Rev Esp Geriatr Gerontol 1998; 33 (NM1): 9-16
Jubilación y calidad de vida
Francisco J. Leturia Arrazola
Director del Centro Gerontológico de Eibar. Diputación Foral de Guipúzcoa. Coordinador Técnico del Máster de Gerontología Psicosocial. Universidad del País Vasco.
RESUMEN
Este artículo hace una revisión de la relación entre la jubilación, como salida del mercado laboral con los cambios que supone en las diferentes áreas vitales, y la calidad de vida de estas personas, planteándose la necesidad de diferenciar jubilación y envejecimiento. Se plantea la situación de las personas jubiladas en el entorno del País Vasco y los principales problemas con que nos encontramos.
Palabras clave
Jubilación. Calidad de Vida. Envejecimiento.
Retirement and life quality
SUMMARY
A review was made of the relation between retirement as a departure from the work market and the changes it produces in different vital areas and the quality of life of retired persons. Retirement should be differentiated from aging. The situation of retirees in Basque Country, Spain and their problems are discussed.
Key words
Retirement. Quality of life. Aging.
Rev Esp Geriatr Gerontol 1998;33:9-16
INTRODUCCION: ¿A QUÉ NOS REFERIMOS CUANDO HABLAMOS DE JUBILACION?
De la definición unívoca a la polivalencia semántica
El concepto de jubilación que define el cese de la situación de trabajo remunerado dentro del mercado laboral del trabajador y/o profesional, bien sea de manera asalariada o autónoma, para pasar a una fase de descanso también remunerado, a la edad oficial de 65 años, ha cambiado de manera progresiva en los últimos años.
Hoy en día cuando alguien habla de jubilación y/o jubilados no se sabe si se refiere al momento de salida del mercado laboral, o a la situación en que queda el trabajador una vez de haber salido del mismo, no sabemos si hablamos de pensionistas, quienes cobran una pensión, o de jubilados. En definitiva, se da una polivalencia semántica que en ocasiones puede confundir.
¿Existe una edad de jubilación?
La edad de jubilación oficial no es más que un mero referente. «Si bien la tendencia a una jubilación temprana parece estar invirtiéndose, la mayoría de los trabajadores se jubilan bastante antes de la edad de jubilación oficial», tal y como se apunta en el informe relativo a «Las personas mayores en Europa. Política económica y social», del Observatorio Europeo de las personas mayores (1).
En Euskadi el 65% de los trabajadores se jubilan antes de esa edad. En Francia y Holanda por ejemplo menos del 60% de los hombres en activo entre 55 y 59 años, y menos del 20% de los de 60-64 años están hoy trabajando. En Alemania e Inglaterra las cifras son ligeramente superiores.
En los últimos 20 años la tendencia ha sido la de facilitar la jubilación anticipada como recurso frente al desempleo juvenil y a la situación de crisis económica. Hoy en día hay un replanteamiento en la planificación de la política social hacia fórmulas flexibles de jubilación que reduzcan el impacto mencionado, como se demostró en el seminario organizado bajo los auspicios de la Dirección General V de la Comisión Europea: Retirement in the 1990s and beyond: European Seminar (2).
Es más, desde las políticas liberales económicas y de empleo se plantea la posibilidad de un retraso de la misma hasta los 70 años.
Por otro lado encontramos situaciones como el desempleo de larga duración entre mayores de 50 años que suponen una puerta falsa a la jubilación con unas consecuencias especialmente negativas y que, cuando menos en nuestro país, ha recibido escasa atención por parte de los poderes públicos.
Además están apareciendo cambios importantes en las pautas del ciclo vital que pueden conducir a una modificación de la secuencia tradicional de educación, trabajo y jubilación. Hay una tendencia a largo plazo a reducir la duración del trabajo y a aumentar los períodos de formación a lo largo de toda la vida laboral. Las condiciones de trabajo tenderán a ser mas flexibles y continuará aumentando la movilidad. Dados estos cambios la manera actual de adquirir derecho a la protección social y en particular el vínculo con el trabajo pueden necesitar una revisión, tal y como refleja la comisión de las Comunidades Europeas en el informe sobre el futuro de la protección social (3).
