La violencia de pareja representa un problema social de gran importancia en España que ha llevado a la creación de multitud de recursos para atender a las víctimas. Sin embargo, la literatura ha mostrado que la experimentación objetiva de conductas abusivas no siempre conduce a que el receptor (víctima) se clasifique como tal. Esta disociación entre la victimización y la autopercepción como víctima facilita que no se haga uso de los recursos disponibles de atención a víctimas. Este estudio analiza la relación entre la experiencia de victimización en las relaciones de noviazgo, medida a través de indicadores conductuales y la percepción de maltrato, miedo y sentirse atrapada para describir dichas relaciones. Participaron 6.731 estudiantes de entre 15 y 26años (M=18,2; DT=2,1), 39% varones y 61% mujeres. El 68,7% de los y las participantes informaron no haberse sentido maltratados, atemorizados ni atrapados en la relación de pareja. El 1,1% de los varones y el 3,1% de las mujeres respondieron afirmativamente a las 3 cuestiones, y un 25% respondieron afirmativamente a al menos una de ellas. En relación con la experiencia de victimización, se corroboró que la sensación de miedo y estar atrapado se asociaban a niveles de abuso inferiores a los encontrados en quienes se clasificaron como maltratados, pero estadísticamente superiores a quienes respondieron negativamente a las 3 preguntas (p<0,001). Además, distintos tipos de violencia de pareja se asociaron diferencialmente a las etiquetas de miedo y estar atrapado, encontrándose una tendencia lineal ascendente para las distintas formas de violencia reconocidas en el Cuestionario de Violencia entre Novios (CUVINO) en ambos sexos. El uso de etiquetas alternativas a maltrato, abuso, víctima, etc., puede facilitar la atención temprana a las víctimas.
Dating violence, as a widespread social problem in Spain, has given rise to the creation of several victims’ assistance services. Nonetheless, previous research has shown that experiencing violence does not necessary lead the subject to be self-labelled as a victim. This dissociation between victimization and self-labelling might be hindering their access to these resources. This study analyses the relationship between dating violence, measured behavioural indicators, and the use of various labels (i.e., abuse, fear, being trapped) to describe aforementioned relationships. The sample was composed by 6,731 students, aged between 15 and 26 years (M=18.2; SD=2.1), 39% males and 61% females. The majority of the sample (70%) reported not having felt abused, frightened or trapped. Only 1.1% of males and 3.1% of females responded positively to the three questions, and 25% answered affirmative, at least, one of the issues. Regarding the victimization experience, it was confirmed that fear and feeling trapped were associated with lower abuse levels than those found in subjects self-labelled as abused, but they were statistically higher than those participants who responded negatively to the three questions (p<0,001). Besides, different types of violence were differently associated to fear and being trapped, with a linear upward trend for the different forms of violence assessed by Dating Violence Questionnaire, in both males and females. Thus, results are discussed in respect to the ease that being properly labelled as a victim of dating violence may suppose in help seeking behaviour.
