El objetivo de este estudio es analizar las relaciones entre los usos desadaptativos de Internet y del teléfono móvil y diversos desajustes en habilidades sociales, manejo del estrés, autoestima y satisfacción vital, así como explorar diferencias en tales usos/abusos en función de variables sociodemográficas, como el género y la edad. Para ello, mediante un muestreo bietápico de conveniencia con submuestreo aleatorio intragrupo, se han seleccionado 200 estudiantes (104 chicos y 96 chicas) con edades comprendidas entre los 12 y los 17 años (M=14,34; DT=1,637) escolarizados en varios centros de educación secundaria del Principado de Asturias (España). Se ha hallado que los desajustes en las habilidades de manejo del estrés predicen con mayor probabilidad los usos abusivos en ambas tecnologías. Asimismo, las dificultades en el manejo del estrés y la falta de habilidades comunicativas predicen mejor usos problemáticos de Internet relacionados con hábitos compulsivos, problemas de autorregulación del control y conflictos por los sentimientos generados. Se ha confirmado que las chicas y los adolescentes de mayor edad sufren más problemas relacionados con el uso problemático del teléfono móvil. Finalmente, se discuten las implicaciones de tales usos problemáticos y se abunda en la conveniencia de promover medidas de prevención e intervención psicosocial.
The aim of this study is to analyze the relationships between maladaptive use of Internet and mobile phone and various imbalances in social skills, stress management, self-esteem and life satisfaction, and to explore differences in such uses/abuses according to socio demographic variables, such as gender and age. To do this, using a two-stage sampling of convenience with intra-group randomized downsampling, was selected 200 students (104 boys and 96 girls) aged between 12 and 17 years (M=14.34; DT=1.637) enrolled in several secondary schools in Principado de Asturias (Spain). According to the results, it has been found that the imbalances in stress management skills predict the most likely to misuse in both technologies. Also, difficulties in managing stress and lack of communication skills, predict problematic uses of Internet -related compulsive habits, self control problems and conflicts generated by feelings. It was confirmed that girls and older adolescents suffer more problems related to mobile phone use problematic. The implications of such problematic uses are discussed and abounds in the desirability of promoting prevention and psychosocial intervention.
Un nuevo orden comunicativo, informacional e interactivo caracterizado por los determinismos del modelo social y económico de la era de la información se va instalando progresivamente en este mundo digitalizado (Negroponte, 1999; Tapscott, 1998). Surgen nuevas prácticas de interacción comunicativa interpersonal asociadas al auge de herramientas de contacto y a otros dispositivos y redes telemáticas que amplían el espectro relacional, dado que las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) están transformado diversos ámbitos y generando múltiples impactos (Ontiveros, 2015; Pérez del Río, 2011). Se están produciendo cambios operativizables en la forma de concebir las relaciones humanas, de modo que algunas personas se muestran incapaces de controlar semejantes usos y desarrollan hábitos que interfieren en sus vínculos, su trabajo y/o su rendimiento académico (Marín, Sampedro y Muñoz, 2015; Sánchez-Carbonell, Beranuy, Castellana, Chamorro y Oberst, 2008; Surià, 2015). De tales usos problemáticos se derivan diversas alteraciones afectivas y psicosociales, como desajustes del estado de ánimo, aumento del aislamiento social y deterioro de las relaciones más cercanas, tal y como se confirma en la literatura sobre el tema (García et al., 2008; Muñoz-Rivas, Navarro y Ortega, 2003; Sánchez-Carbonell et al., 2008).