La jubilación como proceso
La jubilación no es un cambio de la situación que se dé en un momento dado de nuestra vida laboral, no es el fin de ésta. La jubilación, tal y como nosotros la entendemos, es un proceso que comienza mucho antes de los 65 años, antes del momento de salida del mercado laboral, y que se prolonga hasta bastante más allá de ese momento, con diferentes fases que podríamos caracterizar fundamentalmente a partir de los conceptos de socialización anticipatoria en la fase prejubilación, de afrontamiento en el momento de la jubilación y las diferentes fases de adaptación, tal y como las describe Atchley (4).
¿Es la jubilación la puerta de entrada a la vejez?
Históricamente ambos conceptos y situaciones han estado estrechamente relacionados. El comienzo de la vejez era la causa en parte de la jubilación y su justificación: la mano de obra para unas tareas basadas en el esfuerzo físico habían perdido capacidad por el paso de los años y la cercanía de la vejez, por lo que se prescindía de la misma, dando paso a los jóvenes a ese mercado laboral.
Con el paso de los años, la espectacular mejora de las condiciones de vida, de las condiciones laborales y de la atención sanitaria, ha determinado un igualmente espectacular aumento de la longevidad y esperanza de vida, de 75 y 85 años respectivamente para hombres y mujeres en las sociedades occidentales.
La consecuencia inmediata de este fenómeno supone un gran aumento de población mayor de 65 años que además cada vez presenta una salud y situación psicosocial mejor, debido también a las prestaciones del autodenominado «estado de bienestar».
A nuestro modo de ver estos cambios sociodemográficos suponen una ruptura importante en la relación jubilación-vejez, para las personas que salen del mercado laboral.
Hoy en día jubilarse no es hacerse viejo, puesto que en la mayoría de los casos todavía estas personas disponen de varios años, hasta diez o quince, en los que pueden presentar unas características sociosanitarias inmejorables, siendo a partir de ese momento cuando aparecen los «estigmas» de la vejez. Aparece así una categoría de «viejos jóvenes» a diferenciar respecto a los «viejos viejos» (5).
Es especialmente problemático que algunos programas de preparación a la jubilación sean más de preparación a la vejez que al cambio de situación laboral, por cuanto de efecto sociocognitivo puede tener para sus participantes.
LA CALIDAD DE VIDA: ¿UNA CUALIDAD?
¿Qué es la calidad de vida?
El concepto de calidad de vida ha cobrado auge desde la segunda Guerra Mundial, estando cada vez más presente incluso en el área de salud, de servicios sociales, en la planificación de servicios, y en las políticas de «Bienestar» (6).
Todos tenemos una idea de lo que puede ser la calidad de vida. Todos sabemos cómo nos gustaría vivir, qué nos gustaría tener, en qué tipo de lugares vivir, qué salud tener, etc. Podemos decir que existe una idea, una percepción vulgar, popular del concepto que pretendemos definir. Es más, estudios que han comparado esta concepción popular con el concepto teórico han encontrado una importante similitud en lo relativo a personas mayores (7).
Desde una perspectiva basada en el análisis del desarrollo de diferentes sociedades se han analizado la renta per cápita, la longevidad, los servicios de salud de que la población dispone, la educación, etc. No obstante, desde el marco social en que nos encontramos, podemos añadir aquellas variables relacionadas con el bienestar subjetivo como todo lo relacionado con la satisfacción vital, las actividades de ocio, el apoyo social, etc. (8).
Definiciones
Escogiendo algunas de las definiciones de calidad de vida podemos señalar entre otras las siguientes aportaciones: H. San Martín (9) describe la CV de un individuo como la «relación global que se establece entre los estímulos positivos (favorables, agradables...) y los estímulos negativos (adversos, desagradables...) en el curso de su vida social, en sus interrelaciones con las otras personas de la colectividad y con el ambiente total en que vive, es decir, en el ejercicio de los valores sociales». Las áreas básicas serían: la capacidad funcional, las funciones sociales, las funciones intelectuales, el estado emocional y la situación económica.