Tradicionalmente, el estudio de la violencia en las relaciones de pareja se ha centrado en el ámbito marital o de parejas adultas consolidadas (Viejo, 2014). No obstante, en los últimos años el análisis de la violencia en las relaciones de noviazgo ha suscitado un interés creciente (Ureña, Romera, Casas, Viejo y Ortega-Ruiz, 2014), en tanto que posee una serie de caracterÃsticas diferenciales referidas, tanto a la relación (p.ej., no existe convivencia, ausencia de hijos e hijas, independencia económica, etc.) como a la dinámica de violencia (p.ej., bidireccionalidad y reciprocidad) que le otorgan entidad propia (Foshee y Matthew, 2007; Nocentini, Menesini y Pastorelli, 2010; Nocentini, Pastorelli y Menesini, 2013; Viejo, 2014). En la actualidad, y dada la gravedad social del problema, se han creado multitud de recursos especializados en la comunidad (Arce y Fariña, 2006; Arias, Arce y Vilariño, 2013; Barner y Carney, 2011; Cornelius y Resseguie, 2007; Novo, Fariña, Seijo y Arce, 2012; Velasco, Vilariño, Amado y Fariña, 2014) para ayudar a las vÃctimas a revertir esta situación. Sin embargo, la investigación destaca el bajo porcentaje de adolescentes y jóvenes que hace uso de ellos, prefiriendo consultar su situación con personas de su entorno antes que recurrir a este tipo de recursos (Martin, Houston, Mmari y Decker, 2012). Una posible explicación es la baja utilidad que la población adolescente les atribuye, ya que son publicitados como recursos asistenciales contra el maltrato o de ayuda a vÃctimas (Black, Tolman, Callahan, Saunders y Weisz, 2008). Consecuentemente, es improbable que los y las jóvenes busquen ayuda en dichos recursos si no consideran su relación como abusiva (Anderson y Kobek-Pezzarossi, 2011). A este respecto, diversos estudios han señalado la baja tasa de coincidencia entre el etiquetado de la propia experiencia (evaluación holÃstica) y las medidas conductuales de violencia en la pareja (evaluación conductual). Hamby y Gray-Little (2000) hallaron que las mujeres que habÃan experimentado abuso fÃsico eran capaces de identificar adecuadamente diversas conductas abusivas como violentas, pero no se consideraban a sà mismas como vÃctimas de violencia ni como mujeres maltratadas. Esta disociación entre el etiquetado de la propia experiencia y los indicadores conductuales de maltrato se ha observado en diversas muestras y casuÃsticas, tal como mujeres con dificultades auditivas (Anderson y Kobek-Pezzarossi, 2011) y agresiones sexuales (Harned, 2004). Concretamente, en población española, el Instituto de la Mujer cifró en un 3,9% el porcentaje de mujeres adultas que informaron sentirse maltratadas (maltrato autoinformado), frente a un 9,6% que presentaron indicadores objetivos de abuso que no fue percibido como tal (maltrato no percibido). En esta lÃnea, RodrÃguez-Franco, Antuña-BellerÃn, López-Cepero, RodrÃguez-DÃaz y Bringas (2012b) describieron un porcentaje de vÃctimas sin percepción de abuso de entre el 34 y el 71%, según el número de indicadores a considerar, en mujeres adolescentes y jóvenes.
La medida holÃstica alternativa más frecuentemente empleada es la percepción de miedo por parte de las vÃctimas. No obstante, aunque algunos instrumentos de medida contemplan preguntas relativas a dicha cuestión, estas suelen incluirse como un indicador más, indiferenciado del resto de los Ãtems. Esto imposibilita la comparación de los resultados obtenidos a través de evaluaciones holÃsticas y moleculares, por ejemplo a través del Ongoing Abuse Screen (Ernst, Weiss, Cham, Hall y Nick, 2003), el HARK (Sohal, Elderidge y Feder, 2007) y el Partner Violence Screening (Feldhaus et al., 1997).
AsÃ, el concepto de abuso no percibido es relevante no solo por su influencia en el proceso de búsqueda de ayuda (Anderson y Kobek-Pezzarossi, 2011), sino también por su gran importancia estratégica de cara a la planificación de intervenciones con las vÃctimas, ya que su percepción del problema puede determinar su compromiso y apertura al cambio (O’Keefe y Treister, 1998; RodrÃguez-Franco et al., 2012a; Tjaden y Thoennes, 2000). A su vez, diversos estudios señalan que las personas que se etiquetan como maltratadas o atemorizadas presentan una mayor experiencia de victimización (Hamby y Gray-Little, 2000; Heron, Thompson, Jackson y Kaslow, 2003; RodrÃguez-Franco et al., 2012b). AsÃ, el uso de indicadores holÃsticos puede facilitar la detección temprana de personas en situaciones de victimización con independencia de que se etiqueten como vÃctimas o no, acelerando de este modo su toma de contacto con recursos especializados.