En la investigación sobre los usos y abusos de estas nuevas tecnologías todavía no hay consenso en la comunidad científica sobre los criterios diagnósticos, dado que las calificadas como adicciones sociales (Echeburúa, Labrador y Becoña, 2009; Karim y Chaudhri, 2012) se encuentran en un limbo científico por las dificultades que entraña discriminar adecuadamente entre comportamientos, en principio normales, y patológicos que podríamos considerar adictivos (García del Castillo, 2013). En el DSM-5 (American Psychiatric Association, 2013) se ha establecido una nueva categoría denominada «trastornos adictivos y relacionados a sustancias» dentro de la cual se encuentra la subcategoría «trastornos no relacionados a sustancias», en la que se incluye el trastorno adictivo al juego, pero no se establece que exista ninguna adicción no química más (Cho et al., 2014). Sin embargo, hace décadas, autores como Marlatt y Gordon (1985) apuntaban que hay muchos comportamientos habituales, como comprar, trabajar, jugar, etc., que tienen efectos altamente reforzantes, si bien ello no implica necesariamente que sean comportamientos adictivos. En la literatura especializada se defiende la existencia de una adicción a las nuevas tecnologías, incluida dentro de las adicciones sociales o conductuales, y comparable a los otros tipos de adicciones establecidas (García del Castillo, 2013; Marciales y Cabra, 2010; Potenza, 2006; Carbonell, Fúster, Chamarro y Oberst, 2012; Young, 1996, 1998, 2005). Así, Young (1998) conceptualizó la adicción a Internet como un deterioro centrado en el control de su uso que tiene manifestaciones sintomáticas a nivel cognitivo, conductual y fisiológico, y en el que se llega a hacer un uso excesivo de Internet que acarrea como consecuencias la distorsión de los objetivos personales, familiares y profesionales. De acuerdo con Echeburúa y de Corral (2010), hay hábitos comportamentales aparentemente inofensivos que, en determinadas circunstancias, pueden convertirse en adictivos e interferir en la vida cotidiana de las personas afectadas y que son concomitantes con la pérdida de control y la dependencia. Sin embargo, autores como Pérez del Río (2014) estiman que el potencial adictivo de las nuevas tecnologías es meramente especulativo, ya que no existe una base empírica lo suficientemente fundamentada, y alude al declive de la adicción a Internet y a la tendencia dominante desde 2010 a encuadrar semejante problemática como un abuso o uso inadecuado y no como adicción. En este sentido, se abunda en la conveniencia de desarrollar criterios diagnósticos específicos para el abuso de Internet y otras nuevas tecnologías y avanzar en los perfiles diferenciales entre los sujetos con usos problemáticos o desadaptativos y aquellos que no los presentan (Carbonell et al., 2012; García del Castillo, 2013; Echeburúa y de Corral, 2010).
Diversos factores de riesgo o de vulnerabilidad se relacionan con los usos desadaptativos o problemáticos de las TIC. Así, la adolescencia se considera un factor de riesgo porque los adolescentes representan un grupo que se conecta con más frecuencia a Internet y a la telefonía móvil, en parte porque están más familiarizados y, además, tienden a buscar nuevas sensaciones, siendo más receptivos a un nuevo espectro relacional (Batalla, Muñoz y Ortega, 2012; Sánchez-Carbonell et al., 2008). En la literatura sobre el tema proliferan diversos etiquetajes, tales como iuventus digitalis e iuventus ludens (Moral y Ovejero, 2005) o generación digital (Bringué y Sádaba, 2008) y se analizan las conexiones entre la cultura juvenil digital y las tecnologías de la comunicación. A consecuencia de la imprecisa frontera diagnóstica entre lo normal y lo patológico se ha generado gran alarma social acerca de la adicción a las nuevas tecnologías entre el colectivo infantojuvenil (Becoña, 2009; Beranuy y Carbonell, 2010; Echeburúa y de Corral, 2010; Echeburúa et al., 2009). Semejante preocupación se extiende a nivel internacional, lo cual se refleja en estudios, ya sea con jóvenes europeos (Durkee et al., 2012; Ferraro, Caci, d’Amico y di Blasi, 2007; Frangos, Frangos y Sotiropoulos, 2011), asiáticos (Cao, Sun, Whan, Hao y Tao, 2011; Dong, Wang, Yang y Zhou, 2013; Lee et al., 2013) o latinoamericanos (Bringué y Sádaba, 2008; Lam-Figueroa et al., 2011; Puerta-Cortés y Carbonell, 2013, 2014), entre otros.
En concreto, en el caso de España, según los datos publicados en la Encuesta sobre hábitos de uso y seguridad de Internet de menores y jóvenes que realizó el Ministerio del Interior (2014) del Gobierno de España, se señalaba que aproximadamente el 60% de los entrevistados se conectaba a Internet todos los días, siendo los medios más utilizados el teléfono móvil y el ordenador (INE, 2014; Lozano, 2015). De este modo, según los datos del último Eurobarómetro sobre comunicaciones electrónicas en el hogar publicado en agosto de 2013, España fue el país de la Unión Europea en el que más aumentó la implantación de Internet. Se concreta que un 1,5% de los adolescentes españoles, más de 70.000, estaría afectado por tecnoadicción, según la Fundación Mapfre (2014), estimándose que entre un 6 y un 9% de los usuarios habituales de Internet podría haber desarrollado algún comportamiento adictivo y, asimismo, un 21,3% estaría en riesgo de desarrollar conductas adictivas a Internet debido al uso «abusivo» de las redes sociales, lo que sitúa a España a la cabeza de Europa (Fundación Mapfre, 2014). En el entorno europeo, Durkee et al. (2012) en un estudio emprendido con 11.956 jóvenes de 11 países reportaron una prevalencia de uso desadaptativo de Internet del 13,5%.
