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Vol. 33. Núm. 90.
Páginas 9003-9008 (octubre 1998)
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Jubilación: análisis psicosocial
Retirement and quality of life
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J J. Yanguas Lezaun
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Rev Esp Geriatr Gerontol 1998; 33 (NM1): 3-8


Jubilación: análisis psicosocial

José Javier Yanguas Lezaun

Coordinador de Programas de Intervención Psicosocial del Centro Gerontológico de Eibar. Diputación Foral de Guipúzcoa. Jefe de Estudios del Máster de Gerontología Psicosocial de la Universidad del País Vasco.


RESUMEN

En el presente artículo se hace un análisis desde un punto de vista psicosocial de la jubilación en relación con diversas variables como son: la salud, el apoyo social, eventos vitales, situación económica, personalidad y trabajo principalmente.

Asimismo, se describen aspectos interventivos a realizarse durante el proceso de jubilación desde diferentes áreas: cognitiva, psicoafectiva, comportamental y social.

Palabras clave

Jubilación. Intervención psicosocial. Envejecimiento. Calidad de Vida. Gerontología psicosocial.

Retirement: a psychosocial analysis

SUMMARY

A psychosocial analysis was made of retirement in relation to the variables: health, social support, life events, economic situation, personality, and occupation, among others.

Aspects of retirement-related interventions in different areas are described: cognitive, psychoaffective, behavioral, and social.

Key words

Retirement. Psychosocial intervention. Aging. Quality of life. Psychosocial gerontology.

Rev Esp Geriatr Gerontol 1998;33:3-8


INTRODUCCION

La visión general sobre la cuestión de la jubilación ha sido contemplada hasta hace muy pocas fechas como un evento de carácter estresante, que está unido en general al declinar de la salud física y psíquica. Este tipo de visiones de carácter negativo se han basado en diferentes premisas. La primera viene a decir, de modo bastante general, que la identidad de la persona se construye en gran medida a través del trabajo y con referencia al mismo, por lo cual, la pérdida de un rol activo a nivel general, conduce casi irremisiblemente a la pérdida de parte de la identidad personal del sujeto, lo cual genera estrés y ansiedad.

La segunda premisa se basa en gran medida en observaciones que constatan, en términos generales, que la jubilación es el principio de la enfermedad y la muerte. Con un error de asignación claro, al atribuir a la jubilación la causa que origina la enfermedad y la muerte, simplemente porque la precede cronológicamente y no porque exista una comprobación científica de dicha causalidad.

La tercera premisa se basa en la valoración que se le da al trabajo en el mundo actual, y que cierta «ética protestante», en el sentido que el trabajo es un mandato casi divino y que el éxito en el trabajo es casi una señal de éxito en la vida, se ha encargado de acrecentar.

Ninguna de las premisas anteriormente mencionadas sugieren que la jubilación no es solamente un evento vital específico, sino que es además un proceso con diferentes fases que se da a lo largo del tiempo. Este proceso no tiene por qué ser irremediablemente un proceso negativo. De hecho todos conocemos muchas personas jubiladas o que están en este proceso, que lo viven de una manera positiva. No obstante la literatura e investigaciones sobre el tema de la jubilación, han hecho especial énfasis en las consecuencias de la jubilación para el individuo y no tanto en la preparación a la jubilación (que sigue siendo un proceso ausente en el mundo laboral), ni en los factores que fomentan o inhiben la adaptación al proceso de la jubilación. No estaría de más una autocrítica del propio mundo de la gerontología, a la hora de considerar los aspectos estudiados con las visiones negativas o deficitarias sobre este proceso.

En lo referente al indiscutible valor del trabajo como elemento de socialización del individuo y ante la más que previsible ausencia del mismo en un próximo futuro (desde la idea de Rifkin de fin del empleo, especialmente), es necesario buscar ya un elemento de socialización tan fuerte como el trabajo, ante la más que posible ausencia del mismo, para las generaciones actuales y futuras.