Este estudio se plantea 2 objetivos. Primero, comprobar si el tipo de percepción de la propia experiencia (sentirse maltratado/a, atemorizado/a o atrapado/a en la relación) se corresponde con diferentes niveles de victimización. En segundo lugar, analizar si existe relación entre las etiquetas empleadas por las vÃctimas y las diversas formas de maltrato evaluadas por el Cuestionario de Violencia de Novios (CUVINO) (RodrÃguez-Franco et al., 2010). Finalmente, y de manera transversal, este trabajo introduce la perspectiva de género mediante la inclusión de medidas de victimización en varones, ya que la mayor parte de literatura previa solo ha contemplado la victimización femenina en la investigación sobre violencia en la pareja.
MétodoParticipantesParticiparon en este estudio 6.731 estudiantes preuniversitarios y universitarios, con edades comprendidas entre los 15 y los 26años (M=18,96; DT=2,14), de los cuales 2.622 eran hombres (39%) y 4.109 mujeres (61%). Respecto al nivel de estudios, 3.601 (53,5%) cursaban Educación Secundaria Obligatoria; 1.482 (22%), Formación Profesional, y 1.623 (24,1%) eran estudiantes universitarios. Se identificaron 23 (0,3%) casos perdidos. Respecto al ámbito laboral, tan solo 516 (7,7%) contaban con un puesto remunerado. El análisis de datos que sigue a continuación se realizó sobre una muestra de 6.637 participantes, tras la eliminación de 94 sujetos (38 varones [40,5%] y 56 mujeres [59,5%]) que contaban con demasiados valores perdidos.
ProcedimientoLa recogida de datos se realizó en formato papel, personándose un miembro del equipo en cada clase evaluada. Participaron 63 centros provenientes de las provincias de A Coruña, Asturias, Huelva, Sevilla y Vigo. La participación de los sujetos fue voluntaria, contando con la aprobación previa y el permiso de los centros para la evaluación. Una vez obtenido, se procedió a iniciar la evaluación. Adicionalmente, se siguieron todos los cánones establecidos por la Ley Orgánica 15/99 de Protección de Datos de Carácter Personal. Como requisito, todos los participantes debÃan haber mantenido, al menos, una relación de pareja de un mes o más de duración.
Antes de la sesión de evaluación se facilitaron las instrucciones y se informó a los participantes sobre las caracterÃsticas de la investigación, asà como sobre la posibilidad de abandonar el estudio en cualquier momento.
Instrumento de medidaCuestionario de Violencia de NoviosEl CUVINO (RodrÃguez-Franco et al., 2010) es un instrumento de evaluación de la victimización en las relaciones de noviazgo dirigido a adolescentes y jóvenes. Se compone de 42 indicadores conductuales en una escala tipo Likert de 5 puntos (0: nunca/nada; 4: casi siempre/mucho) agrupados en 8 factores: desapego, humillación, sexual, coerción, fÃsico, género, castigo emocional e instrumental. Asimismo, el instrumento recaba información socioeconómica de los participantes y de sus parejas, e incluye 3 preguntas holÃsticas (etiquetas) de tipo dicotómico (p.ej.: «¿Te sientes o te has sentido maltratado/a en tu pareja?», «¿Te sientes o has sentido atrapado/a en esta relación?»). Estos 3 indicadores ofrecen un total de 2×2×2=8 combinaciones posibles de respuesta.
El instrumento presenta una fiabilidad adecuada tanto para el total de la escala (α=.932) como para cada uno de los factores (factor1, α=0,796; factor2, α=0,818; factor3, α=0,770; factor4, α=0,739; factor5, α=0,700; factor6, α=0,743; factor7, α=0,681; factor8; α=0,588).
ResultadosUn 5% de la muestra refirieron haberse sentido maltratados/as en alguna de sus relaciones de pareja; el 10,3% afirmaron haber sentido miedo, y el 26,1% indicaron haberse sentido atrapados/as dentro de la relación de pareja. Los resultados de la asociación entre sexo e indicadores holÃsticos de victimización mostraron (tabla 1) que las mujeres se clasificaban significativamente más como maltratadas y atemorizadas (miedo) que los hombres, y estos referÃan significativamente sentirse más atrapados en la relación de pareja que las mujeres.
