El Profesor Fernando Collado Herrero falleció en Barcelona el pasado 16 de marzo a la edad de 88 años, después de una larga enfermedad sobrellevada con entereza y con esperanza.
Nació en el seno de una familia barcelonesa y su padre ejerció la docencia de la anatomía en la Facultad de Medicina, que aún estaba instalada en el antiguo Hospital de la Santa Creu, entre las calles del Carmen y del Hospital que van a dar a las Ramblas; como profesional se dedicó a la Oftalmología. Su influencia paterna fue lejana porque falleció cuando él tenía 5 años; y, sin embargo, dejó una impronta en la vida del hijo, que al término de sus estudios de bachillerato decidió estudiar Medicina.
Fernando Collado Herrero, como muchos otros jóvenes, vio truncados sus planes con el estallido de la guerra española cuando se encontraba en la recta final de sus estudios. En aquel momento ya había establecido como estudiante unas relaciones con la moderna Traumatología, ya que practicaba el rugby en el equipo de la facultad y las lesiones deportivas del equipo eran atendidas en el dispensario especializado del Hospital Clínico. Lo había creado el profesor Joaquín Trías Pujol, primer Presidente de la SECOT, y lo había puesto a cargo del profesor Francisco Jimeno Vidal, también fundador y presidente de la SECOT en la postguerra. Cuando Jimeno Vidal regresó de su viaje de estudios en Viena junto a Böhler, colaboró en la enseñanza de la Traumatología en la Universidad de Barcelona, ya transformada en Autónoma. Allí y de ellos recibió Collado los conocimientos básicos de esta especialidad, hacia la cual no tenía ninguna predisposición especial en aquella época. Como otros estudiantes de aquella Universidad Autónoma pudo escoger sus profesores de clínica médica y de quirúrgica entre los del Hospital Clínic y los equiparados del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Hablaba con veneración de aquel intento de modernización universitario que tuvo tanto éxito como breve fue su duración con el inicio de la guerra. Las clases fueron interrumpidas y los estudiantes de Medicina del período clínico se asimilaron a ayudantes o a enfermeros en equipos quirúrgicos.
Collado Herrero fue destinado inicialmente al antiguo Hospital Militar de la calle Tallers, cercano a la plaza Universidad, y al cabo de unos meses fue al recién inaugurado Hospital Militar de Vallcarca (hoy Hospital Pere Virgili); llegó allí con un bagaje de conocimientos que era fruto de las enseñanzas de Jimeno Vidal en las clases de patología quirúrgica: el vendaje de yeso inalmohadillado y la tracción continua fueron los ejes del método. Durante un año trabajó como ayudante de Traumatología con los cirujanos de dicho hospital y más tarde fue trasladado al "pabellón de oficiales" donde operaba habitualmente el profesor Joaquín Trías Pujol, que a su vez desempeñaba la dirección médica de la sanidad de guerra con el grado de coronel. Se le asignó a su equipo quirúrgico en el que estaba vacante la plaza de anestesista por traslado al frente, y Collado Herrero pasó a ser el anestesista del Profesor. En este mismo Hospital Militar de Vallcarca conoció al Dr. D'Harcourt, cirujano militar formado en el Servicio del Profesor Bastos Ansart en el Hospital Militar de Carabanchel en Madrid. De todos ellos aprendió el método de tratamiento cerrado u oclusivo de las heridas de guerra.
Al final de la guerra y al igual que sus compañeros tuvo que acabar los estudios interrumpidos y se licenció. La guerra castigó a algunos maestros y entre ellos emigraron Trías Pujol, Trueta, Jimeno y D'Harcourt. En cambio a Bastos Ansart el juicio de condenó al exilio interior o extrañamiento y pasó a vivir en Barcelona. En el Hospital Clínic Collado Herrero tuvo como maestros traumatólogos de su generación a Usua, Ferrándiz, Piulachs y Broggi, según manifestación propia. El llegó a ayudante de equipo y más tarde a Jefe de Equipo de Guardia, compartiendo la cuarteta cuatrianual con Nogué Tutor, Anglada Lasierra y Sala Patau. El gran maestro común de todos ellos y de las promociones posteriores de alumnos, que alcanza a la mía, fue el profesor Pedro Piulachs Oliva, fallecido en 1976. Han sido pocos los cirujanos catalanes que hayan alcanzado cargos de responsabilidad sin haberse formado en un momento u otro de su juventud en el Servicio de Urgencias del Hospital Clínic. Al final de su etapa de Jefe de Equipo de Guardia Collado Herrero empezó otra nueva y prolongada de Jefe de Equipo Quirúrgico de Cirugía General en la estructura de cupos de la Seguridad Social y de Jefe de Servicios de Traumatología de la Mutua Universal de Accidentes del Trabajo.