El uso tanto de Internet como del teléfono móvil es más problemático en la adolescencia y se normaliza con la edad para convertirse en un uso más profesional y con menor carácter lúdico (Beranuy et al., 2009), si bien cabe destacar que Bianchi y Philips (2005) concluyeron que el uso problemático del móvil era una función de la edad. Se confirma que a medida que aumenta la edad se incrementa la percepción del problema que supone el tiempo excesivo dedicado al uso de Internet y del teléfono móvil y sus posibles consecuencias adversas (Labrador y Villadangos, 2010), aunque en otros estudios con adolescentes no se han encontrado diferencias significativas (Muñoz-Rivas et al., 2003). Respecto al género, se verifica que los chicos utilizan más tiempo Internet (Estévez, Bayón, de la Cruz y Fernández-Liria, 2009; Muñoz-Rivas et al., 2003), aunque, según Sabater y Bingen (2015), las chicas gestionan más sus roles públicos y privados a través de las nuevas tecnologías, si bien las TIC representan una herramienta de socialización en ambos géneros. En cuanto al uso problemático de Internet, el hecho de ser mujer constituye un factor de riesgo, según Rial, Golpe, Gómez y Barreiro (2015), y se ha confirmado que las adolescentes muestran más consecuencias emocionales negativas por el uso problemático del teléfono móvil (Jenaro, Flores, Gómez-Vela, González-Gil y Caballo, 2007; Sánchez-Carbonell et al., 2008; Sánchez-Martínez y Otero, 2009).
Los datos aportan evidencia empírica en el estudio de la relación entre la personalidad y el uso problemático de Internet, de manera que correlaciona positivamente con neuroticismo y negativamente con afabilidad y responsabilidad (Puerta-Cortés y Carbonell, 2014). De acuerdo con Echeburúa (2013), hay ciertas características de personalidad y estados emocionales que aumentan la vulnerabilidad psicológica a las adicciones, de modo que los sujetos que hacen usos problemáticos de las nuevas tecnologías presentan estados emocionales como disforia, impulsividad e intolerancia a los estímulos displacenteros y, entre otras, experimentación de emociones fuertes. Asimismo, se han hallado puntuaciones más elevadas en la búsqueda de novedades (Estévez et al., 2009), así como en pensamientos negativos (García et al., 2008). A su vez, los problemas psiquiátricos previos (TDAH, fobia social) también suponen un factor de riesgo (Estévez et al., 2009). Específicamente, el perfil psicosocial que presentan los adolescentes con usos problemáticos de Internet es propio de personas que muestran insatisfacción vital, escasa cohesividad grupal y apoyo familiar, tendencia a la introversión, pensamientos negativos, incomodidad con las relaciones sociales reales y conflictos identitarios, como principales características (Echeburúa y de Corral, 2010; Fioravanti, Dèttore y Casale, 2012; Gómez, Rial, Braña, Varela y Barreiro, 2014; Kuss, Griffiths y Binder, 2013; Zhong y Yao, 2014). En el caso concreto de los usos problemáticos del teléfono móvil, en la revisión de la literatura realizada por Pedrero, Rodríguez y Ruiz (2012), se estima que el rasgo de personalidad más consistentemente asociado al uso problemático es la baja autoestima, de modo que las chicas con baja autoestima representan el grupo más vulnerable. Asimismo, el potencial predictivo de la baja afabilidad sobre el abuso se maximiza cuando coincide con mayores niveles de neuroticismo y se asocia consistentemente al rol de impulsividad (Billieux, van der Linden y Rochat, 2008; Chóliz, 2010; Zulkefly y Baharudin, 2009).
Fundamentado lo anterior, el objetivo de este estudio se centra en evaluar el uso problemático de Internet y del teléfono móvil en una muestra de adolescentes y comprobar si existen relaciones predictivas entre posibles factores de riesgo o vulnerabilidad y dicho uso inadecuado. Las hipótesis que se plantean son las siguientes:
- a)
Existirán diferencias significativas en el uso desadaptativo de Internet y del teléfono móvil en relación con el género.
- b)
Se hallarán perfiles diferenciales significativos en función de la edad.
- c)
Los factores de riesgo o características de vulnerabilidad como los desajustes en factores como autoestima, satisfacción vital, habilidades comunicativas, asertividad, resolución de conflictos y manejo del estrés estarán relacionados con el uso problemático de Internet y del teléfono móvil.
Se ha realizado un estudio con diseño transversal descriptivo, en el que se han recopilado los datos en un solo momento (Hernández, Fernández y Baptista, 2003). Han participado en el estudio 200 adolescentes seleccionados mediante un muestreo aleatorio con submuestreo bietápico no probabilístico intencional. Están escolarizados en varios centros de educación secundaria del Principado de Asturias (España). Presentan edades comprendidas entre los 12 y los 17años (M=14,34, DT=1,63) y, de acuerdo con la distribución por género, el 52% (n=104) son varones.
