El importante auge de las tasas de envejecimiento poblacional lleva consigo que procesos vinculados a la longevidad, como el caso de la demencia y el caso particular de la enfermedad de Alzheimer, adquieran características de procesos altamente prevalentes. El proceso evolutivo de esta enfermedad, contando desde fases preprodrómicas, se sitúa, al menos, en una duración de 20 años. La presencia de comorbilidades, especialmente las de origen vascular, puede precipitar y empeorar el curso de la enfermedad. Por otro lado, la reserva cognitiva, la ausencia o control de los factores comórbidos y los estilos de vida saludable pueden proteger o modificar, en el sentido de enlentecer, la progresión de la enfermedad. Conocer las fases de la EA y el impacto funcional que en cada una de ellas padece la persona enferma ayuda a establecer pronósticos promedios y, sobre todo, a establecer y prever planes de cuidados sobre la base de las necesidades de la persona.
Because of the substantial increase in population ageing, age-related processes, such as dementia and Alzheimer disease (AD), are becoming highly prevalent. The course of this disease, including preprodromic phases, lasts at least 20 years. The presence of comorbidities, especially those of vascular origin, can trigger and aggravate disease progression. On the other hand, cognitive reserve, the absence or control of comorbid factors and healthy lifestyles can protect or modify —in the sense of slow down— disease progression. Knowledge of the phases of AD and their functional impact on affected individuals helps to identify the average prognosis and, in particular, to establish and predict care plans based on the individual's needs.