En el ámbito de la gerontología se han trabajado principalmente la pre-jubilación y en menor medida la post-jubilación, considerándose el momento de la jubilación como un evento. A menudo no ha sido fácil separar en las investigaciones si las tan nombradas consecuencias negativas de la jubilación están asociadas a la vejez y al proceso de envejecimiento, o a la propia jubilación; en este sentido se ha podido producir por extensión, una invasión de los mitos y estereotipos negativos sobre la vejez a los de la jubilación (1, 2).

En el estudio longitudinal realizado por Bossé et al, y en datos recogidos durante nueve años en tres mediciones, con población laboralmente activa y jubilados, se constata desde la primera medición hasta la última y siempre controlando la salud física, un mayor nivel de problemas emocionales en jubilados, que en trabajadores activos, lo cual sugiere un efecto cohorte en dichas mediciones.

IMPORTANCIA DE LAS CIRCUNSTANCIAS DONDE SE PRODUCE LA JUBILACION

En diferentes investigaciones se ha constatado la importancia de las mismas. Así, se encontró (3, 4) que los jubilados anticipados, que no podían acogerse a algunos beneficios correspondientes a la seguridad social, tenían menor satisfacción vital en la jubilación (anotar que ambas investigaciones se realizaron en EE.UU.).

Bossé et al (5) encontraron que los jubilados anticipados tenían mayor distrés emocional que los trabajadores de la misma edad, aunque en el mismo estudio se sugiere que los trabajadores jubilados anticipadamente, podían tener un conjunto de causas negativas (mala salud, paro, problemas económicos...), que podían afectarles.

El hecho de la voluntariedad o no de la jubilación parece tener consecuencias en el proceso de jubilación, en el sentido que la involuntariedad de la misma pudiera incidir negativamente y generar mayor estrés (6, 7). Así los hombres con jubilación involuntaria tenían puntuaciones más bajas en satisfacción emocional, sentimiento de utilidad, autoimagen, estabilidad emocional y relaciones interpersonales (8, 9).

CUESTIONES ECONOMICAS

El estatus económico aparece como una variable predictora de estrés en la jubilación. Se ha encontrado que un alto nivel socioeconómico anterior a la jubilación es un predictor de estrés para los hombres (6); en contraste para las mujeres (10) el nivel de insatisfacción con la jubilación y presumiblemente, la experiencia de estrés está relacionada con un menor nivel educativo.

En un estudio australiano sobre una muestra de 1.050 personas mayores de 60 años, en el que se trataba de explorar las dificultades de adaptación a la jubilación (11), se encontró que las principales variables generadoras de estrés eran los ingresos económicos en el 25% de la muestra analizada. En el estudio realizado en Boston por Bossé et al en 1991 (12) en el que se evaluó el estrés cotidiano, los problemas de la pareja, la salud, las relaciones sociales y la situación económica, de una muestra de 676 personas jubiladas y 840 trabajadores, un 31,1% de las personas jubiladas incluidas en la muestra expresó problemas relacionados con los ingresos económicos.

No obstante la situación actual de la poca disponibilidad económica de los jubilados está variando notablemente, y ya no es tan real la situación de economía de pura subsistencia a la que algunos autores hacen referencia a la hora de caracterizar al colectivo de personas jubiladas (13), al menos en la mayoría de los países desarrollados y para una gran parte de la población. Así la pensión media de jubilación es un 20% mayor que el salario mínimo. Si prestamos atención al Régimen General es un 51% mayor la pensión media de jubilación que el SMI. En las nuevas altas y a fin de observar tendencias, en septiembre de 1996, la pensión media del Régimen General se situaba un 71% por encima del SMI. Asimismo, se espera que se de una sustitución de las pensiones más bajas (derivadas de las cotizaciones y salarios de los años sesenta y setenta), por lo que la pensión media va a consolidar unas cuantías de moderada capacidad adquisitiva. No obstante existen y existirán en el futuro, un sector con pensiones bajas o muy bajas: pensiones del SOVI, pensiones no contributivas, pensiones derivadas del régimen agrario, de autónomos, de empleadas de hogar, etc. Aunque si se cumplen los Pactos de Toledo, y desde un análisis general, los expertos esperan que los ingresos económicos no sean el principal problema de los pensionistas en los próximos años (14).

