El granuloma de células gigantes (GCG) fue descrito por primera vez por Jaffe1 en 1953 como “granuloma reparativo de células gigantes”, si bien actualmente no se refiere a él como reparativo, debido a su carácter localmente destructivo. Es una entidad relativamente rara. Supone un 7% de los tumores de los maxilares (siendo su localización preferente en la región de los incisivos, y más frecuentemente en la mandíbula que en el maxilar)2. Es más habitual en niños y adultos jóvenes, con un ligero predominio en el sexo femenino2.
Histológicamente se caracteriza3 por la intensa proliferación de células gigantes multinucleadas y fibroblastos, sobre una densa estroma vascular, con depósitos de hemosiderina. Se clasifica en: a) periférico, si afecta a las extremidades, y b) central, si se desarrolla en la línea media (siendo este tipo menos frecuente). En cualquier caso, siempre afecta a tejidos con soporte óseo.
Como factores etiológicos4 se han relacionado diversos factores, sobre todo irritantes locales (como extracciones dentales o prótesis mal adaptadas) y hormonales3 (de hecho, ante todo en el GCG debería descartarse la coexistencia de hiperparatiroidismo primario, ya que los clásicos tumores pardos característicos de esta afección tienen una histología prácticamente indiferenciable de la del GCG). Otra teoría sobre su origen refiere que se trata de una lesión vascular intraósea similar a los angiomas de tejidos blandos5.
El diagnóstico diferencial se realizará con el granuloma piogénico, el fibroma gingival, el fibrosarcoma y las metástasis de tumores a distancia, que clínicamente pueden parecerse al GCG. El diagnóstico definitivo viene dado por la biopsia. Clínicamente se manifiestan como una masa o nódulo de color rojizo (aunque a veces puede ser azulado), de consistencia carnosa y ocasionalmente ulcerada superficialmente. Pueden ser desde asintomáticos, de pequeño tamaño y lento crecimiento, hasta grandes y destructivas lesiones que crecen rápidamente. En cuanto al manejo, clásicamente se recurría al tratamiento quirúrgico, desde el simple curetaje de la lesión, hasta la resección en bloque, lo cual supone una maxilectomía o mandibulectomía. Tras el tratamiento quirúrgico, se ha observado una alta tasa de recidiva. Actualmente se aboga por un tratamiento conservador, que evite o disminuya las secuelas tanto estéticas, como funcionales ocasionadas por los tratamientos clásicos. Así fundamentalmente destacan tres líneas de tratamiento conservador. La más usada es la infiltración intralesional de corticoides, descrita inicialmente por Jacoway6, con diversas pautas y protocolos, de los cuales el más extendido en la bibliografía es la infiltración semanal de triamcinolona7 asociada a anestésico local, durante un período de 6 semanas. Las otras opciones conservadoras son el uso de calcitonina8 (generalmente en forma de aerosol nasal) o interferón-α3,8, ambos en pauta de varios meses, según el éxito en la disminución del granuloma. En ocasiones, debido a la alta tasa de recidiva del GCG o a la desaparición incompleta de éste con el tratamiento, es necesario complementar su tratamiento con la extirpación quirúrgica. Sea cual sea la modalidad elegida, es fundamental el control clínico-radiológico del paciente, mediante revisiones y pruebas de imagen (fundamentalmente tomografía computarizada). En nuestro caso clínico, basándonos en la edad de la paciente, en la ausencia de clínica y en la naturaleza benigna de la lesión, nos decantamos por un tratamiento conservador, mediante la infiltración intralesional de corticoides, con la realización ulterior de controles radiológicos regulares.
ConclusionesEl GCG es una entidad relativamente rara, de carácter histológico benigno, pero que puede llegar a tener un comportamiento local muy agresivo. A su diagnóstico definitivo se llega mediante biopsia de la lesión. Debería estar presente en el diagnóstico diferencial ante toda lesión expansiva y osteolítica que afecte a la mandíbula o al maxilar, como el granuloma piogénico, el fibroma gingival, el fibrosarcoma y las metástasis de tumores a distancia. El tratamiento a aplicar puede ser desde su exéresis, hasta la simple infiltración intralesional de corticoides o el uso de calcitonina o INF-α, siempre con control clinicoradiológico, debido a su alta tasa de recidiva.