Tabla de contingencia de sexo por indicadores holÃsticos y prueba de ji cuadrado
 | Varones (n=2,584) | Mujeres (n=4,053) | Total (n=6,637) | χ2 | φ |
---|---|---|---|---|---|
Maltrato sÃÂ | 85 (3.3%)Â | 247 (6.1%)Â | 332 (5%)Â | 26.12***Â | 0.063Â |
Maltrato no | 2,499 (96.7%) | 3,806 (93.9%) | 6,305(95.0%) |  |  |
Miedo sÃÂ | 201 (7.8%)Â | 480 (11.8%)Â | 681 (10.3%)Â | 28.31***Â | 0.065Â |
Miedo no | 2,383 (92.2%) | 3,573 (88.2%) | 5,956(89.7%) |  |  |
Atrapado/a sÃÂ | 713 (27.6%)Â | 1,025 (25.3%)Â | 1,738 (26.3%)Â | 4.33*Â | 0.026Â |
Atrapado/a no | 1,871 (72.4%) | 3,028 (74.7%) | 4,899 (73.7%) |  |  |
A continuación se analizó la frecuencia de las respuestas afirmativas observadas en cada una de las 3 preguntas holÃsticas («¿Te sientes o te has sentido maltratado/a?», «¿Sientes o has sentido miedo de tu pareja?», «¿Te sientes o has sentido atrapada/o en la relación?»). La mayorÃa de los participantes respondieron negativamente a las 3 preguntas (67,6% hombres, 69,5% mujeres). El número de sujetos que respondió afirmativamente a las 3 cuestiones constituyó una minorÃa, siendo ligeramente superior el porcentaje de mujeres (3,1%) que el de hombres (1,1%) (figs. 1 y 2).
Conocida la distribución de las respuestas, los casos fueron agrupados en 3 categorÃas: 1)triple respuesta negativa (sujetos que no experimentaron maltrato, ni miedo, ni se sintieron atrapados); 2)miedo y/o atrapado (personas autoclasificadas como atemorizadas y/o atrapadas pero no maltratadas), y 3)maltrato (participantes que respondieron haberse sentido maltratados, con independencia de si contestaron afirmativamente a otros indicadores holÃsticos). Posteriormente, las medias de victimización obtenidas para cada grupo fueron contrastadas mediante un análisis de varianza polinómico lineal con 5 niveles (maltrato >miedo y/o atrapado >triple negativo), esto es, aquellos sujetos que se clasificaron como maltratados presentaron un mayor nivel de victimización que aquellos que indicaban haber experimentado sentimientos de estar atrapados y/o miedo, y estos a su vez presentaron mayores indicadores de victimización que los participantes que respondieron negativamente a las 3 cuestiones. Los resultados mostraron una tendencia lineal ascendente significativa para las medidas ofrecidas por el CUVINO (tabla 2).
