EDITORIAL
La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología: información y doctrina
Ribera Casado, J. M.
Presidente de la SEGG.
Una de las funciones fundamentales de las sociedades científicas es la de elaborar material acerca de los contenidos que les son específicos, contribuyendo así tanto a un enriquecimiento doctrinal como a facilitar información sobre la que basar programas de todo tipo, desde aquellos referidos al ámbito de la investigación hasta los orientados al desarrollo de la especialidad o los que tienen que ver con las decisiones político-administrativas. En la misma línea las sociedades científicas deben ser y lo son por definición organismos consultivos de primer orden ante cualquier cuestión que los poderes públicos puedan plantearse en aspectos de su competencia.
El presente número de la revista recoge en un documento del máximo interés las recomendaciones de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) en torno al tema de la atención sociosanitaria a las personas mayores en España. Estas recomendaciones son la consecuencia lógica que se desprende del extenso informe elaborado al respecto por la propia SEGG sobre este tema a instancias de la institución del Defensor del Pueblo (1). Recoge también el documento que aquí reproducimos las recomendaciones elevadas por esta Institución al Gobierno español a través del Parlamento de la nación.
Creemos que se trata de un documento con importancia suficiente como para dar pie a unos breves comentarios editoriales. Glosaré el proceso seguido para la génesis del mismo, y reflexionaré en voz alta sobre el fondo que subyace en determinados aspectos del informe y de las propias recomendaciones, así como sobre el contexto en el que ha visto la luz.
A mediados de 1998 el Defensor del Pueblo solicitó de la SEGG la elaboración de un informe, que sirviera de base para una serie de recomendaciones al Parlamento sobre la situación en la que se encontraba la atención sociosanitaria en España. Inmediatamente se constituye un grupo de trabajo coordinado por el Dr. González Montalvo, del que han formado parte nuestros compañeros Antonio Carbonell Collar, Francisco Guillén Llera, Antonio Martínez Maroto, Gregorio Rodríguez Cabrero, Pilar Rodríguez Rodríguez, Maite Sancho Castillo, y en función de nuestro cargo en la Junta Directiva Gonzalo Bravo y yo mismo.
Esta comisión ha trabajado de manera ininterrumpida durante casi año y medio y en el mes de octubre último presentó finalmente sus resultados a D. Fernando Álvarez Miranda, quien en su calidad de presidente de la institución y tras valorar una aportación complementaria de la Asociación Interdisciplinar de Gerontología, redactó las recomendaciones que estimó oportunas y que aquí se reproducen. Su presentación ante el Parlamento supuso una de las últimas actuaciones del Sr. Álvarez Miranda como presidente de la institución. Posteriormente el documento se ha editado en forma de libro y la SEGG ha multiplicado la edición con el fin de poder remitirla a todos sus socios.
Hasta aquí la historia. La primera reflexión tiene que ver con la importancia del tema, importancia derivada de los objetivos que se pretendían y del organismo que nos solicita el informe. La coordinación sociosanitaria para las personas mayores constituye en estos momentos un problema prioritario en nuestro país, objeto de debate a muy diferentes niveles. Todo el mundo la considera necesaria, pero existen importantes divergencias sobre la forma de llevarla a cabo. Esto, que lo sabemos muy bien en la SEGG, ha sido también percibido por la oficina del Defensor del Pueblo a través de las quejas recibidas en los últimos años, hasta el punto de constituirse en un tema con la trascendencia suficiente como para que esta institución haya tomado la decisión de intervenir de oficio.
La petición a nuestra Sociedad de un soporte informativo documental y de unas propuestas concretas de actuación presupone el reconocimiento del papel de la SEGG como interlocutor idóneo para este tipo de temas. Es algo que, tal como decía al inicio, forma parte de nuestra propia esencia como sociedad científica y que como tal está recogido en nuestros estatutos. Pero, en todo caso, no deja de ser una satisfacción que así se nos reconozca desde fuera, máxime cuando los resultados nuestro informe final y las correspondientes recomendaciones han sido hechas suyas en su totalidad por el Defensor.
Por otra parte, el contenido del informe debe interpretarse también como una toma de postura clara y definida de la SEGG acerca de algunos de los problemas más candentes que afectan a la geriatría y a la gerontología de nuestro país. Ese es el sentido de las distintas recomendaciones que proponemos en los cinco capítulos en los que se ha subdividido el informe. A título de ejemplo que puede ser especialmente significativo a nivel médico en las actuales cincunstancias cambio de legislatura, escasos avances al respecto en los últimos tiempos, confusión terminológica en muchos casos, falta de definición en otros, etc., cabría recomendar una lectura detenida en esta clave de las líneas dedicadas a la atención sanitaria en España. Comentarios análogos podría hacer sobre el resto de los capítulos.