Variables e instrumentos de medidaDado nuestro interés investigador, se han aplicado 4 escalas que miden usos problemáticos de nuevas tecnologías. Así, el Cuestionario de Experiencias Relacionadas con Internet (CERI) es una adaptación del cuestionario de PRI (Young, 1998) validado por Beranuy, Chamarro, Graner y Carbonell (2009). Evalúa los factores conflictos interpersonales y conflictos intrapersonales relacionados con el uso de Internet. En el caso de los usos desadaptativos del teléfono móvil se ha empleado el Cuestionario de Experiencias Relacionadas con el Móvil (CERM), también validado por Beranuy et al. (2009). Está integrado por 2 factores: problemas debidos al uso emocional y comunicacional y conflictos relacionados con el uso del móvil. También se ha empleado la Escala de Uso Problemático y Generalizado de Internet (GPIUS2) validada por Labrador, Villadangos, Crespo y Becoña (2013), que explora 4 factores: preferencia por la interacción social online, uso compulsivo, autorregulación deficiente y consecuencias negativas. Asimismo, se ha aplicado la Escala de Uso Problemático de Nuevas Tecnologías (UPNT) formada por 50 ítems validados por Gámez-Guadix, Orue y Calvete (2013) e integrada por 7 factores que miden: uso del teléfono móvil, uso de videojuegos, uso de televisión, uso de Internet, y 3 factores que incluyen consecuencias de uso de tales tecnologías como son: mentir sobre el uso, relajarse con el uso e intentos fallidos de dejar el uso.
En estos indicadores que exploran usos problemáticos de nuevas tecnologías se ha obtenido un alfa global de Cronbach de 0,925 e indicadores de confiabilidad con valores de 0,912 hallado en la escala UPNT, 0,905 en la escala GPIUS2 y valores de 0,868 y 0,862 para los cuestionarios CERI y CERM, respectivamente.
Para valorar los factores de riesgo asociados se han aplicado la Escala de Autoestima (Rosenberg, 1965) para evaluar la autoestima global de adolescentes, la Escala para la Evaluación de la Satisfacción Vital (Huebner, 1991) que explora la percepción de la satisfacción vital global, la Escala para la Evaluación del Manejo del Estrés (Bar-On y Parker, 2000) que evalúa la capacidad para resistir sucesos adversos y situaciones estresantes, así como la capacidad para resistir o demorar un impulso y, finamente, también se ha aplicado la Escala para la Evaluación de Habilidades Sociales seleccionada del informe de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía coordinado por Oliva et al. (2013), que explora habilidades sociales comunicativas, asertividad y resolución de conflictos. El alfa de Cronbach hallado en estas escalas oscila entre el valor 0,852 obtenido en los indicadores de autoestima y 0,726 correspondiente a los indicadores de habilidades sociales.
Procedimiento y análisis de datosUna vez concedidos los permisos solicitados a los responsables académicos de cada centro se procedió a la aplicación de la batería de test seleccionada a los participantes, quienes fueron informados de la confidencialidad y el anonimato de las respuestas, pidiendo que manifestaran su consentimiento informado. Los cuestionarios fueron aplicados por el equipo investigador durante 2 mañanas en las horas de tutoría en presencia de los tutores de cada curso. En este estudio se ha propuesto un diseño transversal descriptivo con el que se pretende observar la relación de diversos factores psicosociales (autoestima general, satisfacción vital, habilidades sociales y manejo del estrés) con el uso problemático de Internet y del teléfono móvil.
Se han realizado análisis estadísticos descriptivos para contrastar con los baremos sobre usos problemáticos de Internet y del teléfono móvil mediados por el género y los niveles de edad. Asimismo, se han realizado análisis de regresión lineal con los factores «uso de Internet» y «uso del teléfono móvil» para comprobar si los factores sociales influían diferencialmente en tales usos problemáticos. También se han propuesto análisis multivariados de regresión lineal múltiple mediante el procedimiento de pasos sucesivos para determinar el valor predictivo de las variables seleccionadas en el modelo.
