El trabajo clásico elegido para este número monográfico, dedicado al centenario del nacimiento de Gerhard Küntscher, fue escrito por Jimeno Vidal, recogiendo su experiencia en el enclavado intramedular en la fractura de los huesos largos, durante su estancia en Viena.
Es una larga publicación de la que la Revista se puede sentir orgullosa. El enclavado intramedular fue presentado por Küntscher en la Sociedad Alemana de Cirugía en 1940 y Jimeno presenta en nuestra revista una larga revisión de los casos tratados en el Unfallkrankenhaus, de Viena, dirigido por Böhler, en 1948. De este trabajo sólo recogemos el aspecto que hoy puede tener más interés, su revisión histórica, sin embargo, llama la atención el estilo del trabajo, una revisión minuciosa de cada caso, de su evolución y de sus problemas. Hay crítica a los trabajos publicados en la literatura, especialmente a los comentarios de Küntscher minimizando las infecciones y su solución.
La historia del enclavado intramedular está unida a la de la segunda guerra mundial. Se presenta el método en 1940, no es aceptado por los grandes cirujanos ni siquiera por los grandes defensores del tratamiento quirúrgico de las fracturas, como König o Nordmann. Sin embargo, se permitió su utilización en tres centros en la Clínica Quirúrgica, de Kiel, dirigida por Fischer, donde Küntscher era «Oberarzt», y en los famosos Servicios dirigidos por Wachmusth y por Böhler. Hay otro hecho, la mayoría de los diretores de clínicas quirúrgicas tienen que abandonar sus puestos para dirigir los hospitales del frente. En los hospitales quedan cirujanos más jóvenes con mayor interés por innovar los métodos. El propio Böhler, cuando vuelve del frente, encuentra en su hospital un mayor porcentaje de fracturas tratadas con el enclavado medular mostrando un entusiasmo de la técnica, a pesar de sus reticencias iniciales. Poco tiempo tardará en publicar su manual sobre el tratamiento de las fracturas con enclavado intramedular.
Para Jimeno Vidal el enclavado intramedular reduce el tiempo de tratamiento con una recuperación pronta y funcional, «es una osteosíntesis absolutamente estable, los fragmentos son inmovilizados de modo tan firme que inmediatamente es posible cargar el miembro fracturado, sin necesidad de recurrir a ningún otro medio contentivo».
Los problemas mecánicos del enclavado se centran en la unión del clavo con la cavidad medular, especialmente en el conocimiento de que la cavidad medular no es uniforme, pues presenta una «angostura» a la que se debe adaptar el clavo mientras que el problema biológico del enclavado se basa en la posible reacción y lesión del tejido medular como órgano hematopoyético. Fue de gran ayuda para resolver el problema mecánico la colaboración con Puente Domínguez quien se encontraba en Viena realizando su Tesis Doctoral, en el Instituto de Anatomía, sobre la morfología del canal medular de los huesos largos del esqueleto.
Para Jimeno Vidal, el clavo de Küntscher está indicado especialmente en las fracturas transversales o ligeramente oblicuas del fémur en su tercio medio, «únicamente en éstas la indicación es clara» pues en su experiencia, «la presencia del clavo de Küntscher no acelera en lo más mínimo el proceso de consolidación: antes bien lo retrasa por ser un cuerpo extraño y por comprometer la vascularización de las paredes internas de los extremos óseos».
Un trabajo que, a pesar de su extensión y del tiempo transcurrido, debe ser repasado por su pulcritud metodológica y lo avanzado de algunos conceptos. Es un referente pionero y claro de la literatura científica, en español, sobre los inicios del enclavado de Küntscher. Hemos seleccionado, únicamente, el aspecto histórico del nacimiento de la técnica del clavo intramedular como homenaje a todos aquellos que hicieron posible la introducción de una idea sencilla que al poco tiempo se demostró como genial y por ser una muestra de la «investigación mecánica» tan característica de nuestra especialidad.