Las recomendaciones específicas que emite el Defensor del Pueblo, mucho más breves que las nuestras, son nítidas y directas, recogen literalmente en la mayor parte de los casos algunas de las expresadas por la propia SEGG, van dirigidas a cuatro ministerios diferentes y presuponen un seguimiento en el tiempo por parte de quien las ha presentado con el fin de valorar en qué medida van siendo atendidas por los órganos administrativos correspondientes.
Merece la pena llamar la atención sobre otro punto. Tanto la génesis de este documento como su terminación y presentación oficial han coincidido en el tiempo con la elaboración y presentación, también por parte de la SEGG, de un extenso estudio titulado «Geriatría XXI», donde se analizan las necesidades y recursos en la atención a las personas mayores en España (2). Y merece la pena porque esta obra, de cuatrocientas páginas tamaño folio, con casi 500 tablas y figuras, supone en estos momentos, sin ningún tipo de exageración, la fuente de información más completa y actualizada al respecto de que se puede disponer en nuestro país. Supone una actualización de aquel famoso «Libro Blanco del Médico y la Tercera Edad» que, también obra de la SEGG, marcó un hito en los años ochenta (3). Pensamos que la obra actual, más extensa, tiene importantes elementos diferenciales, mejora los contenidos de aquélla y que, como ocurrió entonces, va a constituirse durante muchos años en referente obligado para profesionales y gestores.
Es un regalo que pretendimos hacernos a todos nosotros a titulo individual y colectivo con motivo de nuestras bodas de oro como sociedad, pero que debido a su enorme complejidad ha visto retrasada su aparición en el tiempo. Es también una muestra de la vitalidad de la SEGG y expresión de la dedicación y trabajo de muchos de sus miembros. Al margen de las personas que han trabajado como coordinadoras en los diferentes capítulos (Benjamín García Sanz en el de demografía, Pilar Rodríguez Rodríguez en los de indicadores sociales y recursos sociales, Montserrat Lázaro del Nogal en el de indicadores sanitarios, Gonzalo Bravo Fernández-Araoz en los de recursos sanitarios y Alfonso Cruz Jentoft en el dedicado a la coordinación sociosanitaria), al margen también de quién ha sido su principal coordinador general (Francisco Guillén Llera), han sido muchas decenas centenas probablemente los compañeros nuestros que como consultores puntuales de manera ocasional o a través de su participación directa en algunas de las encuestas realizadas, han contribuido a hacer realidad esta obra.
Si tuviera que ofrecer una reflexión final acerca de la aparición coincidente de ambos documentos me gustaría centrarla en un punto. Nuestra Sociedad la SEGG está viva, muy viva y muy activa. Pero para que ello sea así requiere permanentemente del esfuerzo de todos. Y lo requiere caminando en una misma línea, por más que todos también debamos ser respetuosos al máximo con nuestras peculiaridades individuales y de grupo. Trabajar en plan de francotirador da siempre mal resultado. Hay que ser consecuentes con nuestra propia doctrina y ésta dice que trabajamos en equipo por un interés común que es el bienestar de la persona mayor. En este interés común nos encontramos todos, médicos con titulo de especialista en geriatría o sin él, profesionales sanitarios y no sanitarios con titulaciones de lo más variadas, investigadores básicos en el área biológica o en la de las ciencias sociales y del comportamiento, investigadores clínicos, etc.
Cuesta muchísimo ganar credibilidad y respeto tanto desde dentro, desde nosotros mismos, como, sobre todo, desde fuera, desde donde se nos contempla y analiza con talantes y actitudes muy dispares. No todo el mundo cree en la geriatría y para algunos personas mal informadas con responsabilidad en las distintas administraciones, pero también compañeros médicos de otras especialidades somos algo así como generadores de gasto cuando no competencia directa. Con todo y con ello pienso que nosotros tenemos esa credibilidad y que nos hemos hecho mayoritariamente acreedores al respeto. Trabajar con orden y seguir avanzando día a día en esa misma línea requiere dedicación, voluntad y una buena dosis de humildad. Si todos somos capaces de entender esto saldrán ganando las personas mayores, pero también y muy especialmente saldremos ganando nosotros mismos.
BIBLIOGRAFIA
1.Defensor del Pueblo. La atención sociosanitaria en España: perspectiva gerontológica y otros aspectos conexos. Serie Informes, estudios y documentos. Madrid: Ed. Defensor del Pueblo; 2000.
2.Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Geriatría XXI. Madrid: Edimsa; 2000.
3. Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Libro Blanco El Médico y la Tercera Edad. Madrid: Ed. Beechan; 1986.