En una carta anterior1 habíamos comentado cómo la normativa académica panhispánica establece que un prefijo se escriba siempre unido a la palabra a la que prefije, «soldado gráficamente a la base a la que afecta», como por ejemplo las escrituras anticoagulación, autotrasplante, infraumbilical y suprapúbico.
Sin embargo, como ya se ha planteado antes2, ¿qué debemos hacer con términos compuestos o prefijados cuya vocal final del prefijo (por ejemplo, anti-) sea la misma que la vocal inicial de la base léxica (como -inflamatorio)? Es decir, ¿cómo sería correcto escribir dichos términos, manteniendo gráficamente el encuentro de dos vocales idénticas (metaanfetamina, preeclamsia, antiinflamatorio y endoóseo) o, por el contrario, reduciendo la doble vocal interior que origina este encuentro (metanfetamina, preclamsia, antinflamatorio, endóseo)? Este tipo de encuentro vocálico geminado en interior de palabra resulta muy recurrente en el lenguaje científico médico, debido a que de entre los numerosos términos prefijados o compuestos de origen culto que se emplean, una considerable cantidad de dichos prefijos o elementos compositivos de origen grecolatino terminan en vocal (en -a, como contra-, extra-, infra-, intra-, meta-, para-, supra-, tetra-, etc.; en -e, como pre-, re- o sobre-; en -i, como anti- di-, mini-, multi-, pluri-, poli-, semi-, toxi-, etc., y en -o, como auto-, dermo- electro-, endo-, gineco-, hemato-, lipo-, macro-, micro-, mono-, pro-, proto-, quimio- y retro-, entre otros), y muchas veces esta vocal coincide con la vocal inicial de la palabra base prefijada, de manera que dudamos en numerosas ocasiones sobre la correcta escritura de términos como antiincontinencia, antiinflamatorio, contraanálisis, dermoóptico, extraabdominal, ginecoobstetricia, metaanálisis, miniinvasivo, monoovular, paraaórtico, poliinsaturado, preescalénico, quimioorganotrofo, reestenosis, retroocular y supraaórtico, y las variantes de estas sin vocal geminada; esto es, dudamos si mantener la grafía etimológica u ofrecer sus versiones con escritura reducida del encuentro vocálico.
La normativa académica3 permite de momento estos dobletes originados por la anteposición de un prefijo o un elemento compositivo que ocasiona un encuentro vocálico geminado, recomendando la reducción vocálica si esta se halla generalizada en la lengua oral y en aquellos casos en los que la pronunciación cuidada realiza la articulación simple. Sin embargo, nuestra recomendación para la escritura de términos especializados científicos es respetar la grafía etimológica frente a la simplificada, sobre todo si se trata de términos que no han pasado al habla cotidiana (de hecho, el diccionario académico recoge algunos de estos términos, lematizando la grafía conservadora, como los casos de antiinflamatorio y contraanálisis4), tal y como resumíamos en el trabajo antes citado1, apoyándonos en estudios anteriores de Bezos López5 y de la Riva Fort6. Así pues, ambos estudiosos se decantan por la grafía etimológica. El primero, tras un acertado análisis de esta indecisión académica, comenta5: «Recuérdese: duplicar la vocal nunca es incorrecto y es una regla de inmediata aplicación, pero simplificarla puede (¡y suele!) ser incorrecto; es evidente que respetar la integridad de los prefijos es lo recomendable»
Por su parte, el segundo autor se muestra también claramente favorable por la grafía conservadora6: «En la Ortografía parecen preferirse las variantes simplificadas, pero quizá sea preferible precisamente lo contrario, para mantener la etimología lo más transparente posible»
Es por ello por lo que, cuando en el lenguaje especializado una palabra presenta un encuentro de vocales idénticas, originado por prefijación o composición de origen culto, optamos por respetar en la escritura la secuencia de dichas vocales, facilitando la etimología, y preferimos grafías como antiinflamatorio, contraanálisis, intraabdominal, paraaórtico, supraaponeurótico, etc.