ResultadosEn relación con la existencia de usos problemáticos en la muestra seleccionada para este estudio, se revela que no existen problemas graves de uso ni de Internet ni del teléfono móvil (tabla 1). Ello se afirma en base a la obtención de máximas puntuaciones en las escalas (existencia de uso desadaptativo) y a la obtención de puntuaciones más bajas (no uso problemático) siguiendo los criterios de las desviaciones típicas que establecían los estudios de los que se extrajeron las escalas. En el caso de Internet, el uso problemático que presenta mayores diferencias es el de mentir sobre el uso de Internet. Según estos datos, solo un 1,5% de los participantes de este estudio presentarían problemas de ese tipo. El que menos diferencias muestra es el de autorregulación, ya que un 77% no presenta problemas graves frente a un 23% que los manifiesta. Cabe destacar también que un 19% de la muestra presenta problemas relacionados con los conflictos intrapersonales en uso de Internet y un 18,4% problemas con el uso compulsivo. Respecto al uso de teléfono móvil, el mayor porcentaje de uso problemático se encuentra en el factor que mide problemas relacionados con el uso relacional y comunicacional que se le da al móvil, ya que un 44,4% de los adolescentes presenta problemas. La mayor diferencia se establece en el factor mentir sobre el uso, ya que solo un 1,5% tiene problemas relacionados con este indicador.
Características generales de la muestra relacionadas con usos no problemáticos y usos desadaptativos de Internet y de teléfono móvil
n | % | |
---|---|---|
Internet | ||
Conflictos interpersonales | ||
Uso no problemático | 189 | 94,5 |
Uso desadaptativo | 11 | 5,5 |
Conflictos intrapersonales | ||
Uso no problemático | 162 | 81 |
Uso desadaptativo | 38 | 19 |
Autorregulación | ||
Uso no problemático | 154 | 77 |
Uso desadaptativo | 46 | 23 |
Consecuencias negativas | ||
Uso no problemático | 186 | 93 |
Uso desadaptativo | 14 | 7 |
Uso compulsivo | ||
Uso no problemático | 173 | 81,6 |
Uso desadaptativo | 27 | 18,4 |
Preferencia interacción social | ||
Uso no problemático | 177 | 88,5 |
Uso desadaptativo | 23 | 11,5 |
Mentir sobre el uso | ||
Uso no problemático | 197 | 98,5 |
Uso desadaptativo | 3 | 1,5 |
Relajarse con el uso | ||
Uso no problemático | 170 | 85 |
Uso desadaptativo | 30 | 15 |
Problemas para dejar el uso | ||
Uso no problemático | 193 | 96,5 |
Uso desadaptativo | 7 | 3,5 |
Teléfono móvil | ||
Conflictos | ||
Uso no problemático | 193 | 96,5 |
Uso desadaptativo | 7 | 3,5 |
Uso relacional | ||
Uso no problemático | 110 | 55,6 |
Uso desadaptativo | 90 | 44,4 |
Mentir sobre el uso | ||
Uso no problemático | 197 | 98,5 |
Uso desadaptativo | 3 | 1,5 |
Relajarse con el uso | ||
Uso no problemático | 170 | 85 |
Uso desadaptativo | 30 | 15 |
Problemas para dejar el uso | ||
Uso no problemático | 193 | 96,5 |
Uso desadaptativo | 7 | 3,5 |
Por lo que respecta a las diferencias intergénero, se confirma la existencia de diferencias estadísticamente significativas en el factor que mide problemas relacionados con el uso emocional y comunicativo del teléfono móvil (t=–2,25; p<0,05), en el sentido de que las chicas presentan un mayor uso problemático. También se han hallado diferencias en el factor autorregulación del uso de Internet (t=–2,72; p<0,05), en la misma dirección predicha. Sin embargo, en los factores problemas a la hora de relajarse con el uso de Internet y teléfono móvil (t=4,15; p<0,05) y problemas relacionados con dejar el uso de las tecnologías (t=2,44; p<0,05), los chicos puntúan más alto (tabla 2).