En 1965 la medicina española sufrió un gran impulso renovador con la instauración de la vida hospitalaria jerarquizada en los centros de la Seguridad Social, que dependían del Instituto Nacional de Previsión, a su vez del Ministerio del Trabajo. De la obra de Segovia de Arana, de Soler Durall y de Martínez Estrada nacieron para nuestra especialidad los Centros de Rehabilitación y Traumatología en algunas grandes ciudades y para el de Barcelona fue designado Director el Dr. Salas Vázquez y éste a su vez nombró como Jefe de Servicio al Dr. Collado Herrero. Se inició con él una etapa que resultó vital para el desarrollo de la Cirugía Ortopédica y Traumatología catalana. Al Dr. Collado le cupo ordenar en equipos a cirujanos procedentes del Servicio del Prof. Piulachs, formados como él en su Servicio de Urgencias, a cirujanos del Servicio del Dr. Santos Palazzi y a traumatólogos de la Clínica del Trabajo, trasladados al Centro de Rehabilitación y Traumatología. Supo aprovechar y equilibrar los conocimientos y los esfuerzos de cada uno para formar unidades de trabajo cada vez más homogeneizadas con los criterios aplicados. Ver nacer un hospital centrado en nuestra especialidad y entre todos llevar la nave por la buena singladura fue una experiencia inolvidable capitaneada por el Dr. Collado.
Lentamente se incrementaron los equipos con la incorporación de algunos cirujanos que regresaban del extranjero, donde se habían formado o se habían perfeccionado. Los acogió con espíritu abierto y procuró que cada uno pudiera dar lo mejor de sí mismo. El Servicio pasó a ser Departamento y el segundo Servicio lo dirigió Madrigal Escuder, que había sido recientemente colaborador de Santos Palazzi y anteriormente alumno del Dr. Collado en el ya antiguo Servicio de Urgencias del Hospital Clínico de la Facultad. A partir de este momento empezaron a aflorar querencias personales hacia determinadas parcelas de la especialidad que serían el embrión de auténticas unidades especializadas con el transcurso del tiempo. El Dr. Collado animó a cuantos pioneros tuvo a su alrededor, y hoy en día conocidos grupos de trabajo en microcirugía, columna vertebral, cadera y rodilla, tumores, espásticos, sépticos, mano y otros, tuvieron allí sus inicios. Algunos de estos colaboradores llegaron a jefes de servicio o de unidades especializadas y con su presencia fehaciente prestigian el hogar común transformado por su propia vitalidad en escuela de Cirugía Ortopédica y Traumatología.
Bajo el impulso del Dr. Collado la clásica traumatología böheleriana se actualizó con la introducción de la osteosíntesis estable, según los criterios de la AO Suiza, y de las fijaciones externas u osteotaxis, según las enseñanzas de Hoffmann. El Centro de Rehabilitación y Traumatología, con el gran volumen de actividad quirúrgica que ya acumulaba en los años sesenta y setenta difundió su experiencia en osteosíntesis en todo el ámbito de la traumatología catalana. Este abundante material fue utilizado por el Dr. Collado para elaborar su Tesis Doctoral.
El Centro de Rehabilitación y Traumatología entró en una nueva etapa de su actividad cuando al inciarse la década de los ochenta fue incorporado a la docencia de la Universidad Autónoma de Barcelona. El Dr. Collado fue nombrado Profesor Titular, cargo que desempeñó hasta su jubilación en 1986. La formación de estudiantes fue un revulsivo para los hospitales que acogieron la docencia de licenciatura. Se complementaba así el ciclo formativo que nació con el Médico Interno Residente en el mismo tiempo en que fue creado el Centro. Durante las dos décadas de jefatura del ya Prof. Collado Herrero el número de especialistas que como adjuntos o como residentes se formaron bajo su batuta alcanza el centenar y han desarrollado su actividad en Cataluña y en muchos puntos de la geografía española. La celebración de los 25 años de la inauguración del centro fue un motivo de reencuentro alrededor del maestro. Sus méritos profesionales, su amabilidad y su cordialidad con muchos especialistas españoles le valieron la designación como Presidente de la SECOT durante el bienio 1978-1980 y así dejó entre los miembros de su Junta una estela de buen hacer y de hombre cordial poseedor de una fina caballerosidad.
Al jubilarse dedicó su tiempo a su esposa Josefina, a sus hijos y a sus nietos. Pudo satisfacer sus ansias de lectura y frecuentemente practicó el golf. En los últimos años la patología degenerativa apareció en sus extremidades inferiores y tuvo que aceptar las soluciones protésicas, confiando certeramente en su propio hijo. Con entereza soportó el dolor de la larga enfermedad de su hija Adela, traumatóloga también, y su fallecimiento. Hace dos años falleció casi bruscamente su esposa y desde entonces vivió su fe cristiana con la esperanza del reencuentro. Soportó su propia larga enfermedad con varias operaciones, siempre consciente de su naturaleza y de su evolución. Le visité en repetidas ocasiones y siempre demostró su contento con los logros que salían en conversación y últimamente su entereza de ánimo me demostraba la calidad de su persona, que se manifestaba en los momentos más árduos. Su lucidez le llevaba hasta el último momento a interesarse por las actividades de la SECOT y estuvo siempre informado de las últimas decisiones, ya que era miembro del Senado y en su casa le formulaba las consultas.
Con la muerte del Prof. Fernando Collado Herrero la Cirugía Ortopédica y Traumatología española, y la catalana en concreto, han perdido a uno de sus modernos pioneros y sus alumnos más directos, al maestro organizador de nuestra maduración profesional como especialistas. Compartimos todos esta pérdida y nos unimos a sus hijos en el dolor de la ausencia.