George y Bearon (10) describen cuatro dimensiones del concepto, dos de las cuales son objetivas: salud general y capacidad funcional, así como estatus socioeconómico, y dos subjetivas: satisfacción vital y autoestima. Abrams (11) define el concepto CV como el grado de satisfacción que siente la gente con diferentes aspectos de su vida. Andrews (12) lo relaciona también con el grado de placer y satisfacción que caracterizan la existencia humana.
Levi y Anderson (13) lo definen como «medida compuesta de bienestar físico, mental y social, tal y como lo percibe cada individuo y cada grupo, y de felicidad, satisfacción y recompensa. Las medidas pueden referirse a la satisfacción global, así como a sus componentes, incluyendo aspectos como salud, matrimonio, familia, trabajo, vivienda, situación financiera, oportunidades educativas, autoestima, creatividad, competencia, sentido de pertenencia a instituciones y confianza en otros.»
En el campo de la salud cada vez se tiene más en cuenta el concepto de CV, centrándose generalmente en la salud general, tanto física como psíquica, y en la capacidad funcional, pero a partir de la definición de salud de la OMS como un estado de bienestar físico psíquico y social, desde una perspectiva bastante amplia.
Como se ve la interrelación entre conceptos: bienestar psicológico, satisfacción, CV, es estrecha y un elemento a analizar.
El bienestar psicológico es uno de los temas de estudio más antiguo de la Gerontología Psicosocial por considerarse tradicionalmente como un indicador de una vejez con éxito.
El término de bienestar psicológico es un concepto complejo y actualmente se proponen las siguientes dimensiones del mismo: congruencia, felicidad, afecto negativo y afecto positivo.
Hoy en día existe acuerdo tanto en considerar la importancia del bienestar psicológico entre las personas mayores, como en que el bienestar se refiere a percepciones individuales sobre la propia calidad de vida. El bienestar psicológico puede ser contextualizado como una respuesta principalmente afectiva, aunque incluye parcialmente componentes cognitivos. El bienestar psicológico hace referencia fundamentalmente a emociones y sentimientos de más o menos duración que los ancianos experimentan sobre la propia vida, más que a un juicio, una valoración o reflexiones que pueden hacerse sobre la misma.
Entre los factores que influyen en que las personas mayores tengan un mayor o menor sentimiento de bienestar se pueden destacar la salud, tanto percibida como objetiva, los estilos de vida, la realización de planes hacia el futuro, los estilos de logro, el apoyo social, la depresión y algunos factores sociodemográficos.
La satisfacción vital es un indicador del bienestar psicológico. Se entiende por satisfacción vital la valoración o respuesta de tipo cognitivo que sobre su propia vida realizan las personas, o lo que es lo mismo, la valoración global de la propia existencia basada en la comparación entre las aspiraciones y los logros conseguidos. La satisfacción es mayor cuando los logros se aproximan a las aspiraciones y disminuye cuando se alejan (14).
La autoevaluación de la satisfacción vital se basa probablemente en comparaciones con los demás, frente a los informes sobre la felicidad que dependen más del estado de ánimo inmediato (15).
Igualmente podemos señalar diferentes modelos de análisis de la CV que tal vez podrían ser relacionados en parte con los modelos de ajuste ambiental, como los de congruencia, competencia, ecológico y ecológico social.
Multidimensionalidad
Si seguimos a Lawton (16) entendemos la CV como la valoración multidimensional, tanto con criterios intrapersonales o subjetivos como socionormativos u objetivos del sistema persona-ambiente de un individuo en relación al pasado, presente y futuro. La competencia comportamental, el entorno físico y social, la propia CV percibida, el bienestar psicológico y la satisfacción vital serán las dimensiones que completan el concepto de CV.
