La victimización sexual en la infancia es un problema de considerable magnitud, para el que los profesionales no siempre se encuentran adecuadamente preparados. Una correcta evaluación de estos casos implica considerar indicadores físicos y psicológicos, relativos al menor víctima, así como los factores de riesgo social, vinculados al entorno familiar. Los hallazgos físicos son escasos, si bien constituyen una de las pruebas más objetivas de la experiencia de abuso sexual. Los indicadores conductuales que incluyen la conducta sexualizada y la sintomatología postraumática, así como los índices de veracidad del relato del menor son los principales aspectos psicológicos a evaluar. La existencia de abusos previos en las figuras parentales del menor víctima es un factor de riesgo social que debe considerarse. La exploración del abuso sexual infantil supone un reto para cualquier profesional, que debe afrontarse desde un equipo multidisciplinar con la adecuada formación y experiencia.
Sexual victimization in childhood is a major social problem for which professionals are not always adequately prepared. Evaluation of these cases involves considering physical and psychological indicators related to the child victim as well as social risk factors linked to the family environment. Despite physical findings being scarce, they constitute one of the most objective evidence of sexual abuse experience. Behavioral indicators −including sexualized behavior and posttraumatic symptomatology− are the main psychological aspects to undergo evaluation. Assessment of the veracity of sexual abuse allegations is also important. The presence of previous abuse in the parental figures of the child victim is a social risk factor to be considered. The exploration of child sexual abuse represents a challenge for any professional that needs to be addressed by a multidisciplinary team with appropriate training and experience.
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