La restricción física según la definición aportada por la Joint Commission on Accreditation of Health care Organizations (JCAHO) es el uso de procedimientos físicos o mecánicos dirigidos a limitar los movimientos de alguna parte o de todo el cuerpo, con la finalidad de controlar las actividades físicas y proteger a la persona de las lesiones que pueda infringir a sí mismo o a otros1. Es un tema complejo y controvertido en la práctica diaria del profesional de la salud; su uso varía de acuerdo con las características del paciente y de la institución2.
La prevalencia del uso de esta práctica reportada en la literatura abarca un rango muy amplio que va del 4 al 85% en las estancias geriátricas y del 8 al 68% en ambientes hospitalarios. Diversos estudios realizados en centros de cuidados prolongados en España demuestran que entre un 27 y un 60% de sus residentes están sometidos a algún tipo de dispositivo o instrumento que limita su actividad física3,4. Se emplea principalmente en pacientes con síndromes demenciales y deterioro cognitivo5,6. En nuestro país, se cuenta con escasa literatura acerca del uso de la restricción física en adultos mayores institucionalizados7. Por este motivo, nos planteamos estudiar el uso, la frecuencia y las características de la restricción física en ancianos de asilos del área metropolitana del estado de Nuevo León, México.
Se realizó un estudio observacional, descriptivo y transversal. Los datos se obtuvieron de encuestas aplicadas a administradores de diversas estancias y/o asilos de adultos mayores del área metropolitana de Nuevo León, México; con respecto a los datos de los residentes restringidos físicamente. La muestra no probabilística estuvo constituida por 149 residentes de asilos recogiendo los datos demográficos, clínicos, farmacológicos y de situación funcional del periodo comprendido entre junio y agosto del 2013. Se solicitó autorización y consentimiento informado a los encargados de los asilos y/o estancias para los adultos mayores. Se aplicó un instrumento elaborado por los autores acerca del uso de la restricción física y sus características.
De un total de 149 residentes de asilos y estancias del adulto mayor, el 61,1% fueron de sexo femenino, la edad promedio fue de 78,3 años. La comorbilidad más frecuente fue hipertensión arterial con el 26,8% seguida de diabetes mellitus del 15,4%. Se encontró que en un 34,2% (51) de los residentes se utiliza la restricción física, de los cuales un 72,5% (37) presentan demencia. En este aspecto existe una fuerte asociación estadística con un riesgo relativo de 3,6 (IC del 95%=2,332-5,691; p=0,001). No se encontró correlación estadística en cuanto al sexo y la restricción física (p=0,95).
El tipo de restricción utilizada era cinturón con un 27,5%, en la posición sentado 23,5%, para evitar caídas 30,9%, por las tardes 13,4%, en el área común 17,4%, por más de 2 h 27,5%, quien decide la restricción en la mayoría de los casos es la enfermera 62,7%. El 45,6% de los pacientes restringidos son semidependientes. De los pacientes sometidos a restricciones, en el 78,4% de los casos no se cuenta con consentimiento informado para la restricción física. En el 90,2% no se encuentra indicada la restricción física en el expediente.
En definitiva, uno de cada 3 residentes en los asilos presentó el uso de restricción física. Estos hallazgos son similares a los reportados por Meyer et al. (26,2% de restricción)8. Comparado con estudios de otros países, en este estudio se muestra una prevalencia de restricción física más alta. La prevalencia en Dinamarca, Islandia y Japón menos del 9%, entre el 15 y el 17% en Francia, Italia, Suiza y USA, mientras que en España es cerca del 40%. Sin embargo, se reportan diferentes tipos de intensidad de la restricción9.
La presencia de demencia y la pérdida de funcionalidad están presentes en el residente restringido. En conclusión, es necesario iniciar programas para reducir la restricción física en los residentes de asilos, al igual que se ha hecho en otros países10.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener conflicto de intereses de ningún tipo ni con empresas particulares o con la industria farmacéutica.