El momento y método de tratamiento de las fracturas de cabeza radial continúa siendo motivo de controversia. La revisión de la bibliografía muestra unos resultados desconcertantes, y pocos autores actúan de forma sistemática1-3 en consonancia con una clasificación. Probablemente, porque las clasificaciones más empleadas4,5 no tienen en cuenta la edad, el estado del paciente o las posibles lesiones asociadas.
Históricamente, la resección completa de la cabeza radial era el método preferido, debido a la rápida disminución del dolor y a la mejoría del rango de movimiento3. La identificación de la cabeza radial como elemento estabilizador6-14 de las articulaciones del codo y de la muñeca, y los avances, tanto en las técnicas quirúrgicas15-27 como en los implantes protésicos8,10,28,29, hacen recomendable la estabilización de la fractura, por reducción abierta o mediante prótesis metálica, para mejorar los resultados. En este artículo se revisan de forma retrospectiva 72 casos tratados en los últimos 6 años. El objetivo es establecer una sistemática de tratamiento basada en nuestros resultados.
MATERIAL Y MÉTODO
Se realizó un estudio retrospectivo consecutivo, incluyendo a todos los pacientes diagnosticados de fractura de la cabeza radial durante los últimos 6 años con al menos 1 año de evolución. Entre los años 1996 y 2001, se identificaron 72 fracturas de cúpula radial que cumplían los requisitos, y presentaban toda la documentación para ser incluidos en el estudio. En todos los casos, se utilizó la clasificación de Mason-Hotchkiss4 para definir la gravedad de la lesión.
Al estar limitado nuestro campo de acción al área laboral, no existen en esta serie pacientes menores de 18 años ni mayores de 65 años, permitiendo así un grupo bastante homogéneo. Se encontró un 88% de pacientes varones y un 12% de mujeres. La edad media fue de 35 años (error estándar de la media 1,58), con edades comprendidas entre 19 y 63 años. El 55% de las lesiones se localizaron en el codo derecho. No se encontró ninguna lesión bilateral. El mecanismo de producción fue en un 84% caída sobre las manos con el brazo extendido y en pronación, lo que provoca el impacto de la cabeza radial contra el capitellum. El 9% fue por golpe directo y el 7% por accidente de tráfico (fig. 1). Un 12% de los pacientes presentó alguna lesión asociada, siendo la más frecuente la fractura de la extremidad distal del radio en un 3% del total y del hueso piramidal también en un 3% de todos los casos. Se empleó el tratamiento ortopédico (conservador) en un 55% de todos los pacientes y quirúrgico en un 45% (tabla 1). Nuestra primera indicación para el tratamiento quirúrgico fue la limitación de la prono-supinación del antebrazo, motivado frecuentemente por el desplazamiento mayor de 2 mm de algún fragmento de la cabeza radial. Se realizó el tratamiento ortopédico, según se describirá a continuación, en fracturas grado I y en las de grado II, sin limitación pasiva de la movilidad, independientemente del «chasquido» apreciado en algunas ocasiones.
Figura 1.Datos epidemiológicos de este estudio. ATF: accidente de tráfico
En los pacientes que precisaron cirugía, el tiempo medio hasta la intervención fue de 9 días (error estándar de la media 3,10) aunque casi el 50% de los pacientes fueron operados en los dos primeros días. El 37% de los operados requirió una retirada del material de osteosíntesis en un tiempo medio de 4,3 meses (error estándar de la media 0,98). El tiempo medio hasta el alta laboral fue de 4,4 meses (error estándar de la media 0,62). Existía en la exploración: inflamación, dolor, principalmente localizado sobre cabeza radial (98%), y crepitación en la prono-supinación cuando había desplazamiento (grados II, III y IV; 49%). En la radiología anteroposterior y lateral, se valoró el signo de la almohadilla grasa.
En nuestro centro utilizamos la clasificación de Mason-Hotchkiss4 para valorar la gravedad de la lesión:
Tipo I (fig. 2A): fractura sin desplazamiento (< 2 mm), sin bloqueos en la prono-supinación. Correspondieron al 51% en nuestra casuística. No se encontraron lesiones asociadas en este grupo. El 80% de las fracturas de este tipo no necesitaron rehabilitación.
Figura 2.A) Radiografía arteroposterior (AP) de una fractura de cabeza radial tipo I de Mason. B) Imagen axial de tomografía computarizada (TC) de una fractura tipo II de Mason de cabeza radial. C) Imagen AP de una fractura de cabeza radial tipo III de Mason. D) Radiografía lateral de una fractura de cabeza radial asociada a luxación de codo, Mason IV.
Tipo II (fig. 2B): fractura marginal desplazada (< 30% del total de la cabeza radial, desplazamiento > 2 mm). Presentan frecuentemente clínica de bloqueos. Fueron el 24% de nuestros pacientes, y en un 6,5% presentaron lesiones asociadas (3% de fracturas del hueso piramidal).
Tipo III (fig. 2C): fractura conminuta total y articular de la cabeza radial. Constituyen el 15% de nuestros casos. Presentaron en el 4,5% lesiones asociadas (3% con fractura lumbar).
