El trabajo titulado «Enclavijamiento intramedular en las fracturas» fue publicado en 1947 cuando su autor D. Francisco López de la Garma era Director de la Clínica del Trabajo. La Caja Nacional de Accidentes de Trabajo (AT) fue creada en febrero de 1933 y era un organismo dependiente del Instituto Nacional de Previsión, cuya finalidad era la readaptación funcional de los accidentados del trabajo y la
revisión de las incapacidades laborales. Para poder acometer las funciones médicas asistenciales de esta institución, se creó la Clínica del Trabajo.
El creador y primer director de la Clínica fue el Dr. D. Antonio Oller Martínez, cirujano y traumatólogo, gran impulsor de la Medicina del Trabajo en España. Oller había visitado la Clínica de Bohler en Viena años antes. Esta clínica dependía del Instituto de Seguros Obreros de Viena Austria inferior y Burgelandia y sirvió de fuente de inspiración para la estructuración de la Clínica del Trabajo en Madrid. La Clínica del Trabajo fue creada por el Instituto Nacional de Previsión y la Caja Nacional de AT como centro oficial, con la misión fundamental de lograr la recuperación y readaptación de los accidentados del trabajo. Además, albergaba las inspecciones médicas del seguro de AT evaluando y revisando las incapacidades profesionales. Entre sus servicios, la Sección de Traumatología era uno de los más importantes.
Se inauguró el 16 de octubre de 1933 desarrollando una importante actividad asistencial y docente en la Medicina del Trabajo, una especialidad entonces en sus comienzos. Se instaló en un edificio construido por la Cruz Roja Española en la Av. Pablo Iglesias, 19.
La Clínica del Trabajo consiguió un gran prestigio, sobre todo en Traumatología, donde se trabajaba con conceptos muy actualizados a su época, constituyéndose en un verdadero centro de referencia nacional donde se enviaban los casos más complejos y donde se recibían traumatólogos de toda España deseosos de aprender nuevas técnicas y procedimientos. En este sentido la vocación docente de la Clínica y de los que en ella trabajaban generó multitud de participaciones y organizaciones de congresos y numerosas publicaciones tanto en Traumatología como en Medicina del Trabajo.
Francisco López de la Garma fue uno de los principales colaboradores de Oller y asumió en un principio la inspección médica de la zona central de España y la Jefatura de la Sección de Traumatología. Tras Oller, fue nombrado director de la Clínica y reimpulsó la labor investigadora, clínica y docente. Participó en el nacimiento de la Escuela Nacional de Medicina del Trabajo que inició su actividad en 1955, año en que se reconoció oficialmente la especialidad de Medicina del Trabajo. En 1966 desaparece la Clínica del Trabajo, porque sus funciones y el personal que la componen pasan a depender de la Ciudad Sanitaria la Paz de Madrid de cuyo servicio de Traumatología y Rehabilitación fue fundador López de la Garma. Como ya he comentado, la Clínica Bohler de Viena ejerció una gran influencia sobre la Clínica del Trabajo desde sus inicios y este vínculo se mantuvo en el tiempo acudiendo incluso el propio Bohler a algún congreso organizado por ésta en Madrid. A pesar de ello, López de la Garma en su artículo no deja de cuestionar al gran maestro sobre su incondicional apoyo a la técnica de Küntscher. Repasa las ventajas e inconvenientes de este método con un estilo muy personal y comunicativo alejado de las encorsetadas normas actuales que rigen nuestras publicaciones científicas.
Expresa, en definitiva, la opinión de un verdadero experto y estudioso del tema, como se haría en una conversación entre colegas o entre maestro y alumno, participando su entusiasmo por esta técnica quirúrgica, pero sin dejar de ser crítico y honesto. Hemos de recordar que por entonces el clavo de Küntscher tenía perfil en V y no sería hasta más adelante cuando aparecería la técnica del fresado endomedular y el enclavado con sección en trébol que supuso un gran avance en esta técnica quirúrgica para la estabilización de las fracturas de los huesos largos. Los principios de la AO enunciados por la escuela suiza de Müller desviaron el interés por la técnica de Küntscher durante muchos años, pero la aparición de nuevos diseños y materiales y la preponderancia del principio de mínima invasividad han colocado a la osteosíntesis endomedular a la cabeza de nuestros procedimientos quirúrgicos para el tratamiento de las fracturas.
Personalmente ha sido una gran satisfacción el disfrutar de uno de nuestros clásicos, no sólo por su valor científico y docente sino también por reencontrarme con el trabajo de uno de los impulsores en España de una verdadera subespecialidad de la Cirugía Ortopédica, la Traumatología Laboral, que ha tenido y debería mantener un gran papel en el desarrollo y difusión de nuestra pequeña parcela de la Ciencia.
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
Bartolomé A. Historia de la medicina del trabajo en España (1800-2000). Editorial MAPFRE; 2004.