Diferencias intergénero en usos problemáticos de Internet y telefonía móvil
Factores | Género | M | DT | t | p |
---|---|---|---|---|---|
Conflictos interpersonales (CERI) | Masculino | 6,34 | 2,14 | 0,955 | 0,34 |
Femenino | 6,07 | 6,07 | |||
Conflictos intrapersonales (CERI) | Masculino | 11,37 | 3,47 | –0,044 | 0,97 |
Femenino | 11,39 | 3,63 | |||
Conflictos teléfono móvil (CERM) | Masculino | 6,46 | 2,11 | 0,391 | 0,69 |
Femenino | 6,35 | 1,76 | |||
Uso comunicacional y emocional (CERM) | Masculino | 8,92 | 2,80 | –2,25 | 0,02** |
Femenino | 9,84 | 2,95 | |||
Preferencia interacción social (GIUPS) | Masculino | 5,65 | 3,39 | 0,890 | 0,37 |
Femenino | 5,24 | 3,10 | |||
Autorregulación (GIUPS) | Masculino | 6,67 | 3,26 | –2,72 | 0,00* |
Femenino | 8,08 | 4,00 | |||
Consecuencias negativas (GIUPS) | Masculino | 4,36 | 2,27 | –3,86 | 0,70 |
Femenino | 4,50 | 2,63 | |||
Uso compulsivo (GIUPS) | Masculino | 5,80 | 3,12 | –1,41 | 0,16 |
Femenino | 6,50 | 3,78 | |||
Mentir sobre el uso (UPNT) | Masculino | 3,50 | 1,16 | 1,07 | 0,29 |
Femenino | 3,33 | 1,18 | |||
Relajarse con el uso (UPNT) | Masculino | 5,89 | 1,99 | 4,15 | 0,00* |
Femenino | 4,83 | 1,58 | |||
Intentos fallidos dejar el uso (UPNT) | Masculino | 2,46 | 0,95 | 2,44 | 0,01* |
Femenino | 2,20 | 0,47 |
En lo referente a las diferencias en función de los niveles de edad, se ha confirmado la existencia de diferencias estadísticamente significativas en el factor uso comunicacional y emocional del teléfono móvil (F=9,93; p<0,05), siendo los adolescentes de 16 y 17 años los que presentan valores medios más altos. En el caso del factor que explora problemas relacionados con los conflictos que genera el uso del teléfono móvil (F=3,18; p<0,05) e intentos fallidos de dejar el uso de la escala UPNT, las diferencias se concentran en los niveles de adolescencia media respecto a los preadolescentes (12-13 años). En el resto de factores no se han encontrado diferencias significativas en función de los niveles de edad (tabla 3).
Diferencias por niveles de edad en usos problemáticos de Internet y telefonía móvil
Factores | Nivel de edad | M | DT | F | p |
---|---|---|---|---|---|
Conflictos interpersonales (CERI) | 12-13 años | 5,85 | 2,00 | 1,99 | 0,13 |
14-15 años | 6,38 | 2,07 | |||
16-17 años | 6,47 | 1,70 | |||
Conflictos intrapersonales (CERI) | 12-13 años | 10,85 | 3,70 | 1,34 | 0,26 |
14-15 años | 11,63 | 3,64 | |||
16-17 años | 11,76 | 3,15 | |||
Conflictos teléfono móvil (CERM) | 12-13 años | 6,03 | 2,05 | 3,18 | 0,04** |
14-15 años | 6,83 | 2,22 | |||
16-17 años | 6,36 | 1,24 | |||
Uso comunicacional y relacional (CERM) | 12-13 años | 8,36 | 2,83 | 9,93 | 0,00* |
14-15 años | 9,47 | 2,95 | |||
16-17 años | 10,56 | 2,48 | |||
Preferencia interacción social (GIUPS) | 12-13 años | 5,29 | 3,63 | 0,179 | 0,84 |
14-15 años | 5,61 | 2,94 | |||
16-17 años | 5,47 | 3,16 | |||
Autorregulación (GIUPS) | 12-13 años | 6,78 | 3,59 | 1,50 | 0,22 |
14-15 años | 7,52 | 3,77 | |||
16-17 años | 7,87 | 3,69 | |||
Consecuencias negativas (GIUPS) | 12-13 años | 4,45 | 2,70 | 0,770 | 0,46 |
14-15 años | 4,65 | 2,63 | |||
16-17 años | 4,10 | 1,73 | |||
Uso compulsivo (GIUPS) | 12-13 años | 5,90 | 3,62 | 0,267 | 0,76 |
14-15 años | 6,29 | 3,58 | |||
16-17 años | 6,25 | 3,10 | |||
Mentir sobre el uso (UPNT) | 12-13 años | 3,53 | 1,41 | 0,515 | 0,60 |
14-15 años | 3,35 | 0,90 | |||
16-17 años | 3,38 | 1,14 | |||
Relajarse con el uso (UPNT) | 12-13 años | 5,08 | 1,93 | 1,56 | 0,21 |
14-15 años | 5,61 | 2,01 | |||
16-17 años | 5,50 | 1,58 | |||
Intentos fallidos dejar el uso (UPNT) | 12-13 años | 2,16 | 0,44 | 2,86 | 0,06*,** |
14-15 años | 2,43 | 0,96 | |||
16-17 años | 2,44 | 0,81 |
Se evidencia que los factores psicosociales más importantes a la hora de predecir usos problemáticos de Internet y del teléfono móvil son las variables que miden las habilidades en el manejo del estrés y las habilidades comunicativas y relacionales. La introducción del factor manejo del estrés en el modelo predictivo del uso problemático generalizado de Internet explica un 4,4% de la varianza, resultando significativo (F=9,14; p<0,05) (tabla 4). Atendiendo a los factores de uso problemático de Internet, los déficits en las habilidades comunicativas y relacionales y el manejo del estrés explican un 10,4% de la varianza (F=11,38; p<0,05). La introducción de las mismas variables también resultó un modelo significativo para el uso compulsivo de Internet, modelo que explica un 10,3% de varianza (F=11,34; p<0,05), y para el factor autorregulación, obteniéndose un modelo que explica un 10,1% de varianza (F=11,07; p<0,05). La introducción de la variable que mide problemas en las habilidades comunicativas y relacionales en el modelo predictivo de usos problemáticos relacionados con la preferencia de la interacción social online a una cara a cara, explica un 8% de la varianza (F=17,26; p<0,05), así como en el modelo predictivo que explica problemas relacionados con el factor relajarse con el uso.
