As there was a significant increase in the MP values recorded in subjects during dental implant surgery, this should be taken into account in all patients undergoing to this procedure, and particularly in those with hypertension, to avoid possible complications.

Keywords:
Dental implant
Surgery
Blood pressure
Texto completo
Introducción

Actualmente, la instalación de implantes dentales se ha transformado en un tratamiento rehabilitador aceptado, seguro y exitoso en Odontología. Corresponde a uno de los tratamientos más predecibles a través del tiempo cuando se encuentran bien indicados. Es de suma importancia conocer los efectos sistémicos que la cirugía de implantes pueda producir, como la respuesta cardiovascular del paciente frente a este procedimiento quirúrgico. Los eventos de estrés, como una cirugía oral, pueden elevar los niveles de catecolaminas circulantes produciendo un alza en la presión arterial (PA) a niveles dañinos para el organismo, incluso desencadenar una crisis hipertensiva que podría provocar un accidente vascular encefálico o un infarto agudo al miocardio1,2.

Nuestra investigación tiene como propósito evaluar si existe una variación estadísticamente significativa de la PA durante la cirugía de implantes y si esta posible variación está relacionada con factores sociodemográficos y mórbidos del paciente de manera que el cirujano esté preparado para cualquier situación en la cual pueda verse enfrentado en su práctica profesional.

Material y método

Se registró la PA sistólica (PS) y diastólica (PD) a 30 individuos sometidos a cirugía de implantes en el pabellón quirúrgico de la Clínica Odontológica de la Universidad Mayor de Santiago de Chile.

Por criterios de inclusión se tuvo: a) individuos de entre 18 a 65 años de edad y b) procedimiento sin cirugías complementarias. Por otra parte, los criterios de exclusión fueron: a) individuos con valores de PS inicial igual o mayor a 160mmHg y/o valores de PD inicial igual o mayor a 100mmHg y b) individuos diabéticos con glicemias mayores o iguales a 200mg/dl.

Previamente a la intervención quirúrgica se les informó a todos los pacientes acerca del propósito de este estudio, obteniendo su consentimiento. Antes del ingreso al pabellón se les realizó un cuestionario para indagar en ciertos factores que se consideraron en nuestra investigación: edad, sexo, hábito tabáquico, antecedentes mórbidos (hipertensión arterial y/o diabetes mellitus). Una vez en el pabellón se procedió a registrar la PA en el brazo izquierdo del individuo mediante el monitor digital multiparámetro Dinamap Pro 400. Se realizó un registro inicial previo a la cirugía e infiltración anestésica y a partir de este se registraron nuevamente cada 10 min hasta el término de la misma. Los valores obtenidos de PS y PD se utilizaron para calcular el valor de la PA media (PM). La PM es la más usada en trabajos experimentales y es la que utilizamos en nuestra investigación. Se calculó mediante la fórmula: PM=PD+((PS–PD)/3), es decir, como la suma de la PD más un tercio de la diferencia entre el valor de la PS y la PD3. Finalmente, se calculó la diferencia entre la PM inicial de cada individuo y su valor máximo alcanzado durante la cirugía, metodología propuesta por Altman para el análisis estadístico de serie de observaciones en un mismo paciente4. Además, se registró si el anestésico utilizado poseía un vasoconstrictor (mepivacaína al 2% (epinefrina 1:100.000) o al 3%), la cantidad de tubos de anestesia local y la técnica anestésica utilizada (local o local más sedación), así como también el número de implantes instalados.

Para ver la relación entre la variación de la PM y los factores asociados se utilizó el test de Kruskal Wallis, el Chi cuadrado (x2) y el análisis de regresión linear, considerando como variable dependiente la variación de la PM y como variables independientes los factores consignados antes mencionados.

Se consideró significativo que había diferencias significativas si p < 0,05. Los análisis estadísticos se realizaron utilizando el software Systat v.11.

