Las fracturas del cuello femoral y del tercio distal del radio se publican con frecuencia en la bibliografía ortopédica. Sin embargo, las fracturas vertebrales por compresión, en población osteoporótica, no reciben el mismo grado de atención aunque su número, más de 700.000 al año, supera las fracturas de cadera (300.000) y muñeca (250.000) juntas. El impacto de las fracturas por compresión en los costes de salud es muy alto1. Estadísticas norteamericanas cada año producen unas 150.000 hospitalizaciones y un gasto promedio de 12.000 €/estancia. Los pacientes con fractura de cadera que padecen una fractura vertebral por compresión aumentan, a medio plazo, su morbilidad y mortalidad respecto a las que no la asocian, con una supervivencia (61%) peor de la esperada (76%)2.
El tratamiento conservador con reposo en cama, analgesia, corsé, infiltraciones y la unidad del dolor han producido resultados mediocres, especialmente en cuanto a la deformidad residual y al dolor crónico se refiere. Excepcionalmente precisan tratamiento quirúrgico a cielo abierto como única opción para aquellos casos de colapso que comprimen los elementos neurales. En estos pacientes el tratamiento quirúrgico, con descompresión y estabilización, puede ser efectivo a pesar de que la fijación vertebral es técnicamente difícil debido a la osteoporosis.
La vertebroplastia y la cifoplastia se ofrecen como alternativas a los casos de fracaso del tratamiento conservador. Además, la vertebroplastia3 es una opción de tratamiento para las fracturas por compresión osteopénicas dolorosas, que consiste en colocar una aguja, bajo control radiológico, transpedicular en la vértebra fracturada. Cuando la aguja está correctamente colocada se inyecta polimetilmetacrilato bajo presión en el hueso esponjoso del cuerpo vertebral para estabilizarla. El procedimiento puede realizarse unilateral o bilateralmente. La alternativa en el abordaje supone un acceso posterolateral unilateral, con resultados comparables. Tanto en Europa como en los Estados Unidos la mayoría de publicaciones muestran un 90%-95% de mejoría significativa del dolor en fracturas por compresión osteoporóticas4-8, mientras que el porcentaje de disminución del dolor en lesiones tumorales es inferior, entre el 50% y el 75%9,10,11.
Los beneficios funcionales en estos pacientes son ciertamente destacables. Algunos que estaban internados en residencias, tras la intervención han cubierto sus necesidades básicas sin necesidad de ayuda, reduciendo los gastos financieros y también el desgaste psicológico y familiar. Otros, incluso han vuelto a actividades sociales, como pasear, conducir, o ir de compras. Sin embargo, el porcentaje de complicaciones varía entre el 1% y el 10% y en algunas ocasiones puede tener graves consecuencias (una embolia pulmonar por cemento o lesión neurológica).
La cifoplastia12 consiste en un abordaje percutáneo similar bajo control con amplificador de imagen. Después de comprobar la colocación adecuada de la aguja guía se inserta un balón hinchable, con inyección de contraste para corroborar la elevación de los platillos vertebrales y la corrección de la cifosis. Posteriormente se deshinchan y retiran y en la cavidad remanente se inyecta polimetilmetacrilato para estabilizar la reducción de la cifosis obtenida. Liebermann et al13 han revisado 70 cifoplastias en 30 pacientes sin complicaciones mayores, recuperando un 47% de la cifosis.
Las contraindicaciones de esta técnica incluyen la fractura aguda en pacientes menores de 40 años, las fracturas por estallido con afectación del muro posterior, las metástasis de tumores sólidos, las enfermedades con alteración de la coagulación y las situaciones que suponen una especial dificultad técnica, como la vértebra plana. A pesar de los resultados esperanzadores se requieren trabajos aleatorios y prospectivos que valoren especialmente la incidencia de fracturas en los niveles adyacentes y las complicaciones quirúrgicas derivadas de la vertebroplastia y cifoplastia para poder conocer las indicaciones y los resultados de estas técnicas a largo plazo.