Tipo IV (fig. 2D): corresponde a una fractura tipo I, II o III asociada a luxación de codo. Consistieron en el 10% de nuestra casuística.
En la técnica quirúrgica, se ha seguido la sistemática que se describe a continuación. Las intervenciones fueron realizadas por diferentes cirujanos del mismo equipo. Se coloca al paciente en decúbito supino, la vía de abordaje habitualmente fue la posterolateral descrita por Kocher aunque, ocasionalmente, se utilizó otra vía o se amplió ésta en función de la necesidad de reparar lesiones asociadas del codo30. Se localiza el epicóndilo y la cabeza del radio (fig. 3A), y se procede a realizar una incisión oblicua desde el epicóndilo hacia el distal31. Durante el abordaje, es importante mantener la pronación del antebrazo (fig. 3B) para proteger al nervio interóseo posterior que transcurre anterior a la cápsula y a la cabeza radial32. Una vez localizada la fascia (fig. 3C), se continúa con la disección entre el músculo cubital posterior y el músculo ancóneo33 hasta la cápsula articular que abrimos con una incisión en línea recta o en forma de T. Seccionamos el complejo ligamento radial colateral (fig. 3D), para apertura en libro de la articulación. Al terminar es importante reinsertar el ligamento radial colateral al epicóndilo con una sutura transósea no reabsorbible (fig. 3E).
Figura 3.A) Abordaje lateral a la cabeza radial. B) Es fundamental mantener el codo en pronación durante el abordaje quirúrgico. C) Imagen de la cápsula articular. D) Aspecto de la fractura previa a la reducción y síntesis. E) Imagen tras el cierre de la herida, previa sutura del ligamento colateral radial.
RESULTADOS
En nuestro hospital se realizó un tratamiento conservador en un 97% de las fracturas tipo Mason I. Consistió en aspirar el hematoma por vía lateral (para evitar al nervio cubital), inyectar anestésico al 1% intraarticularmente con adrenalina y cabestrillo, e iniciar la movilidad precozmente, a partir del tercer día según lo permita el dolor. Se ob-tuvieron los siguientes resultados: 63% presentaban movilidad completa y un 37% una limitación en la extensión de un 10%-20%. El período de baja laboral medio fue de 3 meses. El 20% de los pacientes necesitaron rehabilitación.
En las fracturas tipo II se realizó osteosíntesis en un 54% de los casos (mediante un tornillo en un 46%), tratamiento ortopédico en un 18%, resección parcial en el 12%, y otras técnicas en el 16% (fig. 4). Se observó un mejor resultado en el tratamiento con tornillos, apreciándose una disminución considerable del tiempo de baja, mejoría de la movilidad y menor necesidad de reintervención. Los peores resultados en cuanto a la movilidad se encontraron en la osteosíntesis con agujas de Kirschner y en la resección total de la cabeza radial. En nuestro medio, interesa una mejoría rápida y con menos secuelas para la reincorporación al trabajo lo más rápido posible, por ello en un 64% se realizó osteosíntesis.
Figura 4. Diferentes tipos de osteosíntesis en fracturas grado II de Mason. A) Agujas de Kirschner. B) Un tornillo. C) Dos tornillos.
En las fracturas tipo III de Mason se practicó resección total de la cabeza radial en un 55% de las fracturas (fig. 5), se implantaron agujas de Kirschner en un 26% y se realizó osteosíntesis con dos tornillos y placa en el 9% (fig. 6). Los resultados en este estadio son los más desalentadores. El 83% de los pacientes tuvieron una pérdida de movilidad superior al 30% en la extensión o en la prono-supinación. El grado III de Mason representa el mayor número de pacientes con complicaciones y reintervenciones quirúrgicas.
Figura 5. Resección de la cabeza radial.
Figura 6. Osteosíntesis con placa y tornillos.
En el grupo de pacientes con fractura tipo IV de Mason se practicó en la mayor parte de los casos una resección de la cabeza radial, aunque pueden tratarse con un cabestrillo si se asocia a una fractura de la cabeza radial no desplazada, y debe intentarse una osteosíntesis si el desplazamiento y la conminución lo permiten (fig. 2D). Es el segundo estadio con mayor número de reintervenciones quirúrgicas y complicaciones postquirúrgicas (dos casos de inestabilidad residual).
En dos pacientes con fractura-luxación tipo IV conminuta de Mason se implantaron prótesis de cabeza radial metálicas (fig. 7). La evolución fue satisfactoria aunque el resultado funcional de estos pacientes presentó una limitación de un 20% de la movilidad total (fig. 8).
Figura 7. Prótesis metálica de cabeza radial (imagen intraoperatoria).
Figura 8. Movilidad articular en función de la clasificación de Mason. ext: extensión; p-s: pronosupinación.