Desde esta multidimensionalidad destacar los siguientes factores objetivos a tener en cuenta:
a) Calidad del ambiente: tanto físico (contaminación, vivienda, características físicas del puesto de trabajo: temperatura, luz, ergonomía, etc.) como social (clima familiar, laboral y social en general).
b) Condiciones económicas: salarios, pensión tras la jubilación, condiciones económicas en caso de jubilaciones anticipadas.
c) Apoyo social: desde un punto de vista estructural (redes, cantidad de relaciones, etc.).
d) Factores culturales: percepción sociocognitiva del trabajo y de la jubilación, ritos de paso en este momento.
e) Estado de salud objetivo: utilización y disponibilidad de recursos.
Así como los siguientes factores subjetivos o personales:
a) Apoyo social desde una perspectiva funcional: tipo de apoyo que obtenemos de esas relaciones sociales (emocional, instrumental, informacional...) Es importante la diferenciación entre soledad y aislamiento, o la forma en que se perciben estos apoyos sociales.
b) Satisfacción psicológica y bienestar subjetivo (8, 17, 18).
c) Relacionado estrechamente con la utilización del ocio, la realización de actividades, el desempeño laboral.
d) La percepción de la salud.
e) La autoestima.
f) Las habilidades funcionales y competencia en general.
DECISION DE JUBILARSE Y CALIDAD DE VIDA
Un elemento determinante cara a la toma de decisiones previa a la jubilación es precisamente las condiciones y la calidad de vida de los trabajadores. ¿Qué factores intervienen en esta decisión de salida del mercado laboral? Habría que destacar:
Razones económicas: quien tenga unas condiciones económicas mejores (previsión de una mejor pensión, más tiempo de cotización...) más fácilmente optarán por la jubilación.
Razones actitudinales: estamos pasando de una ética «protestante» del trabajo a una ética de la actividad (19).
Ocio y relaciones sociales. Al parecer la clase de ocupaciones de tiempo libre, la frecuencia e intensidad de los contactos familiares no influyen en la actitud de expectativa hacia la jubilación, aunque sí en la adaptación a la misma (20).
Razones de salud: la mala salud parece que debiera ser un predictor de jubilación, siéndolo solamente de aquellas jubilaciones anticipadas o precoces.
Discriminación laboral relacionada con la edad. Señalar la importancia de ésta incluso en el caso de desempleados mayores y su transición a la jubilación (21). Robinson et al (22) reflejan que para un elevado porcentaje de personas el desempleo puede ser el primer paso para la jubilación.
La capacidad laboral, de seguir trabajando y el tipo de trabajo serán elementos definitivos en la decisión. La seguridad en el puesto de trabajo, las posibilidades de cambiar de puesto, la formación y el entrenamiento, las posibilidades de descansos, la disponibilidad de servicios de salud ocupacional, influyen en que se siga trabajando hasta el final.
Un fenómeno como el «síndrome de aversión al trabajo» con una pérdida de valores relativos a la vida laboral, estrés crónico, mayor importancia de los valores privados y la propia aversión al trabajo, puede ser un exponente de mala calidad de vida laboral, con un aumento de riesgos de salud y una disminución importante de la satisfacción laboral y vital (Fig. 1).
Señalar la importancia de los procesos cognitivos, emocionales, relacionales, etc., de esta toma de decisiones, de preparación y afrontamiento de la jubilación cara al logro de un jubilación satisfactoria que correlaciona con CV (23).
En este sentido sería importante investigar más detalladamente, comparando entre individuos que trabajan y ya jubilados en la misma organización, así como realizar seguimientos individualizados e investigación longitudinal.
CONSECUENCIAS DE LA JUBILACION
El análisis de las consecuencias de la jubilación desde este esquema supone analizar no sólo las consecuencias económicas, sino y especialmente el impacto psicológico, tanto en su aspecto sociocognitivo como de funcionamiento psicoafectivo, los cambios en las relaciones sociales con los amigos, compañeros de trabajo, familia (subsistema de pareja e hijos, el impacto en salud) y ver estos cambios como parte de un proceso de adaptación a la nueva situación.