Modelo predictivo de los usos problemáticos de Internet
Variables introducidas | R2 | F | p | B | Beta | p |
---|---|---|---|---|---|---|
Uso Internet | ||||||
Modelo 1 | 4,4% | 9,14 | 0,03 | 0,077 | 0,210 | 0,003 |
Manejo del estrés | ||||||
Relajarse con el uso | ||||||
Modelo 1 | 5,4% | 11,22 | 0,01 | 0,700 | 0,232 | 0,001 |
Habilidades comunicacionales y relacionales (HHSS) | ||||||
Uso compulsivo | ||||||
Modelo 1 | 8,5% | 18,39 | 0,00 | 0,153 | 0,276 | 0,000 |
Manejo del estrés | ||||||
Modelo 2 | ||||||
Manejo del estrés | 10,3% | 11,34 | 0,00 | 0,076 | 0,136 | 0,000 |
Habilidades comunicacionales y relacionales (HHSS) | ||||||
Autorregulación | ||||||
Modelo 1 | ||||||
Manejo del estrés | 6,5% | 13,79 | 0,00 | 0,138 | 0,233 | 0,001 |
Modelo 2 | ||||||
Manejo del estrés | 10,1% | 11,07 | 0,00 | 0,113 | 0,191 | 0,006 |
Habilidades comunicacionales y relacionales (HHSS) | ||||||
Preferencia interacción social online | ||||||
Modelo 1 | 8,00% | 17,26 | 0,00 | 0,148 | 0,283 | 0,000 |
Habilidades comunicacionales y relacionales (HHSS) | ||||||
Conflictos intrapersonales | ||||||
Modelo 1 | 8,2% | 17,72 | 0,00 | 0,161 | 0,282 | 0,000 |
Manejo del estrés | ||||||
Modelo 2 | 10,4% | 11,39 | 0,00 | –0,108 | –0,147 | 0,000 |
Habilidades comunicacionales y relacionales | ||||||
Manejo del estrés |
Respecto a los usos problemáticos relacionados con el uso del teléfono móvil, el manejo de estrés resulta significativo, explicando el 19,1% de la varianza (F=46,64; p<0,05), y, asimismo, se confirma el valor predictivo de los problemas en habilidades comunicativas como medio para relajarse, con un 5,4% de la varianza explicada (F=11,22; p<0,05) (tabla 5).
DiscusiónNuestros resultados muestran una baja prevalencia de uso problemático de Internet y del teléfono móvil acorde con algunos de los hallazgos con adolescentes españoles (Becoña, 2006; Beranuy et al., 2009), posiblemente porque la conducta adictiva tiende a minimizarse en los autoinformes (Kandell, 1998). El teléfono móvil aparece como una de las tecnologías que más uso desadaptativo presenta en comparación a Internet, especialmente en lo que se refiere a problemas relacionados con su uso como medio comunicativo y emocional. Casi la mitad de los participantes de este estudio prefieren comunicarse utilizando el móvil que hacerlo cara a cara, emplean el móvil como modo de distracción y reportan experimentar desajustes emocionales a causa de esta tecnología. Cabe destacar que el uso del teléfono móvil presenta unas características especiales, como son la sociabilidad, autoconfianza, diversión, estatus social, movilidad, acceso permanente, identidad, conciliación familiar e individualización de bienes, que lo hacen más susceptible a la aparición de comportamientos abusivos (Ahmed, Qazi y Perji, 2011; Buchinger, Kriglstein, Brandt y Hlavacs, 2011). Ello se relacionaría con el hecho de que en nuestro estudio los adolescentes manifestasen más problemas relacionados con el uso del móvil. Para el caso de Internet, los conflictos relacionados con la autorregulación deficiente destacan sobre los demás. Así, se han hallado desajustes en la regulación de sus estados anímicos y de humor, de manera que los conflictos intrapersonales generados son indicativos de uso problemático destacados en el perfil diferencial. De este modo, los adolescentes que presentan usos desadaptativos de Internet y del teléfono móvil manifiestan problemas no solo en el control de los usos de estas tecnologías, sino desajustes de autorregulación en las emociones negativas (Estévez, Herrero, Sarabia y Jáuregui, 2014).