EstadÃsticos de contraste para el ANOVA polinómico lineal para medias ponderadas de victimización
Varón | Mujer | ||||
---|---|---|---|---|---|
CategorÃa | Media ponderada | F (gl) | CategorÃa | Media ponderada | F (gl) |
Desapego | |||||
TNeg | 0.41 | 179.22*** (3) | TNeg | 0.34 | 408.69*** (3) |
M/AÂ | 0.67Â | Â | M/AÂ | 0.68Â | Â |
Mal | 1.38 |  | Mal | 1.20 |  |
Humillación | |||||
TNeg | 0.20 | 199.08*** (3) | TNeg | 0.14 | 517.97*** (3) |
M/AÂ | 0.40Â | Â | M/AÂ | 0.37Â | Â |
Mal | 0.92 |  | Mal | 0.90 |  |
Sexual | |||||
TNeg | 0.18 | 131.04*** (3) | TNeg | 0.10 | 202.86*** (3) |
M/AÂ | 0.38Â | Â | M/AÂ | 0.28Â | Â |
Mal | 0.92 |  | Mal | 0.54 |  |
Coerción | |||||
TNeg | 0.37 | 231.95*** (3) | TNeg | 0.25 | 519.58*** (3) |
M/AÂ | 0.71Â | Â | M/AÂ | 0.62Â | Â |
Mal | 1.16 |  | Mal | 1.05 |  |
FÃsico | |||||
TNeg | 0.13 | 113.17*** (3) | TNeg | 0.04 | 227.41*** (3) |
M/AÂ | 0.23Â | Â | M/AÂ | 0.10Â | Â |
Mal | 0.68 |  | Mal | 0.40 |  |
Género | |||||
TNeg | 0.24 | 64.28*** (3) | TNeg | 0.19 | 216.17*** (3) |
M/AÂ | 0.39Â | Â | M/AÂ | 0.37Â | Â |
Mal | 0.60 |  | Mal | 0.71 |  |
Castigo emocional | |||||
TNeg | 0.37 | 121.97*** (3) | TNeg | 0.18 | 306.73*** (3) |
M/AÂ | 0.62Â | Â | M/AÂ | 0.40Â | Â |
Mal | 1.22 |  | Mal | 0.90 |  |
Instrumental | |||||
TNeg | 0.06 | 71.67*** (3) | TNeg | 0.02 | 65.86*** (3) |
M/AÂ | 0.11Â | Â | M/AÂ | 0.05Â | Â |
Mal | 0.46 |  | Mal | 0.19 |  |
Total | |||||
TNeg | 0.24 | 240.78*** (3) | TNeg | 0.17 | 557.24*** (3) |
M/AÂ | 0.45Â | Â | M/AÂ | 0.39Â | Â |
Mal | 0.90 |  | Mal | 0.77 |  |
A: sensación de estar atrapado; M: sensación de miedo; M/A: miedo + atrapado; TNeg: triple respuesta negativa.
Finalmente, se analizó si las distintas combinaciones de respuesta incluidas en el grupo de miedo y/o atrapado se correspondÃan con distintos niveles de victimización. Se diferenciaron para ello 4 condiciones: 1)triple respuesta negativa; 2)sujetos que experimentaron miedo; 3)sujetos que se sintieron atrapados/as, y 4)sujetos que se sintieron atrapados/as y con miedo.
Se encontraron medias ascendentes para las 4 condiciones, tanto en el total de las puntuaciones como en 5 de los 8 factores (desapego, humillación, sexual, coerción y castigo emocional). Los factores restantes (fÃsico, género e instrumental) revelaron que las personas que refirieron haber sentido miedo presentaban valores superiores a los de aquellas que informaron haberse sentido atrapadas (tabla 3).
EstadÃsticos de contraste para ANOVA polinómico lineal en cada una de las medidas del CUVINO, según sexo del participante
 | Varón |  | Mujer | ||
---|---|---|---|---|---|
CategorÃa | Media ponderada | F (gl) | CategorÃa | Media ponderada | F (gl) |
Desapegoa | |||||
TNeg | 0,41 | 58,99*** (3) | TNeg | 0,34 | 139,04*** (3) |
AÂ | 0,57Â | Â | AÂ | 0,56Â | Â |
MÂ | 0,65Â | Â | MÂ | 0,65Â | Â |
M+AÂ | 0,99Â | Â | M+AÂ | 0,90Â | Â |
Humillacióna | |||||
TNeg | 0,20 | 72,28*** (3) | TNeg | 0,14 | 145,76*** (3) |