En general, e independientemente de lo expresado en el párrafo anterior, la bibliografía consultada refiere un temor de los jubilados a la falta de recursos económicos para mantener un nivel de vida similar antes y después de la jubilación, que en ciertos casos puede generar situaciones ansiógenas (6, 15, 16).

SALUD

La variable «salud», en la que no todos los estudios coinciden en una misma definición constitutiva y operativa de dicha variable, es sin duda alguna la variable más estudiada en lo relativo a la jubilación, aunque con resultados no coincidentes; además de diversos problemas metodológicos en los diversos estudios como para poder extraer conclusiones definitivas (17). La salud es reconocida como una causa de la jubilación, pero frecuentemente ha sido estudiada como resultado o consecuencia de la misma. Los estudios sobre las consecuencias de la jubilación en la salud han generado, como antes se indicaba, una fuerte controversia, aunque la evidencia más reciente encontrada no sostiene la idea de que la jubilación ocasione prejuicios a nivel de salud física o mental.

En algunos estudios (6, 7), que examinaban el bajo nivel de salud como predictor o razón de la jubilación, el hecho de jubilarse por motivos de salud no aparece como predictor de estrés en la jubilación. En realidad en el estudio de Matthews y Brown cuando se analiza el estado de salud durante la jubilación, aparece que un pobre estado de salud durante la jubilación predice un menor bienestar tanto en hombres como en mujeres, pero no predice la visión de la jubilación como un evento crítico estresante.

De hecho, en otras investigaciones (3, 18-20) encontraron que un nivel bajo de salud es un elemento secundario y solamente un inadecuado (por escaso) nivel financiero predice un pobre ajuste a la jubilación.

EVENTOS VITALES

Las investigaciones relativas a las transiciones o pérdidas de rol en la jubilación, han venido a constatar que el efecto negativo y estresante de la jubilación está asociado a la experiencia previa de eventos negativos anteriores a la misma. En este sentido aparecen diferencias en cuanto a género: los hombres opinan que la jubilación es, dentro de todos los eventos estresantes de los últimos tiempos de su vida, el más estresante, mientras que las mujeres no.

En general y como antes se ha recalcado, la mayor parte de las personas jubiladas suelen estar satisfechas y tienen una adaptación positiva, mientras que el 30% de los mismos padece alteraciones dependiendo de los recursos económicos, interacciones sociales, nivel de actividad y variables de personalidad. Estos hallazgos han dado origen y apoyado la teoría de la continuidad de Atchley, desde la cual se entiende que la jubilación ofrece oportunidades a quienes previamente disponen de características positivas, mientras que para otros se convierte en un evento de vida estresante.

De acuerdo con el estudio de Matthews y Brown de 1987 (6) en el que trataban de identificar las características de las personas para quienes la jubilación había resultado un evento estresante, el perfil era el siguiente: personas de condición económica baja, que habían padecido diversas situaciones difíciles a lo largo de su vida y en los que la jubilación se había producido de forma inesperada e involuntaria. En el estudio longitudinal realizado en Ohio por Richardson y Kilty en 1991 (16), sobre 114 hombres y 108 mujeres se recoge que en el análisis de discriminantes sobre el índice de bienestar pusieron de manifiesto que el estatus ocupacional más que los ingresos económicos o el nivel educacional, era la variable más predictora.

En general, una buena adaptación a la jubilación y un buen nivel de bienestar parece estar en función de una continuidad en el estatus, en las relaciones sociales, en los ingresos económicos y en la salud. Esto último parece apoyar la teoría de la continuidad, a pesar de las críticas recibidas por esta teoría.