La transición a la jubilación supone un aumento de diferentes actividades en áreas vitales no relacionadas con el trabajo, y una disminución de aquéllas relacionadas con éste. Parece que los hombres aumentarían las actividades físicas principalmente y las mujeres las sociales e intelectuales.
Atchley (4) describe una serie de pasos por los que se pasa al dejar de trabajar, la etapa inicial de «luna de miel», un período posterior de decepción y/o hiperactividad o astenia, tras lo cual se da una reorientación, unas respuestas más realistas y una fase final de estabilidad, de acomodación a la situación actual (tabla I).
Tabla I. Efectos positivos y negativos de la jubilación para la población mayor de 65 años | ||
Incidencia de la jubilación respecto al total de: | ||
Ancianos que opinan | Ancianos que opinan en cada sentido | |
Destacan aspectos positivos | 82,5 | 100,0 |
Más tiempo, libertad y oportunidades | 54,6 | 65,3 |
Tranquilidad, descanso y salud | 28,7 | 34,5 |
Cobrar sin trabajar | 1,6 | 2,0 |
Destacan aspectos negativos | 46,6 | 100,0 |
Problemas asociados a la vejez (soledad, mala salud, minusvaloración) | 11,1 | 23,3 |
Problemas económicos | 19,9 | 41,8 |
Menos relaciones sociales | 2,4 | 5,1 |
Aburrimiento | 12,4 | 26,5 |
Preferencia por el trabajo | 0,9 | 1,9 |
¿Cuáles son los factores que influyen en una mejor adaptación a la jubilación? Se pueden señalar entre estos el gozar de buena salud, no tener problemas económicos, tener un buen nivel educativo, estar casados, estar comprometidos en actividades sociales.
Todos ellos, a excepción del compromiso social, son los mismos predictores de la satisfacción y CV del trabajador (24).
Un buen apoyo social parece ser un elemento importante cara a la adaptación y satisfacción con la jubilación. Algunos autores han establecido en este sentido algunas características socio personales de riesgo como tener una mala percepción de las propias relaciones sociales, no tener un grupo de amigos estable, no realizar actividades regularmente con este grupo (25).
La jubilación conlleva una disminución-pérdida de rol, por lo que se afirma que es un rito de desagregación (cercano a la teoría de desvinculación), se produce una reducción de relaciones sociales, se reducen los contactos interpersonales en cantidad e intensidad, especialmente los relacionados con ámbitos extrafamiliares y con otros grupos de edad. En el núcleo familiar cambian las relaciones conyugales, las relaciones de pareja que necesitan en ocasiones de una reestructuración. Conlleva una disminución de ingresos económicos, que es uno de los factores más ansiógenos y preocupantes en la situación post retiro. Parece que con la jubilación se da una disminución de la autonomía, del control sobre uno mismo y sobre el ambiente. Desde la relación entre locus de control y autonomía personal parece que con un locus de control interno se tendrían mejores expectativas y mejor adaptación a la nueva situación de jubilado.
La posible disminución de roles sociales podría provocar un repliegue hacia las relaciones familiares y en algunos casos situaciones de soledad y aislamiento.
La autoestima puede verse afectada especialmente en las personas para las que el rol profesional es muy importante, lo que puede provocar una verdadera crisis de identidad personal.
Esto no quiere decir que no existan otros roles, como los de marido, abuelo, vecino, amigo, voluntario, el de desarrollo de hobbies, etc., que podrían mantener un nivel de autoestima muy elevado e integrado, lo que correlaciona directamente con el bienestar psicológico y por tanto con la calidad de vida (26).
Las posibles repercusiones en la salud pueden ser un elemento clave en esta sensación de bienestar y satisfacción vital, de manera que la asunción activa de comportamientos y estilos de vida saludables será un buen indicador de calidad de vida.