AÂ | 0,39Â | Â | AÂ | 0,31Â | Â |
MÂ | 0,38Â | Â | MÂ | 0,33Â | Â |
M+AÂ | 0,65Â | Â | M+AÂ | 0,56Â | Â |
Sexuala | |||||
TNeg | 0,18 | 47,27*** (3) | TNeg | 0,10 | 81,01*** (3) |
AÂ | 0,34Â | Â | AÂ | 0,21Â | Â |
MÂ | 0,35Â | Â | MÂ | 0,24Â | Â |
M+AÂ | 0,67Â | Â | M+AÂ | 0,45Â | Â |
Coercióna | |||||
TNeg | 0,37 | 112,88*** (3) | TNeg | 0,25 | 273,21*** (3) |
AÂ | 0,57Â | Â | AÂ | 0,44Â | Â |
MÂ | 0,70Â | Â | MÂ | 0,57Â | Â |
M+AÂ | 0,96Â | Â | M+AÂ | 0,97Â | Â |
FÃsicob | |||||
TNeg | 0,13 | 35,05*** (3) | TNeg | 0,04 | 34,43*** (3) |
MÂ | 0,19Â | Â | MÂ | 0,08Â | Â |
AÂ | 0,29Â | Â | AÂ | 0,10Â | Â |
M+AÂ | 0,46Â | Â | M+AÂ | 0,19Â | Â |
Génerob | |||||
TNeg | 0,24 | 35,33*** (3) | TNeg | 0,19 | 64,41*** (3) |
MÂ | 0,37Â | Â | MÂ | 0,33Â | Â |
AÂ | 0,40Â | Â | AÂ | 0,39Â | Â |
M+AÂ | 0,59Â | Â | M+AÂ | 0,49Â | Â |
Castigo emocionala | |||||
TNeg | 0,37 | 45,98*** (3) | TNeg | 0,18 | 78,78*** (3) |
AÂ | 0,52Â | Â | AÂ | 0,35Â | Â |
MÂ | 0,60Â | Â | MÂ | 0,36Â | Â |
M+AÂ | 0,95Â | Â | M+AÂ | 0,57Â | Â |
Instrumentalb | |||||
TNeg | 0,06 | 18,15*** (3) | TNeg | 0,02 | 7,13*** (3) |
MÂ | 0,08Â | Â | MÂ | 0,04Â | Â |
AÂ | 0,15Â | Â | AÂ | 0,06Â | Â |
M+AÂ | 0,28Â | Â | M+AÂ | 0,08Â | Â |
Totala | |||||
TNeg | 0,24 | 106,09*** (3) | TNeg | 0,17 | 203,82*** (3) |
AÂ | 0,39Â | Â | AÂ | 0,32Â | Â |
MÂ | 0,43Â | Â | MÂ | 0,35Â | Â |
M+AÂ | 0,73Â | Â | M+AÂ | 0,56Â | Â |
A: sensación de estar atrapado; M: sensación de miedo; M+A: miedo + atrapado; TNeg: triple respuesta negativa.
Los resultados de este estudio presentan unas limitaciones que han de tenerse en consideración. En primer lugar, los resultados han de ser interpretados teniendo en cuenta que se siguió un criterio de tolerancia cero, esto es, responder afirmativamente a un único Ãtem conductual supone ser identificado como vÃctima. Una debilidad evidente de este método de clasificación radica en la falta de distinción entre distintos niveles o tipos de experiencia violenta, clasificando en un mismo grupo (vÃctimas) a personas que han experimentado una diversa gama de conductas de maltrato, que van desde micromachismos y agresiones esporádicas (un solo Ãtem) a dinámicas de agresión continuada (RodrÃguez-Franco, Antuña-BellerÃn, López-Cepero y RodrÃguez-DÃaz, 2009; RodrÃguez-Franco et al., 2012b). Teniendo en cuenta estas precisiones, se concluye que:
- a)
Los resultados mostraron una alta presencia de relaciones de pareja problemáticas. Para el total de la muestra, un 5% de los participantes indicaron sentirse o haberse sentido maltratados en la relación de noviazgo, el 10,3% afirmaron haber sentido miedo de su pareja, y el 26,1% experimentaron sentimientos de estar atrapados/as en la relación. Incluso antes de contrastar si cada una de estas etiquetas de clasificación se asocian a diferentes niveles de victimización, los resultados refieren la necesidad de trabajar de forma prioritaria la educación, incidiendo en la concienciación social como base de la prevención.
