Las caídas son uno de los principales problemas de salud que pueden aparecer durante la vejez. Tienen un profundo impacto en la función física y se asocian a una elevada morbimortalidad que, no infrecuentemente, precipitan el ingreso prematuro en residencias. Una caída en un anciano durante las actividades cotidianas es un signo vital que indica un problema médico no identificado o una necesidad no resuelta. Las caídas de repetición requieren un proceso diagnóstico rápido y apropiado por un médico experto.
Los problemas relacionados con la marcha y el equilibrio tienen una elevada prevalencia en los ancianos y afectan de forma importante a la función física, la calidad de vida y la capacidad para vivir de forma independiente. Se ha comunicado que las alteraciones de la marcha aparecen en el 20-40% de los mayores de 65 años, y en la mitad de los mayores de 85 años1. Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que los problemas del equilibrio son un factor determinante en la génesis de las caídas y las caídas recurrentes2. Además, estos problemas no sólo son causa sino también consecuencia de las caídas.
Por tanto, es imperativa la necesidad de una evaluación precisa de la marcha y el equilibrio en los ancianos, sobre todo en aquellos que ya han caído alguna vez. El equilibrio es el resultado de la combinación de los sistemas visual, vestibular y somatosensorial. Desde un punto de vista teórico, la evaluación del equilibrio nos permitirá detectar los sistemas alterados que favorecen las caídas y diseñar la mejor estrategia para mejorar el equilibrio y reducir las caídas. No obstante, la evaluación del equilibrio desde un punto de vista clínico es limitada. En este sentido, el artículo de González-Ramírez et al3, que aparece en este número de la Revista, utiliza la posturografía en ancianos con caídas de repetición y objetiva que el 77% de ellos tiene alguno de los sistemas aferenciales sensoriales alterado. En una reciente revisión de la literatura científica de la posturografía como método para la predicción de caídas4, los autores observaban que hay pocos estudios que evalúen los parámetros posturográficos para predecir las caídas y que existen contradicciones entre ellos. Por ello es muy importante investigar el uso de la posturografía en diferentes subgrupos de pacientes. De hecho, los parámetros de la posturografía no tienen el mismo valor en las caídas únicas que en las caídas de repetición, posiblemente porque los factores relacionados con éstas son diferentes5. El diagnóstico de los déficits de control postural permitiría, a su vez, implantar un programa rehabilitador adecuado. Este hecho debe comprobarse mediante estudios prospectivos futuros. Finalmente, es imprescindible establecer en los servicios y las unidades de geriatría equipos expertos en la evaluación e investigación de las caídas de nuestros mayores que arrojen luz sobre un problema tan complejo y de tanto impacto sobre la salud.