La realización de actividades recreativas, culturales y de ocio suponen un elemento de gratificación importante para las personas que se jubilan, aunque existe un grupo importante de personas que entre los jubilados de hoy en día tienen dificultades para encontrar actividades gratificantes fuera del trabajo. Esta característica parece que está cambiando en las últimas generaciones de personas que se van jubilando con niveles educativos y culturales, así como con una historia profesional significativamente diferente de los mayores de 75-80 años, que tienen un muy bajo nivel educativo, han sobrevivido a la guerra, a epidemias y al hambre de la postguerra.
DE LA CALIDAD DE VIDA EN LA VEJEZ
«La felicidad no varía mucho con la edad. (...) Si se subraya la satisfacción o la valoración cognitiva del bienestar, hay un incremento claro con la edad (...) [Sin embargo] Las medidas de frecuencia de alegría, o de las emociones positivas, presentan una disminución progresiva con la edad. Así mismo, la frecuencia de actividades agradables decrece de modo apreciable con la edad». M. Argyle (27) es explícito en este sentido, los mayores también experimentan menos emociones negativas y sus emociones son menos intensas. La satisfacción aumenta en relación a los aspectos más importantes: el trabajo, el matrimonio, los ingresos, el ocio y la religión. No obstante, la satisfacción disminuye en los campos de la salud y el sexo, que es un aspecto muy reforzante.
Existe un amplio consenso en relación a la relevante importancia del dominio subjetivo en la calidad de vida (28), siendo los factores externos modulados por variables internas. El análisis de la relación entre estrés y calidad de vida apunta una vía de investigación interesante en el campo de la gerontología.
CALIDAD DE VIDA POST JUBILACION HOY
Si nos centramos en la realidad actual de las personas mayores jubiladas en el País Vasco, según el censo de población vivían en la CAV 261.327 personas mayores de 65 años, lo que representa un 12,44% de la población total, con varias características a señalar:
1. Concentración en los tramos de edad más jóvenes.
2. Importancia creciente de la población femenina.
3. Importancia de las personas viudas.
4. No existe un modelo único: se pueden diferenciar aquellas de 65-75, casados predominantemente y los mayores de 85, viudos en su mayoría.
La población ocupada es muy poca entre los mayores, solamente constituyen un 1,4%, siendo también curiosamente una minoría en el tramo de edad 55-65, con un 31%.
La percepción sociocognitiva de estas personas es más positiva que negativa en lo relativo a su situación, especialmente si se dejan de lado los aspectos económicos.
En cuanto a integración social, los principales modelos de convivencia son el matrimonio, con o sin hijos solteros, y la viudedad acompañada de hijos solteros o casados.
Cuando se da convivencia, en la práctica totalidad de los casos la relación es buena, lo cual ocurre también con los que no residen en el hogar. Una gran parte de los mayores tienen además amigos y se relacionan con ellos.
Por el contrario, la participación social asociativa es relativamente pequeña si exceptuamos los hogares de jubilados, por lo que parece que éstos pueden cumplir un papel importante en el desarrollo de este campo.
Los problemas de soledad se relacionan con vivir solo y con insuficiente contacto directo con amigos y familiares.
Respecto a las actividades sociales se puede decir que realizan menos actividades de tipo social, deportivo y cultural a medida que tienen más edad, estando la dedicación preferente ligada a medios de comunicación como ver la TV, escuchar la radio y el paseo.
Respecto a la situación socioeconómica, muchos de los mayores poseen vivienda propia (74%), pero se detectan problemas importantes de equipamiento (30%), carencia de intimidad (8%) y si bien no predominan las situaciones de precariedad económica sí que existe una limitación de recursos, debido entre otras razones a que las pensiones son el origen casi exclusivo de sus ingresos.
Entre los motivos de preocupación más importantes para este colectivo encontramos: la pérdida de salud (58,5%), la soledad (18,4%), falta de ingresos (7,7%), y que se les considere inútiles (5,3%).
La salud en los mayores del País Vasco
La mortalidad aumenta a partir de los 75 años, con una tendencia a una mayor mortalidad masculina y una notable mejoría en la esperanza de vida.