- b)
Desde una perspectiva de género, este estudio proporciona datos sobre la percepción de la victimización en varones, algo no analizado en la literatura previa. Los datos revelaron que el 3,3% de los varones se clasificaban como vÃctimas de maltrato, y que el 7,8% sentÃan o habÃan sentido miedo de su pareja. A pesar de que estos datos son inferiores a los valores hallados en mujeres (6,1 y 11,8%, respectivamente), no dejan de ser cifras elevadas que indican la existencia de un problema al que no se le ha prestado atención suficiente desde la investigación. Finalmente, llama la atención que la proporción de participantes que indicaron sentirse o haberse sentido atrapados en la relación de pareja es significativamente superior en el caso de los hombres, pero igualmente elevada en ambos casos. Estos resultados ponen de manifiesto la necesidad de proponer intervenciones multidisciplinares.
- c)
Respecto a la distribución de las respuestas halladas para los 3 indicadores holÃsticos (maltrato, miedo y sentirse atrapado/a), es destacable que ninguna casilla quedara vacÃa. Esto nos indica la presencia efectiva de las 8 combinaciones de respuesta en la realidad, y no solo en un plano teórico. AsÃ, a pesar de que la mayorÃa de los participantes (96,7% hombres y 93,9% mujeres) respondieron negativamente a los 3 indicadores y solo una proporción minoritaria (3,3% de varones y 6,1% de mujeres) aportaron una triple respuesta afirmativa, el 30% de los participantes obtuvieron una clasificación mixta. Estos resultados son relevantes, ya que la literatura previa ha coincidido en señalar, como hipótesis de partida, que las personas que responden afirmativamente a alguna de las 3 preguntas propuestas sobre su situación de maltrato presentan experiencias de mayor victimización que las que responden negativamente, tanto respecto a la percepción de maltrato como a la de miedo (Hamby y Gray-Little, 2000; Heron et al., 2003; RodrÃguez-Franco et al., 2012a). Sin embargo, existe poca literatura sobre la combinación de etiquetas clasificatorias, siendo el único trabajo relevante, en este sentido, el estudio de Hamby y Gray-Little (2000), en el que, por otro lado, no se distingue entre niveles de victimización. Como novedad, este estudio plantea el análisis de dichos niveles de victimización a través de un análisis de tendencia que confirmó que las personas que respondieron negativamente a las 3 preguntas presentaron niveles de victimización menores que quienes se sintieron atemorizados y/o atrapados, y estos a su vez presentaban niveles de victimización inferiores que los que afirmaban haberse sentido maltratados. Finalmente, el análisis del comportamiento de las medias de los distintos factores del CUVINO en cada una de las combinaciones posibles del grupo intermedio (sentir miedo, sentirse atrapado, sentir miedo y estar atrapado) mostró unas diferencias de medias descriptivamente pequeñas.
Por todo lo descrito, se plantea para investigaciones futuras la necesidad de conocer el modo en que los adolescentes y jóvenes clasifican sus experiencias de violencia en las relaciones de noviazgo, ya que, a pesar de que son capaces de identificar situaciones abusivas en otros, cuando son ellos y ellas los que presentan los indicadores objetivos de victimización son reticentes a considerarse como vÃctimas de abuso por parte de sus parejas, en lÃnea con los hallazgos de estudios previos (Hamby y Gray-Little, 2000). Esta falta de autoconciencia de vÃctima lleva a que no se haga uso de los servicios de atención a vÃctimas, lo que puede provocar, a largo plazo, la perpetuación de la situación de violencia. AsÃ, se hace necesario dar mayor protagonismo al sistema de clasificación que los profesionales usan en la evaluación de la violencia de pareja, ya que puede facilitar el acceso de los jóvenes a los programas y recursos de atención a vÃctimas.
FinanciaciónEsta investigación fue financiada a través del proyecto del Ministerio de Sanidad, PolÃtica Social e Igualdad (SUBMINMU012/ 009).
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.