Se evidencia que las adolescentes muestran más consecuencias emocionales negativas por el uso del teléfono móvil que los chicos, tal y como se ha hallado en estudios previos (Sánchez-Carbonell et al., 2008; Sánchez-Martínez y Otero, 2009). En cambio, los chicos, por su parte, tienen más problemas relacionados con el uso de nuevas tecnologías como medio para relajarse y con los intentos de dejar ese uso.
Atendiendo a la variable edad, los problemas con el uso del teléfono móvil se incrementan durante la adolescencia media con relación a la preadolescencia, tanto los problemas relacionados con el uso emocional y comunicativo de esa tecnología, como los conflictos que genera dicho uso. En estudios con muestras de rango de edad más amplio se confirma que tales usos inadecuados disminuyen en adultos jóvenes respecto a muestras de adolescentes (Derbyshire et al., 2013). Asimismo, la edad correlaciona positivamente con la percepción de problemas, tendencia esta confirmada en el estudio de Labrador y Villadangos (2010), lo cual es interpretado por los propios autores incidiendo en que con una mayor frecuencia de uso se perciben o se han experimentado más problemas, o bien que, conforme aumenta la edad, se van identificando mejor los efectos negativos. Resultados similares presentan Estévez et al. (2009), que encuentran una reducción en el porcentaje de adolescentes con uso problemático de Internet conforme avanza la edad, desde 3.° de ESO (5,6%) hasta 2.° de Bachillerato (0,9%).
En el modelo predictivo se ha hallado que los adolescentes que presentan déficits en las habilidades para afrontar y manejar las situaciones adversas y estresantes, o que no tienen recursos para encontrar posibles soluciones a las mismas, presentan un mayor uso problemático de Internet y del teléfono móvil. Asimismo, otra característica diferencial son los estilos de afrontamiento inadecuados ante situaciones adversas cotidianas relacionadas con las dificultades en el manejo del estrés y problemas de regulación emocional, lo cual va en consonancia con otros hallazgos (Caplan, 2010; Estévez et al., 2014; Griffiths y Parke, 2010; Haagsma, Caplan, Peters y Pieterse, 2013).
En este estudio se ha obtenido un modelo explicativo que relaciona hándicaps en habilidades comunicativas y relacionales con el uso desadaptivo del móvil como medio para la relajación y la evasión de problemas. Para el caso específico de Internet, el modelo que más destaca es el que incluye ineficacia en la expresión de habilidades comunicativas y relacionales, así como los problemas en el manejo del estrés a la hora de provocar problemas de conflictos intrapersonales relacionados con el uso de Internet. Por tanto, el principal factor de riesgo que predice con mayor probabilidad un uso problemático para ambas tecnologías es el que mide desajustes en el manejo del estrés. Además, los problemas de uso compulsivo, deficiente autorregulación del estado de ánimo y los conflictos por los sentimientos que genera el uso de Internet aparecen con más probabilidad cuando existen desajustes en habilidades comunicacionales y desajustes en el manejo del estrés (Echeburúa, 2012; Gómes y Sendín, 2014).
Nuestro trabajo presenta algunas limitaciones que se han de tratar de subsanar en futuras investigaciones. En primer lugar, se evidencia la dificultad de extrapolar los resultados a otras poblaciones, dado que los participantes fueron adolescentes con un rango específico de edad, si bien se constata que representan un estrato poblacional de riesgo (Beranuy y Carbonell, 2010; Derbyshire et al., 2013; Echeburúa et al., 2009). Otras limitaciones se derivan del diseño de estudio transversal, así como del empleo de la técnica de autoinforme y la posibilidad de que los participantes incurran en el sesgo de deseabilidad social, aunque se ha tratado de minimizar al garantizar el anonimato.
Para futuras líneas de investigación sería adecuado realizar este tipo de estudios con muestras más amplias y con mayor diversificación en criterios de edad, así como profundizar en el análisis de los perfiles clínico y psicosocial de los adolescentes que presentan usos problemáticos de estas tecnologías. Tales investigaciones deberían también encaminarse a avanzar en el estudio de cómo afectan otros factores de riesgo, incidiendo en la toma de decisiones, la autoeficacia y la expresión y manejo de emociones, entre otras. Finalmente, resulta de sumo interés avanzar en propuestas de prevención y tratamiento (Greenfield, 2009; Marco y Chóliz, 2013; Mayorgas, 2009) a objeto de proponer intervenciones integrales (psicoeducación, intervención psicosocial, entrenamiento en técnicas de autocontrol y manejo del estrés, reeducación emocional, etc.) que promuevan un uso adaptativo de estas nuevas tecnologías en población juvenil.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.