Las complicaciones del tratamiento quirúrgico (tabla 2) continúan siendo elevadas para los grados III y IV de Mason. La más frecuente fue la disminución de la movilidad hallada en los grados II y III de Mason. Se encontraron también dos casos de inestabilidad y uno de cúbito valgo, posiblemente por una lesión del ligamento colateral medial que pasó inadvertida. A largo plazo, la complicación más frecuente fue el fallo del material quirúrgico (esencialmente la movilización de agujas de Kirschner), que tuvo que ser retirado en un tiempo medio de 4 meses hasta en un 37% de todos los pacientes operados. Un 18% de los pacientes quirúrgicos requirió una artrólisis artroscópica por limitación de la movilidad (fig. 9).
Figura 9. Reintervenidos según la clasificación de Mason. RMO: retirada material de osteosíntesis.
Ocasionalmente, tras la realización del abordaje quirúrgico, encontramos que la fractura era más conminuta de lo esperado. En este caso, lo mejor es realizar una osteosíntesis en un primer tiempo para contener la migración proximal del radio y, posteriormente si la evolución no es del todo satisfactoria, realizar una resección de la cabeza radial. Esto ocurrió en un 5% de los pacientes intervenidos quirúrgicamente1.
DISCUSIÓN
Al revisar la bibliografía, hemos encontrado unanimidad en cuanto al tratamiento conservador de las fracturas tipo I de Mason, con un excelente pronóstico en 2-3 meses5,35-37. En las fracturas tipo II de Mason, el tratamiento es más controvertido; se ha propuesto desde la resección precoz de la cabeza radial hasta el tratamiento ortopédico; pero los avances más actuales, la mejor comprensión de la biomecánica del codo y el desarrollo de nuevos implantes, ha hecho de la osteosíntesis la técnica de elección2. En la tipo III, tradicionalmente se ha resecado la cabeza radial. Sin embargo, en los últimos estudios2,37,38, se recomienda intentar realizar una osteosíntesis y se insiste en que no conviene resecar la cabeza radial de forma inmediata para evitar la migración proximal del radio, la inestabilidad del codo y la artrosis precoz.
Cuando sea completamente imposible realizar una osteosíntesis, y se verifique la existencia de una lesión del ligamento colateral medial del codo, es obligado implantar una prótesis de cabeza radial27,39; en esta situación, la resección de la cabeza radial puede llevar a una inestabilidad en valgo, o facilitar una migración proximal del radio37. En estos casos, la mejor opción es implantar una prótesis metálica8,40, ya que la prótesis de silicona quedó en entredicho cuando en 1982 Gordon y Bullough41 la asociaron a la aparición de sinovitis y posteriormente se demostró en cadáver cómo esta prótesis no era capaz de contener la migración del radio42.
Las fracturas de la cabeza radial continúan siendo objeto de controversia, especialmente los tipos II y III de Mason. Probablemente, el motivo sea los resultados poco satisfactorios obtenidos con los tratamientos actualmente disponibles. A pesar de que la cabeza del radio fue considerada como una parte del codo sin gran funcionalidad43,44, actualmente se ha identificado su importancia como elemento estabilizador del codo y del antebrazo6-14, de ahí la necesidad de utilizar las recomendaciones de la AO y preservar la anatomía, ya sea mediante osteosíntesis o prótesis metálica, sobre todo en pacientes en edad laboral. La mayor ventaja de la sustitución protésica es la estabilidad inmediata, sin el riesgo de colapso prematuro, pero las complicaciones a largo plazo no son del todo conocidas por el momento29.
En conclusión, los tipos I y II sin bloqueos articulares son susceptibles de tratamiento ortopédico, y el resto de las fracturas lo son de osteosíntesis, al menos en la fase aguda. Las fracturas tipo III muy conminutas e intraarticulares, que no ofrecen ninguna posibilidad de osteosíntesis, son los únicos casos que se han beneficiado de realizar una resección completa diferida de la cabeza radial. En los tipos III de Mason, con mala evolución de la osteosíntesis, con rotura del ligamento colateral medial del codo o de la membrana interósea (como ocurre en las fractura tipo Essex-Lopresti)40, y sobre todo en adultos jóvenes en edad laboral, recomendamos la sustitución de la cabeza radial por una prótesis metálica (fig. 10).
Figura 10. Algoritmo de tratamiento de las fracturas de cabeza radial de los autores de este artículo (se considera lesión asociada la rotura del ligamento colateral medial del codo y la lesión del Essex-Lopresti).
Conflicto de intereses. Los autores no hemos recibido ayuda económica alguna para la realización de este trabajo. Tampoco hemos firmado ningún acuerdo por el que vayamos a recibir beneficios u honorarios por parte de alguna entidad comercial. Por otra parte, ninguna entidad comercial ha pagado ni pagará a fundaciones, instituciones educativas u otras organizaciones sin ánimo de lucro a las que estemos afiliados.
Correspondencia:
E. Galindo Martens. Hospital Central Fraternidad-Muprespa.
C/Paseo de la Habana 85-87. 28016 Madrid.
Correo electrónico: enrique@artroscopia.org
Recibido: junio de 2004.
Aceptado: junio de 2005.