APOYO SOCIAL

En cuanto a la importancia de las relaciones sociales y el apoyo social existen puntos de vista muy diferenciados, lo mismo que ocurre con otras variables. Existe una idea general de que las relaciones sociales se empobrecen, en la jubilación, respecto al período anterior, a la vez que se reducen los contactos interpersonales en cantidad e intensidad, alterando la jubilación el esquema de relaciones familiares y sociales. En este proceso de «empobrecimiento» de relaciones sociales (13) juega un papel importante el hecho de perder contacto con personas de otros grupos de edad, a excepción de hijos y nietos y que se da especialmente en los hombres (3). Este punto de vista sobre la limitación del apoyo social que reciben las personas jubiladas hace falta contrastarlo con el papel que ese apoyo social juega en la vida de estas personas jubiladas, a fin de entender menos ingenuamente este tipo de procesos.

En general, la presencia de apoyo social sugiere una adaptación más positiva a la jubilación; no obstante, la causa y el efecto del apoyo social en la jubilación no está definitivamente aclarado. Mattila, Jookamaa y Salokangas en 1988 (21) sugieren que la adaptación a la jubilación es mejor cuanto mayor nivel de apoyo social exista. Las relaciones sociales y el apoyo social que éstas proveen, especialmente las relaciones de amistad, son un predictor de satisfacción durante la jubilación sólo para hombres; mientras que las actividades de tiempo libre compartidas entre esposos, es un predictor de la satisfacción en la jubilación para hombres y mujeres (19).

Se ha encontrado una disminución de la cantidad de apoyo social, pero una continuidad de la calidad de apoyo social percibido después de la jubilación (15). Esto último coincide con dos teorías: la que los americanos denominas «Convoy theory» (22, 23), así como con la «Selectivity theory» (24, 25), en las cuales la disminución de la cantidad de apoyo social no afecta a la sensación de bienestar de estas personas. En general, y si las anteriores teorías son correctas, una disminución de la cantidad de apoyo social no es un elemento estresante en la jubilación, porque se mantiene la calidad de dichos contactos. De ahí que el remarcar excesivamente las pérdidas en cuanto a contactos sociales y apoyo social en la jubilación, aunque sean ciertas, no aporta luces sobre la necesidad de éstas por las personas jubiladas, así como la función que este apoyo social cumple y sobre las vías de intervención.

TRABAJO Y JUBILACION

La satisfacción con el trabajo y la salida del mismo, se han hipotetizado como predictores de adaptación a la jubilación, y está asumido generalmente que a mayor adaptación menor estrés.

Wheaton (26) estudió el estrés previo en el trabajo de 120 trabajadores a jornada completa en un estudio longitudinal. En este mismo trabajo y una vez que las personas incluidas en la muestra se habían jubilado se encontraron diferentes interacciones entre jubilación, problemas de trabajo y sexo. En este estudio se refleja que a mayor estrés en el trabajo, menor aumento de síntomas psicológicos negativos en la jubilación y viceversa. De hecho, los patrones de conducta encontrados sugieren la posibilidad de un efecto de la jubilación en las personas inversamente proporcional al estrés en época de trabajo, con diferencias de género. En otros estudios (27), encontraron que independientemente del género, trabajadores con mayor estrés en el trabajo mejoraron su nivel de salud mental después de la jubilación, pero no demostraron que personas con bajo nivel de estrés anteriormente se estresaran más después de la jubilación, lo cual contradice la investigación realizada por Wheaton en 1990 (26), antes mencionada.

PERSONALIDAD

Parece ser que la primera relación propuesta entre personalidad y ajuste en la jubilación proviene de Reichard, Livson y Peterson en 1962 (28), donde desde una perspectiva de continuidad, sugieren que las personas hacen frente a los posibles problemas derivados de la jubilación, de la misma manera que hacen frente a otros eventos a lo largo de su vida. Desde entonces, otros autores han propuesto que los diferentes tipos de personalidad inciden en diferentes tipos de afrontamiento y adaptación a la jubilación (29, 30); en este sentido y más recientemente se han desarrollado (31) modelos de satisfacción vital en la jubilación, basados en diferentes teorías de la personalidad.