Resultados

La muestra final estuvo compuesta por 28 individuos (se excluyó un sujeto diabético por ser el único y uno atendido bajo anestesia general por las mismas razones). Veintitrés individuos fueron mujeres, representando el 82,1% de la muestra. El promedio de edad fue de 51 años. Veintidós individuos (78,6%) declararon ser hipertensos; de estos, todos recibían tratamiento farmacológico antihipertensivo. Por otra parte, 13 (46,4%) individuos reconocieron estar fumando o haber fumado en su vida por un período mayor a un año; de estos, 5 por un período menor a 5 años, 3 por un período entre 5 y 15 años y 5 por más de 15 años. Respecto a la cantidad de cigarrillos promedio fumados por día, 8 individuos (28,6%) declararon fumar menos de 5 cigarrillos/d y 5 (17,8%) fumaban entre 5 y 15 cigarros diariamente. En cuanto al procedimiento quirúrgico que se realizó a cada individuo, 22 (78,6%) fueron atendidos solo con anestesia local y 6 (21,4%) con una combinación de anestesia local y sedación. En todos los individuos de la muestra se empleó una solución anestésica con un vasoconstrictor: en 2 individuos (7,1%) se administraron menos de 2 tubos de solución anestésica, en 15 (53,6%) se administraron de 2 a 4 tubos y en 11 individuos (39,3%) se administraron 5 o más tubos de solución anestésica. Se anestesió mediante técnica infiltrativa en todos los casos. En cuanto al número de implantes, en 7 individuos (25%) se instaló un implante, en 9 (32,1%) se instalaron 2, en 2 (7,1%) se instalaron 3 y en 10 individuos (35,7%) se instalaron 4 o más.

En el figura 1 podemos observar un aumento de la PM a medida que pasó el tiempo pero la correlación de Pearson fue débil (r=0,244). Respecto al promedio de las PM iniciales su valor fue de 91,452mmHg y el promedio de las PM máximas alcanzadas fue de 104,476mmHg, existiendo una diferencia estadísticamente significativa (p = 0,0005). Se observó que en algunos individuos la PM aumentaba y en algunos tendía a disminuir durante el procedimiento quirúrgico, por lo que se les separó en 2 grupos (individuos con alza de la PM y con una disminución de esta). Para comparar dichos grupos se analizó el promedio de la diferencia obtenida entre el valor basal de la PM y su máximo valor durante la cirugía, fuera este mayor o menor al inicial, observándose que existían diferencias estadísticamente significativas (p = 0,005). Pese a que se observó un alza de la PM, no se encontraron diferencias estadísticamente significativas (p=0,154) entre la variación de la PM y el género (tabla 1), entre la PM y la condición de HTA (p=0,198) (tabla 2) y entre la PM y el tipo de anestesia (local y local más sedación) (p=0,264). Se analizó la presión máxima alcanzada en relación con la cantidad de tubos anestésicos utilizados y tampoco se observaron diferencias significativas (p = 0,098) (Kruskal Wallis = 4,645) (se utilizó este test ya que las presiones máximas alcanzadas no presentaban una distribución normal).

Figura 1.

Relación entre la presión arterial media y el tiempo.

(0.11MB).
Tabla 1.

Variación de la presión arterial media de acuerdo con el género durante la colocación del implante

  Baja de la PM n (%)  Alza de la PM n (%)  Total n (%) 
Mujeres  3 (13)  20 (86,9)  23 (100) 
Hombres  2 (40)  3 (60)  5 (100) 
Total  5 (17,9)  23 (82,1)  28 (100) 

Chi2=2,035; p=0,154.

Tabla 2.

Variación de la presión arterial media de acuerdo con la condición de la HTA

  Baja de la PM n (%)  Alza de la PM n (%)  Total n (%) 
No HTA  5 (22,8)  17 (77,2)  22 (100) 
HTA  6 (100)  6 (100) 
Total  5 (17,9)  23 (82,1)  28 (100) 

Chi2=1,660; p=0,198.

Todos los pacientes fumadores presentaron un alza en los valores de la PM permitiendo diferencias estadísticamente significativas (p = 0,02) (tabla 3). Con respecto a la cantidad de cigarrillos y años de fumador, no fue posible analizar su influencia estadística ya que los datos eran insuficientes debido a que ninguno de los pacientes que experimentaron una disminución de su PM fumaba cigarrillos. Por otra parte, al estudiar la relación entre el número de implantes colocados y la variación que experimentó la PM, pese al incremento de esta a medida que aumentaban los implantes, no se encontraron diferencias estadísticamente significativas (p = 0,141).

Tabla 3.

Variación de la presión arterial media con respecto al consumo de tabaco

  Baja de la PM n (%)  Alza de la PM n (%)  Total N (%) 
No fuma  5 (33,3)  10 (66,6)  15 (100) 
Fuma  13 (100)  13 (100) 
Total  5 (17,9)  23 (82,1)  28 (100) 

Chi2=5,275; p=0,022.

Discusión

De acuerdo con nuestros resultados se observa un alza significativa en los valores de la PM registrados en los individuos durante la cirugía de implantes (la PM aumentó 13,024±15,044mmHg x¯±DS sobre el valor registrado de la PM inicial), por lo que es importante considerar esta alza en todos los pacientes que serán sometidos a dicho procedimiento y más aún en aquellos que ya posean valores elevados de su PA de manera a evitar posibles complicaciones. Resultados similares han sido reportados en diversos estudios donde se reporta un alza de la PA frente a procedimientos como la aplicación de anestesia local, operatoria dental, exodoncias y cirugía de implantes5–7. Sin embargo, existen estudios que avalan que no existen variaciones significativas de la PA durante diversos tratamientos dentales8,9.