En cuanto a la morbilidad el 65% padece algún tipo de enfermedad que le afecta en la vida diaria. Destaca el papel de las demencias por sus efectos devastadores a nivel personal y muy relevantes a nivel social, así como la presencia general de pluripatologías con una media de 4,1 problemas de salud, afectando en mayor grado a las mujeres.
Los servicios sanitarios presentan un gran consumo, así como un aumento de las demandas de hospitalización y una mayor duración de las estancias medias.
Entre las deficiencias y discapacidades son muy significativas las deficiencias de tipo sensorial visión y audición, las discapacidades de movilidad y las dificultades para valerse por sí mismo en la vida diaria.
Si hacemos caso a los estudios epidemiológicos se ofrecen datos relativos al 2,45 de la población de 65 años y más que viven encamados o confinados en un sillón, esto es unas 6.628 personas, un 3,1%, esto es 8.218 que con una autonomía mayor necesitan de alguien para asearse o vestirse y el 12,4% que no pueden salir de su domicilio o necesitan de alguien para hacerlo.
El caso de las demencias
El fuerte aumento de la prevalencia de la demencia (DS) supone que cuantitativamente el número de casos de DS en mayores de 60 años va a aumentar en un 109,2%. La prevalencia por mil de DS moderada y grave en el conjunto de sujetos experimenta un crecimiento relativo de 34,4%. Estos datos demuestran que «el aumento de las demencias constituye uno de los problemas prioritarios y más urgentes de salud pública» (29).
Alrededor del 10% de la población mayor de 65 años de Guipúzcoa presenta claras alteraciones de memoria con discretos pero evidentes síntomas tributarios de demencia hasta demencias claras y avanzadas, según el estudio ECEHA de prevalencia de hipertensión arterial.
Alrededor del 30% de la misma población presenta alteraciones asociadas a la edad y/o distintos síntomas de desorientación, pérdida de memoria y rarezas.
Actualmente la familia sigue jugando un papel importante y destacado en el soporte y apoyo de las personas mayores en la CAV, cobrando aún más importancia, si cabe, en los casos de dependencia y demencia.
Necesidades existentes
A corto plazo el 8,8% de las personas mayores de 65 años, esto es, casi 24.000 personas, necesitarán algún tipo de ayuda o servicio para hacer frente a los requerimientos de la vida cotidiana, aumentando la necesidad con la edad y afectando especialmente a las mujeres y a las personas que viven solas.
El 73% de las personas que no se consideran válidas a sí mismas, reciben ya algún tipo de ayuda, sobre todo por parte de las familias y con una periodicidad diaria.
No obstante, todavía los programas de preparación a la jubilación, los estereotipos de los directivos de las empresas que contratan y jubilan anticipadamente a sus trabajadores, los de la propia sociedad, siguen manteniendo esa idea de jubilación-vejez.
Estereotipos y realidad
Algunos estereotipos muy extendidos respecto a las personas mayores no se corresponden con la realidad. Si seguimos a Fernández Ballesteros (30) en el estudio sobre estos estereotipos en relación a la realidad española vemos, por ejemplo la idea de un estado mental deficitario no parece ser realidad cuando un 92,7% de los sujetos valorados presentan un buen nivel cognitivo (según el SPMSQ). Las personas mayores no presentan una merma drástica en salud (según indicadores objetivos y subjetivos) a pesar de que exista este estereotipo. La salud sufre un paulatino empeoramiento a lo largo de la vida sin que haya quiebros notables entre grupos de edad. Tampoco se aprecian modificaciones en la autovaloración de la salud. En cuanto a la habilidades funcionales uno de cada diez entre los mayores de 65 a 70 años presenta dificultades, aumentando esta tasa paulatinamente hasta que el grupo de los mayores de 80 presenta dificultades en un 40%.