En el trabajo de Bossé, Aldwin, Levenson y Woekman-Daniels de 1991 (12), no se encontraron relaciones entre neuroticismo, extraversión y estrés en la jubilación. En el trabajo de Bossé et al en 1992 (7), donde examinaban la relación entre personalidad y factores predictores de estrés en la jubilación, no se encontraron relaciones significativas en lo referente a personalidad y estrés en la jubilación. En cambio, los mismos autores utilizando las diez escalas del MMPI-2 (Minnesota Multiphasic Personality Inventory) que son: hipocondriasis, depresión, histeria, desviaciones psicopáticas, masculinidad-feminidad, paranoia, psicoastenia, esquizofrenia, hipomanía e introversión social, Bossé et al encontraron que en seis de estas diez escalas, estaban positivamente correlacionadas con estados de estrés y cinco con estrés en la transición a la jubilación. De todas formas cuando las escalas del MMPI-2 eran asociadas en análisis multivariantes con variables sociales tipo eventos vitales, razones para la jubilación, etc. la validez de estas escalas disminuía, en el sentido que sólo la hipomanía aparece como predictor de estrés y depresión en la transición a la jubilación.

DEL AFRONTAMIENTO A LA PREPARACION

Después de la breve revisión de la bibliografía sobre la jubilación y sus variables más influyentes, se proponen tres elementos determinantes y diferenciadores a la hora de intervenir en temas relativos a la jubilación.

El primero (32) es el centrarse más en la jubilación y no tanto en el envejecimiento. La importancia, como antes se ha recalcado, que se ha dado en el estudio de la jubilación a los efectos positivos o negativos de la misma, debe variarse hacia una perspectiva de análisis que se centre en la optimización, a través del desarrollo de estrategias de adaptación.

El segundo es que el enfoque procesual y de afrontamientos supone viabilidad y conveniencia de entrenar, preparar a los sujetos para que ellos sean, desde un modelo de competencia, capaces de llevar adelante su proceso con garantías, por lo que se indica un posible replanteamiento a tres bandas: pre-jubilación, el momento crítico de la jubilación como tal, y post-jubilación.

El tercer elemento supone el tener en cuenta cuatro áreas: la cognitiva, la psicoafectiva, la conductual y la social, para poder intervenir y comprender este proceso.

Durante la pre-jubilación y en el área cognitiva se deben trabajar todo lo que son ideas, creencias y atribuciones sobre la jubilación y sus consecuencias, prejuicios, expectativas, dudas e interrogantes, habilidades para la resolución de problemas, importancia del apoyo social, locus de control, actividad, etc. Durante el momento de la jubilación y en el área cognitiva es importante tener en cuenta la interpretación cognitiva de la jubilación y sus consecuencias, el afrontamiento y la planificación de las conductas a seguir. En el área cognitiva dentro de la post-jubilación la intervención debe hacerse en todo lo que son ideas, creencias y atribuciones sobre la vejez y el rol del jubilado, habilidades de resolución de problemas de planificación, generación de alternativas, autopercepción, satisfacción y percepción de ajuste a la nueva etapa vital.

En el área conductual y en la pre-jubilación son de destacar: estrategias de afrontamiento de la jubilación (y sus consecuencias a nivel económico, social y médico por lo menos), búsqueda de información, hábitos y estilos de vida, participación en cursos de pre-jubilación, búsqueda de apoyo profesional, conducta social, etc. En el momento de la jubilación es importante el afrontamiento de la misma, los «ritos de paso», las conductas sociales de acercamiento al cónyuge, hábitos de salud, relaciones y la reestructuración conductual. En el momento de la post-jubilación: las conductas sociales, hábitos y estilos de vida, ocupación creativa del tiempo libre, reestructuración y consolidación de los nuevos esquemas de familia, fomento de la participación social, realización de conductas efectivas que sean proveedoras de refuerzo.