Se sabe que la PA normal de las mujeres es de 5 a 10mmHg menor que el promedio de la población masculina; esta diferencia se atribuye a factores hormonales y se mantiene hasta los 50 años, edad donde suele hacerse presente la menopausia y donde los valores tienden a ir aumentando a medida que sigue avanzando la edad10,11. Según nuestros resultados no observamos diferencias con significancia estadística (p = 0,154). Posiblemente obtuvimos este resultado debido a que nuestra muestra no era equitativa ya que el género femenino representaba el 82,1% de la muestra. A pesar de esto, en distintas investigaciones tampoco se encontraron diferencias significativas y estos también lo atribuían a una disparidad de la muestra9,10.

Los valores normales de la PA se modifican con la edad. Conforme aumenta esta aumenta la PA debido a que va disminuyendo la elasticidad de las paredes arteriales. Este incremento se hace mayor en individuos sobre los 40 años11. De acuerdo con nuestro estudio no fue posible encontrar diferencias estadísticamente significativas con respecto a la edad, por lo que es esperable encontrar un aumento de la PM durante la cirugía en todo grupo etáreo.

Con respecto a la condición de hipertensión, diversos estudios avalan que la PA durante una cirugía oral aumenta significativamente en comparación con los pacientes normotensos12. Sin embargo, otros estudios, y entre ellos el nuestro, han encontrado que no existen diferencias significativas entre ambos grupos8,9, lo cual creemos podría atribuirse a que todos los hipertensos de nuestra muestra se encontraban controlados bajo un tratamiento farmacológico. Es por esto que debería esperarse un aumento en la PM tanto en pacientes normo e hipertensos.

La sedación por vía oral previa a la intervención quirúrgica puede reducir el alza de la presión asociado a la ansiedad, pudiendo disminuir la PA a niveles aceptables y compatibles para una cirugía oral13. Pese a que observamos menores valores de las PM iniciales y menores alzas de la misma durante la cirugía, en aquellos pacientes en los que se utilizó una combinación de AL y sedación no se encontraron diferencias significativas.

Al analizar la cantidad de tubos anestésicos administrados y la variación de la PM estuvimos muy cerca de obtener un resultado estadísticamente significativo (P= 0,098): observamosque la PM aumentó en un 80% de los pacientes que se les administró entre 2 a 4 tubos de solución anestésica y en un 90,9% de aquellos que se les administró 5 o más tubos.

Al analizar la influencia de la cirugía propiamente dicha sobre la variación de la PM encontramos estudios que avalan un alza tanto de la PS como de la PD y la frecuencia cardiaca a medida que aumenta el número de implantes7. Al analizar nuestros resultados, a pesar de que observamos un alza en los valores de la PM a medida que aumentaba el número de implantes, esto no fue estadísticamente significativo (p = 0,141), lo que concuerda con lo reportado por Farako et al14.

Con respecto al tabaquismo, se sabe que la nicotina es el compuesto que provoca mayor número de efectos hemodinámicos y vasculares. Se ha observado que el humo del cigarrillo determina efectos tóxicos directos sobre las células endoteliales, lo que provoca una disfunción endotelial generalizada. También se sabe que inmediatamente después del primer cigarrillo ocurre un aumento de las catecolaminas circulantes, aumenta la frecuencia cardiaca, los niveles de presión, el débito cardiaco y aumenta también la vasoconstricción periférica. Se ha observado que en promedio se produce un aumento inmediato de 12 a 15mmHg en la PA. Crónicamente, la nicotina disminuye la sensibilidad de los barorreceptores y aumenta la producción de tromboxano A2 y angiotensina ii, ambos potentes vasoconstrictores15. En nuestra investigación observamos que todos los individuos fumadores presentaron un alza en los valores de la PM, obteniendo diferencias estadísticamente significativas (p = 0,02) con respecto a su PA inicial. Por lo tanto, es esperable observar una mayor alza de la PA en los pacientes fumadores versus los no fumadores.

Es conocido que la PA también se encuentra afectada por otros factores, los cuales no fueron incluidos en este estudio, como lo son: índice de masa corporal, dieta y consumo de alcohol. En el futuro otras variables que pueden ser interesantes de analizar son la presencia o la ausencia de dolor durante la cirugía y analizar si existían diferencias entre las realizadas en el maxilar superior e inferior.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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