Respecto a las relaciones sociales no hay una disminución significativa de estos contactos sociales, ni de la satisfacción que producen hasta los 70 años. Existe, sí, un 20% de personas mayores que viven solas, y a partir de los 80 sí que se observa una disminución de contactos, aunque no parece que disminuya la satisfacción que producen. Hay un menor contacto sexual, situándose en un 17% los sujetos que mantienen relaciones sexuales. La actividad física parece disminuir tal y como se cree, pues un 80% de los sujetos afirman no realizar actividad física alguna, aunque paralelamente un 61% afirma caminar diariamente.
Respecto a las actividades diarias, ver la televisión y escuchar la radio son las actividades realizadas con mayor frecuencia (77 y 60% respectivamente).
El estereotipo relativo a que los mayores son infelices también es una imagen falsa. El nivel de satisfacción vital de los mayores se agrupa en un rango de bastante satisfacción. El autoinforme sobre felicidad de los distintos grupos de edad no difiere, lo que demuestra una importante estabilidad en este ámbito. Estos resultados son semejantes tanto si son obtenidos por autoinforme (30) como por allegados (7).
ORIENTACIONES PRACTICAS PARA UNA CALIDAD DE VIDA TRAS LA JUBILACION
Las orientaciones prácticas para una mejor calidad de vida vienen dadas por la prevención basada en una mejora y adecuación de los comportamientos, hábitos y estilos de vida en relación con la salud, el ocio, las relaciones interpersonales y una mayor continuidad entre los procesos de educación, trabajo y ocio.
En esta línea se trabajará para fomentar la actividad física y mental, la creatividad, se cuidará la nutrición, la reducción de tabaquismo y consumo de alcohol. Se fomentará la interacción social diversa, intergeneracional, promoviendo la socialización tanto anticipatoria como una vez jubilados. Uno de los retos principales cara al aprovechamiento del potencial humano y de compromiso intergeneracional es desarrollar instrumentos, vías y procesos de participación sociocomunitaria a través de la participación en asociaciones, organizaciones no gubernamentales, partidos, a través del voluntariado, etc.
Con el fin de desarrollar estos procesos es importante y necesario modificar las percepciones sociocognitivas tanto de los propios mayores como de los profesionales y planificadores, y de la sociedad en general.
Para desarrollar un plan de intervención en este área de manera coherente se debe establecer como objetivo principal la optimización y promoción de la autonomía y competencia de estas personas para que puedan hacer frente a los requerimientos de la vida en este momento. Igualmente se deben desarrollar más servicios y recursos, adaptando los existentes y creando los nuevos necesarios, tanto servicios comunitarios como especializados.
La necesidad patente de formación en gerontología y de profesionales formados para un abordaje interdisciplinar que permita desarrollar servicios más cualificados con programas, atención y cuidados, tratamientos y una evaluación exhaustiva de los mismos es uno de los retos inmediatos a los que se está dando respuesta desde la Universidad del País Vasco en colaboración con la Diputación Foral de Gipuzkoa y el IMSERSO a través del Máster de Gerontología Psicosocial. Así una de las líneas de trabajo e investigación del mismo es la de los parados de larga duración mayores de 50 años y los procesos de jubilación.
La necesidad de desarrollar políticas que promuevan la protección social y logren el mantenimiento del denominado «Estado de bienestar» es otro de los aspectos en los que encontramos necesidad de una confluencia de intereses entre planificadores, profesionales y las propias personas afectadas, bien trabajadores en procesos de jubilación, mayores etc.
Dar pasos hacia una cultura de la solidaridad entre edades, clases, y razas y para el reconocimiento del valor de la diferencia es a nuestro modo de ver una de las mejores garantías para el futuro del desarrollo de nuestras sociedades.
CONCLUSION
En el desarrollo y promoción de la calidad de vida de las personas encontramos el objetivo principal de los modelos de intervención psicosocial. Es un reto cara al futuro el desarrollo de estos modelos y la implementación de metodologías acordes con este planteamiento en la atención y recursos para los trabajadores y personas mayores tanto desde el sistema de salud como social.
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Correspondencia: Francisco J. Leturia Arrazola. Apartado de correos 3262. 20080 San Sebastián. E-mail: yalegero@facilnet.es.