A nivel psicoafectivo en la pre-jubilación son de importancia: la posible ansiedad que se genera, el temor o la seguridad ante el proceso, la autoestima, la euforia previa, así como la posible existencia de trastornos psicosomáticos. Durante el momento de la jubilación y a nivel psicoafectivo se pueden destacar: posibles cuadros tipo depresión o manía, procesos de desvinculación, ansiedad, trastornos psicosomáticos, nivel de autoestima, etc. Durante el período de post-jubilación el apoyo social, la satisfacción vital, la existencia o no de vacío, la depresión o la integración de la personalidad, son factores a tener en cuenta.

En el área social y durante la pre-jubilación la intervención debe centrarse en la presión social, la posible problemática socio-laboral, los estereotipos socio-culturales existentes, las redes de apoyo social y lo que se ha venido a denominar el «fenómeno del nido vacío». En el momento de la jubilación hay que destacar la posibilidad de fenómenos de desvinculación y dependencia del individuo, el cambio de roles que se desarrolla durante el mismo, así como a veces la necesaria compensación a nivel de apoyo familiar, necesaria en este momento. Durante la post-jubilación, hay que atender principalmente los siguientes procesos: reestructuración de roles, disminución de las relaciones profesionales y con los compañeros de trabajo, animar el aumento de las relaciones familiares y de amistad, la posible participación social, la diversificación de las relaciones e impulsar relaciones que provean refuerzo social.

CONCLUSIONES

En el presente artículo se ha intentado situar la cuestión de la jubilación fuera de los estereotipos negativos en las que hasta hace poco tiempo ha estado, y probablemente está todavía envuelta, cuando se asegura que la jubilación es un evento vital de carácter estresante con influencias en el nivel de salud físico y mental para la mayoría de las personas. El asegurar lo contrario, que la jubilación no tiene consecuencias, tampoco sitúa la cuestión de la jubilación en su lugar correcto, a la vista de la bibliografía existente. En este sentido, existe evidencia que la jubilación es un evento vital importante y que puede tener consecuencias negativas para una minoría de las personas jubiladas y con especiales características (6, 11, 12, 15, 33, 34).

Se ha comprobado que las personas jubiladas para las cuales la jubilación ha tenido efectos negativos a nivel psicológico, se han jubilado por razones negativas en su mayoría (por ejemplo por su estado de salud), o han padecido eventos estresantes antes de la misma, etc. También se ha comprobado otras variables importantes como importancia del nivel de estrés del trabajo anterior, pérdida de apoyo social, maneras de realizar la salida del mundo laboral activo, etc.

No obstante, se están produciendo cambios vertiginosos en nuestra sociedad que van a afectar de manera importante a todo el mundo que rodea a la jubilación. Los 65 años han dejado y van a dejar de ser la época de transición a la jubilación, quizá con más importancia. Desde 1900 donde las expectativas de vida eran de 44 años para hombres y de 49 años para las mujeres (34), hasta la expectativas de vida en la actualidad, que en el caso de las mujeres supera los 80 años y donde ante la jubilación no existía apenas, hasta la actualidad donde hay personas que se «jubilan» después de un largo período de inactividad laboral, o en el próximo futuro donde haya personas que no vayan a encontrar trabajo y por ende no vivirán este paso a la jubilación, la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, que variarán probablemente las visiones que tenemos de las mujeres jubiladas hasta la fecha, etc., plantean un futuro en el que se van a vivir cambios vertiginosos y donde indudablemente va a cambiar lo que en este momento «sabemos» sobre la jubilación.

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Correspondencia: Javier Yanguas Lezaum. Apartado de correos 3262. 20080 San Sebastián. E-mail: yalegero@facilnet.es.

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